lunes, 3 de diciembre de 2012

MATÍAS MONTES HUIDOBRO [8643]


Matías Montes Huidobro. Profesor, dramaturgo, narrador, poeta, ensayista, investigador literario y editor cubano. Merecedor de numerosos galardones, la obra literaria de este autor ha sido ampliamente antologada y ha sido objeto de atención crítica.

Matías Montes Huidobro nació en Sagua la Grande, Cuba, en 1931. Realizó sus estudios de enseñanza secundaria en el Instituto Nro. 1 de La Habana, y obtuvo posteriormente un doctorado en Pedagogía de la Universidad de La Habana.

Primera obras

En 1951 se dio a conocer como poeta con la publicación de su poema "La vaca de los ojos largos", antologado repetidamente; como narrador, con la publicación de su cuento "El hijo noveno" en la revista Bohemia; como ensayista, en las páginas de la revista Nueva Generación, de la cual es uno de sus fundadores.

Entre 1959 y 1961 reanudó su actividad creadora con nuevos bríos y estrenó varias obras dramáticas: Los acosados, Gas en los poros, La botija, El tiro por la culata y Las vacas –esta última recibió el Premio José Antonio Ramos en 1961. Ejerció la crítica teatral en el periódico Revolución, donde también publicó artículos en la página editorial. Colaboró extensamente en Lunes de Revolución y fue comentarista teatral en un programa semanal de CMBF. Además, impartió clases en la Escuela de Periodismo hasta su salida de Cuba el 27 de noviembre de 1961.

En los Estados Unidos, se estrenó La Madre y la Guillotina (1976), que ha sido llevada a escena en múltiples ocasiones en español y en inglés. También Exilio (finalista en el concurso Letras de Oro de 1987 y publicada en 1988 por Editorial Persona) ha sido llevada a escena en Miami en 1988 y 1996. La navaja de Olofé se estrenó en el Primer Festival de Teatro Hispano de Miami en 1986.

Profesor

Entre 1962 y 1964 se estableció en Meadville, Pennsylvania, donde enseñó en las escuelas secundarias de la comunidad. En 1964 pasó la Universidad de Hawai, donde también ejerció su esposa hasta la fecha de jubilación de ambos en 1997 como Profesores Eméritos de dicha institución. Fueron a residir en Miami, donde siguen escribiendo y publicando. Durante su larga carrera profesional, Montes Huidobro también ha sido invitado a enseñar en la Universidad de Pittsburgh, en Swarthmore College y en la Universidad del Estado de Arizona y ha participado en infinidad de congresos universitarios en los Estados Unidos y en otros países.

Divulgador

Además de su extenso trabajo como creador y ensayista, ha desarrollado una notable labor como divulgador de las letras cubanas. En 1976 fundó, con la colaboración de su esposa, la revista Caribe, de la cual aparecieron inicialmente cuatro números. La revista se seguiría publicando posteriormente, en una nueva etapa, gracias a la labor de los profesores Jorge Febles y Armando González-Pérez.

Entre 1987 y 1991 fundó Editorial Persona, destinada a preservar el patrimonio cultural cubano, mientras que en 1995, 1998 y el 2001, Anales Literarios daría a conocer números monográficos de valor incalculable sobre la dramaturgia, la poesía y la narrativa cubana. Finalmente, en el año 2000 creó Pro Teatro Cubano con un objetivo similar en relación con el teatro.

En su trayectoria literaria, recibió la única mención en un concurso auspiciado por el Fondo de Cultura Económica por Desterrados al fuego (1975). Fue finalista del premio Cáseres, de Novela Corta, por Segar a los muertos (1980); también lo fue del Premio Planeta, de España, por Lamentación en tres estancias (1970).

Premios

Como dramaturgo, recibe el Premio Prometeo por Sobre las mismas rocas.
Recibió el Premio Café Gijón de Novela por Esa fuente de dolor (1999), y además por Concierto para sordos (2001) y Parto en el cosmos (2002).




CHIVO QUE ROMPE TAMBÓ

Chakachacha, Chaicha, Chakuala
Rastrillo, maruga y chancleta
Busá sá Busá sá
Muerde y huye
Ni chinche ni chinché
Ni trabajar ni cocinar
Fifú, brother
Dame la mano, hermano
Fisile se acabó
La libertad se acabó ¡Ay, obiaya!
Ni jama ni na.
Dale, mayoral, vete al carajo.
¡Solavaya!
¡Coquito sagrado!
Ilé de Ile gun
A la cárcel y al cementerio ¡me voy!
A la cárcel y al cementerio ¡me voy!
Ibekué Ibekué
¡Dame la papaya!
Kaurendo Kamura:
La cabra se va, la cabra se va...
¡Fimó! ¡Fimó!
¡Detente! ¡No sigas!
¡Está fifo y al manicomio se lo llevan!
¡Loco! ¡Loco!
¡Chivo que rompe tambor,
con su pellejo paga!
Fuck you, fuck you,
hijo de puta, coño de mierda!!!






JENGIBRE CON VODKA

Cuando Changó vino al mundo
había grandes expectativas.
Se anticipaba
el guateque del mundo
el festival de las naciones.
Pero en lo alto de la sierra
se formaron negrísimos nubarrones
¡Ya tú verás, decían!
¡Ya tú verás, contaban los patakíes!
El güemirele que se armó
fue de padre y señor mío.
Amansa guapo con amor seco
Guisao de caballo con culantrillo
Mejorana con canela del monte
Ateje macho con azúcar y ron
¡Ya tú verás lo bueno que se pone esto!
¡Ya tú verás!
Raspalengua con melao de caña
Verdolaga con goticas de vetiver
Para acabar en jengibre con vodka.
¡Ya tú verás lo  bueno que se pone esto!
Kimbombó, pulpeta y albóndiga
Chilindrón de chivo y aporreado de tasajo
Costillas de puerco con machuiquillo
Pierna rellena a lo Cuba Libre.
¡Ya tú verás como se pone esto!
Para acabar con jengibre
con vodka
¡Ya tú verás!








TRAJE SASTRE

Se ajustaba con precisión:
un traje a la medida,
una armadura de hierro
que no le dejaba espacio a los pulmones
ni al latido del corazón.
La malla la había tejido la hilandera
con mano maestra
y las instrucciones precisas
de la araña,
especialista en tapices
de los que nunca se salía.
Una soga lo envolvía
con sus nudos anudados
imposibilitando
desanudar los movimientos.
Madeja de un tejido amatorio
donde la aguja cuenta
cada puntada
para que no se le desteje.
Apresaba
con exactitud perfeccionista
el cuerpo
todo bien ceñido
apretado
envuelto en ropaje de concreto
que imposibilitaba el movimiento.
Un catafalco
un sarcófago
que lo vestía con trágica solemnidad.
Un otras palabras:
una caja de muerto.






1959

Entre el opelé
y el tablero de Ifá
está la letra del año,
lo bueno y lo malo.
1959
¡Coño, esto pinta mal!
¡Nos jodimos!
¿Cómo?
¡El registro de adivinación no falla!
Sale un oddun con la mala noticia.
Y después
 cincuenta y seis hacen su coreografía
de cantaleta en cantaleta
estrofa y antistrofa
que era puro coro griego
que no anticipaban nada bueno.
¡Peor todavía!
¡Nos jodimos!
¿Qué se le va a hacer?
Preguntas e interrogaciones.
¡Cuatro mil noventa y seis respuestas!
Una aguja en un pajar,
como quién dice.
Empapados por los pronósticos de lluvias torrenciales
no había un oricha que hubiera tenido la precaución
de salir con paraguas.
¡Noticias! ¡Y todas malas!
Los registros de adivinación
 temblaban de pies a cabeza
y  se cagaban de miedo.
Desconcertados se tragaban las miradas
haciéndose los inocentes
porque en boca cerrada no entran moscas.
¡Qué alboroto!
¡Calma, señores, calma!
El parte metereológico no había anunciado ciclón
y caían rayos y centellas.
¡Si lo hubiéramos sabido!
El corazón de Yembo se desangraba
porque el francotirador
había dado en el blanco.
Nada,
que a ese pueblo le han echado un bilongo
del coño de su madre
y nadie se lo había advertido.








HAY QUE TENER COJONES

Hay que tener cojones para tocar la guitarra en un campo de batalla.
¡Coño, Okori Borocú! ¡No me hagas reír!
Peor sería tocar el piano.
¡Oló! ¡Gracias, gracias! Y se inclinaba el viejo mandinga.
Metido en el corazón de la calabaza no podía salir.
¡Qué locura, señores!
¡Tocar la guitarra en el campo de batalla!
––¡A ese muchacho lo van a matar!
Detectaba la sinfonía en la vorágine
pero la locura de las sílabas se entremezclaban
en un callejón sin salida
donde una nota
descomponía a la siguiente.
¿Qué hacer?
¿Cómo poner
una letra
detrás de la otra?
¿Una dentro de la otra?
Hay que tener cojones para tocar la guitarra en un campo de batalla.
Metido en el fondo del baúl el libro se le perdía en el abismo.
Kiyesimomí
––le decía el viejo mandinga
en el entronque de todos los caminos
donde el no y el sí sacaban los cuchillos.
¡Ilaya!  ¡Bandera de paz!
Aquello era un jarakiri,
como dicen los japoneses.
¿Qué pasó?
Hay que tener cojones para tocar la guitarra en un campo de batalla.
Ko ché:
Amén. Así sea.
¡Dios nos coja confesados!



http://conexos.org/2012/12/01/a-nadie-le-interesa-poesias-de-matias-montes-huidobro/




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