sábado, 30 de agosto de 2014

CECILIA FIGUEREDO [13.095]


Cecilia Figueredo 

Nació en Concordia, Entre Ríos, Argentina, en 1976. Es Diseñadora en Comunicación Visual. Concurre al taller de lectoescritura de Marcelo Leites. Aún permanece inédita.



EL RUIDO DE LAS OLAS EN LA NOCHE

sabe
que ya no es sólo
del agua que lo trae

Sabe que es también
de la noche
en que sucede

¿Sabremos del mismo modo
que es nuestro
cada sonido
que desde la orilla oscura
se nos hace nítido?





EMPATÍA

A Mariano López


Muchas estrellas caían
en las noches desveladas
de Paso de la lana.
Caían a intervalos
imposibles de medir como sabemos.
Iban cayendo, sin embargo,
con la frecuencia exacta
para que pudiéramos pedir un deseo
y tuviéramos tiempo
para pensar en el siguiente.






TATA

Acercábamos las cáscaras
al fuego de las hornallas
y las apretábamos
para exprimirles
todo el aroma dorado
y todas las estrellas
anaranjadas posibles.






SALEN LAS PALABRAS

y el arroz con leche
los bailes
y la risa.

Hay ahora otros aromas,
y ondean las cintas de colores
en el aire fresco de las tardecitas.

Una cuchara rosada
de plástico perlado
revuelve el jugo
recién exprimido.

Y así,
cuando todo lo cotidiano
encuentra su lugar
cede la hoja en blanco
y todo lo que estaba en ella
se hace visible.





BRILLANTINA

De qué amarillo es
tu espíritu
de tierra firme
Risa, laurel,
palabra al aire.
Mirada que atraviesa las miradas.
No conozco el silencio en tu presencia
y sé que cuando dormís
tu mano sigue escribiendo
sola
todas las recetas
que te faltan anotar.

Tantos amigos de la casa
la chola, vinzón, tito,
silvia, gabriela, elba
el ñumi, la chicha, el colita
el chiquitín.
Tantos papelitos
con direcciones, frases, poemas
y recetas para rejuvenecer.

Paltas cremosas
eco de carcajadas
cosas doradas en los cajones
cremas humectantes
pintalabios.

Manantial incesante,
yo no se qué día
fue que noté
un dejo de tristeza en tu mirada.
Un dejo, así,
como un ademán distraído.
Un dejo, que también te define
mami
tanto, tanto,
como ese amarillo difuso
que me es imposible precisar.





Marea baja

Todas las cosas
tenían cara 
de sala de espera
y sin embargo
hubo unos jazmines
entre hojas desordenadas
verdes y pequeñas
que me miraron.





Desde el sur

Te creímos volver
cuando llegaste con las frutas
a la casa
que había estado triste.

El aroma de las manzanas
era decir fe o esperanza.

Hicimos brillar el rojo 
de cada una de las manzanas,
las envolvimos en papeles azules
translúcidos casi
y vendimos todos los cajones
que habías apilado.

Nada fue suficiente
para que quisieras quedarte.
Te fuiste distraído
silbando La Oma,
tirando para no aflojar.

La casa te miraba desde adentro
tibia de manzanas aún.


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