lunes, 7 de mayo de 2012

6738.- FERNANDO CAZÓN VERA


FERNANDO CAZÓN VERA
Nació en Guayaquil (Ecuador), en 1935. Pertenece a la generación que comenzó a publicar en los años 50. Desde hace más de medio siglo ha sido periodista profesional como editor, subdirector y columnista de periódicos y revistas de Guayaquil. En la actualidad es columnista de los diarios EXPRESO y EXTRA. Ha sido catedrático en la Universidad Católica Santiago de Guayaquil y en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES). Fue en dos periodos presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Guayas. Autor de cerca de 20 libros poéticos. Ha recibido los primeros premios en los Juegos Florales Nacionales, convocados por el colegio Vicente Rocafuerte (1953); Primer Festival Universitario de las Letras (1954); Concurso Nacional de Poesía Mural (1966); Premio Único de Poesía en el Concurso Nacional de Literatura convocado por la Universidad Central en su Sesquicentenario (1976); Premio en España "Conrado Blanco" (1977); Medalla de Oro al Mérito Literario entregado en dos ocasiones por la Muy Ilustre Municipalidad de Guayaquil; Lira Poética concedida por la Asociación de Periodistas Guayaquil. Ha participado como invitado en certámenes culturales en Cuba, México, Colombia y Venezuela.






Del Génesis

Los personajes, dramáticamente, en orden de aparición:

       Dios,
       Adán,
       Eva,
       la serpiente.

Escenario:

       un árbol sin ahorcados.

Utilería:

       una sola manzana.

Después de la primera escena
Dios hará mutis para siempre.




   EL ULTIMO RECADO

                 A esta hora, amor mío, me sacarán las uñas
                       y no podré escribirte.
                 Y todo el pensamiento que guardaba,
                 todo lo que me dio tu cuerpo, nuestras noches,
                 la historia que vivimos de silencio en silencio,
                 las más tiernas palabras cruzadas en voz baja,
                 me lo han gastado a golpes.
                      Me arrancaron
                 los sonidos, primero,
                 luego las maldiciones y los gritos
                 y hasta el dulce sollozo que guardaba para el nacer del
                 hijo me lo enrostraron como cobardía.

                 Había que decir algo,
                 repetir un nombre que aún no conocía,
                 contarles de mis muertos
                 y del itinerario que han de seguir los hombres
                 cuando van a estar solos.
                 Me sacaron con sangre tantas cosas,
                 que he deseado ser lobo para aullar.
                      Pero nada
                 les importó estos dolores que hablaron
                 en sucesivas lenguas.
                 Nada quisieron saber de mi corazón, nada
                 de la alegría que me dieron los otros.
                 Se me llevaron
                      para siempre el sueño.
                 Me doblegaron a verguenzas.
                 Amor mío, nadie vino a salvarme,
                      ni siquiera
                 ese cadáver que he temido tanto.
                 Pero me han contagiado con sus odios,
                 también me han transferido sus sogas y cuchillos,
                 sus dientes apretados
                 y la interrogación siempre incesante.
                 Por eso, tengo miedo
                 de haber sobrevivido.
                 De volver a crecer sin esas cosas
                 que tu y yo comprendimos bajo la luz del día.
                 Y que tenga que darte
                 en lugar de mi mundo generoso
                 una terrible llama para quemar la tierra.

                 Voy a tener vergüenza de mirarte desnuda.
                 Y es que todo no puede ser  lo mismo.
                 Ya  no será  el amor
                 que íbamos a tomar del mismo plato.

                 A otra hora, mi amada volverán,
                 me  irán pisando el rostro
                         y el cuerpo
                         y la memoria
                 hasta que lleguen a mi celda
                 hasta empezar de nuevo.
                         Y tengo miedo
                 de no saber, de no haberme enterado
                 de todos los sucesos y nombres y consignas,
                 de toda aquella sucia
                         delegación que me piden.






YO NO HE VENIDO PARA VENCER…

Yo no he venido a vencer,
He venido a preguntar tan sólo
en dónde se encuentra la victoria.

Vengo a vivir con la alegría de todos
Y a compartir la tristeza de nadie.
Vengo a partir el pan con un mendigo
para saber quê bendición me pone.

Vengo a pisar la calle
para meterme en la costumbre.

Vengo a reír con la primera broma,
a sollozar con la primera pena,
:1 entusiasmarme con cualquier noticia.

Vengo a llorar, a cantar,
a bailar en la primera fiesta,
a encenderle la ruta a los cadáveres,
a dividirme entre todos,
a vivir,
a conocerlos.

Yo no he venido a vencer,
he venido a preguntar tan sólo
 en dónde se encuentra la victoria.





LA DUDA

MANICOMIO 1962

Los locos se graduaron:
de Napoleón el uno,
la más bella de Ofélia
y el orate mayor
llegó a ser General
después de derrotar a sus molinos.

El más humilde se graduó de perro.

Outro llegó a ser nube
para poder besar a la jirafa.

Pero, cosa rara,
habiéndolo podido,
nadie quiso ser Dios.






DEL PECADO ORIGINAL

Y somos hijos del amor, lo somos.
Descendemos de su acto más cabal, descendemos.

Del amor que acaricia,
que muerde, que transforma

y que a sombra rompe
los secretos más hondos de la piel que se entrega.

Pero a veces, no sé, me da la idea,
de que no han fornicado por nosotros.







APACIBLE MISTERIO

Qué pensará de mí la humilde bestia
que come hierba y que espanta moscas con el rabo.
Qué pensará de mí, digo, si me viera llorando
cuando a su lado cruzo bajo um cielo sereno.
Ella que tiene tiempo de pensar, ella que pasa
tranquila y silenciosa por los verdes potreros.
Tal vez no le enseñaron todavia a ser triste
y es buena porque nada tiene que hacer por ella.
Pero ha de pensar algo si me viera llorando,
tal vez de otra manera, imaginando otras cosas
sin asombro ni lástima.
Pobre de mí que lloro, feliz de ella que pasa
tras su misma mirada tranquila las moscas con el rabo.






EL ILUSIONISTA

Yo sacaré un fantasma del sombrero,
un ángel de la manga,
una sombra del traje,
una apagada estrella del bolsillo.

Sacaré de la espalda una joroba
que tocarán como amuleto
las vacías manos de los desheredados de la suerte.

Del cuello sacaré una corbata fálica
y los redondos nudos del ahorcado.

De la bragueta saldrán flores y palomas
y barcos
         aptos para ser mirados por
         jóvenes pálidos y doncellas
         nerviosas que se masturban
         en las panzudas horas de la
         siesta

Del fondo del baúl levantaré un cadáver
que volverá a morirse para cada función
exactamente
         no sin antes agradecer
         los aplausos del público.






           LO IRREMEDIABLE

         Solamente porque no me amaste.
         Solamente porque no ha sucedido lo entrañable.
         Y un día vino después del outro.
         Y la noche tendió de nuevo el solitário lecho.

         Solamente porque mi cuerpo se estrelló contra el limite.






EL AFORTUNADO

Quién tiene un ojo que no le sirva,
una oreja que le sobre, quién tiene
un mes de más en su almanaque,
una hora inservible en sus relojes,
quién respira dos veces y vive
y sobrevive una única vida, quién
copula fielmente su bigamia, quién
se hace trampa y nunca se sorprende,
quién tiene un muerto que todavía lo ama
sin tocarle los sueños inminentes, quién
cabe a la vez en dos lugares diferentes,
quién ha dejado de morir su parte menos útil,
quién, en definitiva, gana la mesa
sin tirar los dados.






PARÁBOLA DEL INDECISO

Huyó desde sus piernas para adentro
Regresó dé los ojos para afuera
Quiso volver al fin, pero se iba
Quiso exiliarse pero se quedaba.

Estaba siempre donde nunca estaba
Era y no era, lo mojaba el fuego
Lo quemaban las lluvias torrenciales
Alas de viejos pájaros lo anclaron.

Y supo odiar con el amor más puro
Amó también con su traición profunda
Y dijo la verdad. Y estuvo solo
Mintió y mintió. Y entonces le creyeron.






ALTERNATIVAS

Camino entre dos aguas
la del sediento
la del ahogado.

Entre dos fuegos ando
el del constructor
el del incendiario.

Voy entre dos amores
el del amante
el del despreciado.

Entre dos vidas muero
la del poeta
la del condenado






EL INEXISTENTE

El que no tiene un nombre que ponerse,
un hueso que roer.
El que anda
prestando sed para tomar sus aguas,
pidiendo un ojo en que llorar su llanto,
mendigando su pan con otras hambres.
El que no tiene desnudez. Y en cambio
tiene un lunes después del otro lunes.
El que se fue para volver. Y ha vuelto
con una lluvia menos.
El difunto
al que velaron sin ningún cadáver.








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