martes, 29 de julio de 2014

NOELIA VERA [12.540]


Noelia Vera 

Nació en Buenos Aires, Argentina  en 1980. Poemas suyos flotan en la web o se encuentran en antologías como Poetas Argentinas 1968-1980 compilada por Andy Nachón o Poesía Manuscrita, libro-objeto a cargo de Germán Weissi y Laura Manzini. Publicó Discontinuos (Editorial La propia cartonera, Montevideo, Uruguay), la plaqueta Nosotros quiere decir un montón de cosas (Color Pastel) y el libro digital Cuatro Paredes (Ed. Determinado Rumor: www.determinadorumor.com.ar ). Forma parte del colectivo de poesía Máquina de Lavar. En twitter es @noemas






Los últimos años

¿qué vamos a hacer con nuestra inocencia? ¿qué con nuestra culpa?
nadie está a salvo en este cuadro
si lo pensamos bien, dice Moore, todos desnudos.
Cada cual con su toquecito 
yendo y viniendo con los guantes de box y la guardia alta.
Veo el fondo ahí tan lejos, sos frío, me congelo
al final de toda esta historieta que venías a contarme.
La ternura desfila y pasa rápido
no sabés controlarte, te gusta soltarme justo antes del borde
lo resuelto travestido en duda,
escuchar a las mariposas cortajear el estómago.
El viento aplaude cerca de mí, ningún saco cubre mis hombros
podríamos haber tomado desde el principio 
un ritmo de paseo, medirnos con la vara 
del presente y la simpleza
conseguirnos un paquete ahora que el verano
se acerca codicioso. Pero pienso en la calma del paisaje:
el cielo celeste, las nubes quietas
y solo veo en el agua una inmensidad
convertida en charco que trata de ser libre
incapaz de ser tan negro como el lugar de donde vengo,
como todo este surrealismo
que encuentro y continúa.
Quisiera pedirte, mundo, que no des más vueltas
la compasión es una fiera que hiberna rigurosa
nadie debería estar moviendo un pelo cuando no puedo
salir de la cama y el rayo de sol a la mañana
es un puñal hilando filo en apenas dos párpados.
Soy consciente de que afuera, el muy pájaro crece y sube
tan alto como canta. Lo escucho desde acá, lo mataría
pero aun cuando mi mano lo capture va a seguir igual
cantándome con insolencia “ la satisfacción es una cosa lenta,
pura como una joya; estoy viciado de mortalidad
estoy viciado, sobre todo, de eternidad”.





Muñecos

Venimos de la plaza de los ponys salvajes,
una isla inquieta en el medio del fluir de los camiones.
Ya no siento ni pizca de lo que traía
de mi propio privado patrimonio continental:
complot para el vacío, primavera de un solo día,
mis ataques de pánico, tus ataques de arte
Por allá veo algunas piedras , dos caballos enfermos
que podríamos lograr sanar, pintar sobre el plateado de esas chapas,
usar la hora del sol para leernos sentados en una hamaca.
Este es un lugar muy antiguo para mí,
anterior a estos dos muñecos, que por suerte me manejan
como a uno de sus títeres.
Podríamos, veo, descansar en este pasto, levantar algo acá
dejarlo todo, quedarnos.





Sol de frente

Nadie saca de su bolsillo la ruina como si nada
Fer le imprime a todo un molde clasista precursor
del miedo. Anita toma pastillas, yo leo desde y hasta
los cánones de mi intuición, Pol acaricia lo estriado
Luis ve oportunidad. Tengo diálogos en la vigilia
que no voy a tener, con personas que me importan,
en esos diálogos fumo y uso un tapado
de piel verdadera ¿me separé de un novio
o de una enfermedad? tomo el volante
y el resumen pasa
en una pantalla mínima
miro el espejo retrovisor
y tengo pensamientos en los que la mayor parte del tiempo
clarea el día. Me gustaría obligarte
a que lo veas conmigo
que te sientes frente a un programa
de esos en los que una enferma
traza el delineado mental de su cuerpo
y erra por centímetros, por un montón.
¿Lo entenderás? ¿Quiero que seas
un esqueleto que llora?
Quizás quiero que puedas verte y decir
sé mi espejo, esto es un pedido
de auxilio y un peligro.
Vamos a veinte, adelante hay fuego
es nuestra hoja de ruta al interior.






Patio abierto

el clima cambia de un momento para otro
este resfrío es resultado y lo que no te conté
porque todavía no lo veíamos en el auspicio
elemental del correr del día
mis labios están hinchados
los libros junto al perro en sus siestas de sol
haciéndose compañía desde mi abandono
él ya no recibe a la hora que corresponde
su alimento balanceado, lo sé pero me cuesta
hacer algo al respecto; dejé de alimentarme yo.
No hablo. Ya no puedo
remitirme a esta pena
ni a esta dicha oscura
ni salir del círculo de la opresión,
ni cerrar el círculo de embelesamiento.
Estoy parada a la intemperie entre todo este calor
sabido pero igual de inesperado
como entregada a la suerte que promete un desierto
Ahora es un estado mental que se prolonga
Después, lo que la venda tapa
Antes, no existe, no importa
El presente te encandila con sus fachadas
de palpable concreto, el sol coopera
con la pared que tengo enfrente
la descascara la vuelve mi expresión
entorpecida, seducible y en punto muerto.





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