miércoles, 7 de enero de 2015

IÑAKI CARRASCO GONZÁLEZ [14.423]



Iñaki Carrasco González

Iñaki Carrasco también es Iñaki Zegé y muchas otras cosas.

Nació en Madrid y otros lugares en 1976. Estudió Restauración, Ingeniería Informática, Filología Hispánica y Música. Aunque nunca ha ejercido como topógrafo.

Escribe desde hace mucho tiempo y no.

Es autor de un blog del que no daré el nombre.

Participa habitualmente en lecturas como lector y como oyente.

Aparece en la antología “Manos a la obra dos” (Fuentetaja 2011) y ha publicado un poemario titulado “Pequeños holocaustos sin importancia” (Ed. Amargord 2012)




ESTO ES BROKEN ARROW, OKLAHOMA...

Esto es Broken Arrow, Oklahoma,
aquí vive Jodie, tiene 26 años,
trabaja en una lavandería industrial
desde la mañana a la noche,
de cuando en cuando le dejan salir
a echar un pitillo
en la parte trasera de la nave,
fuma allí junto a la alambrada del recinto
y los contenedores de basura.
No puedo decir que Jodie sea tonta,
todo lo contrario.
Además, es bastante atractiva
para ser una chica del west south central
—aunque tiene las caderas anchas—.
Jodie no fue a la universidad,
de hecho, no terminó la secundaria.
Dice que andaba metida en drogas,
la metha y todo eso.

Dice que no conocía otra cosa
 y que se fue por el mal camino,
que hizo cosas malas que no quiere explicarme.
Luego se quedó embarazada,
volvió a su casa en Broken Arrow
y estuvo entrando y saliendo de un centro
durante dos años.
Ahora tiene una hija a la que casi no ve,
necesita estar todo el día
trabajando en la lavandería,
hacer horas extras y de cuando en cuando
algún trabajo eventual
para poder pagar las facturas.
A veces sale a fumar,
observa el sol a través de la alambrada,
se frota las manos en las caderas
para quitarse el frío
y junto a los contenedores de basura
vuelve a pensar en aquel tipo de la 91 oeste
que de cuando en cuando le fiaba un gramo.





Pequeños holocaustos sin importancia
Colección Avena loca
Ediciones Amargord. 2013




Habló alguien de los bárbaros hace tiempo
cuando todo parecía que se hundía
y no había otra opción que dejarnos arrasar
Entonces yo deseaba a los bárbaros
Esperaba que llegasen sentado en la plaza frente al foro
mientras, todos los demás huían
alguien recitaba a solas a Cátulo y a Propercio
el sol del amanecer me iluminaba el rostro
y un viento suave despeinada nuestros cabellos.

Mientras, los demás morían entre el tumulto
de la estampida
y había más sangre en las bocanas de los puertos
sobre el empedrado de las calles
y en los andenes del metro
da la que jamás hubo en las manos de los bárbaros




Tenías razón

Madrid es una ciudad de invierno
 
Es una ciudad de invierno
como otras lo son de verano o de otoño
 
Madrid -ahora- es una ciudad
abandonada por los pájaros y los peces;
los peces que han volado a otra tierra más cálida
los pájaros que, simplemente, han muerto
y ahora es diciembre, es febrero
que ha deshecho hasta helarlos
los huesos más pequeños de mi cama
 
Ahora la nieve escapa entre las articulaciones
y Madrid es más fría, más triste
en el hilo musical de los comercios vacíos






Levantarme temprano los días laborables
los fines de semana también
aunque me haya acostado tarde
si tengo que ir a trabajar
paso la mañana esperando
que dé la hora de salir
si es festivo ocupo el día
en hacer la limpieza
en ordenar la casa
y otras tareas inútiles
De pronto se ha hecho tarde
y está más cerca la noche de lo que esperaba
si estoy en el trabajo me alegraré
se acerca la hora en la que abandono cualquier responsabilidad
si es un día libre y estoy solo
siento pesadumbre y un poco de angustia
Como, ceno, desayuno
cuando es la hora de hacerlo
Dejo pasar el tiempo porque es lo que toca
porque espero que algo suceda
 
Es lo que hace todo el mundo 




 
Pequeños holocaustos sin importancia
 
Acaba de sonar en mi móvil una alarma que dice
hoy a las seis de la tarde comienza el deshielo de los polos
Una nota en el frigorífico recuerda que
el próximo jueves está previsto que se desate
la hambruna definitiva
Pienso en ello mientras reparo
en un post-it sobre el escritorio, al lado del portátil
en el que advierte que será esta mañana, sobre las once
después de la hora del café
cuando cientos de funcionarios salgan a la calle
y entreguen a todos los extranjeros, sin distinción de raza
nacionalidad o color de piel
en un sobre verjurado con solapa autoadhesiva
conteniendo en papel timbrado de ciento diez gramos
la orden de extradición
Mi agenda de sobremesa semana vista apunta
que de aquí al martes
todas las especies en peligro de extinción
incluyendo el albatros de Ámsterdam, el gorila de montaña y el
Liquen de Felt boreal
habrán desaparecido
Y en mi cabeza algo dice
no pasa nada
pequeños holocaustos sin importancia
 
 






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