domingo, 23 de febrero de 2014

ARTURO CAPDEVILA [11.050]


Arturo Capdevila

Arturo Capdevila (Córdoba; 1889 - Buenos Aires; 20 de diciembre de 1967) fue un poeta, dramaturgo, narrador, ensayista, abogado, juez, profesor de filosofía y sociología e historiador argentino.

En 1913 se doctoró en Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de Córdoba, desempeñándose posteriormente allí como catedrático de Filosofía y Sociología y siendo al mismo tiempo magistrado, hasta 1922. Se trasladó entonces a la ciudad de Buenos Aires, donde prosiguió su labor docente y continuó su obra literaria.
Fue presidente del Instituto Popular de Conferencias del diario "La Prensa". Obtuvo el Premio Nacional de Literatura en los años 1920, 1923 y 1931. La Sociedad Argentina de Escritores le otorgó el Gran Premio de Honor en 1949, en reconocimiento al libro de poemas "El Libro del Bosque". Fue profesor de literatura en la Universidad Nacional de La Plata.
Como miembro de la Academia Nacional de Letras de la Argentina, ocupó el sillón Nº 8, "José Manuel Estrada". Gran amigo de Miguel de Unamuno[cita requerida], fue asimismo miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua. La Academia Nacional de la Historia lo contó entre sus miembros desde el año 1922.
Publicó una serie de ensayos sobre filosofía de la salud y sobre la solución a problemas como el cáncer, la lepra, las enfermedades mentales y otros. Planteó la mala dieta como etiología fundamental de la enfermedad.

Obra

Poesía

Jardines solos (1911)
Melpómene (1912)
El poema de Nenúfar (1915)
El libro de la noche (1917)
El libro del bosque (1948)
La fiesta del mundo (1921)
Los romances argentinos

Drama

La Sulamita (1916) - Una interpretación del episodio bíblico, donde el rey Salomón no desposa a la bella mujer Sulamita, permitiéndole unirse a un pastor de quien ella está enamorada.
El amor de Schehrazada (1918) - La historia de la heroína de "Las 1001 noches".
Zincalí (1927) - Este "Poema Escénico Gitano" sirvió de base para la Ópera homónima del compositor argentino Felipe Boero
La casa de los fantasmas (1926) - Tragicomedia en tres actos, crítica de la burguesía porteña.
El divino Marqués (1930) - Una biografía dramatizada del Marqués de Sade.
Branca d'Oria (1932) - Subtitulada "Escenas de esta vida y de la otra".
Cuando el vals y los lanceros (1937) - Tragicomedia en verso.
Consumación de Sigmund Freud (1946)
El jardín de Eva

Prosa

Arbaces, maestro de amor (1945) (novela)
Córdoba del recuerdo (1923)
La ciudad de los sueños (1925) (cuentos)
Babel y el castellano (1928) (Ensayo sobre la lengua castellana, su evolución, sus influencias)
Las invasiones inglesas (1938)
Historia de Dorrego (1949)
El hombre de Guayaquil (1950)
Nueva imagen de Juan Manuel de Rosas (1945)
Rubén Darío, "un bardo rei" (1946)
Alfonsina: época, dolor y obra de la poetisa Alfonsina Storni (1948)
Consultorio Gramatical de Urgencia
Rivadavia y el españolismo liberal de la revolución Argentina
Remeditos de Escalada
El pensamiento vivo de San Martín
En la corte del virrey (Estampas de Evocación)
La infanta mendocina
El Popol Vuh (traducción al castellano del Maya Quiché)
Tierra Mía (libro de viaje)

Ensayos

Revisión microbiana: sexto mensaje prandiológico: 1. La verdadera historia de los microbios. 2. De la microbiología a la microtoxiología: comprobaciones prandiológicas reveladores. Buenos Aires: Omeba, 1963, OCLC 65401457
El niño enfermo (séptimo mensaje prandiológico). Buenos Aires: Omeba, 1963, Córdoba: Editorial Buena Vista (2009) OCLC 14529179
Las enfermedades mentales como estrictamente somáticas (Noveno mensaje prandiológico). Buenos Aires: Omeba [1964], OCLC 47937872
Prandiología patológica, en el hombre, en el animal, en el árbol ; aportaciones prandiológicas reveladoras sobre tuberculosis, degeneración adiposa, miopatía arterial, enfermedad de Bang y fitodemias. Buenos Aires: Viracocha, 1960, Córdoba: Editorial Buena Vista (2009) OCLC 28389998
El cáncer: el cáncer tumoral; el cáncer leucémico; aportaciones prandiologicas reveladoras. Buenos Aires: Omeba, 1961, Córdoba: Editorial Buena Vista (2009) OCLC 14615267
La lepra; aportaciones prandiólogicas reveladoras. Buenos Aires: Omeba, 1961, OCLC 14593153
La ciencia de la nutrición Córdoba. Editorial Buena Vista (2010)

Premios y distinciones

Gran Premio de Honor de la SADE 1948






Romance del 9 de Julio

Sube al estrado Laprida;
se quedan todos atento,
y como un viento de gloria
pasa hecho frío y silencio.
Ya les interroga aquél
si libres o no seremos.
Todos a la vez se yerguen;
al punto de pie se han puesto,
para clamar por Dios vivo,
cada uno el brazo extendiendo,
que ser libres, eso quieren,
la vida misma por precio.
Uno a uno así lo juran,
y todos también rugiendo.
Del pueblo que invade el patio
se oye clamoroso el eco.
¡La Patria jurada está
por la espada y por el fuego,
por la vida y por la muerte!
¡Señor Dios de los ejércitos!
Acabados son los reyes
¡Manda soberano, Pueblo!

Los romances argentinos, Editoriales Reunidas, Buenos Aires, 1943





In memoriam

Madre del alma, madre: Es la hora en que pienso
las cosas más amargas. De par en par abierto
está el ensombrecido palacio del recuerdo.

Por las desiertas salas, bajo los sacros techos,
la vieja pompa es humo; toda la casa, un hueco;
y en el hogar, tú sabes, que es ya ceniza el fuego.

Así es la vida: polvo. Menos que polvo: viento.
Menos que viento: sombra. Menos que sobra: un eco
Acaso un eco inútil. ¡O todavía menos!

¿Qué me quedó siquiera de tus sagrados besos?
¿Que me quedó de aquellas caricias de otro tiempo?
Polvo en la frente... ¡Vana ceniza entre los dedos!

¿Qué me quedó siquiera de tus postreros besos?
Contigo se callaron. Contigo se durmieron.
-También los enterramos, dirá el sepulturero.

Por el callado alcázar de mi recuerdo, yerro.
Contémplanme las quietas cariátides de yeso,
y hay una que interroga:
-¿Qué quiere acá, ese muerto?






Sobre las ruinas

Ayer pasó la muerte por mi casa...
Se hizo una noche solitaria en torno,
y en medio de las sombras de la noche,
se hacinaron escombros sobre escombros.

El isócrono golpe de las picas
desmoronó el hogar. Así fue cómo
se desplomaron los antiguos muros,
y hoy ya no son más que ceniza y polvo.

Un agrio ruido de hachas rechinaba
en el huerto infeliz. Tronco por tronco,
los árboles cayeron en un vasto
montón sobrío de ramajes rotos.

Noctívagos murciélagos, rondando
por el húmedo ambiente borrascoso,
con sus alas de trapa y de tiniebla
marcaban el compás de mis sollozos.

Unos búhos graznaban en la sombra...
Transido de terror, clamé socorro...
Dos búhos de la sombra me escucharon...
Se asentaron los dos sobre mis hombros.

Desde entonces, de pie sobre las ruinas,
a los recuerdos del ayer me acorro;
y cuando nadie mis angustias sabe,
doblo la frente, y por mis padres lloro.






Magia negra

¡Atadla! ¡Desnudadla! ¡Sujetadle
los brazos con la propia cabellera!
¡Sujetadle los puños por la espalda!
¡Cerradle el nudo con sus mismas trenzas!

Machacad entretanto en el mortero
hasta que polvo imperceptible sea,
la antigua pasta... ¡Machacad de modo
que en un polvo infernal cuaje la mezcla!

Mientras esto se cumple, vieja maga,
no olvides a las cómplices estrellas.
Yo cuidaré del trébede maldito,
donde el incienso que enbrujaste humea.

Y cuando tú lo mandes, profetisa,
yo mismo entre las carnes traicioneras,
le marcaré el tatuaje, poco a poco,
conforme al rito de la magia negra.

La hechizaremos con tan grave hechizo
que una roja locura la enceguezca,
y con los ojos ciegos, desolada
por infinito horror cruce la tierra.

De modo tal que el sacrilegio horrendo
que así me libra a la tiniebla eterna,
sea el crimen más cruel que hayas cumplido,
¡sacerdotisa de la magia negra!

Que así la amo y así por su pecado
pierdo el alma en las hórridas tinieblas...
¡Sacerdotisa!... Sí... Nada me digas...
¡Sé que el octavo círculo me espera!

Pues yo mejor que tú sé de tus artes,
y mucho más que tú sé de tu ciencia...
Por eso, por tus signos te lo juro:
¡Ay de ti si la cábala te yerra!






En vano

Cuánto verso de amor, cantado en vano!
¡Oh!, cómo el alma se me torna vieja
cuando me doy a recordar la añeja
historia absurda del ayer lejano!

¡Cuánto verso de amor, gemido en vano!
primero, fue el nectario, y yo la abeja...
Después mi corazón halló en tu reja
la amarga nieve que lo ha vuelto anciano.

¡Cuánto verso de amor, perdido en vano!
Hoy están mis ventanas bien abiertas;
hoy soy... hay muchas flores, y es verano.

Pero da pena ver, junto a mis puertas,
en un montón de mariposas muertas
¡tanto verso de amor, llorado en vano!






Extracto de "El Libro de la Noche"

Si la vida es un mal, ¿quién nos lo manda?
Y el reiterado mal, ¿porqué sufrimos?
¿Por qué en agraz los vientos de la tierra
nos cortan los racimos?

Si Dios es todo el Bien, ¿porqué cruzamos 
la noche de su ausencia,
y ha de añadirse mal, como está escrito
en la Escritura, si se añade ciencia?

Si Dios es bien por bien, si Él es el campo
de siembra y de cosecha.
Si Él es el cien por uno, el mil por uno,
y la justicia y la razón derecha...

¿Qué sembramos que cardos recogemos?
¿Qué vientos, que tormentas nos van dando?...
¿Qué camino hice yo de espinas crueles
que por espinas ando?...

Sepa el hermano que conforme siembre
recogerá sin duda.
Porque tú desnudaste espalda ajena,
tu espalda está desnuda.

El que ayer desgarraste y sofocaste
ahora te desgarra y te sofoca:
Palabras que te dicen, repetidas
palabras son que profirió tu boca.

Flecha que de tu cuerda, silbadora
partió, no se clavó, que así no acaba.
En el aire no más quedó temblando,
y ahora se te vuelve y se te clava.

Hambre que diste, en tu cansancio es hambre.
¿quién te mostró superfluos episodios?
¿Quién te enseña: Germinan las semillas?
¿Y quién te engaña: Pero no ls odios?

Oye palabra sabia, hermano mío,
compañero de cárcel y de cieno:
Nunca te enorgullezcas de la vida,
que no estamos aquí por nada bueno.

Si abrir pudieras el vedado libro
que escribiste, viviente, en otros días,
¡con qué íntimo espanto, con qué negra
vergüenza temblarías!

Si pudieras, multánime, de pronto
mirar todas tus ánimas sombrías,
¡con qué helado estupor, hasta la muerte,
con qué helado estupor, te apretarías!

Si buscando la justa herencia tuya
te mostraran despojos y despojos,
¡ah mísero! los dedos te clavaras...
¡ah mísero! ¡tus dedos en tus ojos!

Mira la noche, ocúltate en la noche...
Porque he aquí palabra del arcano
que está por preguntarte en las tinieblas:
Caín, Caín, ¡qué hiciste de tu hermano!

Como un mar en la noche, así es el alma.
Por tu pesca vendrán. Mentir no puedes.
Desde tus mismas afiladas rocas
hay pescador que te echará las redes.

Pagar, pagar, pagar. Tal el destino.
Cuando pasa el dolor -deuda que pagas-
una estrella en el cielo se te enciende
por cada llama lúgubre que apagas.


1 comentario: