domingo, 23 de octubre de 2016

DIEGO OQUENDO SILVA [19.350]


DIEGO OQUENDO SILVA

(Quito, Ecuador  1938)

Vivir 
es mirarse en un espejo
que cambia constantemente de rostro.

("Diógenes")

Poeta y periodista. Ha colaborado en importantes periódicos del medio, así como en distintos noticieros de radio y televsión. En 1967 con el poemario Asomado a las gentes obtuvo el Premio Nacional de Poesia "Ismael Pérez Pazmiño" que otorga Diario El Universo de Guayaquil, del que actualmente es editorialista. Según el escritor Francisco Tobar García, "(...) su poesía es algo profundo, subterráneo. !Oquendo, minero de la Poesía, buscando afanosamente entre los escombros de un mundo lastimoso la estrella de papel brillante, esa estrella que no sirve para nada... porque, ¿qué otra cosa son los versos sino 'cosas inútiles'?"

BIBLIOGRAFÍA

Poesía: Fuga (Quito, 1961); Apenas 6 (Quito, 1963); Pierre Blanche (Niza, 1964); Mi amor se parece al de los pájaros (Caracas, 1967); Después, los muros (Quito, 1968); Alguien (Quito, 1970); El recuerdo, piedra a piedra (Quito, 1971); Asomado a las gentes (Quito, 1974); Del amor por sobre todas las cosas -selección- (Guayaquil, 1981). Ensayo: Frente a frente (Quito, 1977); Alegato por la prensa y sus libertades (Quito, 1987); Julio César, el niño de San Vicente -Premio "José Peralta", Municipio del Distrito Metropolitano de Quito- (Quito, 1997). Consta en las antologías: Antología ecuatoriana (Caracas, 1965); Poesía de un tiempo (Guayaquil, 1974); Poesía ecuatoriana del siglo XX (Guayaquil, 1976); Antología poética de Quito (Quito, 1977); Lírica ecutoriana contemporánea (Bogotá, 1979).



"EQUIPAJE NO ACOMPAÑADO"

La pobre se volvió gorda, arrugada, fea. 
Me había entregado la existencia
con fidelidad de perro.
juntos salimos buscando la esperanza. 
Nos enteramos que dura un instante. 
Que se enciende y se apaga,
igual que las luciérnagas.
Y que hay que seguirle los pasos, 
mientras se vive, para vivir.

Sobre el lecho de hotel, descorrí su cierre. 
Retiré las pijamas, las camisas, los trajes.
Aquello que abriga el cuerpo 
y desampara la sombra interior. 
Retiré los pañuelos que desnudan la pupila para recibirla luz.

Los zapatos que gastamos huyendo. . ., cuando vamos allá, 
donde nos aguardan con infinita paciencia.

De par en par, sobre el lecho, destelló su alma. 
Profunda y limpia. Ventana de una casa de campo. 
En silencio la maniaté. Le pegué una etiqueta. 
Se iría por mar, viajando.
No faltaría un ojo de buey en la bodega. 
Y afuera, las olas y las nubes, agitándose.
Proclamando que la libertad no acaba, así estemos atados. 
Que vejez y muerte son formas de liberarse.
Y que es justo cantar lo que nos redime. 

Se iría por mar, viajando.
Yo estaría en el puerto a recibirla, 
como se recibe a los seres amados. 

Viena



LA JAULA

En la calle de las vitrinas 
el frío está encerrado
entre portones de hierro sucio. 

La lujuria, el dolor, el asco, 
allí están encerrados.
Sólo el cielo nocturno es libre. 
Cruelmente lejano.

Las mujeres invitan a los turistas 
bajo las luces rojas.

Las viejas se exhiben 
en las ventanas
que dan a los zaguanes. 
Sus lágrimas se agotaron 
limpiando los cristales.

Los adolescentes desfilan, 
husmeando con ojos enfermos. 
Desdeñan las estrellas.

Hay piedras en la calle. 
Tantas como pecados vivos, 
como ilusiones muertas. 

En esa calle
no se encienden luces verdes.

Sankt Pauli (Hamburgo)



EL PARAÍSO PERDIDO

Escucho, a los tiempos, el canto de los pájaros.
Y redescubro la partitura del rocío sobre la tez de las hojas. 
Mi espíritu se despereza. ¡Cómo mata ganarse la vida!
El aire transporta mariposas a bordo de sus naves. 
Incansable discurre la procesión del río.
Se dibuja en el horizonte el esbelto silencio de los troncos. 
Ahora soy el de siempre, el que jamás quisiera que se pierda; 
pupilas que se dilatan con el paisaje del mundo,
voz que aprendió el lenguaje de las cosas sencillas, 
incluso el del torrente, inventor de escalas musicales. 

La verdad sea dicha, me cuesta recobrarme:
el espejo del alma se empaña fatalmente.
Y es que el pan de cada día es cada día más duro 
y hay que beber el amor en una sola copa,
aunque el corazón se derrame por los cuatro costados. 
La angustia nos taladra,
tal si la piel y los huesos estuvieran revestidos de piedra 
Una cometa se abandona a celestiales sueños.
Las palomas dejan caer, al picotear las nubes, 
semillas de paz entre los surcos.
Alguien ríe. Hermosa manera de anunciar la Primavera. 
Pienso en Dios con la ilusión de Mayo.

Reuthe (Austria)



FÁBULA

Atravesemos el bosque, creyendo con firmeza, 
que sobran manos cálidas para fundir
la nieve que arroja la tormenta. 
Extasiémonos con los prodigios cotidianos. 
Andemos en la certeza de que se tocará 
un punto, de modo inevitable.
Y que las pausas convienen, 
para llegar enteros y contentos. 
Cultivemos la felicidad en el huerto propio, 
mirando despojados de envidia
la que cosechan en el vecino.
Pongamos alas al corazón y soltémoslo. . . , simplemente. 

No es mayor problema vivir en paz.

Reuthe (Austria)



PRUEBA PLENA

Antes de llegar,
supuse que la Primavera no tardaría. 
En la carretera, un ciervo miraba 
con el rocío del bosque vecino.

—¿Y el celeste de sus ojos, Andrea? 
Los ha vendado con el arco iris. 

Cualquier duda desapareció en la ciudad.
En la punta de las torres había flores azules,
que en vano picoteaban, entre danza y danza, las palomas. 

Lübeck




Misiva para un buzón vacío
—simples poemas de amor— 



Horizonte lunar

Pese a la ansiedad del oleaje
te muestras imperturbable,
desdeñosa, fría.



Siempreviva

Deshojo margaritas.
Averiguo si seré tu raíz,
Flor Perenne.




Sokyu

Noche alta,
cerca de una Estrella.




Cenit

Brilla un sol desconocido
cuando enjugo mis ojos
con tu primer recuerdo.




Saalam

Colonizaste mi territorio
sin derramar una gota de sangre.




Fatwa

Acataré las leyes que tú dictes.
Y pagaré, cumplidamente,
el tributo que me dará derecho a tu sonrisa.



Angélica

Viniste a nutrir un pozo insondable, profundo,
repleto de pasajes muy míos,
memorias tejidas con distintas edades.




No man’s land

Creo haber conquistado toda la extensión de tu alma.
Sospecho, sin embargo, que permanece libre
un paraje misterioso que vigilas con empeño.




Edén

Flotamos en medio de una vegetación dulcísima.
La realidad pierde su filuda apariencia:
se muestra lejana, equívoca, casi inexistente.




Plenilunio

Yo amanezco con la risa que olvidas, cada noche,
en el rincón más tibio de mi carne.




Musgo

Anudar tu cuerpo con el mío...
Sentirlos así, tatuados por el fuego.
Y saber que solo la ternura es capaz de desatarlos.




Poema con levedad de tallo

Como el surco a la semilla te ciño:
serás libre cuando fructifiques.



Isha

Sonríes y se conmueve el infinito.
Gravitas con la majestuosidad de una galaxia.

Pero abajo, en la magnífica extensión del globo,
representas el día y la noche de mi vida,
la tarde inundada de presagios, ansiosa de susurros.
El amanecer que me sorprende con los ojos abiertos.




Garuda

Bates las alas dulcemente,
procuras no enredarte en las barandas...




Maa

La lluvia inunda tus ojos con líquenes oscuros,
te baña sin agitar tu pelo.




Hadji

A partir de tus ojos se bifurcan los caminos del orbe.




Paradoja

Te reservo olas en mares que permanecerán en calma,
nubes en cielos agitados que deben conmoverte.




Partitura

Hay una sola música atendible:
la que interpretan el corazón
y su doble cadencia.




Papel carbón

Siete días gregorianos despacha la semana.
Y otros siete clandestinos,
para el recuerdo que no descansa.




Cavadura

Se ahonda esta grieta
que me torturó desde siempre.



Inscripción

El amor sobrevive porque la sed modela su destino.
Gracias al martirio enriquece su canto,
se agigantan las lenguas de su fuego.



Iris

El cielo bendice la soberanía del amor.



Aguaje

Ella reaparece con sabor a sal, densa miel,
de extrañas tonalidades, luminosa, mágica,
fría en ocasiones, cálida otras veces.
Y yo, en la orilla, inmóvil, esperándola,
como un ancla que goza con hundirse,
fervorosamente, en la arena.

2 de junio de 1966, San Clemente, Manabí.




Mi corazón cayó en tus redes para siempre
(Apunte)

El océano se turba ante la sola idea
de acariciarte el cuerpo con sus manos de espuma.

Las velas permanecen plegadas, solitarias, en la playa.
Nosotros suspiramos con el alma despejada y la brújula dispuesta.

Alrededor del peñón vuelan los alcatraces.
Símbolo de una alianza que desafía las tormentas del mar y de la tierra.

Las palmeras perfeccionan el rito de la entrega.
Anuncian una vendimia abundante, generosa.

Nuestros besos atesoran el secreto de la vida,
acumulan sal en sus entrañas.

El océano quiere enaltecer tu desnudez:
desempaca finos encajes de su cofre verde.

17 de agosto de 1968, Súa, Esmeraldas.




Baiyun

Entre la tarde y sus señales nos contemplan,
absortas, las palomas.

12 de abril de 1972




Tz’unun

Cuando escasea el azúcar, acudo a tu sonrisa:
miel purísima me entregas, cucharada a cucharada.

12 de abril de 1972




Pub

-UNO-

Coloca
esta servilleta y su mensaje
a salvo de quienes averiguan, incluso,
en qué jardín se cortan los capullos que luces cada día.


-DOS-

Deben agasajarnos por perfumar el ambiente;
por colgar, con clavos invisibles, cuadros de ternura.

Han apagado las luces del fondo.
Deseo un lugar silencioso, en la penumbra,
que musicalice los ruidos de la calle.
Una ventana por la que descienda el firmamento.

Un sitio que celebre, convencido, la eternidad de lo nuestro.


-TRES-

La pared forma parte de nosotros.
Conoce los más íntimos secretos,
por eso sensibiliza su entraña y suspira.

La pared experimenta una soledad idéntica a la nuestra.
En mis ausencias, sin embargo, te sirve de consuelo,
se obstina en cubrir mi retirada.
Y a la inversa, si te liberas una tarde de hastío,
apoyado en su argamasa reivindico tus palabras, actualizo tu promesa.

La pared podría referir muchas historias...
Prefiere una muy simple y bella, ardiente,
escrita con los mismos argumentos, con iguales sueños. Única.

Cuando las confidencias sufren un repentino silencio
la pared indaga en su memoria,
desempolva capítulos que no han perdido brillo,
recupera una serie de voces interiores.

Gracias a la pared hemos edificado una casa en el aire.
Ella nos detendrá si nos atrevemos a bajar a la tierra.

12, 13, 14 de abril de 1972




Casey

Se enriquece quien entrega el corazón,
mientras el otro mezquina sus latidos.

Nos saciamos con el alimento ajeno,
pero somos incapaces de amasar un pan con levadura propia.

Miércoles 12 de julio de 1973




Misiva para un buzón vacío

Dejaste de pegar tus tiernas estampillas.
Ya no franqueas tus sueños por correo expreso.
Cuánto daría hoy por una simple tarjeta.
La casilla se empolva con el paso de los días.
Y aunque nunca leerás estas palabras tuyas,
me descargo de las respuestas que te debo.

Jueves 13 de julio de 1973




Al Hijara

Recuerdo, exactamente, dónde faltan
piedras en la calle de mi casa...

Trini Do.


En tu memoria constan, todavía,
las piedras que faltaban
en la calle de tu casa.

La mía comienza con tu imagen,
y crecerá al pisar las piedras
que me conducirán a tu presencia.

 23 de enero de 1974




Carrillón

Hoy repicaste, Campana.
Mi corazón, un monasterio sumido en el silencio,
echó a vuelo su propia melodía,
embelleció los claustros y el jardín vecino con pedazos de verano
y hasta las montañas estrenaron uniformes verdes 
con adornos de agua.

Tu canción ensancha el horizonte,
regresa transformada en sinfonía celestial.
 (Una bandada de pájaros ha fundado un orfeón).

Llámame sin falta, amor,
descorre mis cortinas con tu voz armoniosa,
cierra mis ojos con tu dulce compás.

3 de mayo de 1974




Invernadero

Ajadas, en apariencia,
me llegan tus flores de cerezo.

Los pétalos despiden un fulgor extraño.
La humedad se escapa del esbelto tallo.
Se esparce, jubiloso, un aroma a bosque.
¡Ah, la primavera!, la estación que yo inventé para tu deleite.

7 de mayo de 1974 







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