lunes, 1 de junio de 2015

JACK FARFÁN CEDRÓN [16.159] Poeta de Perú


Jack Farfán Cedrón 

[Piura, Perú, 1973] Entre otros volúmenes líricos ha publicado "Pasajero irreal" (2005), "Gravitación del amor" (2010), "El Cristo enamorado" (2011) y "Las consecuencias del infierno" (2013). Modera los blogs ‘El Águila de Zaratustra’ & ‘Exquioc’, además de editar la revista digital "Kcreatinn". En 2012 dio a conocer un volumen de reseñas literarias alrededor de célebres novelas: "El fragor de las quimeras", bajo la producción de Kcreatinn Organización, de la cual forma parte. Algunas de las revistas virtuales en las que han aparecido textos suyos: "Periódico de poesía" (UNAM, México); "Letralia" (Venezuela); "Revista de Letras"; "La comuna de los desheredados"; "La comunidad inconfesable" (España); "Los poetas del 5" (Chile); "El Hablador" (Perú); "Destiempos" (México); "Letras hispanas" y "Síncope" (México).



Las Consecuencias del Infierno

Yo me asomé al infierno del amor y sufrí las consecuencias de la locura.

Sé más astuto que el demonio; muchas veces lleva el disfraz de cordero y la lúcida razón del descerebrado.

Sé más manso que tu propia fidelidad hacia una ramera.

Asómate al infierno pero no te alimentes de él.

Recuerda que la duda de todo es lo que infunde el temor en todo.

Nunca naciste para ganar ni para perder más lágrimas que la lluvia puede dejar caer de un cielo de perdedores.

Nunca desistas del amor, sólo continúa con el sentimiento tuyo que nada tiene que ver con la unión carnal ni con el sufrimiento.

Desiste del tormento que el amor acarrea cuando es mal visto o alucinado.

Desiste de las mandrágoras que el amor luce como bellas apariciones bajo luces de neón abyectas en noches de alcohol y entrepiernas frías, babeantes.

Desiste de todo cuanto afecta al cerebro o a las constelaciones quietas en su infinito de formas o apariciones.

Constelación. Entrepierna. La duda.

La crema de tus fluidos inunda la noche de mi Este y de mi frío Norte clavado en tu centro.

El frío hambre de tu cuerpo me hiela las noches sin nadie.

Tierra segura de un viaje alrededor de todo lo repetido en campos derruidos por el tiempo.

El mal no tiene límites, pero lo bueno del mal es que nunca es tarde para acercarse a él, para enorgullecerse de él.

Elegir la senda verdadera es el legado con que uno nace como instinto de la buena estrella. 

Las estrellas mejores para los perdedores del mundo, las más opacas para los que ganan una gloria sin comparación consigo mismos.

Nadie encuentra la fama, pero a la larga todo lo que nace es inmortal.
Pero a la larga todo lo que perdura nunca muere.

Reconciliación de lo inamovible y la carne votiva, latiendo.

Todo se dirige al astral Apocalipsis de la gran colisión cuyo final está previsto en los días sucesivos a la razón.

Venir del hecho a la razón de una quietud leve en un recinto apagando su lucidez a un pasado inmediato.

La verdadera luz es la vislumbrada adentro de nosotros mismos.

Me alejo del mal, me acerco a la música emergente en mi interior.

La calma perdurando en el siempre.
En el hoy del mañana de la plenitud.




Agonía de los vivos

Podrían dejar una estela de cangrejo, 
varada en la playa de las acciones, 
tras partir, los vivos, 
dejando su memoria de muertos 
en la marea sin faros. 

Nada dejar. Vivos.

El inicio de una melodía, 
que, grávida desliza, 
hacia los días del porvenir 
deja ardor que luego de años regresa
en el doméstico poeta. 

Podría ser que sólo precisen agua,
gargantas resecas,
en sus casas empolvadas de niños de treinta,
esos seres que al parecer han viajado
y envejecen escribiendo 
encerrados en sus casas.

¿Alguien puede certificar su presencia de vivos?
Si piensan que al mirarse en el espejo
no urde un leve miedo de no verse 
un solo instante, siquiera, 
están equivocados,
tanto este empolvado y poeta de casa como ustedes
dejarán la estela cancerada en la playa del olvido.

Podría ser que necesite beber en la insulsa agonía,
desempolvar un poco, empacar unos trapos,
acomodar unos tomos ya primeros,
pero en suma no sé ni quiero creer 
que necesito de ánimas que salen y se rozan 
con el poderoso y maquinal hollín de las ciudades,
sonido industrial en las aceras, ajustada la corbata,
cosidos los labios a desvariar planillas anegadas
por espejuelos de oficina.

La negra noche ha varado las estelas
en zig
zag.




El leve resquicio del amor de Jack Farfán Cedrón

PRÓLOGO

Como última emoción o musa evocativa, como el único remedio que me salvó unos días más del colapso que es a veces la vida -el lugar donde irremediablemente sucede la poesía-, estos poemas gozan del mérito de la tranquilidad, aunque tejidos en la desesperación que encaja perfectamente en los reinos de la poesía, poesía como desfogue, poesía como último bastión donde apenas deslíe sus rubores un sol tardío. El año en que terminé el libro, empecé a recuperarme de muchas heridas de amor, y hoy, después de dos años de pelear con los concursos y con el egoísmo del poeta inédito, lanzo al planeta El Leve Resquicio del Amor, 46 poemas breves, suaves y lúdicos, poemas cuyos primeros pasos transitan evocativos encuentros amorosos, frisando un frío avril; micro cortes que la imaginería practica entre vacío y desesperanza, en pequeñas dosis que nos acercan cada vez más a esa puertecilla mágica que es la poesía, que abre sueños, visiones fantásticas, qué sé yo, ilusiones, que acaso aún quedan como briznas de hierba brotando de una pared agrietada, en la casa vieja del dolor. [J.F.C.] Cajamarca-10-3-07.


MÁS ALLÁ DEL AMOR

Más allá de la piel
Más que las lágrimas
Más que un corazón herido
Más que el amor
En el centro mismo del ojo
En la pura carne vibrando
Por un solo espíritu
Al morir por un amor
Por una muerte que desaparece
Por una vida recién hecha
Por Dios
Bajo un solo camino
Como flores sobre la tumba
Ni una lágrima en el vaso repleto
Más que la vida y la muerte
Girando en un planeta creciente
Más que todo
Más que nada
Solos en una hoguera
Vivos bajo la Tierra
Darlo todo
Hasta sangrar lágrimas
Hasta ser un fósil encontrado
Con la forma viva de un corazón que late
Más allá del tiempo
Más allá del mismo amor
Siempre seremos parte de una rosa
La espina que sangra
La Luna que su amor reposa
En la infinidad que no contiene a dos




Ángel, un poemario escrito bajo el influjo de la magia. La inspiración es eso, un ángel. Todos tenemos uno que ha viajado; unas veces cerca y otras veces muy lejos. Dejemos que en forma de viento de oro nos toque las miradas, que ya empiezan su cálido viaje de agua por el rostro. (J.F.C. 25/4/07)


6

Voy al cielo para dormir en tus manos iluminadas
La monotonía de las rocas tendidas a la neblina
Subo por la carretera
Duermo el camino de allá
Mi gente huele a dolor en los vehiculitos de oriente
Una moneda rodando en el Sol de plata escondida frente
Garúa tiendo mi cabeza contra la ventana irrompible
para dormir sobre tus ojos para mis párpados abiertos

En cada casa de antaño de tejas musgosas de bordes negros grasosos
In umbrales gorriones viviendo sin volar
Gallinas bebiéndose un pomito de alcohol

No sé adivinar tu mirada en tus ojos
No sé cuán suave me eres

Déjame atmósfera,
quiero salir o entrar al hielo;
déjame deslizarme líquidamente libre,
traslúcido aun en el agua,
en esta solidificación que en mi libertad corre corre

Sólo duerme mis ojos
Duerme tus ojos
Tus latidos en mis manos
Sueño pétalos blancos de tu suavidad tu alma
Una rosa que abre la luz para el vacío calmante que dejas en Tierra
Ríos continuos desde tus ojos detenidos
Un ramillete de lluvia en el tercio pelo de tu pelo
Tu nariz tersa mis sienes
Tu lengua circula en la sangre de mis ojos

Luna a qué aguantar la lluvia de la Tierra
sobre el Sol escondido en tu angustia

Soy El Grande

Soy una luz diseminando desde un abismo
y tú puedes contenerme en la espuma de tu libertad,
viniendo lenta en el agua de tu voz,
lenta y fresca,
cual si el último arroyo del desierto incierto

Soy El Grande,
la tibieza lúbrica, total, infinita

Caes para mí en mi caída
El abismo es un punto en nuestro cielo,
el cielo desvanece involuntario, débil, doblegado,
sobre nuestros cuerpos desapareciendo a través de la madrugada
Un arco iris serpea,
cruza nuestra mirada
Un baño de estrellas derretidas tu lamento de mañana,
de mañana continua en alegría de agua






Otros poemas de Jack Farfán Cedrón


IX

Detenme la hora del sueño
Un despertar abre mi camino
La palabra está naciendo
Tú recorres el lenguaje de mis manos

Oración de regreso,
tibio canto al mediodía,
plegaria de partida
en las astas frías del otoño
Qué harás cuando callen los principios

Paso de nube y de color,
riego cromado de las luces
Tus ojos, el perfil de la oscuridad,
el eterno retoño de los trigos maduros

Pero aún no estás detenida,
hostia de Luna entre los trigos





XII

Adónde van las golondrinas cuando pienso
desde los escombros del cielo
cuando por ser fría
haces que las cosas sean ese fuego de ceniza derrumbada,
corazón de ceniza, corazón del cielo,
con despedidas aladas como flechas,
golondrinas punzando el corazón del cielo derruido

A veces te alejas para tomarme de la mano
entre los cristales que piensas cuando ida

Qué veo cuando alzo mi cáliz al cielo
y pienso en la canción de ángeles,
grande rosa iluminada pensando a orillas del río,
escuchando el alma lejana del agua,
escogiendo como sembradora entre el agua y la Tierra
los colores de las piedras soleadas

Creadora del postludio de la melancolía
Sentada/arrodillada junto a tu cesta de oro
y tu pelo fresco recién creado para la lluvia,
recién mojado para mi olfato,
tu pelo mojado cuando te respiro lejana;
tu pelo, esa lluvia de veranos dormidos
desde la cruz aquí distante tu lamento,
creadora del día derruido

A veces me hablabas como la noche al silencio del río,
me instabas al silencio,
yo me iba pensativo

Regresé y lo vi en tu rostro
Iluminada
Luna nueva
Enamorada del Sol al otro lado de la Tierra

Tierna creadora de mis oraciones
Tú escuchabas mis pasos en el interludio del milagro perdido

Creadora de oraciones de agua en reposo




De El Cristo Enamorado, 1999 (inédito) - En VOCES-Muestra de Poesía Contemporánea, Años: 1 y 2, Nros: 0 y 1, Cajamarca, Diciembre de 1999 y primer trimestre de 2000.




MI PADRE

Quien viaja siempre con un maletín verde
que porto hasta el taxi en que desaparece
con su gran cabeza cana;
mi padre,
quien visitó valles y pueblos calurosos;
quien almorzó como a las 7
hígados muertos o corazones fritos
y frotó contra una puta su miembro reseco
y sembró mentiras blancas
en el jardín de repollos helados;
mi padre,
aquel extraño que suele venir
un par de días a los tiempos
a aburrirnos con sus pingües mandados
en cucharita de té;
el extraño verde que oye a mi madre ladrar
y duerme frente a la tele;
el fanático que grita hasta la esquina goool;
el que desmayaba sus brazos en el ropero
y luego los bajaba hasta llegar gateando a la cama
después de horas de jarana
con sus patas de agronomía;
mi padre,
el viajero amarillo bajo un espino
y un eructo de hígados muertos o corazones fritos
cuando se prolonga la tarde hasta el fragor de los ríos.




LOS OLORES

El olor del arroz cocido después del mediodía,
el olor de la paz del canto de las aves;
el olor que producen las legiones de mariposas amarillas,
las piedras blancas en el río,
los esqueletos de algunos peces al sol, otrora en agonía;
el olor que despiden los hornos donde se cuece el pan vespertino,
el olor de una muchacha virgen,
el de una papaya partida,
el olor del cebiche y los mariscos,
el olor que dejan los amantes después de su primera batalla,
el olor de la amada tras partir;
el olor de las bocas temblando en las estaciones interprovinciales;
el vaho tumefacto de las discotecas,
la pestilencia de las borracheras,
el olor tibio de los caldos a las cinco de la mañana;
una fragancia floral proveniente de la mesa de noche, sentado en la cama;
el olor de los sueños al despertar vacío, a punto de llorar;
el olor de los micros con pasajeros preocupados,
el olor de los hospitales con almas muertas haciendo cola;
la hacinación, el olor en los mercados,
en las plazuelas, en los ejércitos, en los manicomios,
en las cárceles con gritos desgarradores;
la tufarada de los baños públicos,
el olor de la violencia en medio de una madrugada;
el olor de la muerte efervesciendo en plena vida
cuando no hay un segundo para declinar con la sombra,
cuando se ha evaporado el olor de una bestia que te llama.





[Gravitación del amor; UNC, 2010]

SODOMIZO AL ENEMIGO QUE ME HABITA




Quién es la estrella que desaparece
Cada insomnio lunar sin vagidos
Que no dejan al cuerpo no ser con su luz enjundiosa
Para que ilusorias suposiciones adelanten
El vagido de la bestia
Humo de azufre esputo de fuego cópula de arena
Quien gira su infierno precedente
Cede
Y este fuego de frutos podridos al sol
Pasados por el movimiento rápido repetido de los ojos
Ese querubín que con espada vigilaba
En el Génesis ¿que existe?
La no función de ánimas creadas
O delaciones perversas en la puerta de oro
A qué uñas a qué desgarros
Sin hórreo desparramado de perlas sexuales
Las tetas del abismo jamás acabarán de manarte lujuria
Serás la conclusión el orto mismo de ese enemigo persiguiéndote
Hasta el final hasta el vuelto principio
No reversos reflejados en el ignoto infinito
Ni sábanas con bujías estáticas encaminadas al Reino Fulgente
Incendiado
La horda de los vencidos será un cuadro gótico para perecer
Copulando sin aliento sin aire sin lengua
Regido por las líneas que no se ven luego de abismarse a la imagen
Aparente
Luego de saberse ahí en la Casa del Horror
Con las manos abismadas de sangre
La baba en el filo de la rabia
La podredumbre abierta a dos lados de la piel hollada
Candente
Si el enemigo está en mí
Si el enemigo sueña por mis poros vivos
Abismados en ese mundo alrededor de los giros
Del pugnar aterrador de la bestia delatora




ﻼ ﻼ

El ave delatora que terminará con el infierno dador vital
La matriz cancerígena que me dio al ovillo detestado
Cerrará esta noche sus rezos de cocodrilo sus lágrimas beatas
Yo reía en la mañana yo sentía el sol resplandeciente
En esta primavera de ruina en que el sol brilla en mi espíritu helado
Amargo
Terminará con estos gritos taladrantes
Será el fin del ruido de las bestias con lenguas
De la matriz sin límite para llorar abierto
A la desesperación del sintérmino
De este infierno que llorando sin lastre sin motivo de caer
Caído se levanta a su ruina


ﻼ ﻼ ﻼ

Qué reverso sin la brújula de una voluntad urdida en secreto
Prosigue desaparición pie delata aun los temblores del vencido
Amargas espinas velan su infierno secreto
Esa deflagración de las manos sudorosas
Esa caída sin término
En los días sin extensión sin noche delatora
Para que preclaras gárgolas siguientes vomiten
Al borde de la cópula
Anos feraces en su dormido placer se vencen
Prosiga la llama la quemante pestilencia del aliento
Halo infernal de claridades halo abierto de palabras desfondadas
Firma tu cita sin verte en la fuente


ﻼ ﻼ ﻼ ﻼ

Derramada la simiente del ahorcado
La risa despiadada ilusa en la transformación que no delata
Más presencia que la del pobre demonio sin éxito sin euforia
Sin muerte
Por entradas de un manual supe que en la demonología cáustica
Casi vencido por el sueño infame de quien respira y no gime
El Astado abrevaba en la corriente del sueño a sus vencidos
La víctima boqueaba esfínteres anhelaba su regreso
El astro guiñó en mi Este eyaculando


ﻼ ﻼ ﻼ ﻼ ﻼ

Babeado por la bestia oscura diminuta monstruosa
Me persigue me maldice me hace ceder incontrolable
A sus besos de lava de regreso
A sus babas a sus parásitos de energías sin medida
Sin los dedos de una razón que por las mañanas entra
Y me cose pianos a los ojos
Cabeceando en la violación de mi yo de mi bestia cercenada
Para entrar en tu hoyo vencido sangrante con heces
Velan ancianas su rayar prominente en la ventana
Caen al infierno de vigilia
De la casa rajada y su protección de fantasmas abiertos
Al meollo carne vibrante
Por la baba del desprecio
Por la baba despreciada
Moriré maldito con rencor con la conciencia abierta
A las sucesiones reencarnadas en mi lomo de bestia
Podrido hostigado reventado en un morado perecer
Por gritos
Otra vez
En la ilusa fantasía de regresar al perdón
Ceder el ano concediendo un movimiento
Un vagido viscoso al dedo de en medio
Que sierpe


ﻼ ﻼ ﻼ ﻼ ﻼ ﻼ

Borrarme de este seis hogar
Conflagrarme iluso a la estela bestial venial
De este infierno
Esta bestia que no me soporta ni arruina
El yo paralizado
Cuando al pacer de la luz cinco y derramada en la montaña flagrante
El venado ora su penumbra
A medianoche la criatura que llora esta poseída
Está vedada a las plegarias negras como rosas
Estallando en la desgracia ombligo de un templo orgiástico
Llamando a la parte que se hunde
A la parte cubierta que se mece y se pudre en vaivén
Anulándome el chorro lácteo y de fuego
Ceder primero proferir el grito la maldición del después
O la ruina de quedarse adentro


ﻼ ﻼ ﻼ ﻼ ﻼ ﻼ ﻼ

Repetí 666 666 veces la maldición que me existía
Vi que repitiendo la frase volvía a descifrar todo cuanto debería saber
Para borrarme
Nadie tranca las penas si cede al perdón
A la débil baba de los buenos
Soy el vencido el arruinado
El poderoso
Este mi infierno
Esta mi guarida de estrellas reventadas por dentro
Moveré mis fauces para terminar con la sangre
Aquí termina el juego del sueño
Aquí termina de roerme la bestia que me crea










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