martes, 20 de mayo de 2014

NINA DONOSO CORREA [11.750]


NINA DONOSO CORREA

(1917-2013) nació en Valparaíso, CHILE y allí inició su carrera literaria en el año 1940, publicando simultáneamente en los diarios "El Mercurio" y "La Estrella", y luego en diarios y revistas de Santiago.

En 1942 obtiene el Primer Premio en el Concurso Panamericano convocado por la Sociedad Bolivariana de Chile, con motivo de la celebración del centenario de la muerte de don Bernardo O'Higgins.
En 1945 edita su primer libro: "Poemas" , que encuentra una favorable acogida de la crítica.
Su obra "Miel y Ceniza" , inédita, obtiene el primer accésit en el concurso organizado en 1947 por la Sociedad de Escritores de Chile, en el que participaron 120 poetas, siendo la única mujer premiada.
Publica, en 1947 "Entre el Pan y la Estrella". En el año 1950 es invitada a Montevideo, Uruguay; para dar una conferencia sobre Gabriela Mistral.
En 1952 se le otorga el premio "Alerce" de la Sociedad de Escritores de Chile.
Sus obras "Poemas para un Difícil Olvido" y "Sonetos y Madrigales" , aparecen sucesivamente en los años 1957 y 1981.
Es también autora de una "Antología de la Poesía Femenina de Chile", editada en 1974 y calurosamente elogiada por la crítica.
Otras distinciones alcanzadas por Nina Donoso por obras inéditas son:
Premio en los "Juegos Literarios Gabriela Mistral", 1984
Mención Honrosa en el "Premio Municipal de Literatura", 1982
En 1986, La Ilustre Municipalidad de Valparaíso, le extiende "Diploma de Honor", por su participación en el programa oficial de los 450 años del descubrimiento de Valparaíso.
El año 2003, edita su libro "Carta Lírica a Valparaíso".

ALGUNOS JUICIOS SOBRE NINA DONOSO:

"Muy hermosos sus versos, muy vitales, llenos de frescura y de logros poéticos subidos. No abandone su mensaje; nunca el mundo ha estado tan necesitado de voces directoras y justicieras como ahora"
Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura

"Predestinada a éxito. No habíamos visto en la poesía femenina chilena esta nota sarcástica dada con finura, ni este recogido aguijón al que le falta muy poco para lanzar su gota de veneno"
Alone, Premio Nacional de Literatura (1948)

"He gozado con la lectura de sus poemas en los que he encontrado una forma auténtica de poesía. No la mera armonía de las palabras y frases, sino matadoras que resultan de la intuición de conexiones reales de la percepción de algo profundo y hondo de las cosas, del alma y del Universo, lo que hace que sus poesías se manifiesten, al mismo tiempo, como penetradas de filosofía"
Enrique Molina Carmendia, Filósofo. Ministro de Educación (1948)

"Cultiva con gracia el soneto; domina su forma y trasciende el destino de los catorce versos que bien pueden ser ríos, colinas o puentes para que deambule la artista. Los finales son perfectos y sugerentes, sin olvidar la síntesis. Nada se destruye y flota siempre en esta poesía un hálito cristiano de la mas noble raíz"
Carlos René Correa (1981)

"Un brevísimo libro nos trae poemas de Nina Donoso: "Páginas de Ayer" . Obra de nostalgia y acento bíblico, que demuestra oficio e inspiración, digna de ser leída y pensada"
Hernán Poblete Varas, Academia Chilena de la Lengua.




POEMAS 1945 (selección)


INQUIETUD

No, no es a ti amor a quien deseo,
ni a ti ternura con dulzor de miel;
es la canción que me ha robado el viento
la que me ha padecer...

No eres tú soledad dispensadora
de la serena paz
ni tu alegría de las horas blancas
lo que añora mi ser.

Es la estrofa en que sueño noche y día
la que me ha padecer...
Ni el anhelo de huir que ayer tuviera
ni la doliente tentación del mar;
es el verso sin voz que me atormenta
es la llama interior de mi gran fe,
es este, no sé que, lo que me angustia
lo que me ha padecer...







EN RECUERDO

Porque tenía el corazón alegre
y un palomo dormido en la garganta,
amé la nota de su frase tierna
y aún me pena en el alma su recuerdo.

Porque era dulce, irónico y lejano
y el viento se enredaba en sus cabellos,
porque aromaba el canto y endulzaba
la espina que en la rosa me ofrendaba...
Porque gusté con él las noches pálidas
y sorprendimos juntos el encanto
de un beso bajo el agua...

Porque era triste a veces
e inundaba mi alma de tristeza,
porque me amaba tierna, inmensamente
y nunca dijo nada.
Por eso su recuerdo es como un cíngulo
de apretadas estrellas en mi alma...







CUANDO FLORECIERON LAS PRÍMULAS

Dijo el ángel que pulsaba
el arpa de la esperanza:
cuando florezcan prímulas
la niña tendrá los ojos
como la flor de la alfalfa.

-¿Qué más quieres niña mía
que el ángel está esperando?...

-Quiero mis ojos azules
y mi cintillo de plata
dos alas de mariposa
y una canción para el alba...
Ya florecieron las prímulas
y el ángel está esperando;
corre niña que te aguardan
tus alas de mariposa
y tus ojos como alfalfa.
Y dijo la niña blanca...

-Que el ángel se vaya al cielo
con sus arpas de esperanzas;
mientras florecen las prímulas
y los tréboles me cantan,
mi corazón se apresura
para el amor que el aguarda...






ROMANCE A LA MUERTE DEL PROSCRITO

Primer Premio en el Concurso Panamericano
a Bernardo O'Higgins, auspiciado por la Sociedad
Bolivariana de Chile.

A Montalván se fue un día
caballero sin igual...

¡Ay! fue porque quería
que lo mandaban proscrito
desde su suelo natal...

Pena del viaje obligado,
pena de no volver más;
caballero que se lleva
por fortuna la nostalgia,
caballero que no torna
a su suelo nunca más.

-¿De dónde vienes viajero?-
preguntan las amarillas
corolas del amancay...

-Vengo a olvidar los laureles
que la gloria me ofrendó,
vengo a expiar faltas ajenas
que así lo ha querido Dios.

-Yo soy aquel general
que encendió la roja antorcha
del sol de la libertad,
yo, el que ofrendó a la patria
la gloria de un ancho mar,
yo, el que me muero de pena
lejos del suelo natal...

Caballero, caballero
que vienes para olvidar,
cuelga la flor del recuerdo
que hasta la patria lejana
ya no volverás jamás...

Cuando la rosa del día
se empezaba a deshojar
y cayeron once pétalos
al ánfora matinal,
cayó polvo de tristeza
obscureciendo el rosal,
se encendió una estrella negra
en el cielo de cristal
y sobre los claros ojos
del valiente general
cayó el párpado enlutado
de la guadaña fatal...

Murió don Bernardo O'Higgins
de pena y de recordar,
no gimieron las guitarras
de la risueña Chillán,
ni doblaron las campanas
de Santiago a funeral.

Caballero, caballero
que viniste a olvidar,
ya descansas para siempre
bajo tu cielo natal.

Tordos troveros te canten
en albas estremecidas
y cristales de campanas
repiquen himno triunfal.

Traigan las frondas rosadas
sus frescuras de rocíos
para empapar las heridas
del dormido general.

Toquen clarines y dianas,
que hace cien años que duerme
el último caballero
que en torneo sin igual
ganara para la patria
un cielo y un ancho mar.




Poemas Para un Difícil Olvido (1957)

RUEGO

Yo te pedí subir por las espinas
para llegar hasta la rosa pura
intacto aroma se volcó en mi pecho,
no tengo dudas.

Pódame ahora la defensa esquiva
y deja sola la corola abierta
viene la tarde de topacios ebria
alguien se acerca.

Para esa mano que tantea aromas,
para esos ojo que buscan el cielo,
1íbrame de la espina punzadora.
Abre el sendero.

Y traspasado en luz ponga en su pecho
el mismo amor que por su amor yo siento;
mídenos ya en balanzas de ternura
y danos tiempo.





LÁGRIMAS

Camino de las lágrimas que sigo
buscando el hondo mar que las produce
por el paraje del dolor conduce
al pastor sin cayado y sin amigo.

En concilios de llantos y sollozos
su rebelde principio torturado,
buscó la luz del ojo enamorado
que las vertiera en lágrimas y gozos.

Surca pausadamente mis mejillas
y detenido cerca de mi boca
su azul río de sal ya se desboca.

Saltan al pecho, siguen de puntillas,
mas, al caer sobre mi mano inerte,
vuelvo otra vez a amarte y a perderte.






DESPUÉS DE AQUEL AMOR

Después de aquel amor de gracia y sueño
y un lento devenir de soledades,
subió mi corazón de pena en pena
en pos de olvido.

Y estando así por tanta rosa herida,
esta mano que va por las entregas
acarició tu pedestal de nieve,
de nieve y fuego.

Mas al mirar más lejos de tu vuelo
mi ala solitaria describía
giros inciertos.

En pos de aquel que huía liberado,
arcángel y plumaje, lirio y ala,
amor distante.






ESTA ELEGÍA

Me trajeron muerta una tarde,
sus manos tibias, sus ojos mansos,
su frente grande.
Novia del viento, novia del agua,
leño amoroso, paz de mi casa,
claro diamante.
Hada que andabas al mediodía
entre los panes y los manteles
como un arcángel.
Hada que ibas por los caminos
llenando de oro mi falda blanca.
¡Mi casa alegre, lejana infancia!
Me trajeron muerta una tarde,
mis dos hermanas, todas mojadas
de lluvia y lágrimas.
Me cayó entonces sobre la frente
dura montaña de sal amarga.
Cerré la puerta y en la vereda
fina y solemne como una estatua
ella, la eterna me dijo: Canta.
Vereda abajo fuimos cantando,
el mar intacto, la luna casta.
¡Lo que cantamos aquella tarde
ebrias de pena, de espanto y lágrimas!





POEMAS DEL DOMINGO


I

El día me sonrió. Había música
de lluvia en el jardín.
Hoy es domingo -me dijo la almohada-
y desde los cercanos campanarios
-Hoy es domingo- dijo una campana.
Pensé en palomas y ordenadas plazas...
¡Dios mío! Hoy es domingo.
¡Cuándo no habrá domingos y campanas,
ni recuerdos de plazas y palomas,
ni visitas, ni radio ni reloj!


II

Junto al fuego estudié mi diccionario.
Luego hablamos de Mozart y de Bach.
Tomamos un té largo y aburrido
mientras mi duende verde contemplaba
la lluvia desatenta deshojando el jardín.


III

Me olvidé del domingo. Por la noche
junto al fuego soñé: Yo era una llama,
una estrella, una leona, un alhelí.
Un vientecillo de boldos y mentas
era mi amante.
Me alimentaba de silvestre miel.
¡Era un hermoso entonces sin murallas,
sin caballeros, sin bellas señoras,
sin domingos, sin charlas y sin té!
-También yo digo cosas demenciales-,
¿hay mariposas? Le pregunto al sol.
¡Hace tiempo que no hablo con palomas!
Las hormigas devoran elefantes
mientras yo bebo alguna mezcla infame
de hastío y de alcohol!


IV

El otoño se muere en mi ventana,
mi insobornable soledad se llena
de nieblas y corolas. Es obvio detenerse.
Hay que seguir apacentando ideas
amarrando vocablos,
decorando de lunas y violetas
el sideral hastío que me habita.
No. No es posible reconstituirnos,
pero, dime ¿cómo era esa ciudad
y aquella desdoblada primavera
tan aromada de carbón y sal?
No. El tiempo no vuelve es imposible.
Sin embargo me queda sólo esto:
el vagar por las calles del recuerdo
buscando prolongarme todavía...


V

Te acuerdas de esa dulce adolescencia?
La música del mar, la ventana entreabierta
y ese olor de praderas submarinas
dialogando en el viento.
Fue un domingo. ¿Te acuerdas?
Mi memoria comienza con tu recuerdo
y termina un octubre malherido,
un octubre de llantos y de odios,
un domingo.


VI

Ya es noche,
una sombría noche de domingo.
El reloj dispersó mi alegoría.
Hay que dormir me dice. Hay que dormir...
El sueño me saluda,
el viejo sueño por mi frente avanza,
y allí abajo el acacio, tu cabal juventud,
los madrigales salados de tu lengua,
tus pasos resonando en el asfalto...
¡Bendito sueño que el amor habita!





POEMA DE LA ESPOSA

Todo lo que yo digo es transparente.
qué quiere usted? El tiempo es implacable
me persiguen el reloj y los deberes.
Después de tantos años de discutir llorando
se acostumbra la mano y la rodilla,
se acomoda el lenguaje
y uno comienza a confundir la piedra con la rosa
y a escuchar lo que dicen los duendes
y los pájaros.
¡He visto tantas veces florecer las higueras.
He visto bajar hombres y dioses de los astros!
-¿No es posible entonces que algún día
la piedra me salude y el tiempo se detenga?
Entonces escribiré posiblemente de estas cosas
que yo vengo diciendo ala viento, a las praderas
y a las flores.
Ayer, mientras tendía los pañales
y el viento conversaba con los árboles
un caracol me dijo: ¿te acuerdas de la muerte?
Buena cosa es morir cuando se vive
con el tiempo a la espalda,
las manos escarchadas
y un agua melancólica en el pecho
y un contenido llanto...
Buena cosa es morir cuando se vive
con el lodo pegado a los zapatos,
con un ala arrastrada hacia la muerte
y una fábula verde entre las sienes.
-El viento se ensañaba en mis pañales
llevándolos en andas por el huerto.
Buena cosa es morir.
Y yo pensaba. ¿Morir ahora cuando el hijo duerme?
-¿Morir cuando el sol brilla?
¿Quién cambiará el pañal a mi pequeño?
¿quién le dará la leche si la muerte
me marchita los pechos y las manos?
¡Ah, no puedo morir!
aunque me irrite el viento
y el caracol me diga:
Oye usted? Un moscardón entró por la ventana.
La olla hierve, el niño parlotea con la lámpara.
El agua corre. El viento juega ahora con las nubes
y los pañales bailan...
¡Yo no me puedo ir, no ahora ni mañana!
¡Siempre hay un imposible en mis mañanas!
una música alegre que me llama de la cuna al jardín!
¿No la siente crecer entre mis manos,
en el aroma tibio de mi pecho
y en el umbral maduro de mi casa
por donde viene y va el amor cantando?




OH, MAR AMANTE

Rescatado secreto del lenguaje.
¡Oh, mar amante que mi sed enciendes,
antigua herida que el costado hiendes
bajo el impulso fiel de tu oleaje!

De nuevo el corazón en el paisaje
se estrella atormentado en tus amuras
y adivina las cándidas ternuras
que nos siguieron desde el primer viaje.

Años ya van desde el primer impulso,
años que ciego el corazón convulso
reclama el festival de nuestro encuentro.

Llévame al fin, oh, mar, aguas adentro
y el alma entera puesta de rodillas
desátala en canción en tus orillas!






AMOR HERIDO

Reniego de este amor… Tómalo…
Guárdalo.
Tú lo sembraste en mí en un ciclo lunar,
en un minuto de sinrazón, de éxtasis, locura,
de borrachera tal y de abismal demencia
que aquí me tienes, mírame, contémplame…
Con este amor crecido tan adentro
que me ha llenado el pecho
de sombra y soledad.
Estoy fuera de mí, me sale por los ojos
en un río de alucinado llanto
y avanza entre mis dientes
en un monstruoso fruto de palabras.
Odio este amor.
Lo odio desde que tú lo heriste.
Desde que lo vendiste por un poco vanidad
y por cuatro monedas de lujuria
Odio este amor, por necio, por romántico
por puro e inefable, por barroco.
Porque yo fui en la fiesta Don Quijote
y tú fuiste tan solo "del Toboso"
Toma tu amor. Recógelo. Te lo doy por gastado,
por vendido. Haz con él lo que quieras…
Ya no me importa nada!
Arrójalo a las fieras, llévalo a la plazuela
que se ría la plebe de este sentir caduco,
de este amor decadente
habitado de liras y sonetos.
Tíraselo a los perros, llévalo al lupanar
cámbialo por un beso…
por el beso de Judas Iscariote
por las cuentas de vidrio de una mujer cualquiera.
¡Pónlo en tu corazón, sucede a veces
que la piedra florece cuando le cae llanto
de la altura!
Póntelo en el sombrero…
Tal vez al contemplarlo alguna dama
te diga: Caballero.
Te devuelvo tu amor. Ya no lo quiero.
Y pensar que era blanco, casto, lírico
que era… toda la Primavera!
Era un amor romántico, de juglar y pirata,
un amor evangélico…
Tenía el llanto de María Magdalena
y la fe de Penélope.
Tómalo , te lo entrego,
Hazlo existencialista, abstracto, conceptual,
racionalista. Muéstralo a tus amigos
y cuéntales y ríete con ellos…
Es tan gracioso hablar de amor
en la centuria atómica
y demostrar que es posible ser creacionista.
Toma tu amor, desde que tú lo odias, yo lo odio
Desde que tú lo ensucias, lo abomino.
Se lo ofrecimos todo:
Las mil noches de amor y las mil fábulas
un puñado de auroras y crepúsculos
el cintillo de Orión,
la voz del árbol, la canción oceánica,
el armiño del Andes,
La caridad de Cristo. Los tercetos del Dante.
Le dimos por rivales a Shakespeare y a Rimbaud.
Lo armamos caballero bajo una luna blanca
y lo condecoramos con la Orden del Laurel.
Se lo ofrendamos todo, de todo renegó.
Me aplastó las cien alas que me nacían
desde mi frente a Dios!
No cupo entre tus manos
Y fuiste derramando su agua clara
en las pequeñas charcas del olvido
sin pena ni dolor.
¡Ya ves, tu pequeño amor, tan pequeño y sutil,
te lo devuelvo hermoso como un río
que va cantando al mar de su morir!




LLENA DE GRACIA

Llena de gracia porque Tú me miras,
me deshago en tus límpidos torrentes;
tómame así de frente en el espacio,
ala silvestre.

Desintegrada en sombra, exigua piedra
palpo en la llama tu raíz de lumbre
y no te busco más porque te encuentro
en todas las presencias.

Oigo el silencio. Siento Tu llamado
y es como contemplar Tu inmensa frente.
Una estrella se evade de la altura.
Tú me proteges.

Coge mi oído musicales verbos
y te descubro en salmo y en plegaria
y no digo Tu nombre porque eres
sólo silencio.


Mayor amor en un minuto ciego
no tuvo corazón atribulado,
mas, Tú me miras, yo te reconozco
y me arrodillo y tiemblo.




CREPUSCULAR

Allá en las blancas dunas caracoles marinos
aún conservan la huella de tus dedos de seda.
Muchacho rubio y ágil, fruto precoz de estío
tus besos agridulce me queman todavía.
Te recuerdo en la tarde, audaz inexperiencia,
tus cálidas ternuras, tu sabor de inocencia,
tus ojos submarinos poblados de mandréporas
tu frente taciturna habitada de ofrendas.
Yo era como la vida, más llanto que sonrisa,
yo era la parda tierra fatigada y herida.
Diez veces el arado esponjó el polvo inerme
y otras diez primaveras tuve un vestido verde.
Yo era la hirsuta selva besada por el viento,
yo era la altiva roca lamida por el tiempo,
yo era la tosca piedra que rueda por la senda
y a veces tuve un poco de rosa y de luciérnaga.
Pero, tú... tú eras todo, el beso y el agravio,
el instinto perfecto, el sublime reclamo.
¡Ah, tu beso naciendo por mi boca madura,
tus manos delirantes, tus pupilas obscuras!
Tú eras la sed y el hambre de voluptuosidades
yo la carne del ágape.
Del paraje inefable no olvido aquel momento.
¡Oh, tu ritmo de junco mecido por el viento!
Te cantaba la tarde supremos cantorales
en los ríos obscuros de mi encendida sangre...
Venías y te ibas, tropical continente,
tus barcos cabalgando en mi oleaje alegre.
Naves y labrantíos, celestes arrecifes,
millares de hombres rubios en ligeros esquifes.
Voces, voces lejanas... La tuya entre mis sienes
mi nombre que caía mordido por tus dientes,
mi nombre que en la tarde era tibia campana
clamando mis instintos al paraje del ala
¡Cómo sombreó el placer tus párpados dormidos
y sonreía apenas tu boca desmayada!
La tarde navegaba sobre rojas piraguas;
por entre los pinares las estrellas nacían.
¡Del sublime cansancio me acuerdo todavía
sobre mi hombro desnudo, tu voz desvanecida
musitaba plegarias en mis aras de arcilla!




VUELAS DESMAYADO

Alta imagen rondando mis ventanas,
junco de luna, ruiseñor del prado,
en mi vaso de arcilla degollado
por aledaños de ilusión te afanas.

En un perfume todo te derramas,
en un perfume vuelas desmayado;
de un lado y otro lado vas alado,
diáfano por las nieves y las llamas.

Cimera de mi frente torturada,
Primavera en mi Otoño prematuro,
faro en la tempestad de la mirada.

Lirio creado por mi lodo obscuro
para aromar mi senda fatigada
y seguir, tierno Ariel, tu vuelo puro.





Entre el Pan y la Estrella (1947)

PAN DE LA POESIA

Pan de la poesía,
no faltes a mi mesa en cada medio día
para ti he tenido manteles de luna,
segué mis rosales y olvidé la cuna...
Pan de la poesía,
no faltes a la cita de nuestras juventudes,
no olvides que me hallaste virgen, inmancillada
y que en fuente de oro te ofrendé la cabeza
del amor, degollada...
Pan de Eucaristía,
Religión de mis días,
yo creo en tu belleza
como Santa Teresa
en su Cristo creía...
Pan de la poesía,
no faltes a mi mesa en cada medio día
ni en la aurora fragante,
ni en la tarde solemne,
ni en la noche sombría...
Pan de la poesía,
quiero seguir tu aroma cada hora que viva.
¡Qué importa que a mi alero no lleguen golondrinas
ni en mi vergel maduren los dorados racimos!...
¡Qué importan las crujientes mazorcas amarillas
y los fragantes ríos de los azules vinos
y el amor con sus flautas y los mares esquivos,
si por las puras islas de tus músicas verdes
mi barca va surcando gloriosos continentes...
y con las manos ciegas y la mirada alerta
me deslizo sonámbula en la vida y la muerte!...
Pan de la poesía,
no faltes a mi mesa en cada medio día...



YO AYER DECÍA

Yo ayer decía del amor las rimas
con vocales abiertas como alas...
Como un clarín que toca el rocío
la nota peregrina de la diana.
Y yo decía amor, no más decía,
con el cálido acento del verano
y el viento mi secreto recogía
y lo llevaba envuelto en locos giros
por montañas, por selvas y por valles.


¡Oh, esta boca que ayer amor decía
perfumando mis patios de manzanas,
ciñendo la cintura de la vida
como quién corta un lirio en la mañana!
¡Oh, esta mano atrevida que a la lira
quiso poner el ritmo de lo humano!
¿Puede leerse acaso lo que ha escrito
Dios en el libro inmenso de lo arcano?...

Y yo decía amor, como quién dice,
voy a bajar al río a ver el agua
y se vuelve después con las visiones
que al límpido caudal van reflejadas.
Tal del amor los cándidos celajes
se escurrieron como agua entre las manos
y en el alma vacía quedó sólo
la intacta huella de tu nombre amado!






INVITACIÓN A LOS MIRTOS

Usted que un día me cantó al oído
el tierno madrigal de los idilios,
y me dijo que yo era la armonía
de lo heroico, lo puro y lo sencillo.

Usted que se allegó a mis colmenares
con los dorados guantes del verano
y exprimió la miel de mis celdillas
y gustó de las ceras de mi mano...

Venga hoy a la fiesta de los mirtos
a compartir conmigo los asientos
ajenos a las hambres del instinto.

Que ya la cena del amor fenece
y en los tendidos linos está dispuesto
el limpio verbo que la hermana ofrece!






UNA REINA SE HA MUERTO

Una reina se ha muerto el otro día,
era la reina mía, mi señor...
Sin embargo, usted ve, la gente pasa
y arriba sigue el festival del sol.
No estoy llorando, no, llorar es poco,
llorar es el rocía del dolor
y en el prado callado de mi angustia
no hay cáliz que recoja mi emoción...

Sí, mi señor, murió, su boca pálida
para siempre al silencio regresó
y su alma enigmática florece
al supremo misterio del Creador.
Reina entre reinas la mi reina era
la suprema expresión del mismo Dios,
barcos de plata por el mundo iban
contando de su grande posición...

Sin embargo, se ha muerto el otro día
igual que la zagala del pastor
y la mano piadosa de la tierra
del mismo manto negro la cubrió...

Una reina se ha muerto el otro día,
era la reina mía, mi señor!...
Y aquí me tiene usted, tampoco lloro,
llorar es el rocío del dolor...
Y a mi reina con risas la servía
porque yo de mi reina era el bufón!...






QUE OTRA PODRÁ VENIR A TUS VEREDAS

¡Qué otra podrá venir a tus veredas
ahora que al verano ya declinas,
se desnudas dejé tus arboledas
y despojé tus arcos de glicinas....!

Goce y perfumes... Cantos de tu fuente,
rumores y silencios compartidos,
todo el encanto de ese amor ardiente
siguió la ruta de un amor herido...

Y estás en mi con férrea ligadura,
sujeto en la celeste arboladura
del limpio corazón de mi navío...

Y estoy en ti como el rosal del muro,
en presente, en pasado y en futuro,
extasiada en mi propio desvarío...





LA PIEDRA

He aquí, si interrogamos a la piedra
ella nos contará de sus afanes.
Acaso en este trozo endurecido
de informe arcilla gris, encuentre el sino
que nuestra mente en su altivez reclama.
Mirémosla un momento...
No es la gracia sutil que anima el lirio,
ni la fugaz blancura de la espuma,
ni el tierno movimiento de la boca
en el beso aromado de dulzura.
Sin embargo ella existe, está presente.
Si la miramos a través del tiempo
tal vez fue arista de una estrella ignota
que desprendida, pura, incandescente,
navegó por espacios siderales
para caer como una flor celeste.

Acaso la encontremos en la roca,
como un cáliz de sombras, recibiendo
el beso perfumado de las ondas...
Ella estaba con Dios cuando flotaba
en espíritu insomne por las aguas
y su presencia gris vio las orgías
de los primeros verdes levantados...
Hallarémosla, acaso, en la columna
de una antigua ciudad ya sepultada,
o fija estuvo en la escalera curva
que a un torreón ascendía, legendario.
Miradla en el camino...
De que abismos rodando transformada,
por qué ruta se irá ciega y sin manos,
sin una voz que ansiosa le pregunte:
-¿Adónde vas, hermana?...
Ella se irá mañana,
polvo de los caminos, desintegrada y fina
volando con el viento por los surcos abiertos.
Se mezclará más tarde a las raíces ávidas,
subirá por los tallos enredada en el agua,
verá pasar los hombres por el perfil delgado
de los brotes tempranos y los frutos dorados.

¡Oh, la sabiduría en la piedra encerrada!...
No, no es ella corola de pompa fugitiva,
ni pájaro que vuela, ni magia de la araña,
ni el cerebro que manda, ni la mente que sueña,
ni las manos alzadas en eternos afanes.
Ella fue ayer y siempre y lo será mañana,
ella sabrá del vuelo y del pétalo suave.
No se ofrece, ni clama...
¡El alma de la piedra contempla pensativa
como el cincel del tiempo la convierte en espiga!




MESA AMARGA

Inmemoriales voces me saludan
en el vértice agudo de mi frente
y su diáfano zumo da el cerebro
para hacerlas audibles a la gente.

Ventruda copa que contiene el vino,
la idea lanza por amarga orilla
y el cuarzo muestra su sonrisa blanca
junto al perfume verde de la viña.

Miro los tenedores relucientes
y alzo el bocado apetitoso y fino,
mas, no alcanzó a probar, inapetente...

¡Allí en la platería, qué desvelos
de rebaños humanos socavando
el metal escondido bajo el suelo!




CONJURO

Címbalos musicales que despierten
la voz dormida de la hechicería.
Siete vueltas le doy a mi conjuro
y clavo agujas en tu mediodía...

Del aquelarre bebedizos tengo
para borrar bellezas que contemples
y en campiñas de ortiga te detengo
dibujando mis ojos en tu frente.

Siete vueltas... ya tengo tus pañuelos
y en mi espejo embrujado te reflejas
sumido en la quietud, juntas las cejas.

Te sabe a celestina la doncella
y vuelves con tu fardo de ansiedades
esclavo de los filtros que te he dado.




AQUÍ ESTÁ LA MUJER

No junto al mismo surco de suelta tierra negra
aspiramos el hondo perfume de la vida.
No nos maravillamos junto a los mismos trigos
pensando en la futura promesa de la espiga...
¡Eramos diferentes, siendo del mismo tronco
de la humana semilla!...
Tu venías de un árbol de savias muy antiguas,
yo era apenas el brote de una rosa encendida...
Tú sabías de todos los humanos desiertos,
yo apenas balbuceaba la voz del sentimiento...

Pero tú eras el hombre y yo te presentía
como viva potencia en mi sangre caliente,
sabía que ascendías lentamente mis ríos,
sabía que traías en la floral ofrenda
ocultas las espinas de mi sino doliente...
Y te aguardaba alerta...
porque tú eras el hombre, el que ronda la estrella
con la flecha dispuesta para el desgarramiento
y yo era sólo el surco que aguardaba temblando
las humanas simientes!...
Yo sólo era la hembra... ¡No!... Cazador astuto,
no era sólo la hembra, era también la cuna,
era el ritmo perfecto para mecer tus hijos
bajo constelaciones de cielos siempre abiertos...
Y tú, animal perfecto, señor del Universo,
esas semillas tuyas que yo regué con sangre
y sal de sentimientos, con humana inconsciencia
las segabas con guerras en tus juegos de muerte...
Eramos diferentes... ¡Oh!, cazador de estrellas,
cuántas constelaciones le debes a tus hembras!

Aquí está la mujer...Tiembla macho imperfecto...
aquí está desatando las cadenas de rosas
con que la ungiste sierva...
Aquí la esclava antigua alzada como reina
pisando la dorada serpiente de tu lengua!

¡Has de beber mi leche rica de sentimientos
para que seas digno de sembrar tus semillas
en los potentes surcos de esta carne doliente!...




BAJO LOS ARCOS MERIDIANOS

Frente al interrogante de la vida
me detengo suspensa en mis vergeles,
todo el estío perfumó de mieles
la eucarística poma de mis días...
Cita se dieron en mis manantiales
un círculo de cisnes pensativos
y entre las grutas tibias de mis rimas
danzan los picaflores suspendidos.

Estoy bajo los arcos meridianos
preciso en la mitad de mi camino,
Calibán me sostiene con su mano
y Ariel besa mi frente redivivo...
Vuelvo a los viejos patios juveniles
y las abejas rojas del recuerdo
clavan sus aguijones escondidos...

No volveré a llorar por lo perdido,
no volveré a doblarme ante los dioses
que ciegos rechazaron mis pedidos...
Bajo el rumor de mi verano rojo
cantaré con la vos de la experiencia,
fruto que tenga cerca de mi boca
lo morderé con sabia inteligencia...

Ningún oasis negaré a mis días
Ningún deseo, he de guardar, esquivo,
salgan piafantes los apocalípticos
corceles de mi alma a los caminos,
y cuando los inviernos de mis días
hielen las margaritas de mi verbo,
entre mis manos secas y amarillas
deslizaré las perlas del recuerdo!




DEJADME EN MI SILENCIO

Esta es mi soledad cuajada de sombras,
con el secreto de mi sino altivo,
no rauda vuelvo en rumorosas frondas
en mi contorno de cántaro pulido.
Detenida en la esfinge de los hombres
y golpeando la roca enmudecida,
interrogando a dioses y demonios
voy buscando los ojos de la vida
en vigilia perpetua suspendida...

Porque sé que no vine eternamente
ni por mi voluntad ni por la de otro,
un equilibrio inmenso me ha traído
con un porqué definitivo y hondo...
Porque sé que no es vida esta pequeña
ansiedad colocada entre las cosas,
ni el ensayo de vuelo que detiene
ni canto entre profundas tempestades.
No vino sólo a sonreír mi boca
ni a decir las palabras aromadas,
ni mi mano a mecer con suave ritmo
la cuna de otra arcilla ya iniciada.

Vine porque alumbraron las estrellas
para mis inquietudes un destino
y entre mis cercos duros madurando
soy el brote de un canto sensitivo.
Sé que vine a dejar en la palabra
una dulce parábola del Sino,
por eso voy solemne por las sendas,
incansable viajera de un destino.
Dejadme ahora en mi silencio vivo,
hosca en mi soledad, llagada oruga,
buscando en mis ocultos abandonos
la canción del porqué definitivo!




RESIGNACIÓN

¡Ni Dios, ni el hombre, ni el amor, ni nada!...
Fui la sola culpable de mi sino:
recibí materiales de bonanza
y levanté mi tienda entre las ruinas.
Si distraída, a caso, sembré rosas
y no el crujiente grano que da harina...
¡Qué raro es que coseche la olorosa
pompa rosada de la flor amiga
y no el dorado pan que en los manteles
tiene el prestigio humano de la vida!




ÚNICA VERDAD

Haz de tus actitudes interiores
un fulgor misterioso e intocado;
no convides a nadie a tus santuarios
que nadie entenderá lo irrevelado.
Del Dios que descubriste no hagas gala,
que acaso lo que tú divinizaste
el ojo ajeno lo verá desnudo,
sin el fulgor de amor con que lo alzaste.
Abre a todos los que llamen a tu puerta,
todos vienen a darte sus tesoros,
sus cansancio los tristes peregrinos,
su dolor el llagado por la vida
y las gemas, las perlas y los oros
la mirada serena del amigo...
Nadie te quitará lo que has creado,
sea tu soledad como bandera
pero, entiéndeme bien, las soledades
sólo en las mentes amplias se recrean.
Soledad de tu espíritu en el templo
donde tu propio Dios contigo crea,
donde laboran las abejas blancas
las ceras olorosas de la idea.
Deja que en lentos sueños madurando
tus confusos conceptos se despejen
y entretanto fugaz el sentimiento
suspenso vaya como flor al viento.
Que de tus minerales escondidos
no has de hallar el diamante codiciado,
en tanto los mineros de las penas
no golpeen con fuerza tu costado.
Interrogantes no alces al arcano
en tanto Dios tu puerta no ha tocado.
¡Qué sacarías tú con las verdades
que en tu mente infantil no han madurado!
Que cada peregrino de la vida
trazó su ruta con su propia mano
cada uno tiene el Dios que necesita
y en la cosecha el grano que ha sembrado!...






EL ÚLTIMO RECADO

a Gabriela y Lucila


Esta que se perdiera
de la mano del ciervo en esta orilla,
y a solas se escribiera,
y a si misma Gabriela
y Mistral se nombrara y se sabía...

Esta que fue Lucila,
espigando en la luz la patria entera.
Ala de selva lírica
flor de pan y poesía,
de mi Chile celeste colmenera.

De la mano del ciervo te venías,
de la mano del ciervo ya te ibas,
el último recado,
en ángel deshojado
y en ronda de maíz y golondrina.

Llevada por el viento.
Arcángel, potestad y cielo abierto,
Gabriela, la divina.
-¿Escuchas el recado,
el último recado
desatado en las graves elegías?

El último recado
tu ciervo lo dibuja en la neblina,
y en el viento volando,
siempre verde tu canto
el último recado se escribía...
De la mano del ciervo distraída,
angélica, perdida.
¡Tan arcangel, tan viento, tan Gabriela,
tan eterna en tu reino y tan Lucila!






EN RECUERDO

Porque tenía el corazón alegre
y un palomo dormido en la garganta,
amé la nota de su frase tierna
y aún me pena en el alma su recuerdo.

Porque era dulce, irónico y lejano
y el viento se enredaba en sus cabellos,
porque aromaba el canto y endulzaba
la espina que en la rosa me ofrendaba...
Porque gusté con él las noches pálidas
y sorprendimos juntos el encanto
de un beso bajo el agua...

Porque era triste a veces
e inundaba mi alma de tristeza,
porque me amaba tierna, inmensamente
y nunca dijo nada.
Por eso su recuerdo es como un cíngulo
de apretadas estrellas en mi alma...


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