sábado, 6 de diciembre de 2014

ANA TERESA MINA DÍAZ [14.191] Poeta de Colombia



Ana Teresa Mina Díaz

Nació en Caloto, Cauca, Colombia. Vive en Bogotá. Integrante de una familia numerosa que tuvo que sufrir el desplazamiento forzado, por razones políticas relacionadas con las actividades de su su padre, radicándose posteriormente en Santander de Quilichao, donde vivió su infancia y adolescencia. Enfermera egresada de la Universidad Nacional de Colombia, donde trabajó como docente en la Facultad de Enfermería, con estudiantes de cuarto y quinto semestre, de 1986 a 1990.
Durante su paso por la Carrera de Enfermería, escribió canciones didácticas en salud y guiones encaminados a su promoción y prevención. 
Compuso también rondas y canciones infantiles y folclóricas.
Ha realizado talleres de literatura, cuento y poesía en la Escuela de Formación Artística y Literaria, de la localidad de Puente Aranda, en Bogotá, 2007.
Integró desde 1994 hasta el 2000, el coro oficial de la Universidad Nacional de Colombia. En la actualidad, integra el Coro de Integración de la Universidad Nacional de Colombia, bajo la dirección del profesor Rubén Darío González. Y el coro de la Fundación Música en los Templos, bajo la dirección del profesor Ramón González




Canto a la niña

Cantó la niña sones de tamboras,
ritmos de salsas al compás de jotas,
sus cuerpos se quedaron como cestas
cual bejuco sus piernas danzadoras.

Sonaron flautas al cantar las loras,
entonaron cadencias y con notas
tocaron en la calle guitarristas
como el viento cantando entre las horas.

Percutieron tamboras con el paso,
el eco se fijó por las ventanas
como el verde estelar en el ocaso.

Se oyeron los violines en el campo
recorriendo los trinos de las dianas
que viajaban con la sombra del tiempo.




Negro colorao

Negro que negro viene negro que negro va.

Negro que negro viene negro que negro va
por andar haciendo apuesta le quitaron el guardao,
por andar haciendo apuesta le quitaron el guardao.

En un pueblito del Cauca vivió un negro colorao
por andar haciendo apuesta le quitaron el guardao.

Este negro colorao parrandero y jugador apostaba
lo que fuera, apostaba lo que fuera que a su mujer la jugó.

Negro que negro viene negro que negro va
por andar haciendo apuesta le quitaron el guardao.

Negro que negro viene negro que negro va
por andar haciendo apuesta le quitaron el guardao.

Este negro colorao tenía un cuño escondido
donde fabricó monedas de tamaño indefinido,
cuando llegó la justicia el negro palideció y el
cuño que poseía en un guadual lo escondió.

Negro que negro viene negro que negro va
por andar haciendo apuesta le quitaron el guardao.

Negro que negro viene negro que negro va
por andar haciendo apuesta le quitaron el guardao.

Le quitaron el guardao, le quitaron el guardao,
le quitaron el guardao, le quitaron el guardao
por andar haciendo apuesta, por andar haciendo
apuesta le quitaron el guardao, al negro colorao.




Cuerpo erótico

El aliento de tus manos flameantes
sopla el abanico de mi aureola,
resuenan los timbales de mis labios
al contacto de tu piel humedecida.

Brota el manantial de tus oquedades
como fragancia que emerge de las rosas
y el envolvente hilo de tus brazos
se enreda en telaraña entre mis piernas.

La tibieza de tu piel color canela
sacude la sutileza silvestre de mi vientre,
se estremece el cortejo de mis labios
libando el polvillo de las flores.

Tu cuerpo se perdió dentro del mío
como las sendas que extinguió el rocío,
nuestras mentes fundidas se envolvieron
igual a las olas que se llevó el viento.






Oh rosal hermoso

Oh rosal hermoso
que en tu savia llevas el color a la rosa
y que das al alma ternura y amor.

En tus verdes tallos cubiertos de espina
nos das a entender
que duros caminos existe en la vida
cubiertos de abrojos
cubiertos de espinas.





Cuando mi padre llamaba

Cuando mi padre llamaba,
a alguno de sus diez hijos,
y si uno respondía: «¡Que…!»
¡Mi padre se enfurecía!
Y por lo tanto decía:

«¡Traigan esa consumada!»
o «¡traigan ese consumado!
que me respondió tan mal».

El resto de los hermanos,
sobre todo los mayores,
sin perder tiempo
al respondón agarraban.

Poniendo o no resistencia,
ante mi padre llevaban
y aplicando la justicia
hacía el interrogante.

«¿Cómo me has contestado?
¡Pues así no te he enseñado!
Recuerda decir: Señor,
un momento ahora voy.

Que no vuelva a repetirse,
responderle mal a nadie
ni a tu madre, ni al abuelo,
ni a tíos ancianos ni viejos,
porque cueriza tendrás.

No lo repitas jamás,
responderle mal a nadie,
recuerda que respeto humano
es lo mejor que se tiene,
cuando se vive entre hermanos».







1 comentario:

  1. Conozco personalmente a Teresa Mina Diaz. Siempre admire su deseo por escribir. Ademas que comparti con ella como enfermera y conoci su dedicacion y entrega en su trabajo. Tu eres un ejemplo a seguir y donde quiera que estes sabes que tu eres una persona muy especial para mi. Desearia poder verte de nuevo. Communicate conmigo. I am so proud of you and you always on my heart. Luz M.

    ResponderEliminar