jueves, 17 de julio de 2014

MANUELA ÁGUEDA GARCÍA-GARRIDO [12.360]



Manuela Águeda García-Garrido 

(Huelva, España, 1978) 
Es Doctora en estudios hispánicos (área de Historia moderna) en la Universidad de la Sorbona (Paris IV) desde el 2009. Ha enseñado Historia y lengua española en la Universidad de Western Ontario (Canadá), en las Universidades de la Sorbona, Metz, Limoges y en el Instituto de Estudios Políticos (Sciences-Po París).
Especialista en Historia de las mentalidades de la España Moderna, actualmente es Profesora titular en la Universidad de Caen (Baja Normandía) y vive en París.
Página académica personal en la MRSH (Maison de la Recherche en Sciences Humaines): http://www.unicaen.fr/recherche/mrsh/pagePerso/2963457

Bibliografía literaria:

Última Presencia, en Cuaderno Literario, abril n° 20, Ayuntamiento de Iniesta, Cuenca, 2013. Obra galardonada con el 1er Premio de Poesía Villa de Iniesta (2012).
Traducción al castellano de 7 poemas de André Spire (1868-1966) extraídos de la obra Le Secret (1919). En Nayagua : Revista de poesía de la Fundación-Centro de Poesía José Hierro, Madrid, n° 18, janvier 2013, 2ª época: especial dossier José Hierro, p. 159-173. ISSN: 1889-206X.
La lección definitiva, Ariadna. Revista cultural, n° 56, juillet-août 2012, ISSN 1695-3975.
Sección “Canumfora”, en El coloquio de los perros: Revista española de literatura y cultura, n° 30 (2012), ISSN 1578-0856.
(2010): 1er Premio Internacional de Poesía Platero por la obra Refugios. Organizado por la ONU, Ginebra, Suiza.
(2005): Mención Honorífica en el XI Premio Internacional de Poesía “La porte des poètes” por la obra Signos de nadie, París, Francia.
(2003): Publicación de la obra Lugares comunes, finalista del I Premio Internacional de Poesía amorosa (2002). Palma de Mallorca: Círculo de Bellas Artes.
(2001): Primer premio de poesía por la obra La edad del fuego. IV Certamen Regional de Creación joven. Convocado por el Excmo. Ayuntamiento de Huelva.
(1998): Premio Reflexión literaria en el III Certamen Música en el jardín. Universidad de Huelva.
(1998) Publicación del poemario El espacio ausente. Colección Donaire, n° 3. La Excma. Diputación Provincial de Huelva.
(1997) Mejor Obra local de poesía en el Ier certamen regional de creación joven. Convocado por el Excmo. Ayuntamiento de Huelva.




La lección definitiva 

Todavía nos sorprende que la vida
se halle sólo en el principio,
en la onda abrupta que devora los instantes de ternura,
en el surco de la tierra que remueven las raíces moribundas,
en la cálida estación de una voz desvanecida,
en las cimas que fecunda el fuego de rumor y de secretos.

Nadie espera, armado de impudicia,
abrazar la sorpresa verdadera
que esconde un corazón despreocupado.

Buscamos en la nieve
la prisión atemporal del frío enardecido,
sin saber a qué distancia
el cuerpo se eriza y se desgasta.
Resistimos a la duda y al silencio
cuando las grietas del olvido
invaden la sincera voz de la conciencia.

Y todavía nos sobra la ignorancia,
ese deseo de escapar a la tragedia
que comienza en cada sueño desvelado,
ese discreto temblor que precede al sol nocturno,
a la ingrata palabra que nos ruega
la amistad, el amor, su eterna compañía.






He de dejar el tiempo en la arboleda, 
perseguir las estaciones
donde la tierra ceda sus delicias, 
donde amar de nuevo sea salir y tomar parte, 
dibujar sobre la luz su firme trayectoria. 
Huir de aquellos gestos invisibles que el azar ha convertido
en presagios de fuego y vanas esperanzas.

He de restaurar en tu memoria 
el misterio de un amanecer callado y nuestro,  
saberte aún mi solo confidente 
frente a todas las conjuras del invierno;
que embriagados de paz en la mañana
se enturbie un rumor de nieve súbita: 
la materia constante del olvido.




REFUGIOS

«On se réfugie dans ce qu’on ignore. 
On s’y cache de ce qu’on sait». 

Paul Valéry.


Llegaron las horas del cansancio extremo, 
del miedo al gesto y al delito. 
Se amontonaron humaredas  
en el vuelo exacto de una larga noche, 
en el letargo estival de las mareas, 
dejando sobre el cuerpo  
un signo de tristeza  
que no vuelve.  
Llegó  también el tiempo del deshielo, 
de hacer del mundo  
un espacio inmenso de barcos naufragados : 
un oscuro mausoleo para los abrazos.  
El sol de la tarde   
quedó hundido en diminutas gotas  
de agua cenagosa, 
formando en mi memoria la claridad  
   de tus ojos infinitos,  
un relámpago tenue de voces  
que se ahogan.   

Después vinieron tus palabras, 
invadiendo la ilusión reciente de los besos,  
el falso dolor de las estatuas.  
No quedó  lugar sin comprendernos,  
sin llenarse de tinta los renglones. 
En el sollozo vespertino 
de una llama remota y temblorosa 
-viniste a mí - 
y devolviste al aire 
su inevitable instante de suave transparencia.   
Te contemplé de cerca, 
      buscando entre los pliegues de tu abrigo 
el pulso acelerado de la tarde,  
la lumbre que se apaga en mi recuerdo,  
haciendo de tu sombra un monumento  
a la duda.  
Que mi voluntad es ya la tuya,  
no necesita instrucciones.  
Pienso en ti como el hueco en su caverna, 
que aunque quisiera salir,  
en ella descansa. 
     
La tiranía de tu nombre me envenena, 
 controlando la sangre,  
la dirección de sus latidos.  
Hacia mí avanzan mil bestias desatadas,         
erizando el hocico,  
amagando con dientes  
y colmillos agudísimos.   
El fuego ocupa sin permiso 
el hueco tierno de las manos 
y entre culpas y razones,  
-en montones de ceniza-,   
han temblado aquellos días de azul nuevo.  
Con tierra y polvo quiero  
vencer y ahuyentar 
tu soberano imperio,  
vengar el tiempo del asalto en plena dicha,  
      romper la cadena del odio que me arrojas.  
Pero la lucha es larga  
y el corazón cubre de pretextos indecibles 
los altos vacíos de la aurora, 
ese solar de amor donde has tendido 
los lugares tiernos de la noche.   
Hoy, al menos, me parece 
que la vida tiene el ritmo lento 
de una corriente que sube  
y se desata  
en los tropiezos del aire. 
Un lento y desigual estado de tristeza

invade todos los secretos de la tarde 
y el recuerdo que fuiste 
   en miles de incendios repetidos.  
Porque el tiempo viene siempre  
a repetirse en oleadas  
firmes y calientes; 
en las horas de luz,  
-cerca de tu cuerpo-,  
una sorpresa de pájaros  
incendia el viento en las ramas altas, 
descargando entre los hombros 
un duelo suave de caricias, 
la precisa exhalación del día :  
el ansia de habitar la suavidad  y todos los refugios.







No hay comentarios:

Publicar un comentario