martes, 23 de febrero de 2016

ANA ZEMBORAIN [18.154]


Ana Zemborain 

(Buenos Aires, Argentina 1958). Poeta, abogada. Tiene publicados varios libros de poemas, el último, Jamaica.




De “Cuadros de la memoria” escrito entre 2001 y 2004. 
Ediciones Fundación Victoria Ocampo 2004

Viamonte y San Martín

Las cúpulas me llevan a tierras lejanas.
Espero la voz que marque la hora.
Obedientes se inclinan en una misma dirección.
Sus cuerpos suben bajan suben bajan
en cuartos, calles, plazas.
Con la salida del sol las aguas se aclaran.
Terminó el rito. La magia no.



De “La ventana” escrito entre 2004 y 2006. 
Ediciones Fundación Victoria Ocampo 2006

Bombay, India
En la calle


I

Caminando entre
mancos y leprosos,
mujeres vestidas
de preciosos colores,
bocinas, autos,
echada, una vaca,
oigo detrás de mí
Ana, Ana.

En el tumulto de tiendas
sedas y alfombras,
un vaso de té,
miradas,
otra vez
la misma voz
Ana, Ana.

Me doy vuelta
pero no estás.


II

Niñas mujeres descalzas
de ojos oscuros, pelo largo,
un chico en un brazo,
en el otro collares,
piden con una sonrisa
hasta obtener lo necesario.
A cambio, una fotografía
con su retrato.


III

Igual que basura,
hombres y mujeres
duermen en esa vereda,
lloran los chicos
de hambre,
la gente pasa
como si nada.
Cierro la cortina
de este cuarto de lujo
y acostada entre sábanas
de hilo me pregunto
por qué ellos y no yo.


IV

Vestidas de amarillo, rojo, verde
esas mujeres son pinceladas,
ellas me alivian los ojos
de tanto horror


V

Durmiendo
en un cuarto ajeno,
rodeada de gente
que no conozco,
me encuentro
en otro país.
Aún tan lejos, estoy
más cerca de mí
que nunca.



de Jamaica

Mirar mucho para pensar poco.
Ricardo Güiraldes
Xamaica


Preferencia

Siempre me gustaron las palabras
con más vocales que consonantes
como Poesía o Jamaica.



Anónimo

Un solo perfecto
canta ese pájaro
que no conozco.

Entre los almendros
sube y baja
esa vocecita afinada.

Deja flotando en el aire
su anónima melodía

Nunca sabré qué dice
Pero ¿importa acaso?


El mismo mar

Sé que este mar  amable,
que suave me despierta
con el rumor de sus gotas,
y me hunde en los misterios
marinos de la noche

puede ser feroz, destruir, ahogar
pero, quién no.


Necesidad

La ventana un poco abierta,
para que siempre pueda entrar

el ruido del agua, del viento,
la agitación de las ramas,
la voz de un pájaro desvelado,

pero sobre todo para que entre
el silencio, ese silencio que respiro.







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