martes, 7 de marzo de 2017

DANIELA GOLDÍN [19.997]


DANIELA GOLDÍN

Nació el 28 de noviembre de 1987 en Buenos Aires. Es Licenciada y Profesora en Letras por la UBA. Trabaja como docente de Lengua y Literatura. Coordina talleres de promoción de la lectura y la escritura para niños y jóvenes. Dicta talleres literarios en forma privada. Participó en diversas lecturas y ciclos de poesía. En 2010 publicó la antología poética A los ojos en co-autoría con Gilda Zukerfeld. Textos suyos fueron publicados en las antologías Poesía Manuscrita, Vol. II (2009), con edición a cargo de Laura Mazzini y Germán Weissi; Estaciones. Antología Poética Contemporánea Vol. 1 (2013), Ediciones La Parte Maldita; Exit 75, con edición a cargo de Laura Mazzini, Alejandro Parrilla y Germán Weissi.



POEMA

me fui de la fiesta
sin encontrar las palabras
entonces me fui de la fiesta
me olvidé algo
siempre dejo
algo, quedo
en la fiesta que sigue
es que no pensé, no miré (girar era saber)
un taxi hasta la puerta
de la semana
que viene
en la fiesta
quedó la forma
quedé yo
manifiesta, ida



de: "JAPÓN"


I

Hiciste la gran Tokio.
Y ahora recorrés
la ciudad más lejana del mundo
admirás
la arquitectura de los subterráneos
lo blando de estar
en otra parte.

Cuando estabas perforando
escarbabas
barajabas
preguntabas: “¿y si salto a través?
¿si hago una bola de chicle
con todos los que me lloran
y la pego bajo la mesa
hasta que cristalice?
¿si soy Nicolas Cage en `The Family Man´?
¿qué si salto a través,
hasta Japón?”

Japón está muy lejos. Tu cielo ya no es
el cielo de casa
y sin embargo
no es fácil
lo radical
la alienación perfecta
los ojos abiertos en plato
ante la pregunta                 
en Japón:
¿quién sos?



IV

quiero decirte
cuando la poesía te pareció difícil
ya sé
de vos
lo que no entendés
y lo que te olvidás



VII

escuchamos
las historias de Japón
alrededor de la mesa, los ojos
el vino
la salsa de soja (decís que al arroz le falta
porque no te sabe
devolver a Tokio)
ahora es la comida
luego será el té
yo asiento

la información se disemina
en el aire, pero está bien
eso nos hace sentir
que hay de sobra
los condimentos dan el tono
y es
como si habláramos un mismo idioma

yo querría convertir este lugar en un Japón:
vos estarías como en casa, perderías lo extraño
de lo extraño y la tristeza

yo perdería
la ironía de la distancia

qué liviano ha de ser el Japón


harías la distancia del regreso
y caerías, de ojos abiertos
aplicadamente
aquí        



XIII

debería aprovechar tus viajes para escribir
pero no tengo más palabras
un vacío
sellado con lacre
como esas cartas
lindas como tus regalos
desde lejos

todo florece
forma una película
finísima
que no nos deja partir
en busca de profundidades, espejos
o etimologías de tus espaldas
no querríamos eso
si quisiéramos algo
si nuestros pies no estuvieran
determinados
o tan disminuidos




XVII

Si algún día yo escribiese
una carta de despedida
no querría que sobrase
ni una sola palabra.

Una verdadera
carta de despedida
sería algo tan triste
irse y quedarse
con la última palabra.         

¿Dónde viven las cosas
que se dirían solamente
en una carta de despedida?
Cuando ya no importe
quién pierde.

No sé si alguna vez podré
elegir tan bien
cada palabra.

Es muy poco lo que se termina
con una carta de despedida
y sin embargo.

Una carta de despedida implica planificación
y yo no planifico despedirme
nunca
en todo caso me voy
pensando que tal vez la próxima.

Como pensarse muerto:
es brillante, es poético
pero después
es triste.

El final de la carta sería
el nombre propio
expropiado
o terminaría 
con un te amo
porque habría que amar a alguien
para despedirse, para decirle
que ya no nos espere
y ya no nos pregunte
no nos llame
y no nos pida
ya nunca
otra palabra.




XIX

¿Qué estás pensando exactamente?
Por eso no me gusta la gente de Tokio.
Yasunari Kawabata, País de Nieve


Un pájaro enjaulado


¿es un regalo?

¿es un mensaje?

¿es una pintura?

¿es un diagnóstico?

¿es un secreto?

¿es una explicación?

¿es un deseo?

¿es un gato?

¿es la verdad?

¿sos vos?

¿es un pájaro enjaulado?




XXVI

creí que cuando preguntaras
finalmente
el sarcasmo
iba a ahogarme
pero fue mirarte
desde quién sabe cuándo

sólo en tu voz
tuviste sentido
yo quería estar ahí
no tener que volver nunca
a contrastarte
con la calle y todo el resto
quedarme ahicito
donde habíamos quedado
antes de irse hoy de hoy
quedarme a comer
quedarme para irme con vos
a pagar fácil
a comprar japonerías

era hacérseme agua la boca
de ver el sentido en la vidriera
era el arco
de tus palabras hasta mí
¿eras vos diciendo lo siento?




XXVII

¿cómo pudiste?
digo: ¿cómo es que hoy pudiste?





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