jueves, 7 de agosto de 2014

ANNEMARIE MOSER [12.724]


Annemarie Moser 

Nació en 1941 en Wiener Neustadt (Austria), donde hoy reside. Ha publicado poesía, novela y cuento, y su obra literaria ha merecido reconocimientos como el Premio de la Ciudad de Wiener Neustadt y el Premio Homenaje del Estado de Baja Austria. 


¿Estará permitido todavía
cantar a la hierba
a los montes piadosos y olvidadizos?
a la huella de los propios pasos
y a las huellas de otros,
al saltarín ritual de los gorriones bajo la mesa,
al aleteo de las pacíficas palabras?

 (A. M., Credo mit Zubehör [Credo con accesorios], 1998)


La poesía de Annemarie Moser es acercamiento a la naturaleza, al paisaje que motiva en la autora una profunda reflexión existencial: la flor, el ave, el árbol, comparten con el ser humano un mismo planeta, un mismo destino. Con gran economía de recursos, Moser nos convoca a mirar alrededor y a tomarnos el tiempo necesario para contemplar y amar, condiciones indispensables para comprender y valorar nuestro entorno y salvarlo de la destrucción.

Los poemas aquí presentados han sido tomados de los libros Anreden (Convocaciones, 1980) y Ausgewählte Gedichte (Poesías escogidas, 2006).

 Selección, traducción y presentación: Olga Sánchez Guevara. 





Camino hacia mi patio interior
  
Flotante peso de los pensamientos, humo plateado,
patria que se hace nube, alumbra en mí
y me deja su fruto:

Estar quieta,
poblada de caminos
que desde muchos sitios van a casa
y recoletos parten
e inadvertidamente ya son uno –

La salvada luna
perdida está entre las columnas
con su canción de humo,
de plata, insuperable,
se coloca en la
cuarta dimensión
la fuente.

Y vengo de casa,
he esperado
siempre por mí
sabiendo
dónde la luna está,
todo
en silencio.





Pequeño tríptico

1.

Nostalgia

En las noches la grave dalia y su inaudible
andante sobre el abismo del monte,
pelota de algodón ajena
al viento de ayer y al de mañana –

Las dos lejanías acaricia la flor
en oceánico vacío;
a menudo valle y jardines,
estrellas suavemente,

en las mañanas inmóvil se obstina
hacia la profunda,
siempre abierta mano del abismo,
en rojez orgullosa.

2.

Expectación

Tan suave el vuelo silencioso
por cielo, cosmos y vacío,
de la primera gaviota
hacia la mañana;
abajo siempre está la hondura de las aguas

y destella la espuma –

La gaviota oscila.
Aquí y allá lanza su grito
espiando al este opaco
hasta que el sol se precipita turbado por el día

Inclinándose van los golpes de alas,
dentro la vista acaba
en los arrecifes;
cuando se alzan los otros
ella se posa.

3.

Cumplimiento

La más tranquila noche. Sólo la niebla, críptica,
ascendiendo desde el abismo,
canta en los haces del pino silvestre

Solo y frío, el oscuro árbol atraviesa
el blanco, lo concibe
y aprehende,
y su imagen realza

La mañana lo encuentra en claro aire,
sentado para contemplar el sol,
blancas las densas frondas,
creciendo hacia las agujas
la estática luz.






A veces la alondra me canta.
A veces soy yo su canción,
banco de nubes sobre el nevado monte,
escardado cantero en el jardín
de la amiga.

A veces al dormir sin ruido
manan corrientes
y poseo otra vez la oscuridad
que marcó mi comienzo.

Extraño
que no quiera escapar
y en cambio esté dispuesta,
concordante.
¿He intentado mirar alguna vez
tras mi hora final?

No lo sé.
Sólo debo pensar cada vez más resuelta,
con más recogimiento:
“Grandes aconteceres
proyectan sombra desde antes”,
y añadir, consolada:
Milagro
su luz.










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