martes, 19 de agosto de 2014

LUIS RODRÍGUEZ VELASCO [12.935]


Luis Rodríguez Velasco

Nació en Santiago de Chile, el 9 de diciembre de 1838; hijo de José Antonio Rodríguez Aldea, ex diputado propietario y María Mercedes Velasco y Oruna.

Se casó el 1° de abril de 1874, en la hacienda San José, Parroquia de Melipilla, con Delia Correa y Toro y tuvieron un hijo; quedó viudo en febrero de 1913 y se casó nuevamente, en Santiago, Parroquia de la Asunción, el 26 de noviembre de 1913, con Margarita Elvira Vial Infante; no tuvieron hijos.

Realizó los estudios de humanidades en el Instituto Nacional, hasta el año 1855 en que se vió obligado a suspenderlos, a causa de una repentina enfernmedad cerebral.

Se dedicó a escribir; fue poeta y periodista; escribió poemas líricos y también obras teatrales.

Su primera composición "Al dieziocho de septiembre", fue publicada en "El Correo Literario" en 1858. En este año, de agitaciones políticas, apareció la "Asamblea Constituyente", periódico político en el que escribían los más acreditados literatos del partido de la reforma, y fue uno de sus colaboradores. Al año siguiente publicó en "La Semana"; luego en "El Mosaico", en la "Revista de Sud América". Más tarde, en 1863, publicó en la "Voz de Chile" y tomó parte en la redacción del diario. Cesó la publicación de la "Voz de Chile" y se dedicó a hacer reaparecer "El Correo Literario". En 1865 se fue a Lima, Perú, donde redactó un periódico político y otro patriótico durante la guerra contra España. En 1868 y 1869 redactó los periódicos satíricos "El charivari" y "La linterna del diablo". En 1872 estrenó una pieza dramática titulada "Por amor y por dinero". En 1879 sus cantos fueron patrióticos. Fue miembro correspondiente de la Academia Española y fundador de la chilena.

En política, fue siempre liberal y habló en el Club del Progreso y en algunas asambleas; en 1891 fue neutral: era amigo de Balmaceda, pero no comulgaba con su régimen.

Fue nombrado por el presidente José Manuel Balmaceda Fernández, ministro de Justicia e Instrucción Pública, 21 de enero al 30 de mayo de 1890; y como tal fue también subrogante del Interior, 21 al 24 de febrero de 1890.

Fue electo senador suplente por Chiloé, período 1888-1894.

Cuando se retiró de la vida pública continuó escribiendo y en 1909 publicó una segunda edición de sus "Poesías líricas"; la primera edición había sido publicada en 1868.

Falleció en Santiago, el 14 de enero de 1919. 

Obras poéticas:

Poesías. Santiago. 1868.
Obras poéticas. Santiago. 1909. Es segunda edición del libro anterior con inclusión de algunas composiciones nuevas y con un extenso estudio de Guillermo Matea.





CADENA

Cuando en las ramas cantan sencillos,
bellos y ufanos de su primor,
¿sabes qué dicen los pajarillos?
Dicen amor.

Cuando en los prados algún capullo
tierno se inclina sobre otra flor,
¿sabes qué le habla con dulce arrullo?
Le habla de amor.

Cuando las brisas vuelan errantes 
en vago giro murmurador,
¿sabes qué llevan a sus amantes?
Llevan amor.

Cuando en la playa chocando sola,
una ola expira con cruel rumor,
¿sabes qué pena mata a esa ola?
Muere de amor.

Cuando entre nubes allá en la altura
luce una estrella claro esplendor,
¿sabes qué la hace brillar tan pura?
Fuego de amor.

Cuando a las flores la limpia fuente
pasa bañando con su frescor
¿sabes qué emana de su corriente?
Riego de amor.

Tú que llorando la causa ignoras
de tu tristeza, de tu dolor,
¿sabes qué tienes cuando tú lloras?
Tienes amor.

Fuentes y estrellas, aunque lo ignoran,
aves y brisas, mujer y flor,
si acaso ríen, si acaso lloran,
es por amor.





AYER Y HOY

Todo al torrente de los tiempos cede,
todo al abismo del pasmo cae; 
su negro manto sobre el mundo entero
tiende el olvido.

Sueño es la vida que la mente ciega,
velo dorado que la vista engaña;
se abre la cuna,
y a los pocos pasos
se abre una tumba.

El tiempo extiende sus sombrías alas,
y ávido entre ellas al presente envuelve,
y en el pasado, lo que existe, todo
vase perdiendo.

Allá a lo lejos en confusa niebla
Queda la cuna y su primer sonrisa,
y en el camino divisando vamos
tumbas abiertas.

Ayer las flores del vergel orgullo,
llenas de vida su botón abrían;
hoy de los tallos arrebata el viento
secas las hojas.

Ayer los prados fecundó el arroyo
con el rocío de sus aguas puras;
hoy los calores lo han dejado seco,
seco y ardiente.

Ayer el ave sobre verde rama
con dulce trino saludó a la aurora;
hoy ya no se oye su cantar alegre;
solo está el nido.

Como una sombra va pasando todo,
todo la noche del olvido enluta,
todo al influjo de la muerte cede,
todo se acaba.

Hoy todo es muerte lo que ayer fue vida,
lo que hoy alienta morirá mañana;
los siglos vuelan, y mañana el mundo
será un cadáver.






LA EDAD SIN HIEL

BALADA

-¿Qué edad tienes, bella niña?
-Aún no cumplo catorce años.
-Se conoce en tu mirada
y en la risa de tus labios,
y en las formas y en la gracia
de tu cuerpo delicado.
¡Qué linda eres, qué linda!
Mira, yo tengo un palacio,
tengo joyas y jardines,
y carruajes y lacayos.
¿Quieres venirte conmigo
a mi palacio dorado?
-No, señor, Que aunque yo vivo
en la aldea de allá abajo
y aunque más flores no veo
que los tomillos del campo,
me basta con esas flores,
me basta con ese espacio;
y quiero mejor vivir
tranquila y contenta al lado
de mi madre que me adora,
de mi padre y mis hermanos:
allí a adorar a la Virgen
y a amar a Dios me enseñaron,
y eso diz que no se aprende
allá en los grandes palacios.

-¿Y si yo, niña preciosa,
te dijera que te amo,
que por ti diera mi vida,
mis riquezas y mi fausto
y diera cuanto poseo
por un beso de tus labios?
-No creería en sus palabras,
porque a mí me han enseñado
que los hombres mienten mucho,
y que algunos son muy malos.
-Tienes razón, bella niña,
la verdad te han enseñado.
Vale más comer un pan,
el santo pan del trabajo,
que el que comen ciertos ricos 
en hipócrita descanso,
con el llanto y el sudor
de los pobres amasado. 
-Por eso, señor, prefiero
mi pobre aldea y mi campo,
que yo no los trocaría
por el imperio más vasto:
que allí a adorar a la Virgen
y a amar a Dios me enseñaron,
y eso diz que no se aprende
en muchos grandes palacios.






VISITA A LA CASA PATERNA

A MIS HERMANOS

¡Cuántos años han pasado!
Pero nada se ha cambiado,
más triste no más está.

Los años que transcurrieron,
¡ay!, todo lo envejecieron;
recuerdos no más hay ya.

Fuese el tiempo de ventura;
su huella dejó amargura,
su sombra dejó dolor.

¡Quién lo hubiera imaginado
cuando este lugar sagrado
era un santuario de amor!

Es un panteón de memorias,
recuerdo de otras historias
de santa felicidad;

de perdidas alegrías,
de otros venturosos días
de paz y tranquilidad.

¡Ah!, todo en mi mente vive,
en mi presencia revive
el tiempo que ya pasó.

Hasta parece que el viento
vuelve a tomar el aliento
Con que mi cuna meció.

El aire que leve pasa,
el silencio de la casa,
todo me habla al corazón

y por eso es que palpita
y por eso es que se agita
con extraña conmoción.

Todo está del mismo modo,
pero parece que a todo
cubre un velo funeral.

A veces creo que suena 
la voz de ternura llena
de mi madre angelical.

Allí el jardín mustio y triste;
también a él lo reviste
un ropaje de dolor.

Aún me parece que ufanas
corren por él mis hermanas
llenas de vida y de amor.

El cuarto en que yo dormía,
el sitio donde solía 
con mis hermanos jugar.

Este otro que respetaba,
lugar donde acostumbraba
arrodillarme a rezar.

El patio en que retozábamos,
de la luna que admirábamos
al apacible fulgor.

Los pilares denegridos
llenos de nombres queridos
que son memorias de amor

Padres, hermanos queridos, 
en esos sitios perdidos
hoyos quisiera encontrar.

Los que no estáis en el cielo
venid, en mi desconsuelo
acompañadme a llorar.

¡Todo calla y muere en torno; 
no hay otro eco en el contorno
más que el eco que hay en mí!

¡Ay, las plantas y las flores
son los solos moradores
que viven fieles aquí!






DORMIDA

¡Qué linda está dormida!
¡Qué linda está! ¡Silencio!
Retened en los labios
la voz y hasta el aliento,
porque es tan delicada,
que el menor ruido oyendo
temblando despertara
de pudor y de miedo.
Yo así tan retirado
la miro y me estremezco,
porque hasta mis miradas
que la despierten temo.
¡Qué suaves son, qué puras
las líneas de su cuello,
qué calma hay en su rostro
poético y moreno!
¡Qué plácidos respiran
sus labios entreabiertos
cual si invitar quisieran
al inocente beso!
¡Qué linda! Me parece
que al través de ese velo
de calma y de hermosura,
toda su alma leo;
¡esa alma inmaculada
tan pura en sus deseos,
donde se anidan todos
los puros sentimientos!
¿Con qué estará soñando?
¿Por qué estará sonriendo?
¡Quién fuera oh Dios, quién fuera
de amor un dulce sueño
para alegrar su mente,
para agitar su seno!
¡Quién fuera, oh Dios, quién fuera
algún suspiro tierno
para besar sus labios
mientras está durmiendo!
¡Ah!, no, que se manchara ...
¡Cuidado, pensamiento!


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