miércoles, 19 de marzo de 2014

UGO FOSCOLO [11.288]


Ugo Foscolo

Niccolò Ugo Foscolo (Zante, entonces República Veneciana, 6 de febrero de 1778 - Londres, 1827) fue un famoso poeta, escritor y patriota italiano.

Aunque griego por parte materna, su padre, médico, sí era italiano de sangre, siendo nacido en Dalmacia pero de familia veneciana. Se trasladó a Venecia hacia 1793 y allí representó su pieza teatral Trieste (1797). A causa de una decepción semejante a la que se llevó Ludwig van Beethoven cuando Napoleón se nombró emperador, escribió Ultime lettere di Jacopo Ortis («Últimas cartas de Jacopo Ortis»), una novela epistolar inspirada en el Werther de Johann Wolfgang von Goethe y considerada la primera novela italiana moderna. Como patriota italiano, Foscolo se unió a los franceses en 1799 para luchar contra los austriacos que invadieron Italia. En esa época tradujo varios clásicos grecolatinos y a autores ingleses y escribió poesía lírica inspirada en su agitada vida sentimental (fue amante de la esposa de Vincenzo Monti, Teresa Picler, y de Antonietta Fagnani-Arese e Isabella Teotochi-Abruzzi). Regresó a Milán en 1806, donde escribió en verso libre la que es su obra lírica más famosa, Dei sepolcri, «De los sepulcros» (1820), con lo que se ganó una gran reputación de poeta lírico. Al caer Napoleón y regresar los austriacos a Italia Foscolo tuvo que exiliarse en Londres, donde envuelto en una gran pobreza dio clases y escribió ensayos de crítica literaria hasta su muerte. Su hija, que quedó huérfana, fue atendida por el también emigrado liberal español el canónigo Riego, hermano del célebre héroe de Cabezas de San Juan.

Obra

Como escritor su obra se sitúa equidistante entre el Neoclasicismo y el Romanticismo y su inspiración es fundamentalmente política y sentimental: deriva fundamentalmente del amor romántico y del incipente y patriótico nacionalismo italiano. Creó en su famosísimo poema Dei Sepolcri («Los sepulcros») el mito personal de la tumba no llorada en el exilio. Para Foscolo es muy importante que alguien vaya a verle a la tumba, porque eso significaría vivir en su corazón y de esta forma, vivir también en la tierra. «La sepultura no llorada» (Illacrimata sepoltura) es el símbolo del fracaso en la vida.
La trayectoria ecdótica de las Últimas cartas de Jacopo Ortis es compleja: en un principio se tituló Laura lettere, al parecer inspirándose en la vida de un estudiante paduano que acabó suicidándose por amor; aunque en 1796 ya había noticias de esta obra, estaba aún incompleta y se publicó en cuatro ocasiones más; la segunda fue en Bolonia, 1799, donde dominan los aspectos sentimentales; una edición no autorizada basada en esta es la de Venecia (1800), bajo el título Vera storia dei due amanti infelici. La tercera se editó en Milán, cuando ya había leído el Werther a través de una traducción francesa; la cuarta la escribió en Zurich en 1816 y la quinta en Londres, en 1817. Trata sobre la desesperación romántica y el amor a la muerte. Foscolo odia por igual a los franceses y a los austriacos que encadenan a Italia.
Como poeta escribió un puñado de sonetos, uno de ellos un autorretrato, un par de Odas, Le Grazie o Las Gracias, una serie de poemas mitológicos, y Dei sepolcri. En este último, escrito en endecasílabo blanco en 1806 y publicado en 1807, medita sobre la muerte con motivo de una discusión que mantuvo con otro poeta, Pindemonte, que era más creyente que él. Pindemonte, en su I cimentiri, lamentaba que los racionalistas no diesen demasiada importancia a los muertos, y Foscolo se propuso refutarlo adoptando una actitud universal y representa el lamento de toda la humanidad; abandona toda referencia personal, lo que supone en él una novedad. Concluye que los muertos no mueren mientras permanezcan en la mente de los vivos y si los sepulcros tienen fin, la poesía sin embargo puede hacer revivir a los muertos. En su primera parte se considera el tema del sepulcro individual y socialmente y en la segunda se hace una historia del sepulcro desde Troyanas hasta su actualidad, cantando a la poesía que les da vida. Frente al tono elegíaco de la primera parte la segunda es más pindárica. La poesía supera a los sepulcros, porque cuando estos fallan, la poesía inmortaliza al poeta. El romanticismo busca la fe y la esperanza más allá de los límites de la Razón. Foscolo, en cambio, busca la sublimación de la persona a través de la fe en el futuro.
En su obra aparecen diversos temas: el de la tumba, recuerdo lírico de las glorias de un pueblo; el de la belleza serenadora, que sublima los amores difíciles; el del exilio, como exaltación del amor a la patria y el de la poesía, que eterniza la historia.




Los sepulcros

¿Del ciprés a la sombra, en rica urna
Bañada por el llanto, es menos duro
El sueño de la muerte? Cuando yazga
Yo de la tumba en el helado seno,
Y no contemple más del sol la lumbre
Dorar las mieses, fecundar la tierra,
Y de yerbas cubrirla y de animales,
Y cuando bellas, de ilusión henchidas,
No pasen ya mis fugitivas horas,
Ni, dulce amigo, tu cantar escuche
Que en armonía lúgubre resuena;
Ni en mi pecho el amor, ni arda en mi mente
El puro aliento de las sacras Musas,
¿Bastará a consolarme yerto mármol
Que mis huesos distinga entre infinitos
Que en la tierra y el mar siembra la Muerte?





A mi hermano

 Un día, si no fuera siempre huyendo,
 me sentaré en tu tumba con agudo
 dolor, ¡oh hermano de mi amor!, gimiendo
 que tan joven hallaras fin tan crudo.


 Sola hoy la Madre, lágrimas vertiendo,
 habla de mí con tu cadáver mudo;
 mas yo ambos brazos vanamente os tiendo
 y de lejos mi dulce hogar saludo.


 Siento tus mismos males torticeros,
 y al puerto pido paz do te acogiste,
 ya fatigado de estos mares fieros.


 Es la última esperanza que me asiste;
 ¡siquiera mis huesos, píos extranjeros,
 volved al pecho de la madre triste!

(Traducción de Clemente Althaus)






A la amada

 Así el entero día en largo, incierto
 sueño gimo; mas luego cuando aduna
 la noche las estrellas y la luna,
 frío el aire y de sombras ya cubierto,


 donde el llano es selvoso y más desierto
 lento entonces vagando, una por una,
 palpo las llagas que la vil fortuna
 y Amor y el mundo han en mi pecho abierto.


 Tal vez cansado, apoyo me da un pino
 o con mis esperanzas, allí donde
 suena la onda, tal vez hablo y deliro.


 Mas las iras del mundo y del destino
 olvidando por ti, por ti suspiro
 luz de mis ojos, ¿quién a mí te esconde?

(Traducción de Clemente Althaus)







Sepolcri

All'ombra de' cipressi e dentro l'urne
Confortate di pianto è forse il sonno
Della morte men duro? Ove più il Sole
Per me alla terra non fecondi questa
Bella d'erbe famiglia e d'animali,
E quando vaghe di lusinghe innanzi
A me non danzeran l'ore future,
Né da te, dolce amico, udrò più Il verso
E la mesta armonia che lo governa,
Né più nel cor mi parlerà lo spirto
Delle vergini Muse e dell'amore,
Unico spirto a mia vita raminga,
Qual fia ristoro a' dì perduti un sasso
Che distingua le mie dalle Infinite
Ossa che in terra e In mar semina morte?
Vero è ben, Pindemonte! Anche la Speme,
Ultima Dea, fugge i sepolcri; e involve
Tutte cose l'obblio nella sua notte;
E una forza operosa le affatica
Di moto in moto; e l'uomo e le sue tombe
E l'estreme sembianze e le reliquie
Della terra e del ciel traveste il tempo.
Ma perché pria del tempo a sé Il mortale

Invidierà l'illusion che spento
Pur lo sofferma al limitar di Dite?
Non vive ei forse anche sotterra, quando
Gli sarà muta l'armonia del giorno,
Se può destarla con soavi cure
Nella mente de' suoi? Celeste è questa
Corrispondenza d'amorosi sensi,
Celeste dote è negli umani; e spesso
Per lei si vive con Pamico estinto,
E l'estinto con noi, se pia la terra
Che lo raccolse infante e lo nutriva,
Nel suo grembo materno ultimo asilo
Porgendo, sacre le reliquie renda
Dall'insultar de' nembi e dal profano
Piede del vulgo, e serbi un sasso il nome,
E di fiori odorata arbore amica
Le ceneri di molli ombre consoli.

Sol chi non lascia eredità d'affetti
Poca gioja ha dell'ur'na; e se pur mira
Dopo l'esequie, errar vede il suo spirto
Fra 'l compianto de' templi acherantei
0 ricovrarsi sotto le grandi ale
Del perdono d'Iddio; ma la sua polve
Lascia alle ortiche di deserta gleba
Ove né donna innamorata preghi,
Né passeggier solingo oda il sospiro
Che dal tumulo a noi manda Natura.

Pur nuova legge impone oggi I sepolcri
Fuor de'. guardi pietosi, e il nome a' morti
Contende. E senza tomba giace il tuo
Sacerdote, o Talia, che a te cantando
Nel suo povero tetto educò un lauro
Con lungo amore, e t'appendea corone;
E tu gli ornavi del tuo riso i canti
Che Il lombardo pungean Sardanapalo
Cui solo è dolce il muggito de' buoi
Che dagli antri abduani e dal Ticino
Lo fan d'ozj beato e di vivande.
0 bella Musa, ove sei tu? Non sento
Spirar l'ambrosia, indizio del tuo Nume.
Fra queste piante ov'io siedo e sospiro
Il mio tetto materno. E tu venivi
E sorridevi a lui sotto quel tiglio
Ch'or con dimesse frondi va fremendo
Perché non copre, o Dea, l'urna del vecchio
Cui già di calma era cortese e d'ombre.
Forse tu fra plebei tumuli guardi
Vagolando. ove dorma il sacro capo
Del tuo Parini? A lui non ombre pose
Tra le sue mura la città, lasciva
D'evirati cantori allettatrice,
Non pietra, non parola; e forse l'ossa
Col mozzo capo gl'insanguina il ladro
Che lasciò sul patibolo i delitti.
Senti' raspar fra le macerie e i bronchi
La derelitta cagna ramingando
Su le fosse, e famnelica ululando;
E uscir del teschio, ove fuggia la Luna,
L'ùpupa, e svolazzar su per le croci
Sparse per la funerea campagna,
E l'immonda accusar col luttuoso
Singulto i rai di che son pie le stelle
Alle obbliate sepolture. Indarno
Sul tuo poeta, o Dea, preghi rugiade
Dalla squallida notte. Ahi! su gli estinti
Non sorge fiore, ove non sia d'umane
Lodi onorato e d'amoroso pianto.

Dal dì che nozze e tribunali ed are
Diero alle umane belve esser pietose
Di sè stesse e d'altrui, toglieano i vivi
All'etere maligno ed alle fere
I miserandi avanzi che Natura
Con veci eterne a sensi altri destina.
Testimonianza a' fasti eran le tombe,
Ed are a' figli; e uscian quindi i responsi
De' domestici Lari, e fu temuto
Su la polve degli avi il giuramento:
Religion che con diversi riti
Le virtù patrie e la pietà congiunta
Tradussero per lungo ordine d'anni.
Non sempre i sassi sepolerali a' templi
Fean pavimento; né agi incensi avvolto
De' cadaveri il lezzo i supplicanti
Contaminò; né le città fur meste
D'effigiati scheletri: le madri
Balzan ne' sonni esterrefatte, e tendono
Nude le braccia su l'amato capo
Del lor caro lattante onde nol desti
Il gemer lungo di persona morta
Chiedente la venal prece agli eredi
Dal santuario. Ma cipressi e cedri
Di puri effluvj i zefiri impregnando
Perenne verde protendean su l'urne
Per memoria perenne, e preziosi
Vasi accogliean le lacrime votive.
Rapian gli amici una favilla al Sole
A illuminar la sotterranea notte,
Perché gli occhi dell'uom cercan morendo
Il Sole; e tutti l'ultimo sospiro
Mandano i petti alla fuggente luce.
Le fontane versando acque lustrali
Amaranti educavano e viole
Su la funebre zolla; e chi sedea
A libar latte e a raccontar sue pene
Ai cari estinti, una fragranza intorno
Sentia qual d'aura de' beati Elisi.
Pietosa insania, che fa cari gli orti
De' suburbani avelli alle britanne
Vergini dove le conduce amore
Della perduta madre, ove elementi
Pregaro i Genj del ritorno al prode
Che tronca fe' la trionfata nave
Del maggior pino, e si scavò la bara.
Ma ove dorme il furor d'inclite geste
E sien ministri al vivere civile
L'opulenza e il tremore, inutil pompa,
E inaugurate immagini dell'Orco
Sorgon cippi e marmorei monumenti.
Già il dotto e il ricco ed Il patrizio vulgo,
Decoro e mente al bello italo regno,
Nelle adulate reggie ha sepoltura
Già vivo, e i sternmi unica laude. A noi
Morte apparecchi riposato albergo,
Ove una volta la fortuna cessi
Dalle vendette, e l'amistà raccolga
Non di tesori eredità, ma caldi
Sensi e di liberal carme l'esempio.

A egregie cose il forte animo accendono
L'urne de' forti, o Pindemonte; e bella
E santa fanno al peregrin la terra
Che le ricetta. lo quando Il monumento
Vidi ove posa il corpo di quel grande,
Che temprando lo scettro a' regnatori,
Gli allor ne sfronda, ed alle genti svela
Di che lagrime grondi e di che sangue;
E l'arca di colui che, nuovo Olimpo
Alzò in Roma a' Celesti; e di chi vide
Sotto l'etereo padiglion rotarsi
Più mondi, e il Sole irradiarli immote,
Onde all'Anglo che tanta ala vi stese
Sgombrò primo le vie del firmarnento;
Te beata, gridai, per le felici
Aure pregne di vita, e pe' lavacri
Che da' suoi gioghi a te versa Apennino!
Lieta dell'áer tuo veste la Luna
Di luce limpidissima i tuoi colli
Per vendemmia festanti, e le convalli
Popolate di case e d'oliveti
Mille di fiori al ciel mandano incensi:
E tu prima, Firenze, udivi il carme
Che allegrò l'ira al Ghibellin fuggiasco,
E tu i cari parenti e l'id'ioma
Desti a quel dolce di Calliope labbro
Che Amore in Grecia nudo e nudo in Roma
D'un velo candidissimo adornando,
Rendea nel grembo a Venere Celeste.
Ma più beata ché in un tempio accolte
Serbi l'itale glorie, uniche forse
Da che le mal vietate Alpi e l'alterna
Onnipotenza delle umane sorti
Armi e sostanze t'invadeano ed are
E patria e, tranne la memoria, tutto.
Che ove speme di gloria agli animosi
Intelletti rifulga ed all'Italia,
Quindi trarrem gli auspicj. E a questi marmi
Venne spesso Vittorio ad ispirarsi.
Irato a' patrii Numi, errava muto
Ove Arno è più deserto, i campi e il cielo
Desioso mirando; e poi che nullo
Vivente aspetto gli molcea la cura,
Qui posava l'austero; e avea sul volto
Il pallor della morte e la speranza.
Con questi grandi abita eterno, e l'ossa
Fremono amor di patria. Ah sì! da quella
Religiosa pace un Nume parla:
E nutria contro a' Persi in Maratona
Ove Atene sacrò tombe a' suoi prodi,
La virtù greca e l'ira. Il navigante
Che veleggiò quel mar sotto l'Eubèa,
Vedea per l'ampia oscurità scintille
Balenar d'elmi e di cozzanti brandi,
Fumar le pire igneo vapor, corrusche
D'armi ferree vedea larve guerriere
Cercar la pugna; e all'orror de' notturni
Silenzj si spandea lungo ne' campi
Di falangi un tumulto e un suon di tube,
E un incalzar di cavalli accorrenti
Scalpitanti su gli elmi a' moribondi,
E pianto, ed inni, e delle Parche il canto.

Felice te che il regno ampio de' venti,
Ippolito, a' tuoi verdi anni correvi!
E se il piloto ti drizzò l'antenna
Oltre l'isole egèe, d'antichi fatti
Certo udisti suonar dell'Elleaponto
I liti, e la marea mugghiar portando
Alle prode retèe l'armi d'Achille
Sovra l'ossa d'Ajace: a' generosi
Giusta di glorie dispensiera è morte;
Né senno astuto, né favor di regi
All'Itaco le spoglie ardue serbava,
Ché alla poppa raminga le ritolse
L'onda incitata dagl'inferni Dei.

E me che i tempi ed il desio d'onore
Fan per diversa gente ir fuggitivo,
Me ad ad evocar gli eroi chiamin le Muse
Del mortale pensiero animatrici.
Siedon custodi de' sepolcri e quando
Il tempo con sue fredde ale vi spazza
Fin le rovine, le Pimplèe fan lieti
Di lor canto i deserti, e l'armonia
Vince di mille secoli il silenzio.
Ed oggi nella Tròade inseminata
Eterno, splende a' peregrini un loco
Eterno per la Ninfa a cui fu sposo
Giove, ed a Giove diè Dàrdano figlio
Onde fur Troia e Assàraco e i cinquanta
Talami e il regno della Giulia gente.
Però che quando Elettra udì la Parca
Che lei dalle vitali aure del giorno
Chiamava a' cori dell'Eliso, a Giove
Mandò ìl voto supremo: E se, diceva,
A te, fur care le mie chiome e il viso
E le dolci vigilie, e non mi assente
Premio miglior la volontà de' fati,
La morta amica almen guarda dal cielo
Onde d'Dlettra tua resti la fama.
Così orando moriva. E ne gemea
L'Olimpio; e l'immortal capo accennando
Piovea dai crini ambrosia su la Ninfa,
E fe' sacro quel corpo e la sua tomba.
Ivi posò Erittonio, e dorme Il giusto
Cenere d'Ilo; ivi l'iliache donne
Sciogliean le chiome, indarno ahi! deprecando
Da' lor mariti l'imminente fato;
Ivi Cassandra, allor che Il Nume In petto
Le fea parlar di Troia il di mortale,
Venne, e all'ombre cantò carme amoroso,
E guidava i nepotì, e l'amoroso
Apprendeva lamento ai giovinetti.
E dicea sospirando: Oh, se mai d'Argo,
Ove al Tidìde e di Laerte al figlio
Pascerete i cavalli, a voi permetta
Ritorno il cielo, invan la patria vostra
Cercherete! Le mura opra di Febo
Sotto le lor reliquie fumeranno.
Ma i Pepati di Troja avranno stanza
In queste tombe; ché de' Numi è dono
Servar nelle miserie altero nome.
E voi, palme e cipressi che le nuore
Piantan di Priamo, e crescerete ahi presto!
Di vedovili lagrime Innaffiati,
Ptoteggete i miei padri: e chi la scure
Asterrà pio dalle devote frondi
Men si dorrà di consanguinei lutti
E santamente toccherà l'altare.
Proteggete i miei padri. Un dì vedrete
Mendico un cieco errar sotto le vostre
Antichissime ombre, e brancolando
Penetrar negli avelli, e abbracciar l'urne,
E interrogarle. Gemeranno gli'antri
Secreti, e tutta narrerà la tomba
Igio raso due volte e due risorto
Splendidamente su le muto vie
Per far più bello l'ultimo trofeo
Ai fatati Pelidi. Il sacro vate,
Placando quelle afflitte alme col canto,
I prenci argivi eternerà per quante
Abbraccia terre il gran padre Oceàno.
E tu onore di pianti, Ettore, avrai
Ove fia santo e lagrimato il sangue
Per la patria versato, e finché il Sole
Risplenderà su le sciagure umane.

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