sábado, 14 de marzo de 2015

LÓPEZ MILTON LÓPEZ [15.208] Poeta de Argentina


LÓPEZ MILTON LÓPEZ

(Bahía Blanca, Argentina, agosto de 1987)
Durante el 2005 y 2008 asistió al taller Acción Literaria coordinado por Marcelo Díaz. Cursa desde el 2006 el profesorado en Letras. Formó parte del colectivo editorial de la revista Rigoleto. Participó en el 2007 y 2008 del taller Ruta 33, coordinado por Daniel García Helder. Leyó en ciclos y festivales como No es la luna (organizado por Lucía Bianco y Marina Yuszczuk, Bahía Blanca, 2006), Poesía de acá (Mar del plata, 2009), Paraná Féstival (Centro Cultural Juan L. Ortiz, Paraná, 2010), Sin guardafaro (Fremo, C. C. Huevo Duro, Punta Alta, 2010), Poetas de Estación (Estación Rosario, Villa Mitre, 2011), entre otros recitales. En agosto del 2011 publicó su primer libro, "Impreso en papel vegetal", La Propia cartonera, Montevideo, Uruguay. En Septiembre de este año se editó en Rosario su segundo libro, “El quinto sueño”, Ivan Rosado ediciones. Difunde editoriales independientes en ferias y por delivery de libros. Actualmente concurre al taller de poesía de Roberta Iannamico en mercado Amundsen. Además juega al fútbol, dibuja y pinta de manera amateur.



DE IMPRESO EN PAPEL VEGETAL. LA PROPIA CARTONERA, MONTEVIDEO, 2011


Viernes 23 de marzo
pasan los cuarenta grados de calor

Departamentos y oficinas gotean a la calle
el sudor de los split. Por la franja húmeda
unas nenas van pegadas a la sombra
corren las yemas en el vidrio en la roca.

En un negocio dejaron ornamentos navideños
y en el plástico de las borlas veo mi cara roja.
Pasa otro grupo de niñas jugando con serpentinas
ellas pueden fabricar el invierno con sus dedos.

Pero es viernes 23 de marzo
y el verano vuelve acarreando
esta temperatura mortal: cuarenta y seis grados
la sensación térmica. Empieza a incomodar
las nenas corriéndose una tras otra
con su espuma de Rey Momo.

Cuando entorno los párpados se juntan las gotas;
como si las construcciones también se derritieran
en medio del tránsito los autos son lanchas
flotando entre porciones disueltas de materia.


Hipermercado

Racimos de una rama
desperdigados por la calle
pisados por los autos.
Puertas que abren automáticas
la gente entra al hipermercado.
Salen changos cargados de productos
-previamente escaneados, embolsados-
se oyen las ruedas por las veredas
de la manzana, luego vacían
su contenido en domicilios aledaños
y son abandonados.
Puertas adentro del depósito
un grupo de empleados aplana las cajas
otro más tarde las vuelve a armar y las apila
-repletas de envases de hogar y perfumería
que en el traslado resultaron dañados-
para que el camión las devuelva al proveedor.
Empieza otra vez la historia. El conductor
pone marcha atrás en la palanca
y al salir del galpón pisa los granos aplastados
que del aromo se vuelcan a la calle
inundando la cuadra con su viva fragancia.



Caño roto

Manzanas pasadas agua podrida
del caño que hace días se rompió. En la esquina
la verdulería promueve su nueva oferta:
un kilo por un peso con cincuenta.
Para dulce para puré para licor de manzana.
Los nenes como siempre en el medio de la inundación
discurren entre obreros y moscas
van con un palo que usan de remo
subidos a una balsa plana, que avanza lento.
“¡Agua pudrida! ¡clueca!” grita el señor. Cuando oscurece
nos enteramos que la luz se cortó.
Prenden velas a lo largo de la vereda
la calle es un torrente que baja, procesión
por las orillas este riíto nos va
marcando a fuego la retina, envolviendo
y en las cejas cala hondo la acidez
de la fruta fermentada.


DE EL QUINTO SUEÑO. 
IVAN ROSADO, ROSARIO, 2012

El campito

Atrás del campito donde jugábamos al fútbol
parece un empapelado de edificios, con antenas
que en la tormenta nos protegen de los rayos.
Le decíamos campito porque los yuyos crecidos
nos marcaban todas las piernas, como latigazos.
Una mañana vino el hombre de la bordeadora
y dejó todo bajito. Se podía andar sobre el rastrojo
como en una cancha de pasto sintético.

A veces la pelota se caía al canal, estaba lleno de agua
y en verano renacuajos, basura, yo me ofrecía a bajar
me sumergía hasta el pecho y nadaba perrito hasta rescatarla
cuando no quería los demás chicos me alentaban:
dale 4x4 buscala todo terreno y yo terminaba cediendo
aunque después tenía que seguir con las zapatillas mojadas
y a la noche me picaba el sarpullido de la piel.

Ahora el canal está seco y cercado, ya no se puede nadar.
Tampoco se puede jugar al fútbol en el campito
porque en el medio levantaron un monumento a Cesar Milstein.
Pasa seguido un empleado municipal, llena bolsas y bolsas de pasto.
Si tiro de una punta del cielo y remuevo el empapelado
va a haber mucho campo, para armar partidos.
Ahí van los hermanos Coque y Tito, están más flacos,
¿Se coparán para patear unos tiritos al arco?


La remera de Rodrigo

La remera lila con la cara de Rodrigo, 
el potro cordobés, y abajo dice Rodrigo
en imprenta negrita. Sus ojos negros
perdidos en un punto de la cámara.
Se lo ve lúcido, aunque el estampado
se empezó a desgastar y sin lunar 
su rostro ya no tiene ese aire de estrella.

Quería escribirle un poema
a la remera que conseguí
en Sierra de la ventana.
Yo no escuchaba Rodrigo, pero paseaba
por los comercios del pueblo y la vi
lila, tornasolada, a precio módico 
y la compré.

El Potro había muerto
hacía seis, siete años, 
la tela también va a degradarse,
pero su cuarteto no morirá.

Lamparones de fernet soportó la remera,
se abrió el hombro en un partido de fútbol,
después mamá le metió hilo y ahora la veo
casi seca en el tendal del patio, lila,
tornasolada, con el hombro zurcido
y dos broches la sujetan para que no se vuele.



Techo de chapa

Una gota 
en la chapa, otra,
el crujir de la madera
después de la helada.

Otra gota en la chapa,
nos recuerda esta lluvia
que nuestro techo es de chapa.

Cuando venga el próximo censista
será 2020, y podremos decir
“revestimiento”, o a lo mejor
“membrana”.

Se filtra llovizna
entre las grietas 
de la chapa
la gotera humedeció
un lado de la cama
nos acurrucamos los dos
en la otra plaza.



INÉDITOS, 2011


San Salvador

Llovizna
a la vera
del Xibi Xibi
comienza a
lloviznar.

Llueve
en la calle
Lavalle se
larga a 
llover.

Finísima
se ve flotar
agua nieve.

Cruzando el puente del Xibi Xibi
se está mojando una pancarta
de la CTA.
Armaron carpas frente al arroyo
unos descansan otros afuera
no tienen sueño.
El escenario de la proclama
tiene colgada una bandera:
Tupac Amaru.
Más adelante, en gendarmería,
uniformados esperan
el colectivo, mirando al puente.
En la plaza de la intendencia
un hombre con delantal de enfermero
prende un cigarro.
Se larga más fuerte 
a la orilla del Xibi Xibi
los sapos cantan.



El sol sale entre las nubes,
hace brillar la espuma en el balde.
Con un pan de jabón
Felipe friega su camisa blanca,
aunque todavía no la haya ensuciado.



Un grupo de policías.
Revisan las pilas y compran
en el puesto de discos piratas.




palets

Un sillón hecho de palets que sobraron de la construcción
Una silla una mesa hechas de palets que sobraron 
de la construcción el elástico de una cama hecho de palets
que sobraron de la construcción
a un palet que sobró de la construcción
lo usan de puerta a otro palet
lo usan de techo o con cuatro palets más
que sobraron de la construcción y son paredes 
una cerca hecha con palets que sobraron de la construcción
los Pibes están en la calle
arrastrando un carro
que hicieron con un palet que sobró de la construcción
los Pibes
están destruyendo un palet
para hacer el fuego.




2012


Motosierra

Ese árbol
-colmado de mirlos
como frutos negros-
ensuciaba los autos
estacionados, y fue
podado, ahora solo
es un tronco
de nudos llanos
en la vereda blanca.





Las relaciones del hambre, Lamás Médula, Buenos Aires, 2016.


1 (el horizonte es una ilusión)

batir las palmas de las manos
frente a la luz
la última justo detrás
de árboles en hileras en el fondo del horizonte
donde la visión se opaca
por su declive
en la belleza sutil del viento


4 (el desplazamiento de las esferas)

la discordancia de lo ajeno
el relato de las gotas que en la lluvia
se desplazan por esferas
y en la partitura de los sexos sobre el borde puro
el cuerpo como cuerpo
atraviesa la atmósfera de las horas fatales
el grado de silencio
en la emancipación de lo que cae
sobre la leche que de los pechos cae
y se inyecta
en la extensión genética del retoño


9 (mar adentro)

mezclándose
las aguas de un color entre huérfano y turquesa
de jurar y consentirse
no así de búsquedas
destila en perfecto orden
hacia un insomnio
a solas flotante de sombras
soy ola parlante    dice
apenas un roce
y dice también
línea azul en el recorte del horizonte
mastica, engulle
mezclándose las aguas en el torbellino
la ruta se pierde y encuentra
en el origen mismo de cada centro
vierte en su anterior
la marea roja imperceptible en los huesos
vueltas en círculos para volver a encontrarse
en ese pedacito de agua del comienzo


17 (agua que se suelta)

ver
con la luz escasa del crepúsculo
el agua que se suelta de las manos
el trasfondo claro del recuerdo
la imagen cruzada por la imagen misma del presente
en su cara
aseverando los cimientos del principio
fueron aves las que irrumpieron el silencio
como cuchillas sobre los latidos del cuerpo
el alimento que conforma y hace
de la voracidad
este instinto de supervivencia





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