sábado, 11 de junio de 2016

HÉCTOR ESCOBAR GUTIÉRREZ [18.869]


Héctor Escobar Gutiérrez

Héctor Escobar Gutiérrez (Pereira, Risaralda, Colombia 1941- 2014). Proclamado como el ‘Papa negro’ y considerado el precursor más sobresaliente del satanismo en Colombia. Su máximo nivel educativo fue segundo de primaria; esto no fue obstáculo para llegar a ser poeta, escritor y filósofo. A lo largo de su vida publicó varias crónicas y textos de opinión. Fue el autor de ocho libros: ‘Antología Inicial’ (1983), ‘Testimonios Malditos’ (1985), ‘Cosmogonías’ (1985), ‘Estetas y Heresiarcas’ (1987), ‘El Libro de los Cuatro Elementos’ (1991), ‘De los Mitos y Otros Poemas’ (2005), ‘Florilegio de Escándalos y Candorosas Aberraciones’ (2009) y ‘Sonetos Profanos’ (2009). Murió en Pereira su ciudad natal el 18 de octubre de 2014. Nació el 11 de junio de 1941.


Héctor Escobar Gutiérrez

Por Óscar López Alvarado
Estudiante de Licenciatura en Lengua Castellana
Universidad del Tolima


“El acto más lúcido del hombre es la transgresión”
Héctor Escobar Gutiérrez


Héctor Escobar Gutiérrez (1941- 2014). Poeta risaraldense, gestor de un terreno transgresor en el oculto velo del soneto; portador de la llama expresiva que comunica los mundos poéticos con los del misterio; asiduo navegante del ocultismo en toda representación; creador simbólico que compacta la alineación del hombre con los elementos. Es un escritor que con su poesía aborda los ámbitos míticos, donde lo desconocido se cruza con el enigma de la existencia, haciendo visionar al ser con la sórdida, trágica forma de la muerte: el encuentro con su laberinto.

Más conocido como el Papa Negro o el portador único del esqueleto del Diablo, Escobar es un leal promotor del Satanismo en Colombia que con labor autodidacta, alejado de academias y espacios intelectuales, logró conformar una vasta obra comprometida con un lenguaje propio. El ocultismo, lo ritualístico, el existencialismo y la magia, conjugan la vitalidad de sus versos en que se es participe de la trascendencia, de la reflexión e identificación. Cuestión de arquetipos. La perspectiva del Diablo como manifestación: un inconsciente recóndito; hechos místicos: su poesía matemática (La rigurosidad de 20 letras por cada verso) en su experiencia con los cuatro elementos; la visión del Mal: una potencia que lo alimenta y lo reconoce en su caos interno; como su visión critica ante la realidad y la vida.

El lector se encontrará con el pulido monolito del verbo, sonetos que llevan las partes de un todo espiritual del poeta en que con gran devoción plasma un legado, un encuentro con sus influencias y el fuego de un conocimiento ajeno al ojo humano. Héctor Escobar en Colombia, América y el mundo es el Poeta Maldito. Su voz ha sido hermanada y su oración exaltada. Es por ello, que la siguiente compilación de poemas, entre sus libros publicados y uno inédito, no es arbitraria en la esencia misma de la obra sino testimonio de lo que el poeta alguna vez dijo:

“Pienso y espero que cuando más adelante se hable de mi obra, debe surgir inherente a ella mi conocimiento y referentes mágicos. Así deseo ser recordado: como un Mago Negro, como Poeta y Satanista”.




Del libro Testimonios Malditos (1985)


FLORACIONES

Como una floración, extraña y multiforme,
Mis poemas resurgen con un acento propio;
Al calor de los vinos y los sueños del opio,
Mis poemas divagan por el espacio enorme.

El Diablo me los dicta con su boca deforme
Y temblando de miedo en el papel los copio,
De sus oscuras voces, en el acto me apropio,
Y las escribo en verso de medida uniforme.

Mis estrofas fascinan al cándido lector,
Velozmente lo sumen en abismos de horror,
Mis poemas exhalan un raro olor de azufre.

Mi musa sólo canta con preferencia al Mal,
Al hombre que naufraga en la sima abismal
Y que al verse sumido desconsolado sufre.


HAMLETIANO

Cruzan los cuervos el ojo de la noche
Con las alas del insomne suspendido,
Y en la negrura de su sórdido vestido
Reluce su nocturnal y áspero broche.

Mira su pupila la comba y su derroche,
-cual filosófico Hamlet, enlutecido-
Con su oscuro monólogo, enfebrecido, 
Aunando un cierto gesto de fantoche.

Ardua es la cuestión, la duda inmensa,
Y él mismo es el otro, ¡oh lucha intensa!
Con el fantasma tedioso que lo abate.

El príncipe vislumbra lunas ciegas,
Sus ojos dardan asconas palaciegas
Y con su espectro reanuda el combate.


INVOCACIÓN

Del Necronomicón leí el versículo maldito
Bajo la tenebrosa noche del gélido saturno,
Para evocar al monstruo, cuyo ojo taciturno,
Taladraba el firmamento con su rayo ignoto.

Prepotente era el porte de su ser de granito,
Híspido y serpenteante su pelaje nocturno,
Y las mil sombras, una a una, en riguroso turno,
Acudían a la llamada del necromántico rito.

Del fantástico libro pronuncié el conjuro,
-el terrible versículo de contenido oscuro-
Y las negras legiones acudieron premiosas.

¡El temor envolviose con su horda de espanto,
La delirante noche me encubrió con su manto
Y del Demonio entreví sus alas membranosas!



Del libro Cosmogonías (1985)


PROFÉTICO

La lectura de arcanos manuscritos
Bajo soles en llamas,
Afirma las visiones
Del anciano profeta y los oráculos.

Redoblar de cascos multiplicados,
Trompetas, justicia,
Mares ígneos, belfos
Eructando sus iras apocalípticas.

Continentes rasgados cual la seda,
Atlantes y gigantes
Refundidos con la sal y con la arena.

Malignos torbellinos estremecen
Los aires y la tierra:
¡la brújula apunta hacia el oriente!




Del libro Estetas y Heresiarcas (1987)

JOSÉ ASUNCIÓN SILVA

Melancólico esteta de nocturnos reflejos,
De pliegues y brocados en alcobas profusas,
De tapices mullidos, de artesones y espejos,
De áureas presencias y de sombras confusas.

Escanciaste el bouquet de los vinos añejos
Que con mano galante te brindaron las musas,
Conociste el misterio de murmullos y dejos
De las hadas fraternas y de obesas medusas.

Loaste de la infancia las dóciles ternuras,
Las mejillas rosadas y los castos ensueños
Con los tonos salientes de hondas amarguras.
“¡Poeta, di paso!” el cortejo de voces enlutadas,
Cinceladas con sabios y virtuosos empeños
Y vuela al encuentro de sombras bienamadas.


AUTORRETRATO

Tantrista, goético, del demonio devoto,
Asiduo lector de los impíos grimorios,
Iniciado en el arte de ritos amatorios,
En el desnudo altar deposité mi exvoto.

Del pavor en que vivo mi ser está inmoto,
Ardo en las simas de baratos ustorios,
Actúo tras la faz de rostros ilusorios,
Mi espíritu vaga desde un siglo remoto.

De las musas recibo sus mágicos soplos,
La rima decanto con buriles y escoplos
Y el ritmo percibo de las altas esferas.

Mi voz con fe musita su treno diabólico
Y a mi ser abrasa un círculo parabólico
En cuyo centro arden míticas hogueras.




Del libro De los Cuatro Elementos (1991) Tierra

XIV

Desde el fondo de la sima
Surgen brazos nervudos;
Ávidos dedos ganchudos
Rasgan la pradera opima.

Ellos se me echan encima;
¡oh, sus portes ventrudos
Me sujetan con mil nudos,
Su presencia me da grima!

Ellos me llevan airados
A los fondos soterrados
Do moran seres infectos.

Mi ser tras ellos enruto
Y con gran pavor escruto
Sus rojos ojos abyectos.



Del libro De los Cuatro Elementos (1991) Fuego


V

Me condenan a la hoguera
-es la sentencia suprema-
Se alza mi voz y blasfema
Contra la ley que impera.

Ríe la turba vocinglera
Y me enrostra su anatema,
Con una insidia extrema
La estulticia me lacera.

Sufro en medio del fuego
Y aún así piedad no ruego
Ni al monje ni al verdugo.

Crece el fuego en la pira
Y la plebe de odio delira
Porque no acepte su yugo.




Del libro El Punto y La Esfera (2004)


LO TEMPORAL

No caímos del tiempo. En él estamos.
Sólo el morir nos libra de sus redes,
De estas cuatro y altísimas paredes
Que nos impide ver a dónde vamos.

En el tiempo atrapados nos quedamos
Y por mucho que pienses jamás puedes
Ni podrás entender, por qué concedes 
Al amor el amor, si a Dios odiamos.

Todo nos contradice y nos apena
Por esta soledad que nos condena
A estar en compañía abandonados.

No hay salida posible mientras viva
Y siga el hombre yendo a la deriva
Dentro de estos espacios clausurados.


LA ORACIÓN DE JUDAS

Con el alma maldita por venderte,
Estoy en este infierno condenado;
Por hacerte sangrar en el costado
No puedo, buen Jesús, dejar de verte.

Por sentirme culpable de tu suerte
El corazón, sangrante, llevo ahorcado
Del palo de tu cruz, ¡Maestro amado!
Y éste será el estigma de mi suerte.

Mas, tú resucitaste, Señor mío,
Y yo sigo aterido por el frío
De un eterno desdén, incomprendido.

Pero tú sabes, Dios, allá en tu gloria,
Que mi traidora acción aunque irrisoria
Era un pacto con Cristo… y he cumplido.





Del libro Sonetos Profanos (2009)

SON TANÁTICO

De puntillas la muerte se aproxima.
Navega por las venas. Tras la frente,
La muerte agazapada se presiente
Y otras veces de golpe cae encima.

Cuán distante se intuye y qué cercana
Al comienzo y al fin de la jornada.
Jamás la muerte duerme. Descarnada
Va en pos de ti en la noche y la mañana.

Pisa tus huellas siempre, corrobora
Tu agonía constante hora tras hora
Y en el momento justo se aparece.

Dejas de ser quien fuiste, ya no eres…
Otra vida distinta nunca esperes
Cuando ésta que has vivido se oscurece.



Del libro De los Mitos y Otros Poemas (Inédito)

XXXIV

Se va mi intensa vida consumiendo
En la espiral del tiempo interminable;
Cual vieja torre, rota, deleznable,
Mi existencia entre ruinas se va hundiendo.

Sin dar tregua he venido descendiendo,
Paso a paso la escala irreparable
Que conduce hacia el límite espantable
De ese vacío en mí, que se va abriendo.

En torno mío, adentro, afuera… ¡nada!
Ni tan sólo el rumor de un alma amada,
Mitiga esta ansiedad que me tortura.

Sigo bajando al fondo de la escala;
Siento de pronto que mi pie resbala
Y que en mí se abre negra sepultura.


ALEISTER CROWLEY.
                                          Maestro Therion

Que Lucifer me asista al invocar tu sombra,
Cada vez que me apreste a recorrer contigo
El siniestro sendero eludiendo el castigo:
¡Hermano, mago negro, cuyo valor me asombra!

Que seamos para siempre emisarios proscritos
Por haber profanado de lo sacro el misterio,
Ocultado en la cripta de un alto monasterio
Donde antaño oficiamos los rituales malditos.

Que descendamos ambos a los fondos del Mal,
Sin temer al demonio que custodia el umbral
Con sus rojas pupilas de rayos incendiarios.

Que bajemos impávidos con nuestros ojos fijos
Hacia el hórrido averno de arcaicos acertijos
Para afirmar los pactos, secretos, temerarios.


XLII

Que era de un dios la arcaica sepultura…
Que en su nombre se alzaron los menhires…
Se afirmaba además -no eran decires-
Que el Diablo custodiaba esa negrura.

Se afirmaba también que un hechicero
Junto al dios había sido sepultado
Y que él, en ciertas noches evocado,
Se aparecía con su rostro fiero.

El sitio era espectral; pero en el acto,
Encendí el negro cirio mortecino
Para hacer con el brujo un cruento pacto.

Sin embargo hoy me acuso en lo profundo
Por cometer el torpe desatino,
De haberlo hecho venir del otro mundo.


LXIX

Pactemos con el Mal que nos impulsa
Desde abajo y arriba y el subfondo;
Pactemos con Satán, que desde el fondo,
A nuestra alma la inspira y la compulsa.

Pactemos con la fuerza que nos lanza
A blasfemar de Dios y la existencia;
A sentir ante el Bien la indiferencia,
Porque el Mal es afín con la venganza.

Vivamos con nuestra alma consagrada
Al servicio irrestricto del Demonio
Y su angélica hueste sublevada.

Reneguemos de un Dios que nos conmina
A rendirle alabanza y testimonio,
Aún sabiendo que es él quien nos fulmina.


 http://www.laraizinvertida.com/





POEMAS DEL “DIABLO” 


Me Condenan
a la Hoguera

Me condenan a la hoguera
es la sentencia suprema
se alza mi voz y blasfema
contra la ley que impera.

Ríe la turba vocinglera
Y me enrostra su anatema,
Con una insidia extrema
La estulticia me lacera.

Sufro en medio del fuego
Y aun así piedad no ruego
Ni al monje no al verdugo.

Crece el fuego en la pira
Y la plebe de odio delira
Porque no acepte su yugo.


Satanás
Ronda en la Roca

Satanás ronda en la roca,
En la herrumbre mineral,
Desde su hondura abisal
Derruye todo lo que toca.

Nuestra voluntad apoca
Con su malicia infernal
Y allá en su averno fatal
Nos condena y nos enroca

Satán anida en la piedra;
Nadie —ni dios lo arredra—
Su maldad jamas reprime.

Si nuestra alma fulgura
El la hunde en la negrura
Y con gran saña la oprime.



.


No hay comentarios:

Publicar un comentario