viernes, 17 de octubre de 2014

JULIO VALLE-CASTILLO [13.705]


Julio Valle-Castillo

Nació en Masaya el 10 de agosto de 1952. Es poeta, pintor, investigador, ensayista y crítico literario y de arte; académico, historiador, pero a la vez, refranero, cantor de sus raíces, de buen sentido del humor, un escritor que combinó la historia de Masaya, mejor dicho de los pueblos blancos del Pacífico nicaragüense, con la poesía. Es un personaje de las letras nicaragüenses.

Estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Tradujo al español a los poetas latinos Cátulo y Ovidio, y los poemas en inglés de Tropical town and others poems, de Salomón de la Selva. En 1972 editó un poemario del modernista nicaragüense Rafael Montiel, en 1974 una antología de Joaquín Pasos y en 1978 otra del modernismo nacional.

Desde 1979 hasta la extinción de esa entidad en enero de 1988, dirigió el Departamento de Literatura del Ministerio de Cultura, y la revista Poesía libre. Luego se desempeñó como catedrático de la Universidad Centroamericana.

Forma parte desde 1980 del Consejo Editorial del suplemento cultural de EL NUEVO DIARIO, Nuevo Amanecer Cultural. Ha viajado por América y Europa. Desde 2001 es miembro de número de la Academia Nicaragüense de la Lengua.

En “Antología del cuento nicaragüense” recoge una refulgente muestra de la obra de nombres esenciales en la tradición narrativa de Nicaragua.

Valle-Castillo hace una selección de las que considera las narraciones más representativas del género cuento, en el prólogo explica la procedencia del cuento actual y su fuente mestiza. Una vertiente es la primitiva, americana, oral y popular, la otra vertiente es la culta, occidental:
“El cuento nicaragüense actual, como mucho del cuento hispa­noamericano, procede más de la prosa modernista artística y cosmopolita en general y de la trasgresión del género en par­ticular, que del cuento y la novela tradicionales en el conti­nente y en español. La narrativa nicaragüense posee dos gran­des fuentes nutritivas que, además de decidir su identidad mes­tiza, la arraigan en su compleja realidad y la abren a la univer­salidad”.

También confirma que el cuento nicaragüense surge con Darío: “Sus poemas y sus cuentos exploran y se apropian de la larga y ancha realidad de América: El fardo es una pieza chilena, procedente del realismo de Emilio Zola; D.Q. es de un mítico espacio hispano-cubano; y Huitzilopoxtli es un texto precursor de la narrativa de la Revolución Mexicana y hay críticos que creen también que es precursor del realismo mágico”.
Después de Darío, el Movimiento Vanguardista “dota al cuento de la conciencia de su tradición popular y culta y de otros impulsos y búsquedas, pero sólo llega a su actual calidad y desarrollo a partir de los narradores surgidos en los años sesenta de este siglo XX, que concluye”.

Su libro “Lienzo del Pajaritero (Poemas para una traza de la danza, 1990-2002)”, es una especie de canto memorial a la vida de nuestros antecesores chorotegas.

Un lienzo donde se inscribe el amor por la vida en su esencia primigenia, el amor a la danza y el baile, se rescata el mito, la leyenda como forma única de acercarnos a la memoria colectiva de los indígenas. Con este libro, Julio Valle-Castillo pregona poesía con pitos y sonajas, con tambores y grita anunciando una lírica que reúne parte de lo que somos: canto, mito y danza.

Una poesía donde se inaugura la danza del descalzo, la vida de “nuestros antiguos padres”, la relación de amor y odio entre Tamagastad y Cipaltonal, la palabra que se desgaja y cae como fruta madura para comer, en esta poesía se describen historias antiguas, el Pajaritero que pide le toquen un son.

Es el Lienzo... un largo poema cuya intensidad deja una estela de preguntas, una serie de imágenes de extraordinaria belleza plástica, cuando el pitero sopla su carrizo “sopla el tatil”, mientras en el libro el poeta canta “Yo soy el Pajaritero: el viejo que mueve el árbol de la vida”.

No obstante, en el “Lienzo...”, se registran los mitos de la Laguna de Masaya, el volcán como incensario, el teote que habla de pájaros y chocoyos, y la serpiente cascabel que enrosca entre los ojos de tus pies, las constantes preguntas de cómo el Pajaritero dice de cómo se formó la laguna, y la sentencia de él de cómo se debe bailar en el aire, invocando sones y marimberos.

Una poesía, donde se inaugura el rescate de la cultura náhuatl, chorotega, y que sigue la tradición del lienzo de Tlascala, una especie de códice ancestral, a esto le sumamos una obra especial “Lienzo del Pajaritero”, donde Julio Valle-Castillo, se presenta como el viejo sabio, el güegüe de muchas historias que contar.

SU OBRA.

Ha publicado:

Las armas iniciales (1977)
Las primeras notas del laúd (1977)
Formas migratorias (1979)
Materia jubilosa (1986)
Ronda tribal para el nacimiento de Sandino (1981)
Con los pasos cantados (1998)
El inventario del paraíso (1986)
La catedral de León de Nicaragua (2000)
Las humanidades de la poesía nicaragüense (2001)
Lienzo del Pajaritero (Poemas para una traza de la danza, 1990-2002), (2003)






(De su libro “BALADA DEL CAMPANERO CIEGO”, ganador del Premio Internacional de Poesía “Pablo Antonio Cuadra”)



ARTE POÉTICA

Para Arnoldo Muria Dávila, quien perdió
su mano por lanzar una Palabra…


Estamos claros que la Palabra es el material
Para decir el hecho pero no es el hecho. Nunca es el hecho
Todo lo que se diga con la boca y la lengua
aliento y tono
Y todo lo que se escriba con tinta negra o sangre
siempre será pálido

…cómo hago el rostro de un hombre
bocas abierta y dentadura
seño arrugado,
mentón apuntando al cielo
y el externocleidomastoideo arqueado,
estirado
mirando por donde vienen
los bombarderos artillados…

Con qué tinta negra hago
la ciudad en tinieblas
recorrida por lentos reflectores
a la caza de una sombra
de un bulto o cuerpo que se mueva
Cómo hago el amor, cómo toco el pezón,
Cómo las yemas de los dedos se humedecen con tu íntimo vello
Cómo se juntan mis labios a tu boca
tan sólo con la palabra AMOR.
Cómo la palabra se convierte
en un pómulo cárdeno e inflamado
Porqué el boquete de una casa,
los orificios de las balas me dicen lo humano que son
pero no encuentran palabras.
No hay palabra que diga esta boca es mía.
No hay palabras
No hay palabras en máquinas de escribir
En ordenadores de cualquier marca
No hay palabras,
mentira,
no hay palabreas
Palabras
Palabras
palabras
Y sin embargo
Unos signos escritos,
Unas letras
un sonido articulado
Me mueve el estómago
cuando va a caer la bomba de 500 libras
Tiemblo inmóvil
a la luz del reflector
Amo cuando desnudo me tiendo y me revuelco con tu cuerpo
Cuando muerdo apenas tus pezones
que responden erectos
Cuando tus piernas se abren como las puertas del mundo.
como las puertas del cielo
como las puertas de la tierra
Hay una
que otra palabra
de puntillas en el tiempo.
Hay verbo que es carne y que circula entre nosotros.

México, DF.
Noviembre 1978



EL ESPEJO

Este espejo que ha pasado
años de años
Colgado de un oxidado clavo
en el grueso adobe
encaró los rostros
de varias generaciones
cuántas veces nos asomamos a él
para vernos la garganta irritada
y sacarle la lengua como
un ahorcado que se burla
de sí mismo
en una obra de teatro
donde espanta las pupilas
al saber que no padecemos de nada…
los molares careados
para hacernos el nudo de la corbata
para peinarnos con el partido en medio
el partido de lado
el copete
del engominado a la brillantina la gelatina…

El espejo nos ha devuelto el rostro
Día
a
día
las patas de gallina
el ojo embolsado
las primeras paperas.

Yendo y volviendo el rostro
Ahora
Esta tabla de cristal tantas veces
remozada de mercurio
Enmarcada con por algún ebanista criollo
Se desprende de la pared
Y viene trémula
Y se acerca varias veces a la nariz
Y un débil aliento
un vaho en postrero esfuerzo
opaca el rectángulo
Y deja entrever cómo se anubla el rostro

Y todos nos volvemos a ver
Cómo confirma la muerte
Cómo se retorna el aire familiar,
los parecidos,
las comisura de los labios
Las arrugas de la frente sin tensión
Los pómulos fijos
El seño relajado
La palidez que nunca habíamos visto
La misma faz
Hoy
distinta
que siempre amamos.

Masaya, 7 de enero de 1984.






ROSAS ALEGORICAS
QUE EN VERSOS ENVIA EL POETA
HASTA LA OSCURA
LOSA QUE GUARDA ENTERNACIDA
A LA DECIMA MUSA
SOR JUANA INES DE LA CRUZ



DETENTE, visitante, quien quiera que seas, asido a los tornados barrotes
De la reja, que divide el Coro bajo del templo,
que aquí yacimos una vez un grupo de cadáveres revueltos
Que urgida sepultó la peste.
Hoy ni siquiera somos trapos y osamentas,
cenizas que ya esparció el viento.
Sobre la lápida, la mano humana y enternecida
Quiso escribir mi nombre
Pero yo no sé si estuve aquí y la fosa común está vacía…

Mas yo vengo a donde pasó tu existencia,
Y me pongo bajo la constelación de tus ojos
que brillan bajo el velo
Auscultando las órbitas de los astros,
las pirámides y obeliscos del conocimiento
que levitan hasta las estrellas.
Busco el latido acelerado de tu corazón de mujer
Bajo el medallón de jerónima
--Pectoral de tus amplios hábitos de profesa parlera.
Vengo a postrarme enamorado ante vos,
Puerta de la Poesía,
Arco de la Gracia,
Trono de las ciencias y las Artes…
Vengo a arrullar tu sueño en el Valle de Amecameca,
Mi pobre niña, hija de madre tirana, bastarda,
pero con abuelo que fue más que padre,
Don Pedro Ramírez de Santillán
Maravilla del mundo…pero que un día murió
y desde entonces la nieta

No es que haya perdido un abuelo,
Es que se quedó en irremediable orfandad en la tierra.
Cuándo no hija-de-casa de unos tíos muleros
Fenómeno para la expectación,
animalita prodigio de la feria en la plaza mayor
O para el asedio, el acoso
de los luctuosos doctos catedráticos
de la Regia y Pontificia Universidad de la Nueva España:
posesa del demonio, sabiduría maligna, acto de magia.
Cuando no mimada por los marqueses de La Laguna y Condes de Paredes,
Manoseada y repudiada por algún burlador de Sevilla
en los saraos de la corte.
El engañoso amor sólo te dejó la celda
para que te apresara,
el saber, la escritura desolación. aridez de la disciplina
Más dolorosa y placentera que los azotes
en las espaldas y el cilicio en la cintura.

Ni Dios ni el sueño ni el endecasílabo están reñidos
Ellos te dieron sus talentos, pero otro día,
como cuando uno se queda sin abuelo,
Los acusadores de oficio,
los torturadores espirituales
Te ganan la partida
E imponen silencio a tu lengua,
y grilletes a los finos tobillos de la poesía,
Para evitar el paso en falso,
para que no te precipitaras en los infiernos.
Y rubrican tu conversión con propia sangre.
Todo fue un engaño colorido,
te ofertaron las duras finezas del cielo…

Estos versos que al toque de la lápida
habrán de convertirse en rosas frescas
chotes por abrirse en rojas corolas
buscan su ceniza,
el polvo de tu sien que tiene un pálpito eterno
y coronarán tu cabeza en el regazo del cosmos,
del Padre, o donde quiera que te encuentres.

México, D.F. Convento de San Jerónimo,
Noviembre de 1977





RETRATO ABSTRACTO DE GILBERTO OWEN

--Owen era los Owen?
3000 personajes que se resumen en él.
--Poeta como nube, deshaciéndose hacia la transparencia
de un cielo muy celeste.

Owen era John recitando versos que ya no eran latín ni tampoco inglés?
Novela como nube
en Nueva York
Simbad Varado en el aire
o en un sofá de Lima
sin noticias de la Secretaria de Relaciones Exteriores
(Si los oficios que importan son los de las relaciones interiores)
Huiste de México a México,
Y te quedaste en Rosario, Bogotá, Sinaloa…qué lejos, Quito
Si no te quitó la cabeza con el pelo liso y peinado
Te quitó los ojos
Encontraste tu Martes 13
Con tu traje gris y tu corbata a rayas negras
Y te precipitaste por aquel peñón rocoso con T. S. Eliot, Jorge Cuesta castrado
Y sus testículos ahogando el inodoro,
Con Jean Cocteau, Salvador Novo y su peluquín de fuego
y su papada maquillada,
rumbo al infierno,
Y con André Gide y Tores Bodet poniéndole punto final a la biografía
con un balazo en el cielo de la boca,
Y con Paul Valery Carlos Pellicer ventrudo con su cabeza de tortugo macho
hundiéndose y emergiendo
en las aguas del río,
Y con Xavier Villaurrutia y sus largas y finas manos de muerto frío
Metiendo mano en las braguetas de los niños
limpiabotas de la Alameda Central
Nadie te vio en aquella rebelión,
cuando los ángeles desnudos caían en lagos de aceite hirviendo
Nadie te oyó ni te leyó
Surrealista no / Delirante
bañándote
en alcohol y manzanilla con pastillas de alcanfor
contra el sarampión marxista
Los Owen de Irlanda desaparecidos como nubes…
Richard ahorcado en la plaza pública de Dublín
Roberto se vino a USA y fundó la UTOPIA
Un martes 13 de febrero lo mataron 3000 veces en Rosario…
Tu martes 13 fue en un hospital el 9 de marzo de 1952
en esa fea ciudad de Filadelfia

Has llorando sin lagrimales por Cecilia Zalazar Roldán,
Marcia, virgen de las vírgenes,
madre sin mancha,
Camila, Puerta del cielo,
la suicida Lucrecia,
Julia, Cornelia, Marcia,
Marcia, como se llaman todas
las mujeres o islas doncellas,
Marcia, puerta del infierno…
Mallarmé te dejó los globos oculares como páginas blancas
Sin ojos has llorado toda tu ceguera
Toda tu vida has llorado los siglos próximos de tu muerte
Y se sabrá de tu vida, por ella, por la muerte
del gambusino que apenas recuerdas buscando pepitas de oro, piedras de oro
y ya en su arena no leerás nada
no esperes ni siquiera el misterio aunque
luches contra el mar, aunque encares,
aunque te trences contra la sal y el oleaje desde Homero hasta Joseph Concard.

Cincinnati, octubre de 2011.





La poesía de Julio Valle-Castillo

Ricardo Llopesa

La historia más relevante de la poesía nicaragüense del siglo XX estuvo condicionada por el desastre de las guerras y los conflictos sociales que de algún modo impactaron sobre la conciencia de los poetas, dando origen a cambios sustanciales en el pensamiento y la estética de la poesía.

Una rápida visión de este panorama nos servirá para esclarecer los hechos. En 1922 Salomón de la Selva publicó en México su libro El soldado desconocido, donde cuenta su experiencia en los campos de batalla durante la segunda guerra mundial, luchando al servicio de Inglaterra. Pero, lo más importante de este libro es que rompe, definitivamente, con la tradición modernista y, por primera vez, un autor centroamericano elabora una poesía de corte coloquial, anticipándose a enunciar los presupuestos poéticos que luego desarrollaría la poesía de mediados de siglo.

Otro caso es el de la Vanguardia nicaragüense, que se consolidó apenas unos años después de la guerra que sostuvo Sandino contra los marines norteamericanos y dio origen a una poesía que busca su identidad en el espíritu nacional, donde figuran, entre otros, José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra y Joaquín Pasos.

Más reciente es la actitud de la llamada Generación del 40 contra la dictadura somocista, en la que participaron activamente poetas como Ernesto Cardenal y Ernesto Mejía Sánchez, que llevaron la poesía a sus cotas más elevadas.

El triunfo de la Revolución sandinista, en 1979, hizo posible el fenómeno literario de establecer una distinción en la poesía de antes y de después de la Revolución. Esta experiencia, extraída de la realidad del cambio sirvió para que las voces más fuertes de la poesía investigasen otros aspectos, a los que el poeta no era sensible o debía callar.

Es el caso de Julio Valle-Castillo (Masaya, 1953) que cuando publicó en 1981 Ronda tribal para el nacimiento de Sandino estaba iniciando un camino nuevo, marcado por el triunfo revolucionario, y consumaba una etapa anterior, de la que se alejaba, a la que correspondían sus dos primeros libros, aparecidos en México, Las armas iniciales (1977) y Formas migratorias (1979). Pero este cambio en la temática, no lo era en el tono del poeta, que venía articulando una voz propia desde el comienzo. Aunque ahora, se deja sentir el modo de establecer la estructura del discurso poético, elaborando con Ronda tribal... un largo poema, dividido en cuatro apartados, que tienen la armoniosa musicalidad de una sinfonía, con coro, en cuanto a ritmo porque, progresivamente, a medida avanza el poema en sus partes, la lectura se hace más rítmica, gracias a la puntuación que cada vez es más abundante y repetitiva. Estamos, pues, ante el lenguaje coloquial impuesto por Ernesto Cardenal. Esto en cuanto al contenido, porque las cuatro partes del poema son una variación del mismo, que gira en torno del nacimiento de Sandino, con una alteración espectral en la última parte, que corresponde a la muerte.

“Ronda tribal para el nacimiento de Sandino” es el título de la primera de las cinco partes que constituyen el último libro de Valle-Castillo, titulado Materia jubilosa (Managua, 1986).

“Estado mayor”, la segunda parte, es un solo poema dividido en apartados, donde el poeta utiliza un lenguaje de júbilo, destaca la gloria de los hombres que formaron la cúpula militar de Sandino, y resalta las hazañas guerreras, así como los rasgos personales, con el fin de despojarlos de esa aureola mítica y ofrecerlos como seres humanos y cargados de sensibilidad. Hay aquí un nivel de equilibrio que se establece en torno a la naturaleza que rodeó a estos hombres en su lucha. Y una identidad poética del paisaje con la persona, en igual comunicación, casi en comunión, donde espacio y personaje se funden hasta confundirse en misma realidad. Como el caso de Coronado Madariaga que “atraviesa ríos, descendía lomas y remontaba macisos, como quien transita una comarca de sueño”, y que “con solo husmear el aire se orientaba”. Porque lo que Valle-Castillo antepone al mensaje es el lenguaje; el código de un léxico culto y de extracción popular, elegido en función de la imagen la contención, que es en última instancia la estética del poema. Por eso mismo, no resulta incómodo, pero sí conmovedor, que nos hable de luchas y batallas, en el lugar donde se reemplaza la muerte por el júbilo.

Más conmovedora, quizás, por patética, resulta la tercera parte, “Relación de la lucha y matanza de Monimbó”, donde el poeta habla en segunda persona, con voz profética, a lo largo de un extenso poema que gana en intensidad y se reencarna en la voz de un tercero, que asume la identidad con el pueblo, como cuando dice: “Todo lo han hecho ruina, Señor, / ya nadie podía comer, Señor, andábamos todos descalzos”. Aquí, en éste poema Valle-Castillo asume, por primera vez en su poesía, la dualidad proclamada por cardenal, entre cristianismo y revolución. Vemos cómo la palabra del poeta comunica la conciencia del pueblo, cuando dice: “Yo nací para interpretar estos códices / yo no sé como fue que comenzó todo esto. Señor, lo único que cuento y canta es la memoria de mi sangre”. En realidad, aquí se relata un hecho histórico que ocurrió en 1978, cuando el ejército de Somoza protagonizó una sanguinaria matanza contra el barrio indígena de Monimbó, en Masaya, y la posterior resistencia a la dictadura.

Pero, Valle-Castillo ha tenido la inteligencia de relatar los acontecimientos desde una voz subjetiva que toma los hechos por las partes más fundamentales, con la finalidad de sugerir y llegar al todo por medio de la fragmentación del relato. Haciendo de este poema una apocalipsis de tremendo lirismo y realismo que, en mi opinión, pasa a ser uno de los más grandes poemas épicos escritos en Nicaragua después de la revolución.

La cuarta parte, “Epitafios”, se inicia con una cita de Homero. Parafraseando el título, se trata, sencillamente, de treinta epitafios sobre los caídos en la lucha, donde cada poema sustrae sutilmente el espíritu del combatiente, resueltos muchos de ellos con la aguda inteligencia del epigrama, para dejar de cumplir la función mortuoria, tradicional, y convertirse en legado de júbilo y esperanza. Por ejemplo, uno muy breve, titulado “Anónimo”, dice: “En esta esquina caí yo. Yo que no te doy mi nombre, porque ya di mi vida por tu libertad”.

“Carga cerrada”, la parte final, reúne poemas escritos en su mayoría antes del triunfo de la revolución. Pero funcionan como las piezas de una estructura sobre la que se ha edificado la poesía posterior. Y en este sentido hay que admitir su inclusión, porque forman el eslabón que cierra el círculo.

En fin, Materia jubilosa, es el resultado de una experiencia dramática convertida en poesía. Pero, en poesía épica que bien puede soportar la seducción del lirismo sin riesgo de caer en la simpleza del lenguaje solapado, porque posee una viva tensión psicológica, una suntuosidad controlada, que mantiene el gesto expectante de la sugerencia y un equilibrio verbal que se sostiene por la claridad que arroja. Esto viene a demostrar que los caminos de la poesía son muchos. Pero, cada época y cada pueblo tiene los suyos, según los designios de su propia historia. Ahora, en la Nicaragua sandinista, la poesía persigue una forma y un lenguaje de identifidad con la realidad (delimitada por la poesía de Ernesto Cardenal), y no cabe duda de que Valle- Castillo es uno de sus más destacados exponentes.










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