sábado, 22 de febrero de 2014

RAFAEL INDI [11.042]



RAFAEL INDI 

Nací en Sevilla (09-09-1987).
Alguien me regaló un día La voz a ti debida sin pensar en las consecuencias y como recompensa le compuse un poema que acabó aborreciendo. Aquello me animó. Fue así como descubrí mi segunda vocación perdida.
Tengo un blog que es particular y cuando llueve se moja como los demás: http://animalendisturbio.blogspot.com/
Algunos de mis poemas han aparecido en revistas como La Lengua, Almiar, Fábula, Palabras Diversas, La Fanzine, Cinosargo, Horizonte De Letras y Los Sábados Las Prostitutas Madrugan Mucho Para Estar Dispuestas.
Gané el primer accésit del I certamen de poesía erótica Ánima.
En febrero de este 2013 autoedité mi primer libro Un aplauso americano.






Sacromonte

Esta ciudad se parece demasiado a nosotros.

Calle a calle competimos 
en número de batallas perdidas 
y luces escondidas 
bajo alguna latitud incierta.
Sus noches justifican al fin 
el insomnio errante 
de unos bien desnacidos.
Como ella, hemos soñado ya 
todos los sueños azules 
que quedaban por soñar. 

Esta ciudad se parece demasiado a nosotros.







Todo va bien

La cara de Matías Prats sobre los posos del café no me deja dormir,
seca las manos más tibias del hemisferio norte
cuando anuncia temporal,
ahora que necesito el sándalo en tu ropa.

Soy un malpensado si creo que vuestros informativos
quieren que la primavera nos sorprenda
viendo alguna serie tan bien producida como el frio.
Se aplaza la revolución por tormentas de nieve hasta nuevo aviso.

También soy un misántropo si no tengo un Smartphone con WhatsApp
ni escribo en (hasta) 140 caracteres
de qué tamaño es el nuevo juanete de mi pie izquierdo.
Lo comprendo y deseo continuar.

E incluso puedo ser algo peor cuando afirmo
que entre verdades se van los que se alejan,
que nadie está educado para la sinceridad.
Pensad que todo va bien.
Señalad el pecado con una cruz,
atrapadlo como a una araña herida dentro de una copa de cristal
llena de humo, puesta del revés.
Escupid después al cielo cuando henchidos de orgullo
abracéis el gris escribiendo:
"La verdad es sólo una cuestión de palabras".
Pensad que todo va bien.

Yo sé que la ceguera será la enfermedad del futuro.
Una generación perdida de hombres-topo
sobrevivirá al siglo veintiuno
escondidos bajo el metro de Budapest.

Y qué triste la imposible espera.
Por una vez, mi padre se vestiría de rey.





CHARLOTTE

"Algún día las hormigas cobrarán su venganza", decías,
mientras contaba las vueltas de aquel tiovivo.
Así pasábamos las noches,
peceras de marionetas hundidas
en mitad del Raval,
el único lugar donde los escotes
creen en Dios a su manera.

Después de tantos años
sigo aprendiendo de memoria el papel impuesto:
jugar a ser la muerte roja
en fiestas de guardar y quemar.

Tantos años intruso de la gran mascarada,
secreta bajo altos techos
y escaleras de nácar.

Tantos años sin saber
que eras la mujer de ojos verdes
en aquella canción de Nacho Vegas,
esa que ofrece agua de mar
como remedio a la sed. 






Aprender a borrarse
es sólo el principio,
por eso nunca hay final;
por eso si los vencejos vuelan dormidos
despiertas describiendo círculos,
por eso si la dama se esconde
eres noche cerrada.

Forastero ante el propio septiembre
que cose las manos
para impedirte sonreír a los ángeles,
asesinos de kilómetros muertos
o raíles perdidos.
Como un pianista baila un as de picas
y sacude la lluvia de sus dedos.

Sin viaje de vuelta
en el tren sobre el agua,
[camino = destino]
guardando viajes iniciales
con disimulo
mientras cruzas la novena estación.
Nunca hay final
y ésto es sólo el principio.






Nos Ha Jodido Mayo Con Las Flores

No quiero que la literatura sea otra fase de la vida.
Es el único lugar 
donde sólo existe un hombre 
que descodifica la vida como temblor. 

Por sentarte a esperar a ti mismo 
te denominan poeta. 
A todas luces una deuda de suerte. 
Podrían llamarte fantasma 
por caminar sin poner planta; 
enfermo por nunca parecer curado de espanto; 
sátrapa por arrendar muy caro el ventrículo izquierdo. 
Y podrías inventar 
un nuevo plural para etcétera. 

Un día de tu vida resulta largo a veces, 
lo suficiente para no confundir 
el verso con el destino. 
Sobran sed y paciencia en papel de muselina. 

Igual que los calendarios, 
sabes hacer daño sin usar las letras. 
Convencido de que Dios 
se esconde en los números. 





Gaudeamus

Basta de unirnos
sólo en el dolor,
basta de acompañarnos siempre
en el mismo sentimiento.
¿Hace falta
un minuto de silencio
en nuestros labios?

Dime que la paz
no se compra con la muerte
en este absurdo rito de revolución,
en este tácito indulto
y su bautismo homicida.
Dime que no esperas
la añeja pantomima
para volver a titilar
desde la demorada sima
de mi lengua.
Dime que no solo un réquiem
puede ya expurgar
venéreas traiciones,
porque entre nosotros
jamás se alzará la indiferencia.

Basta de comulgar con un cinismo
de declarada patente,
sin duda somos viejos desconocidos.
Hagamos arder
al amor petrificado,
hagámoslo correr
implacable, prometeico,
como semen de lava percutiendo
bajo el brocal abierto del diamante.

Quiero converger allí,
en tu rebosante epifanía,
en el gaudeamus de tu sangre.

Dímelo antes de que sea tarde,
y haya inventado
una guerra
o una tragedia
como inocente pretexto.







Paracaídas Ardiendo

La noche que encontré
una patata en la cocina
me convertí en calabaza.
Allí, aquella victoriana máscara
tenía una sonrisa
más enferma de lo normal
-justo sobre
la esquina rota
que no cesa-.

Miraflores es un paracaidas ardiendo:
senda de los elefantes
que no saben morir
si derramo lágrimas de pan.
Como un sátrapa en Tarquinia
haciendo y deshaciendo
su ataud de seda
cada cuarto creciente,
rasgando los negros doseles
de la duermevela;
echado a perder por sobre
el hastío del estío
gano siempre desnudo.

Supe por qué tantas mujeres
caminan solas al amanecer.








ESCAMOTEO

Avivando una vigilia
en el trasluz de mi muerte
equivocada con la aurora;
confrontando lo trémulo de mis sienes
con una ciega áspid de ojos violetas.

Inerte en el cuadrante cero,
donde se afirma
la indeterminación infinita
tan fútil como una gangrena,
tan breve como un abismo
que presagia el terrible reverso:
todo vuelve a las formas,
se rehace atroz materia
y gravita sin piedad.

Cercenado sobre
límites radiales me entrego.
Exánime desvelo.
Únicamente ya mi sombra
hilvana lo concreto a jirones.

Y luego el vómito:
ventanas, paredes, fotografías, lienzos …
La vida jadea rectangular,
abatida por crasos vértices,
tóxicas aristas.

Había que solimantar el veneno,
extasiar a Quimera
en un brutal arrebato.
Ahora sé como se franquean
las arcadias de la duermevela.
Pues esta noche pude rozar
el orgasmo disolutivo,
cruzar el extremo terminal
de lo simétrico.
Volátiles curvas desnudan el vacío.

Tomé una decisión:
he acabado del lado nunca visible de lo secreto.



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