lunes, 14 de noviembre de 2016

NATALIA ARIAS OLAVE [19.542]



Natalia Arias Olave

Nacida en Cali, Colombia el 17 de Agosto de 1993, actualmente tiene 22 años. Escribe poesía desde los siete años, en español, inglés y francés y estudia música desde los seis. Es cantautora, toca la guitarra, la flauta traversa, el piano y la percusión. Durante tres años fue la directora del Taller de Poesía de la Universidad Santiago de Cali; también ha dictado talleres de Poesía para niños en el marco del Festival Internacional de Poesía de Cali en el año 2015. Actualmente hace parte del Comité Conceptual del Festival, representando a los jóvenes escritores en él. En el año 2010 ganó el concurso del Festival Internacional de Poesía de Cali y posteriormente, en los años 2011, 2012, 2013, 2014 y 2016, ha ganado el Concurso Escritores Autónomos en las categorías Poesía en Español y Poesía en Inglés, cuyos poemas ganadores están publicados en las Antología Poética Escritores Autónomos de cada año. En el año 2014 le publicaron un poema en francés, en la Antología Poética de la Alianza Francesa. Y en el 2013, le publicaron dos poemas en la Antología Poética de la Universidad Santiago de Cali. Actualmente, realiza su trabajo de investigación en Derechos Culturales. Licenciada en Derecho y estudios de Francés en la Alianza Colombo Francesa, sigue escribiendo y trabajando para publicar su primer libro de poemas.



Ancestros

Fluye en mi sangre
la canción de las voces negras
que gritaron a través de los mares.

Retumba también
Una melodía de vientos
Plumas y achiote:
Mis taitas indígenas
Se pronuncian.

Pero...
No puedo negar
El legado español
(Aunque a veces quiera).

Se ilumina el pasado
Y me reconforto:
Mis ancestros blancos
No eran reyecitos ni caballeros.

Eran gitanos.

Cantan, sollozan y peregrinan
En mi sangre
Las corrientes y el valor
de tres continentes.

¡Me apellido Resistencia,
Y somos nosotros,
la nueva raza de la fuerza!




El tiempo

Los días se diluyen en la invisibilidad
Como el humo
Que enciendo para armonizar
Y que fumo
Para también ser invisible
Diáfana
Etérea
Eterna.

Los días se diluyen.

Pero no se diluye el tejido,
Imposible disipar los nudos trenzados
Las líneas escritas
Los llantos sembrados
Las risas cosechadas
Las canciones
Innatas marinas
Navegantes de aguas taciturnas
E insomnes.

Todo ello se queda,
Sus ondas se transforman
Y traspasan la atmósfera,
Lo sé,
Me lo recuerda el firmamento
En su variación:
A veces nube
A veces bote
O pájaro
O elefante
A veces,
Muchas veces,
Estrella inestática
Destello interferente
Gota pesada
Gota ligera
Fuego
Trueno
Luz, luz.

El paso de capítulos narrados por el cielo
No se borra.
Denotados quedan como pincelada
En la corteza del sauce.

La ciencia del movimiento
Se sumerge en estas letras y sus curvaturas
Como aprehensión prodigiosa.

No le creamos más a Gregoriano
En calendarios, los días no se encasillan.
Propongo entonces de vuelta
La otrora ciencia Maya:
“El tiempo es arte”,
Como hábito y profecía.


La tormenta se anuncia con viento

El viento, es el suspiro
que el mar le causa a la montaña.

A veces es feroz
-como ahora-
A veces trae desventura,
El remolino envuelve
Y se cierran los ojos ante el horizonte. (Y se cierran…)

Por fortuna,
Me recuerda la mañana
Que oscuridad es preámbulo de luz.

Cae en mi cabeza
La primera gota de la tormenta,
No me preocupo:
El cielo está
Un poco más cerca.



Memoria

El abuelo fuego
Marca en su humo
Todas las historias
Narradas en su rededor.

La laguna
Conserva también
Una enciclopedia de memoria.

Su recorrido por los ríos
Y el cielo
La convierten en dueña
De todos los mensajes.

Los escucho en su silencio,
Sinfonías de junglas
Valles y altiplanos,
Relatos de antaño
Resuenan en código secreto.

Código que no entendería
Si mi sangre no fuera de agua
Código que no entendería
Si mi espíritu no fuera de fuego.





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