viernes, 6 de febrero de 2015

MIGUEL CASTRO [14.722] Poeta de Costa Rica


MIGUEL CASTRO 

Nació en el distrito de San Isidro de El General, Pérez Zeledón, Costa Rica en 1979. Psicólogo, abogado, poeta. En la función pública se ha desempeñado como docente de enseñanza especial; promotor social; desde el año 2007 trabaja como psicólogo en la Unidad de Vida Estudiantil en la sede regional Brunca (Universidad Nacional). Ha trabajado, desde el año 2006, como docente en diferentes universidades.  Ha publicado ensayo (Revista Cubana de Pensamiento e Historia CALIBAN, 2012); Crepúsculo de un sueño (Novela psico-educativa, Publicaciones El Atabal, San José, 2013); Psicologías Intencionales: Poemas de mi noche (Poesía, Publicaciones El Atabal, San José, 2013); Poemas Imposibles (Poesía, Publicaciones El Atabal, San José, 2014); Collage (Poesía, B.B.B Producciones, San José, 2014) con el que gana mención honorífica del Certamen Literario Brunca


ANTOLOGÍA 
MÍNIMA 



Lectura poética sin atestados

En el aire, The Doors: “Love me two times”. La música viaja en esporas de notas. Todos los colores arrebatan, y crean figuras que pronto se arrancarán la carne, figuras desmembradas, sin más sentencia que la de sus propios fondos. Esta madrugada no habrá ningún castigo. Una mujer llora. Le cuento el fin de todo. Su mar de culpa la arropa, mientras se arranca con violencia otra noche, fuera de los almanaques. Me agito después de la próxima madrugada. Sigo sin dormir, destilando las palabras que no te dije; avanzo hasta la puerta del próximo infierno, tropiezo con cuerpos, faldas, madonnas, medallas, labios carmín, desinfectantes, sodas, limones y sal. Hay un espíritu en la botella que se resiste a salir. Las salamandras no tardarán en encontrarlo. Descanso en un bar, luego en un escritorio. Una alfombra manchada de vino me recuerda su cuerpo. Siento el verano. El aire acondicionado, le eriza la piel. Dentro de ella suena “Love street”. Ella se infiltra. Trae monedas de oro en sus pupilas. Sabe la contraseña. Viene y se deja llevar. Bebe la sugestión, se arranca la falda, nos miramos, mordisquea mi lengua, le remuevo el sostén, la pellizco, la tomo en mis manos, persigo su ombligo, le como la espalda, la entrepierna y entro. Bebemos la tinta de las venas. Liamos un cigarrillo. Huimos del mundo. Apagamos la luz de los fantasmas. Intentamos un desayuno, pero es absurdo. La resaca es muy grande. Una copa de vino blanco. Otro cigarro despierta todos los escalofríos, se apropian del instante. Enciendo una candela azul o verde. Un incienso y un eructo me tranquilizan. Destapo una bebida, reduzco mi abstinencia. Rodeo el refrigerador, las compulsiones, el rito. Emerge del Hades la alegría de las latas muertas. Esta mañana no podré leer a Baudelaire, ni a Rimbaud, menos a Henry Miller. Tendré que hacer un poema con ella: tarde que llegas tarde/ tarde/ y sin ningún Cristo. Sí, un poema que suspire, ante la literatura emancipada de su ropa interior. Verter la noche en sus nalgas. Enterrar mi frente en su pubis y asfixiar mi jadeo en el sudor de los cuerpos. Volveré a sus pechos, al hueso tímido que sale de su cadera. Me dice al oído: muérdeme, si conoces el temor a Dios.





Señales

Tengo 35 años y todavía no he leído los indicaciones para distorsionar la pedalera de mi guitarra. Me asombra pensar un orden y una combinación precisa para expresarme. Tampoco estiro cuando corro, ni antes ni después.

Hace unos versos, supe, la convivencia entre caníbales está saturada de reglas. Las únicas reglas que respeto, son las que dictan las caderas. Las que publica, junto a sus muslos, en Venus.

He tropezado millones de veces con normas y señalamientos estúpidos, tan comunes, que aturden lo descomunal. Verbigracia, maneje con precaución/ fin del camino/ ALTO/ velocidad máxima 40 caricias por segundo/ despacio/ curvas peligrosas.

Otras, me llenan de gozo, cuando me reafirman, y recuerdan, no virar a la derecha, mientras tanto, juntos/ seguimos naufragando y en contra vía.

Las señales, —algunas veces—, grafican los signos del cuerpo, y me restringen, recusan, y apelan informativamente: NO HAY PASO.

Con el ceño fruncido, te sentarán en el banquillo de las despedidas, y te dirán: no Estacionar. Si descubren tus intenciones, al descampar los inviernos, o, incendiar, tus peores veranos.

Hay preceptos, positivísimos, te obligan a portar tarjeta, no importa cuál, ni a qué interés. De lo contrario, atienden las petitorias con negativas, y te dicen: espacio reservado, parking zone whith card, (no importa, si es visa, risa, o master).

Ah, pero otras, muy oficiosas, te acarician, y te dicen de un solo rostro, CEDA EL PASO.

Entonces, —justo ahí—, terminas el poema, y estacionas. Descubres, te valen una mierda los parquímetros.





Por favor,
no me golpees 
con tanta dulzura.
No me cuelgues 
del silencio.





Frases en des-bandada

Entrar de golpe
tropezar borracho 
                           amordazar la luz
                                    cargar el engaño
                                                 endosar la maldición 
                                                            perpetuar la tumba
                                                                        palpar el vientre
                                                                                       chuparlo
                                                                                       inundar los montes
                                                                                       penetrar la lluvia
                                                                         el calvario;
                                                              eructar la deshonra
                                                      la defensa
                                      y los bares
                          hasta el descalabro.

                                           Mirarte, 
                                                         patear los esquemas
                                                                              los fantasmas
                                                                                        mantenerme en pie
                                                                                        enterrarme 
                                                                                        en los labios
                                                                         en la arena
                             bucear los pálidos muslos.
                    Enterrarme
hasta morir.






Caballo frenético

                                                         “…la monté…”. 
                                                              Charles Bukowski

Nada más parecido a la locura 
que la imagen de su ropa 
volando por la alfombra 
en la sala.

Nada más incierto que la sonrisa suya 
sus jugos cayendo sobre mi rostro 
en –nuestro momento– 
en que yo asumo 
la búsqueda de su orgasmo 
debajo de sus piernas 
donde sus labios 
rodean mi boca 
y su pubis, guía mis cascos.

Nada más seguro 
que ubicarme bajo el vientre suyo 
donde, sus muslos me protegen 
de las pesadillas.

Seguramente 
uno de estos días 
su vientre y su vagina 
se pintan de rojos murmullos 
en medio del viaje de los óvulos. 
Así 
me llena de hierba
el estómago 
y ella se desvanece 
de placer sobre mí. 
Para que mi lengua 
y mis dientes y mis labios 
tomen su orgasmo, en sus preciados jugos 
que me hacen caballo frenético. 





Ah sí , té … quiero

Estremecí un recipiente con heridas, cicatrices, hierbas y palabras inexpresables. 
Combinando: de-se-ar-te, 
te-ner-te, 
ol-vi-dar-te, 
con es-te ar-te. 

Remembranzas después,
revolví con cuidado el orden del caos: 
el té de manzana 
con el té verde
que despierta la llama del corazón 
                                                                     y sana mis excesos,
el té rojo inquieto y salvaje de insurrecciones
el té de manzanilla que desinflama mis egos /ocultos en legiones 
—por las dudas —
té de hombre grande para el orgullo
té blanco de espíritu y sus brotes sanadores de intuición 
té de menta que embriaga el pensamiento en dos pétalos.

La rosa de Jamaica, la mezclé con mis propias manos 
conjurando sus flores en grupitos de tres
en busca de los versos que deshonran los textos y luego escapan 
como nacidos de ácidas letras 
que descontrolan la pasión
y luego vienen a patearme el rostro.

Incorporé a la infusión 
té de jazmín
para calmar el monstruo bajo mi cama. 
No podía faltar 
té de canela para volver el ánimo; 
perdido en las lecturas 
cuando me convierto en el escarabajo angustiado de Kafka y
Nietzsche medica mi voluntad para bien morir.

Ah, 
pero denme triple dosis de                 Tilo
con hojas de pirámide que cuelgan como jardines angélicos 
llenos de elementales 
que dominan la bestia, a veces sí, a veces no.

Esta noche nos tomamos 
la infusión 
y por fin
sanamos 
la herida. 





El Poema Original

A
Prima facie: 
Origen del poema,
teorías para un poema caído 
              descendiente del Poema Original.

Los sabuesos bioquímicos escudriñan 
la reacción de nuestros elementos químicos, 
los psiquiatras persiguen con electrodos y lecciones lacanianas 
todas las psicosis y las esquizofrenias
las angustias de las suprarrenales y su adrenocromo 
mientras tanto, los psicólogos jungianos se deleitan estudiando, 
viviendo, percibiendo y traduciendo con su propia piel: la poesía. 
Exorcizando mientras tanto, la ciencia que no ha dejado de estorbarle al Poema            
           [Original.
Ya lo dijo Blake, lo urgente es depurarnos:
depurar el oído, el tacto, el gusto, la vista, el olfato de tanta vanidad
limpiándonos la grasienta y hedionda inconsciencia adoctrinada.
Estimado lector: 
estas son las notas que constantemente guardo 
debajo de los expedientes que resaltan en mi escritorio, 
estas son las palabras que emergen de cualquier otro texto
distinto en apariencia y esencia 
a este que le comunico. 
Pero qué puedo hacer cuando rondan mis oídos
y se insertan debajo de mis pestañas
los versos deseosos al salir del inframundo. 

Yo sólo siento un golpecito en la frente
y al momento caigo en razón, 
pasan por mi piel en forma de estampida,
con carretonadas
que se enchufan en mi corteza cerebral
y aprietan con descargas ingeniosas todas las neuronas
hasta que explote 
en canciones sobre mis muzas
con manuscritos eclipsados como este.
El tiempo se regenera en un tic.-tac
cuando veo caer un segundo lleno de sensación con su respectivo ángel 
en un torrente de imágenes, percepciones, fantasías, sentimientos, intuiciones, símbolos] 
y
—casi incomunicables—. 
Ves
Jung dibujaba sus dudas en poéticos mandalas.
Se me antoja sentir/ lo que ocurre dentro de las venas del poema
pero no llegas, y estás lejana, 
acaso ¿nunca has estado en una sesión infernal de soledad?
¿Será que te visitan demasiado los cazadores de poesía? 
—Ya me lo has dicho, no tienes que aclarármelo 
que exprimes tu rutina hasta desaparecer del Holograma
donde todo está en el todo
donde busco en cada uno de tus universos
en cada uno de los versos 
en cada una de las entonaciones del agua cayendo en forma de cascada, 
pero no llegas, y estás 
en los lugares deshabitados de longevidad
pero no llegas, es más, te ocultas
dentro de las ventanas
simulando estar presente
pero yo sé,
que te has ido sin retorno
y estás en el limbo cósmico
—aunque no lo sepas    buscándome—
y que saliste a sopesar los símbolos, 
ancestralmente propios
que quedaron ocultos
cuando 
tocó desaparecer y enterrarse de la furia de Apolo. 

Yo lo sé,
casi muy bien,
que ahí estás, aunque los psiquiatras griten en sus pronósticos
que tu isla es una catatonia abrumada y confundida
y que tu viaje es una resistencia del instante
y que tus uñas crecen como anuncian crecerán los delirios. 
¿Acaso nunca han vivido en una isla de ensueño? 
¿Acaso el Olimpo no está bien informado de lo que es?
exclusión?
Entonces, 
¿Por qué sorprenderse cuando se ve venir otra exclusión?
¿Por qué no aceptar las islas que sirven para autoexcluirse? 
Sí 
excluirse
de los que estamos hartos de prescindir.
¿Por qué será que este divorcio social da para tanto hablar?
y para tanto celar
con celos infundidos, por estar cada vez más cerca de la Creación 
del milagro abierto, 
del instante de piel, 
es decir: 
del desnudo Poema Original.

Poema que de polvo en polvo y 
de vida en vida 
nos refresca la memoria 
oculta tras los ángeles de las sensaciones. 




B
Nacimiento del cuerpo del poema

I
Esta noche, 
la poesía intenta escapar sin laceraciones
escapar de las impertinencias, los imprevistos, las excusas, 
las puertas bien abiertas, 
las ventanas transparentes que ocultan las dudas, 
los mal llamados deberes, 
los muertos, 
las enormes heridas, 
las horas 
y los días dementes 
que han perdido su memoria. 

En esta oscuridad, 
mi carne ha sido transmutada en poesía. 
Todo yo intenta abandonarse de mí, por ejemplo,
abandonar mi sombra de hechicero 
—casi tan efectiva como la del poeta— 
abandonar mi olvido,
hecho de pasamanos infinitos 
y sin retorno
que nos recuerdan la nada,
y la nada nos recuerda lo que todo calla. 


En otras palabras, 
todo yo intento 
abandonar las puertas que ríen en mi rostro, 
evitándome otro poema
y al impactarme, como el beso de Judas,
su burla
se sitúa en mi cara
arrancándome cualquier idea
su rostro sonríe delante del mío
reflejo de mí burla
puerta sonriente jaula agitada 
con humor disgregado en los vasos de madera
en las pasiones en bloque
los montes —mal habidos—
su mezquindad monosílaba 
los impertinentes labios de su bosque
los silencios multiplicados
los buses llenos de máscaras
las sillas vacías de espera 
—que nutren la desesperanza— 
los ecuadores los meridianos 
sus mares desnudos que ocultan mi escape
—con anticuadas sobriedades que comen las entrañas
y le aseguran ser el modelo de dama—
insensible
lejana y autista de mí.

Intento abandonar
la madera y la muralla
con la que sueño tras la puerta
que ya no pertenece a ningún árbol 
y encarcela cualquier escritura. 
Este vórtice, 
sin nervios de colores 
no podrá darse cuenta 
de mi eterna mirada
de su muerte a medias, 
casi eterna, 
muerte erosionada de puro temor, 
muerte casi eterna con reservas 
envuelta y devuelta en papeles de regalo 
muerte decorada
con ramales violeta
y pasifloras
con las que endulza sus propios insomnios
compartiendo, el suave veneno de su propio Thánatos.

II
Se registra que sólo la Luna, 
algunas veces muerta 
ha escapado de los balbuceos de la poesía
posando 
en el firmamento 
inalcanzable
desnuda de estrellas.

Ante tanta lunática lejanía
prefiero el dolor en mi piel 
suministrado por otras lunas
que intentaban callar mi escritura
con rezos a la Muza Lunar 
para que duerma mis pasiones 
y me quede tendido en una sola cama. 

III
Recuerdo
solo una luna escapó del Poema Original
gestando los poemas ardientes
en noches de plena luna
escritos con llamas en lenguas de fuego
sin ninguna menguante 
más que la ausencia marcadamente suya; 
para recordarla 
he tenido que escurrir un universo de labios, 
penetrando otros cuerpos
sin encontrarla
lamer sus recuerdos concebidos en poesía,
intentando programar su búsqueda 
con mi péndulo como testigo 
buscando los versos encriptados en sus heridas, 
escritos con toda la tinta de su pozo 
—registralmente mío—. 

IV
Yo lo sabía, lo evitaba, lo enseñaba, le temía a esta lección:
—no se puede saciar ninguna sed con sus jugos.
Era un pretexto para succionar mi condena
para cantar y reinventar las palabras 
para lavar su moral y sus buenas costumbres
las que olvidó al salir del paraíso 
cuando cayeron sus terrestres frutos 
y preparó sus mejores vinos 
entre jaurías de lobos 
que acompañan su llegada 
como se acompaña
a cualquier prostituta. 

En conclusión, 
no pretendas 
que intente abandonar 
el delirio, el verso, el motor y la puerta 
que sutilmente cierras con palabras, 
oraciones
y palma bendita 
que en forma de cruz,
cuelgas junto a la imagen de algún santo, 
para que olvide
las combinaciones que yo mismo escribí 
cuando te di la llave 
y comiste mi estrategia
cuando entraba y salía de tu cuerpo
y me quedaba en vos
lejos de ser un recuerdo
mucho más cerca de ser el Poema Esencial.




Lobotomía cualquiera 

A veces resiento tanta soledad
me arrulla el sentir del lobo
—como el que traigo tatuado —
caigo de bruces 
aruñando las últimas memorias de la manada,
al descifrar tanta distancia 
encriptado entre sonrisas 
como los —buenos días—, siempre tan falsos
me brotan las garras y la zozobra de mis colmillos
ante el rompimiento inefable de cualquier vínculo.

Los lobos viejos van muriendo
otros desaparecen en los reinos del olvido 
los restantes
se distancian y aprenden la compañía 
—yo por ejemplo 
escucho los cantos del aire. 

Pero existen otros 
que llenan sus barrigas con introyectos 
para terminar transmutando pieles de ovejas 
ovejas celestes como las de la igle o ingle 
donde acechan otras ovejas con fantasías escindidas lobóticas.
Vez que Jung no deliraba al plantearlo. 

Existen cerdos con piel de lobo 
que sólo se acercaban a pedirte otra cerveza
una 
y otra 
y hasta un zarpe anticipado. 

Algunos otros juegan a ermitaños sin luz
la fuerza, sin siquiera un gatito que domar
otros creen que se apartan de su esencia
simulando ser soles, limando sus deseos, pintándose de un amarillo Heliocéntrico
algunos creen que ganarán sus guerras tomando las riendas, 
pero sus bestias se desbocan ante cualquier disyuntiva
otros juegan a ser la justicia, pero la proporción con la que miden es           [desproporcional 
sus intereses irrespetan a todos 
conozco lobas que asumen el arcano de una estrella: la desesperanza
otras simplemente se clavan a rodar —fortuna arriba, fortuna abajo— 
sin importarles los altos y bajos 
casi tan cíclicos 
como sus humores 
que ascienden y decaen de un estornudo
las hay también pseudoemperatrices 
que explotan en risas
estas no construyen 
ni crean 
ni gobiernan
—ni siquiera un lamento— 
conozco perras que se pasan por lobas
sacerdotisas 
que sin fuego y sin labios pretenden develar lecciones
devolverme al paraíso 
y sólo vienen con quejas, facturas y sesiones.

A veces siento tanta soledad
me arrulla el sentir del lobo
caigo por cualquier laberinto 
y aruñando mis historias
me distancio.





La caída

Caer 
caerse de risa, caerse de nalgas sin emoción
caerse a destajo o por medio tiempo
caerse de arena en algún reloj
caerse a mitad de precio
caerse de fe en granos de mostaza
caerse en sí mismo 
             en las nalgas de miss universo.

Sentir 
sentir desprenderse los lamentos
incrustados en las costillas 
escurridos de apáticos recuerdos
que diseccionan las manchas. 

Caer
caer líquido por su ombligo
            etéreo entre su aliento 
caer a cada instante, 
en medio de sus labios
acariciando de espera 
el descontrol 
caer tras un gemido
debajo de su falda 
caer cantando desde el tejado
con una lluvia vaginal 
que desflora de arena y tornasol 
el templo de los dioses. 

Caer: 
por apellido
de forma escalonada
sin escrúpulos
sin lógica alguna
caer irreductiblemente
              por pura obsesión
y a puerta cerrada,
caer sin suelas en los pies
sin grilletes ni virtudes
con excesos invisibles. 

En fin, 
brincar en un pie 
de alegría pura
  |cuando perdemos los ropajes sacros
acompañados 
de cuerpos sin nombre
y seguimos ascendiendo y, 
cayendo sin almohadas
ni colchones
que amortigüen el híper golpe.
    




La cultura light
trajo:
                                   Coca-Colas 
                                   almuerzos 
                                   chicas 
                                   estudios 
                                   cristianos 
                                                        profesoras de inglés 
                                   y amores.


no hay 
peor droga
                                                        que las percepciones

culturalmente

condicionadas.


nos reuníamos a beber
juntábamos cualquier dinero en comuna 
las monedas y los billetes 
a ninguno le importaba dar las gracias 
apresurábamos la estampida simulábamos ser mayores de edad 
con tolerancia 
con dependencia etílica 
inventariábamos los agujeros negros 
trazábamos el destello 
que algún dios constantemente nos arrebataba. 
retorcimos hasta la última gota de madrugada 
fornicábamos las ausencias 
paliábamos nuestras incertidumbres 
para deshierbar los insomnios. 
con un litro de cacique 
una gaseosa 
y un paquete de ticos 
orgullo nacionalista 
—o en su lugar 
una cajetilla de marlboro rojo 
para fumar como los hombres    
                                   y publicistas mandan.
la alegría brotaba 
al escurrir cualquier malestar 
quemar cualquier reproche 
y cualquier autopsia del instante. 
envolvíamos
incendiábamos/ las amarguras con papel 
desvestíamos el umbral de las damas 
y su estilo siniestro 
bebíamos 
fumábamos  
                               alterábamos 
los pechos   
y los buenos modales. 
invitábamos a las horas a beber 
y las horas se sentaban con toda su paciencia 
sin fin. 
—el cassette de turno se había vuelto nuestra unidad de tiempo 
para medir la existencia 
lado a   
lado b    
                                y de nuevo 
otra vez y otra vez. 
escuché la canción cien veces que había intentado no doler 
irrumpimos su natural desenlace 
por obsesión y compulsivamente 
con ideales fijos 
desestimaba cada una de nuestras fugas 
escuchábamos demoliendo hoteles 
y mil veces 
hasta que charly garcía nos prescribiera 
otra medicina con dos hielos y agua.
 



tomaríamos el bus 
me perdería 
te perdería. 
perdidos de los valles 
nos convertiríamos en barreras 
levantadas para olvidar 
y proteger 
nuestras historias 
la muerte maquillada 
con fugas geográficas 
risas que detienen el llanto 
ropas/ que desvisten los sueños 
de quienes huyen/ de sí mismos 
enterrándose 
en la capital. 
olvidamos la vieja barra 
—dejaste de acariciar tus perros—. 
mi péndulo/ me aconseja 
conectarme 
esotéricamente 
te bese en astral 
y evite 
encontrarte un poco menos.




posdata:
no tengo tantos amigos 
ni enemigos como entonces 
pero me atrapan versos como estos 
pocos 
—ciertos y tangibles—. 
me atrapan versos como estos 
desahogo mi garganta 
me libero 
de cualquier congoja 
resistiéndome a casi todo 
me libero del infierno y del invierno.






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