lunes, 14 de abril de 2014

LUIS ALEJANDRO GALVIS [11.529]


LUIS ALEJANDRO GALVIS 

Suaita (Santander- Colombia) 1978 – 2004.

Mercadotecnista. Estudió Administración Cultural en la Universidad Católica de Chile. Participó en los talleres de creación literaria dictados en 1997 por la Casa de Poesía Silva. Su trabajo ha sido difundido en las siguientes publicaciones: Revista de Poesia Ulrica Nº 33 (Colombia). Página web de poesía Zapatos Rojos (Argentina). Fue invitado a leer sus textos en el Cabaret Voltaire” (Buenos Aires – Argentina, Junio de 2003) y en el VII ESPERGESIA Encuentro Latinoamericano de Jóvenes Poetas. (Bogotá-Colombia, agosto de 2003). Fue corresponsal en Chile de la Revista Taller de la Hoja. Publicó el poemario “Territorios del sur” (Bogotá – Colombia, 2003) en FUNCRETA EDICIONES. Su ultima obra fue “El Viento Perdido” publicada en Chile en 2004. En la página web “Suicidiario del suicidio y suicidas” se encuentran algunas palabras que mencionan aspectos de su vida y de su suicidio escritas por Rodolfo Ramírez: 

http://suicidiario.bitacoras.com/archivos/2005/10/07/el-edificio-lubiere-luis-alejandro-galvis


UN MERECIDO PÀRENTESIS
Esta semana, no sé porque razón en particular he estado recordando hechos pasados de mi vida. He desempolvado cartas, historias y recuerdos (todos buenos afortunadamente) pues tengo una memoria selectiva que sólo me permite conservar intactos los buenos recuerdos, ya que considero que es necesario, sino vital, aprender a olvidar los malos instantes, pues estos para lo único que sirven es para llenarnos de resentimientos y amarguras, un peso que nos estorba en el equipaje para el resto del viaje. 


Gracias a este sentimiento de nostalgia que me ha abrazado por estos días, es que en esta ocasión quisiera dejar de lado los trabajos poéticos que traen las LIBRETAS LIBRO, para compartirles un cuento que esboce hace un tiempo y el cual, habla de un personaje que ya no esta entre nosotros. Un artista, un poeta, un gran hombre con el que todavía guardo un sin sabor de no haberlo conocido mejor. Me refiero a Luis Alejandro Galvis, algunos de ustedes quizá lo conocieron, para otros, este nombre pueda que no signifique mucho. El reencuentro con esta historia me sembró la idea de cuanto vamos perdiendo con el pasar del tiempo, de lo que fuimos no queda casi nada y de lo que somos ahora, quizás mañana ya no quede mucho (es inevitable este movimiento) y claro que la canción de las simples cosas tiene mucha razón: “el amor es simple y a las cosas simples las devora el tiempo “. Por ejemplo, mi pasión por ese “vivir cada día como si fuera el ultimo”, ya no arde como antes, el afán por construir nuevas cosas la han opacado. ¿Podemos llegar a cambiar tanto, que lo que antes nos hacia totalmente feliz, ahora nos estorba? ¿Tú, has pensado que has perdido y te gustaría recuperar? ¿O todo esta bien así? 





LOS CUATRO BESOS DEL MAESTRO GALVIS

A Luís Alejandro Galvis, 
Y a los camaradas de la F.C.T, 
donde quiera que estén.


Dos, tres, cuatro, atrás. Decía el maestro Galvis mientras deslizábamos las suelas de los zapatos por el piso de madera en la casa de la Veinte con tercera. Dos, tres, cuatro, atrás. ¡Ay la casa!, como extraño el sonido de la cafetera. Un cigarrillo tras otro. No hay nada mejor que tomarse un café negro en buena compañía. Las goteras, “Nan” llegando del patio de atrás con un par de baldes. Ella siempre estaba pendiente de todo: El orden, las cuentas por pagar, los proyectos. Y las risas, los chascarrillos de “Casehì” eran magistrales, “Bogato y yo reíamos hasta el cansancio con ellos. En ese lugar pase los mejores días de mi vida, poco me importaba y casi todo me alegraba el alma. Dos, tres. Para hablar de “Nan”, de “Bogato” y de “Casehi” necesitaría màs tinta, màs tiempo. ¿Y Kasandra? A ella también la extraño. Siempre me han gustado los gatos. He tenido algunos; unos amarillos y otros negros, pero Kasandra era algo especial; era tímida y nerviosa. Yo nunca había visto un gato nervioso. 

“Y es que sólo se puede extrañar lo que se ha amado sinceramente”, y a Kasandra, a la casa y a los amigos de aquel tiempo los ame con las entrañas, por eso los extraño tanto; casi siempre cuando tengo ganas de beber (porque en su mirada encontraba confianza y complicidad), o cuando quiero olvidar el cansancio que me produce la vida (porque cuando desplegaba mi angustia sobre la mesa, encontraba palabras de aliento, no de jueces, sino de verdaderos amigos). Al cruzar la puerta de aquel lugar, conocí la seducción de la palabra. Aprendí que los seres humanos somos frágiles, mitad instinto y mitad razón, que se puede acariciar y contemplar el fuego, sin quemarse. ¿Y las fiestas? ¡Ay las fiestas!, esas eran tan especiales como la gata. Los mismos con las mismas bebiendo hasta el amanecer escuchando las canciones de siempre, (si las paredes pudieran hablar seguro reclamarían nuestra presencia).

Cuando sé es joven, y sé está feliz, nada incomoda, se disfruta de los excesos. Es divertido caminar por la baranda de un puente con los ojos vendados, sin paracaídas. 
El maestro visitó pocas fiestas. Él era un hombre educado y elegante. Una vez lo vì despeinado bailando rock and roll en la celebración del 20 de julio. Él era un hombre tranquilo, en verdad que era un buen tipo. Cuando te saludaba, te golpeaba con un abrazo y cuatro besos; dos en cada mejilla. ! Ay el maestro! Como se extrañan las cosas buenas y simples que se han perdido en el tiempo. “Y es que uno no sabe hasta cuando va a tener cerca a las personas que quiere, por eso hay que aprovechar cada instante, cada encuentro como si fuera el último”. De veras. Esto pasa. A mi me ha pasado y no ha sido nada fácil enfrentar tantas despedidas juntas. 


Nunca le dije que sus ojos me parecían bonitos (dos, tres, cuatro), creo que por descuido mas que por vergüenza (dos, tres), porque siendo sincera, no me importa regalar halagos a quien los merece, si por mi fuera me la pasaría en esas; es tan reconfortante eso de reconocerle a la gente sus virtudes y talentos. ¿Entonces? ¿Por qué nunca le dije que sus ojos me parecían bonitos? Ya no sirve de nada, ya no puede escucharme. Tres, cuatro, atrás, tarantan, taran, tan, tan.
El maestro Galvis y yo no llegamos a ser los mejores amigos, cuando nos conocimos, él ya traía los suyos y yo los míos. Pero aún así recuerdo con mucho afecto los momentos que pasamos: Las sociedades de la palabra los viernes en la noche, el paseo en chiva, los festivales. Él es de esos hombres fáciles de conocer, pero difíciles de olvidar; esos amigos que uno deja escapar sin haberlos conocido mejor. Y cómo me duele reconocer esto ahora, ahora que no puedo devolver el tiempo. Lo último que supe fue que dejó un diario escrito en francés y una carta que comenzaba mas o menos así: “Si èsto se esta leyendo, es porque ya no existo, es porque ahora soy recuerdo”.


Ese miércoles, al salir de la biblioteca, me fui para el cafetín de la Catorce con tercera, el de las botellas de colores y posillos de barro. Un examen de Seminario Financiero me esperaba al final de la tarde. No había estudiado nada, y preferí leer sobre literatura Colombiana que analizar los activos y los pasivos del balance general de una empresa de frutas. Eran las 4:50pm. El recorrido del centro hasta la Facultad duraba una hora. La clase comenzaba a las 6:00pm. Sí, estaba sobre el tiempo, pero aún así decidí quedarme y tomarme lo de siempre. La vida luego me mostró que esa fue una buena decisión, porque de no haber sido así, ese encuentro casual no hubiese llegado nunca, no habríamos tenido la oportunidad de compartir la mesa, aquel sorbo de día. Y el calor de sus cuatro besos no se hubiesen estrellado en mis mejillas por última vez.

Publicado por Diana Carolina Daza Astudillo 








DE:  EL VIENTO PERDIDO



VIEJOS AMIGOS

Mi cabecera  es  la cola  de un viejo diablo
Desnudo  y sin deudos
Llegó  a mi noche el miércoles  ventidos
Alguien le dijo de mis predicciones
Y ha venido a ver si yo puedo
Conjurar sus desgracias
Desgracias que nos unen
Pues fui yo quien amo su rosa predilecta
Y me  preocupa que haya reconocido el olor
De un sueño húmedo que tuve la otra noche
Fantasías de jardinero
Y las ganas de una mariposa
por sentir hasta la  nausea
Todo en mutuo silencio
De este modo el infeliz anda distraído y ausente
Preocupado por el tiempo que pasa
Y el no poder hallar en la tierra
 como en el  infierno
A su penitente más seguro.







DÉCADA 

En  el  cruce de caminos 
La hierba guía la montaña 
La flor persigue el viento. 







CARTA  ARGENTINA

Agobiados como estamos
Quebrando los últimos huesos
Con el sexo por  inventar
Vamos caminando  desierto en su invierno
Hacia el primer valle cruzando la cordillera
Donde los ojos de la gitana perdieron el  rumbo
Aunque sólo daba pasos cortos
Estrella caída  que no hará parte de la cúpula
Viviendo esta noche hasta el último grito
Desilusionando cóndores
Vergüenza  en fuga
Amante
Buscando refugio
en la casa de los Ramírez Prada
En este año del cuerpo
Sólo queda celebrar
Servirnos de nuestra perpetuidad
Para alimentar  las bocas.






LOS DADOS 

Si  puta 
Si maestra
Si palabra 
Si monja 
Si  compañera 
Si  vecina 
Aun nos quedan  alternativas 
Para un encuentro más. 







DE: TERRITORIOS DEL SUR 





CATEDRAL

De un salto
La gata evita el engaño
Embruja al hombre.







CANDELABRO 

Confieso 
Señor de grafito 
Altar de hojas apiladas 
Repitiendo, agotando la espalda, 
Escudo que simboliza el ataque 
Mendiga la centava 
Caridad de prostitutas esperando 
Ser condenadas por tanta figura 
Sin desarrollar 
Defiendo mi derecho 
A este cuarto de incendios y gritos…
Yo te confieso
Mi amor por esta menor 
Espejo empañándose 
Cada vez que me aseguro 
De la imagen 
Declaro este silabario.
Ah! No lo entendió…! 
Entonces no habrá modo 
De negarlo. 







DE: TELEGRAFÍAS ( INÉDITOS) 



A Nancy Prada 
y Rodolfo Ramírez. 


Nos quedan las  historias 
Que puedan sobrevivir 
A fragilidades jóvenes 
Como la espuma de estas cervezas 
Presumo más caos en esa primera cita 
Y de producirse la disolución posterior 
Al primer abrazo 
Eso es asunto de dioses o de enemigos 
Nuestras guerras no dejaron tantos muertos 
Eso es verdad 
Pero no hubo cicatrices más largas 
Que las causadas por  flechas lanzadas 
En ese tiempo. 









En el arte del juego como en el beso
Todo se presume permitido 
Cuerpos conocidos y angustiados
Por seguir los movimientos de lo acordado 
Olores y falsos mensajes 
Marcando la derrota.    










Tengo tantas deudas 
Y ya el fiador de la calle quince murió 
Me perdonaste los quinientos que pensé no pagarte 
Hasta el último día de tu ira 
Estoy en deuda con  todas las mujeres de Chile 
A quienes  no les acaricie sus lindos culos 
Pero es que había que hablarles 
En la lengua de las aves y el tiburón 
Me llego la cuenta de los niños 
A quienes prometí lápices con punta de flecha 
Y verbos afilados 
Es cinco del mes 
Y no quiero abrirle la puerta a nadie 
Todos son una sola y agobiante casera. 






Estas son cosas de mi casa 
Que se visten de un nuevo olor 
Quizás yo las vuelva aburridas 
Las vuelva cambiables 
Ignorarles 
Pero antes que nada se volverán 
Muebles inmortales 
Eso es por el aire envolviendo su madera 
Y la capa de saliva seca
Y el uso recurrente de objetos 
que no termino de pagar nunca  
somos los que no deben preocuparse por el tiempo 
más bien por no dejar de lamer las paredes 
 de este departamento. 



LINKS  MATERIAL CON LA OBRA DE ALEJANDRO.

http://literamus.blogspot.com/2009/07/paula-andrea-altafulla-dorado-proximo.html
http://www.zapatosrojos.com.ar/Biblioteca/luis%20alejandro%20galvis.htm








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