miércoles, 6 de agosto de 2014

PEDRO MORGAN [12.693]


Pedro Morgan

Pedro Morgan (Nacimiento, CHILE 1936). Poeta. Autor de “Canto a un condenado a muerte” (1960).



Canto a un condenado a muerte
Autor: Pedro Morgan
Santiago de Chile: Universitaria, 1960


CRÍTICA APARECIDA EN LA NACIÓN EL DÍA 1960-08-21. 
AUTOR: RICARDO LATCHAM

En un verano pasado junto al mar chileno, conversaba con mi ilustre vecino, el poeta Diego Dublé Urrutia, sobre la riqueza lírica de nuestro país. El autor de “Fontana cándida”, elogiado por Neruda como gran valor, me expresaba, con enorme apasionamiento, que la poesía brotaba por todas partes y con talento indicutible. Agregaba que le llegaban libros, manuscritos y poemas sueltos, requiriendo su opinión o solicitando un juicio crítico. Pero el veterano hombre de letras añadía sus reservas lógicas: mucha cantidad, menos calidad, estrofas de mérito en medio de otras caóticas y sin sentido, disparates mezclados con genialidades. No le faltaba razón a un hombre que no ha perdido la curiosidad y seguía el rumbo de las letras sin apartarse de sus devociones clásicas y modernas: el Dante, Carducci, Claudel.

Donde resido también abundan los poetas y desean comunicarse con los de mi patria. Por lo general, se sienten solos y expresan que la crítica ni los estimula ni siquiera los somete a juicio. Por lo general, su esfuerzo es a diario compensado por el silencio. Hubo un hecho que me conmovió: un joven pidió autorización para colocar en un reciente volumen que el producto de su venta se agregaría a la colecta uruguaya realizada en favor de los daminificados del terremoto del sur (1).
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(1) El año 1960 ocurrió el terremoto de Valdivia, considerado como el mayor movimiento telúrico registrado en la historia de la humanidad. (N. del ed.). 
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Volvió unas semanas después y me entregó una suma modesta, que era lo único recogido, pero lo ofrecía con buena voluntad a sus hermanos australes. El símbolo de este episodio consiste en que predomina en diversas partes la indiferencia pública por la poesía.

De Chile siguen llegando libros, de diferente consistencia. Los molinos de la poesía continúan moliendo imágenes y metáforas, con olvido de otros ingredientes y, a veces, de la estructura formal.

Pedro Morgan en “Canto a un condenado a muerte” se declara, en su cordial dedicatoria, “un poeta del sur terremoteado”. Nació en Nacimiento, en 1936, y lo sorprendió la catástrofe en Ancud. El volumen debió publicarse antes de la ejecución de Chessman en la cámara de gases de San Quintín. Es un esfuerzo dislocado que tiende a expresar la angustia de un artista ante la brutal espera de un condenado a muerte, que también sintió la vocación literaria y dejó obras impresionantes. La poesía es hoy más impotente que en la antigüedad, a pesar de todos los que vocean a la democracia y la libertad del hombre. Antiguamente, un monarca absoluto solía oír un mensaje, y en Inglaterra, hasta hace poco, existían los poetas laureados, que recibían recompensas y honores oficiales. Es frecuente que los escritores dirijan mensajes a los tiranos y acumulen firmas para grandes o pequeñas causas. Pero la insensibilidad de nuestro tiempo es tan feroz que no se ha impedido ninguna ejecución capital a causa de las peticiones de corporaciones doctas y letradas. Los ejemplos abundan a nuestro lado y basta con echar una mirada al mundo para comprobar la triste verdad. Morgan siente o quiere hacer sentir la soledad de su voz, la impotencia de su acento en un universo indiferente, pero dominado por enormes consignas. En “Pesadillas” se concentra la visión de la época, con las destempladas imágenes que suscita un panorama aciago: enfermedades emisarias, vértigos infernales, sueños y náuseas. El escritor sigue una línea que han tenido grandes poetas maldicientes y otros condenados. A veces da la idea de que su trompeta la hubiéramos oído antes, y surge el recuerdo del criollo y tremendo Pablo de Rokha, que mezcla la blasfemia con enternecedoras imágenes familiares y los terrenales halagos del vino nacional y los picantes guisos.

En “Canto a los pequeños dioses” se halla lo medular de Morgan, con todo el sentido de su mensaje. No se puede todavía hacer un diagnóstico ante un autor de una sola nota, pero demuestra valor y sinceridad. También descuido en la forma, que puede mejorar sin desmedro de la rebeldía de su intención.



Canto a un condenado a muerte 
(Editorial Universitaria S.A).
Pedro Morgan

Por Alejandro Lavquén


Poemario de Pedro Morgan, que lo terminó de escribir, según se indica en el colofón, el 14 de febrero de 1960 en el pueblo de Los Sauces en la provincia de Malleco. El libro es curioso en varios sentidos, ya sea por el misterio que rodea al autor o por su calidad de inencontrable y desconocido en la actualidad, además de ser el único libro publicado por Morgan. En la solapa de volumen se cuenta que Pedro Morgan nació en Nacimiento en 1936 y es autor de algunos cuentos que fueron publicados en periódicos sureños. También se dice siendo alumno del Liceo de Traiguén escribió y dirigió una comedia llamada “Los grandes locos”. Indagando por aquí y por allá pudimos descubrir quién estaba detrás del personaje -o del seudónimo de Pedro Morgan-. Se trata de Rudy Manns, hermano del célebre compositor, escritor y trovador Patricio Manns, mayor un año que éste y ya fallecido. Pero nos dejó este curioso y solitario libro del que los editores afirmaron, al ser publicado, que: “nos sorprende por su originalidad. No podemos decir que pertenece a una determinada escuela o tenga influencias de algún poeta ya consagrado”. Creemos que no erraban en el juicio emitido, pues Canto a un condenado a muerte es un conjunto de poemas que para la época en que fueron escritos (y aún hoy) sorprenden en muchos aspectos. Pedro Morgan entrega una poesía con matices existencialistas mezclados con imágenes afincadas en lo real de lo cotidiano. Para ello utiliza un lenguaje bastante amplio y asequible, lleno de disquisiciones que no se alejan del ser común y corriente ni caen en intelectualismo agotadores, tan en boga entre quienes, hoy en día, escriben poemas desde la teoría.

Dice uno de los textos de Morgan: 


“canto en fin porque soy libre madrugador
de la tierra antigua.
y llegará el día en que como ellos
erraré por el mundo y sus caminos
y el aire pisoteado lo tragaré a pulmón lleno.
y pasaré el hambre que crea fantasías,
y morderé la angustia que atraviesa el corazón.
y cuando el vaho de la muerte me rodee,
buscaré un sitio tranquilo lleno de paz y dicha
y haré que mis cansados ojos no se abran nunca más”.



En cuanto al poema que inaugura el poemario y le da el título, está dedicado a Caryl Chessman, ejecutado en la cámara de gases en la prisión de San Quintín en los Estados Unidos, en 1960. En el texto el poeta expresa su rechazo a la pena de muerte: 


“(políticos y gobernadores 
de cejas subrealistas y bigotes remojados),
se los entienden perfectamente para acelerar el fuego ionado
que alimenta el carcelero.
atención: las bestias están coléricas”.







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