miércoles, 4 de febrero de 2015

UMAR TIMOL [14.700] Poeta de Islas Mauricio


UMAR TIMOL

ISLAS MAURICIO,1970
Nació en la Isla Mauricio, Umar Timol es el autor de tres libros de poesía, The Testament Word, sangre y Andanzas, publicado por Editions L’Harmattan. Ha colaborado en numerosas antologías, Mauricio y en el extranjero. También escribió un guión de BD, los ojos de los demás, que se publicó en el trabajo colectivo, Visiones de África (Harmattan). Es uno de los fundadores de los miembros de Mauricio Bar Point poesía revista, una revista Cruz y plural publica dos poetas Mauricio poetas de todo el mundo.Él es miembro del Centro Nacional del Libro (CNL), que le permitió, en una residencia de Francophonies Festival autor en Limousin, terminado de escribir su primera novela Diario . la loca viejaentrevista del autor: mauricianite@gmail.com

Escritor y poeta mauriciano nacido en Réduit. Fue iniciado por su madre en la devoción bibliófila desde temprana edad. En el intervalo de sus estudios en Londres conoció a escritores de la talla de Anita Desai, Césaire, Lautréamont, Rumi o Edward Said y la lectura de Baudelaire le instó a componer poemas, siendo publicados los primeros, con el apoyo y acicate del vate Assonne Sedley, en el año 1998 en las páginas del diario mauriciano L’Express. Un año más tarde algunas de sus composiciones líricas figurarían en la Antología de los nuevos poetas de Mauricio, pero sería definitivo el impulso dado a su carrera por la editorial Harmattan desde el año 2003. Entre sus obras cabe citar los poemarios El testamento de la palabra (Parole Testament, 2003), prologado por Ananda Devi, y Sangre (Sang, 2004), una alegoría de percepción mística de sutil belleza y la novela Diario de una loca (Le Journal d’une vieille folle, 2012).

Umar Timol vive en la Isla Mauricio, donde nació en 1970. Estudió en la universidad de John Kennedy en Beau Bassin, a continuación, en el University College de Londres. Con el apoyo del poeta Assonne Sedley, Umar Timol publicó sus primeros poemas en 1998 en las páginas culturales del diario de Mauricio expreso . A continuación, se contribuye a la Antología de la nueva poesía de Mauricio , una colección de 1999, que reúne los textos de cinco poetas jóvenes de Mauricio. Él se publica regularmente por la revista de poesía Point Bar , que trabaja. En 2003, L’Harmattan, Poetas en la colección de los cinco continentes, publica su Testamento Word , con un prefacio Ananda Devi. Por la misma editorial, publicó un poema de inspiración mística, Blood(2004) y la colección Andanzas (2008).
Pasa su residencia en Limoges a escribir una novela, Diario de un viejo loco y participa con Yusuf Kadel, por escrito “Strands Feather” taller Faux la Montagne.




Sangre 

Eres bella. Y estoy loco.

Cuerpo de piedra. Cuerpo de sol. Cuerpo solo. Lechosidad del verano. Caída salvaje por el escote. Eres mi carne de marfil. Estrella negra. Mi provincia de obsceno deseo. Me sellas en paredes bajo la cúpula de las lamentaciones. Mi permitida suculencia. Mi amante. Mi capricho de los sentidos. Mi tiránico ser luna. Mi princesa poseída. Mi filigrana de sudor, mi ídolo envuelto en seda. Y espinas.

Obra de fuego y sangre. Tus labios que encierran, casan y tachan mi piel. Sécame. Soy un desierto. Azótame. Soy un esclavo. Hazme tu vasallo. Soy tu objeto. Tu baratija. Subo en pliegues hasta tu cuello. Abro los secretos de tu vientre. Tus dunas celestes. Tu vello, un ramillete de llamas. Tus ojos, un huracán de arena. Corto tu lengua hinchada y sacio mi sed. Es una oblea sagrada para esa infiel, mi boca. Un cáliz para mi boca herética.

Renuncio a todo deber. Razón. Soy un adorador en lugares de exceso. Soy un mendigo en el umbral de tu taberna. Sacio mi sed alucinando en tus manantiales. Con opio y vino. Huelo tus opiáceas fragancias. Muerdo tus embriagantes incisiones y grietas.

Soy el harapiento que lava tus pies con besos. Quiero beber. Y volver a beber. Y beber. Y luego disolverme, chupado por pequeñas células de embriaguez.

Soy amante del amor. El de la lana. El que está en ropa de barro y suciedad.

El que se postra a través de tu cuerpo. Soy el lugar de veneración. El lugar de oración.

El que a la primera luz de tu velo recita los silencios de tus ojos. El que recolecta trenzas de sangre en tu mausoleo.

Y tú eres mi libro sagrado. Mi poema.

Y yo, un poeta loco mendigando el significado de tu verbo. Y yo, un poeta loco hurtando palabras.

Poeta loco embolsillando sus gestos de obediencia. Poeta loco que declara un lenguaje transmutado.

Palabras de encantamiento para celebrar y crearte. Palabras más allá de palabras para amarte.

Y tú, mi fértil, mi indecorosa. La que me purga de mi cansancio. Que mengua mis defectos y resentimientos. Que reúne éxtasis y dolor.

Y tu néctar impregna mis sueños más imperturbables. Tu néctar satura mis contriciones nocturnas.

Eres una fiesta que concluyo, una celebración que corrompe.

Y saboreo tu garganta blanca. Respiro tus aromas de especias, decanto tus gotas hinchadas de savia.

Y tú, mi vanidad. Mi lujuriosa. Mi virgen desvergonzada.

Entrecruzas mares vengativos, calles fétidas. Entrecruzas mi carcasa codiciosa y mis delicias aterrorizadas. Mientras mi saliva mancilla tus labios todavía. Mientras licores de gozo se secan en hilos cosiendo tu piel agrietada.

Eres mujer y la hambrienta oscuridad arruga las tumbas. Eres mujer y el cielo exuda escamas de piedra.

Eres mujer y el océano se seca hasta el desierto y la tierra se descalcifica. Eres mujer y los animales tiritan signos apocalípticos.

Y eres bella. Mi gacela opalina. Agua que llueve entre mis pestañas. Suspiros que acarician mis sueños hasta el terciopelo. Azafrán para ungir la superficie de mis cicatrices.

Y eres bella. Mi suave. Mi tierna. Tu rostro, aurora brillante. Nebulosa azul. Collar de polvo de estrellas. Collar de promesas sin fin.

Y eres bella. Mi tesoro escondido. Ola de diamantes. Trenzas de perlas. Lienzo de rubíes. Soy el orfebre de tus encantos. De tu ocio.

Y eres bella. Mujer-isla. Isla-mujer. Revoco mis otras partes, tomo juramento de habitante de mi isla. Soy un faro construido en tu ombligo. Enciendo los cánticos de tu exuberancia.

Y quiero aún por muchos años gatear como un animal a través de tu mortaja. Y remendarla con mi sangre. Y dormirme mezclado con mi refugio - con tu cuerpo sin sangre.

Y oscurezco mis ojos con las cenizas de mi luna negra. Y niego los distorsionados dramas frívolos de lo fugaz. Y mi carne de sujeto cegado se entrega a las obsesiones y a los prejuicios de tu culto.

Y soy un cuerpo-instrumento. Un cuerpo-tambor. Un cuerpo-ravane.

Y me das ritmo en los surcos de tus labios. Y me escindes sobre tu crucifijo.

Y eres un espejo.

Y acentúas la migración de las estrellas. Y coronas soles en la nieve.

Eres un espejo. Chupas el carmesí de los venenosos rojos del mal.

Eres un espejo. Profundo en tu cristal me desarraigo para ser tú.

Eres un espejo. Y te rompo.

Tus fracturas acuchillan mis venas. Mucho después de yo haber muerto mi sangre recogerá tu aliento sobre las explanadas de la locura.

Y soy polvo rodeando un nicho al blanco vivo.

El corazón del mundo.

Y corté las cabezas de aquellos fieles e impíos que se revuelcan a tus pies pero no pueden desenterrar las alquimias del amor.

Y voy a la deriva en mi frágil barca con las almas de los desterrados y los débiles.

Y le doy de comer al tullido. Canto de infamia con leprosos. Y mi cuerpo es un refugio para el perro sarnoso. Mi cuerpo, armadura para el vagabundo. Mi cuerpo, pozo para el llanto de la mujer caída.

Y en lugar de su morada, que es mi morada, converso con los locos.

Y nuestros labios ensangrentados danzan palabras inspiradas recitando versos del libro del amor.

Y eres bella. Mi hada negra. Mi herida negra. Y quiero agotar pupilas negras excavando verbos dentro de mi piel. Y cincelar un sueño de ébano. Pelar la corteza de este sueño de ébano.

Extraigo su esencia y desenredo todos tus extraños excesos.

Y canto tu nombre mientras la nada me engulle, invoco tu nombre cuando la guerra arroja cuerpos de niños muertos.

E imploro tu nombre cuando mis lágrimas se borran y ya no quiero ni puedo llorar.

Y espero.

Por la savia negra que corre como nervios entre tu carne redondeada. Por la savia negra que entinta tu cabello.

Y espero.

Por la savia negra que puebla tu piel. Por la savia negra que hincha tu rabia.

Deja que se entierre en mí, empálame. Deja que me abandone como forraje a la muchedumbre rencorosa de payasos.

Porque soy nada.

Y quiero morir.

Y espero destellos que predicen mi sacrificio.

Amigos míos, afilen sus sables.

Porque no reconozco ni vida ni muerte.

Porque morir es renacer en ti. Es ser tú.

Y eres bella. La más bella.

Y viajo más allá de los límites del tiempo.

Soy el amante de todos tus lugares. ¿Dónde has estado y dónde estarás?

Soy un padre y te he conjurado en mi imaginación. Soy una madre y te he dado forma. Soy tu primera sonrisa y tu primer trago de leche.

Soy las extensiones de tierra que has pisado. Y los cielos que has abandonado. Soy tus manos desplegadas en la hora de la oración. Y tus manos anudadas en la hora del dolor.

Soy los mares hinchados que has acariciado. Y los tumultos furiosos que has calmado.

Soy las letras que cincelan tu nombre. Y el libro sagrado que contiene el secreto de nuestras conjugaciones.

Soy las manos que mecerán tu último aliento. Y las manos que te acariciarán hasta dormir entre tu tumba.

Y te amo.

Y un solo átomo de tu amor puede satisfacer mi hambre. Y hacerme resplandecer.

Un solo átomo de tu amor amputa toda mi fealdad. Y me purga de mi podredumbre.

Un solo átomo de tu amor y me olvido de mí mismo.

Y pienso sólo en ti.

Un solo átomo de tu amor y soy beatificado. Soy el elegido.

Y te amo.

Y estás en todas las cosas.

Eres el sol desatando las ligaduras de la oscuridad. El sol que lanza su resplandor escarlata a través de la indolencia de los océanos.

Eres las lágrimas que brotan por las costuras del alba.

Las lágrimas que celebran secesiones del anochecer. Las lágrimas que arrasan cabalgatas de lunas.

Y estás en todas las cosas.

Eres las almas bajo asalto. Y los monstruos que nos atacan.

Y las hachas que preservan nuestras miradas.

Eres los vagabundos del amor mientras tendemos nuestros odios irreparables.

Eres la última nieve que permanece y las ráfagas de fuego que tamizan las cenizas de mis noches.

Y te amo.

Y soy un hombre solo postrado en el desierto.

Y ayuno.

Y apedreo espectros que vienen de otros lugares.

Y ayuno.

Mi cuerpo cercado es una herida, una grieta.

Una piel vacía y una morada para tus maravillas.

Tú.

Y eres bella.

Y veo infierno y cielo entrelazados en tus ojos de ámbar y en tu cuerpo lechoso.

Y no deseo misericordia ni condenación, sino tu amor.

Tu amor solo.

Y te amo.

Exilo mi propio corazón para ser tu corazón.

Me arranco de mí mismo para vivir en ti.

Concédeme la extinción.

Traducción de León Blanco con la colaboración de G. Leogena






Diario de una loca (fragmento)

”Soy un cliché.
Un cliché extravagante que vive aquí desde hace casi una treintena de años, escuchando con la precisión de un reloj las mismas preguntas y haciendo los mismos comentarios. ¿Así que vienes de allí? ¿Por qué vives aquí si tu isla es tan maravillosa? Acabo de soñar con ir allí y relajarme bajo los rayos del sol tropical, permítame que le diga, señora, que usted tiene el encanto y la amabilidad de la gente de allá. Agradable y encantadora. Yo soy extranjero, vengo de otro lugar, pero soy mucho menos diferente de lo que puedas imaginar y perezco en medio de las mismas heces que supuran tus abortados sueños. Luego estarían las víctimas-clichés, por lo general tras unas cuantas copas de licor, de mirada avergonzada, tez grana, sin tener conciencia plena de lo que están elucubrando, o quizás sea esa la manera de dejar que emerja aquello que realmente estamos cavilando. Eso sí, allí, con las palmas de coco, los indígenas deben ser plenamente dichosos, ocupados en fiestas. Es la legendaria isla de la pereza, del clima indolente que te impele a descansar, dormir y soñar, aunque, gracia a Dios, logramos civilizarlos. Encantadora y agradable. Guardo silencio, porque hace mucho tiempo que sólo rozo la superficie de las personas y de las cosas y para mí carece de importancia todo lo que digas o pienses.
No me importa lo más mínimo.
Soy un cliché, porque pertenezco a la clase media inferior. Vivo en un pequeño apartamento de mala muerte en las afueras de la ciudad. No hay necesidad de describirlo. Sólo tienes que saber que se respira el hedor de la mediocridad. No soy rica ni pobre, ni bella ni fea, ni inteligente ni estúpida. No soy nada.
Pero nadie querría decir eso. Vivimos en una era positiva. Hay que ser positivo. El mundo está en mal estado. Tenemos suficientes bombas para hacer expedito el camino hasta el infierno, pero debemos ser positivos. Soy positivo. Estoy seguro.
Soy un cliché. Porque soy una mujer vieja y se espera que la anciana sepa cómo comportarse en sociedad. Necesitas velar por ti misma. Por ejemplo, no puedes estar muerta de miedo ante la ominosa perspectiva de la muerte. No puedes decir que no tienes ningún deseo de jugar con tus nietos. De todos modos, yo no tengo ninguno. Encoges y te vuelves prescindible, como un orinal. Perdón por mi mala educación. Digamos que como un florero del que nos gustaría deshacernos pero no podemos por nostalgia. Allá en mi isla nos gustan las personas mayores, sobre todo cuando tienen suficiente tierra para alimentar a varias generaciones de herederos. En los países civilizados enviamos a los ancianos a lo que modestamente se llama una casa de retiro: extraño pudor cuando todos sabemos que pasan sus días entre heces y orines. ”

FUENTE: http://www.epdlp.com






Aforismos. Poesía para gente con prisa

” El desbordamiento de la lucidez es el germen del suicidio o de la esperanza.
La arrogancia es un mal menos dañino que el complejo de inferioridad.
La depresión es el voto de castidad de los sentidos.
La pasión por la vida es tan necesaria como la muerte.
La más bella verdad del suicidio es hacer inevitable lo inmediato.
La amistad amorosa es una mentira que nos envuelve en llamas.
La depresión en momentos de lucidez es el estado natural del hombre. Son los psiquiatras los perturbados.
La belleza es una combinación de azar y suerte.
El remordimiento es una elongación del corazón.
Para la estulticia congénita del cerebro se recomienda la donación.
Cada poema es un intento fallido de suicidio.
El sexo es la falsía del amor.
Nos encanta todo tipo de géneros musicales, pero debemos cuidar especialmente las alabanzas. ”





El monólogo del asesino (fragmento)

”Evidentemente, no me crees. No puedes dejar de reír. Me dices que no soy serio. Tal vez te haya tratado como un idiota, pero, ¿he pedido tu opinión? ¿Te he preguntado algo?
¿Sé yo lo que dicen de mí? Por supuesto. Soy un pobre anciano que jamás hizo nada en su vida y que persevera en esa actitud. Soy un perdedor, desde hace cuarenta años languidezco en un piso de dos habitaciones, tengo un rostro que asustaría incluso a un vampiro, tengo un vientre lleno de aire caliente. Nunca me casé, no tengo descendencia y trato de tomarme la vida con calma mientras los demás se angustian.
¿Qué piensas? ¿Crees que un imbécil no puede ser un asesino a sueldo? Estoy diciendo tonterías. Me veo a mí mismo como un perdedor, un hombre sin principios, sin moral, un asesino.
¿Debería darte la razón? Bueno, quizás no estés totalmente equivocado. De hecho, tengo la reputación de ser uno de los mejores. Con los años mis habilidades se han perfeccionado. Incluso podría decirse que soy un maestro. No un gran maestro, pero sí alguien que sabe lo que se trae entre manos, con experiencia, alguien en quien poder confiar. El secreto de mi éxito, si puede decirse así, es que no soy codicioso o sádico. Mi precio es más que razonable y me limito a matar. No soy como esos subnormales que disfrutan torturando a la víctima antes de acabar con ellos. Ya que es de mi incumbencia digamos que yo golpeo de una manera diferente, metódica, precisa y limpia. Podría decirse incluso que amorosa. Trabajo en el silencio de la noche, con serenidad. Si no es eso amor, ¿qué lo es? Él o ella mueren en medio del sueño, sin tiempo material para hacer pregunta alguna o lamentarse, pensando en su amante o en la inutilidad de sus ruinosas vidas. Intervengo como la mano del Divino Hacedor y los envío a la paz eterna.
¿Qué me llevó a este negocio? Oye, parece que te estás empezando a poner nervioso. ¿Te sonrojas? No lo esperabas, ¿verdad? Al ver a este viejo, pensaste que podrías hacer algo de tarea social, lo cual nunca hace daño. ¿Y qué has descubierto? Dime lo que has descubierto. No puedo oírte. Más alto. Estás descubriendo que tengo cara de gilipollas, pero que mi corazón es de piedra. Así que ya ves que las apariencias pueden ser engañosas. Rasca la superficie y quizás veas cómo el monstruo emerge ante ti como una droga. ”





Blood 

You are beautiful. And I am mad.

Body of stone. Body of sun. Body alone. Summer milkiness. Neckline’s wild plunge. You are my ivory flesh. Black star. My province of obscene desire. You seal me up in walls beneath the dome of lamentations. My permitted succulence. My mistress. My connivance of the senses. My tyrannical moon-being. My possessed princess. My filigree of sweat, my idol wrapped in silk. And thorns.

Work of fire and blood. Your circling lips marry and notch my skin. Dry me. I am a desert. Whip me. I am a slave. Make me your vassal. I am your thing. Your trinket. I pleat up your nape. I open out your belly’s secrets. Your celestial dunes. Your hair is a sheaf of flames. Your eyes a hurricane of sand. I slit your swollen tongue and quench my thirst. It is a sacred wafer for that infidel, my mouth. It is a chalice for my mouth, heretical.

I renounce all duty. Reason. I am a worshipper in places of excess. I am a beggar at the threshold of your tavern. I quench my thirst hallucinating at your springs. With opium and wine. I sniff your opiate fragrances. I bite your intoxicating nicks and cracks.

I am the one in rags who bathes your feet with kisses. I want to drink. And drink again. And drink. And then dissolve, sucked up by the small cells of drunkenness.

I am love’s lover. The one in wool. The one in clothes of mud and grime.

The one who prostrates himself across your body. I am the place of veneration. The place of prayer.

The one who at your veil’s first light recites your eyes’ silences. The one who gleans braids of blood on your mausoleum.

And you are my sacred book. My poem.

And I am a mad poet begging for the meaning of your verb. And I am a mad poet stealing words.

Mad poet pocketing his gestures of obedience. Mad poet who declares a transmuted language.

Words of incantation to celebrate and create you. Words beyond words to love you.

And you are my fertile one, my indecorous one. The one who purges me of all my weariness. Who ebbs away my faults and my resentments. Who brings together ecstasy and pain.

And your nectar permeates my most unruffled dreams. Your nectar saturates my night repentances.

You are a feast I break, a celebration which corrupts.

And I savour your white throat. I breathe your spicy scents, decant your swelling beads of sap.

And you are my vanity. My lustful one. My shameless virgin.

You criss-cross the vengeful seas, the fetid streets. You criss-cross my greedy carcass and my terrified delights. While my saliva still besmears your lips. And while the liquors of enjoyment dry to threads stitching your fissured skin.

You are a woman and the hungry dark crumples the graves. You are a woman and the sky exudes flakes of stone.

You are a woman and the ocean dries to desert and the earth decalcifies. You are a woman and the animals are shivering apocalyptic signs.

And you are beautiful. My opaline gazelle. The water that rains down between my lashes. Sighs which stroke my dreams to velvet. Saffron to dress the surface of my scars.

And you are beautiful. My gentle one. My yielding one. Your face a shining dawn. Blue nebula. A necklace of the dust of stars. Necklace of endless promises.

And you are beautiful. My hidden treasure. Ripple of diamonds. Tresses of pearls. Canvas of rubies. I am the silversmith of your enchantments. Of your idleness.

And you are beautiful. A woman-island. Island-woman. I revoke my elsewheres, take my island-dweller’s oath. I am a lighthouse built on your belly-button. I light up the canticles of your luxuriance.

And I still want for years to come to crawl like an animal across your shroud. And patch it with my blood. And go to sleep co-mingled with my refuge – with your bloodless body.

And I black my eyes with the ashes of my black moon. And I disclaim the frivolous distorted dramas of the fleeting. And my blinded subject flesh gives itself up to the obsessions and the prejudices of your cult.

And I am a body-instrument. A body-tabla. A body-ravane.

And you give me rhythm in the furrows of your lips. And you excise me on your crucifix.

And you are a mirror.

And you inflect the migration of the stars. And wreath the suns in snow.

You are a mirror. You suck the crimson out of evil’s poisonous reds.

You are a mirror. Deep in your glass I uproot myself in order to be you.

You are a mirror. And I shatter you.

Your fractures slice my veins. Long after I have died my blood will collect your breath on madness’s esplanades.

And I am dust circling a white-hot niche.

The world’s heart.

And I cut off the heads of those – faithful and unbelievers – who wallow at your feet but who cannot unearth the alchemies of love.

And I drift about in my fragile boat with the souls of the outlawed and the weak.

And I give the lame to eat. I sing of infamy with lepers. And my body is a shelter for the mangy dog. And my body is a suit of armour for the tramp. My body is a well for the fallen woman’s weeping.

And in their dwelling-place which is my dwelling-place I converse with madmen.

And our bloody lips are dancing inspired words reciting verses from the book of love.

And you are beautiful. My black fairy. My black wound. And I want to exhaust black pupils excavating verbs inside my skin. And chisel an ebony dream. To strip the bark from this ebony dream.

Extract its essence and unravel all your strange excesses.

And I chant your name as nothingness engulfs me I invoke your name when war throws up the bodies of dead children.

And I implore your name when my tears are wiped away and I no longer want to, can no longer cry.

And I am in waiting.

For the black sap that runs like nerves within your rounded flesh. For the black sap which inks in your hair.

And I am in waiting.

For the black sap which populates your skin. For the black sap which swells your rage.

Let it cut into me, impale me. Let it abandon me as fodder for the spiteful crowd of clowns.

For I am nothing.

And I want to die.

And I watch for glimmers which foretell my sacrifice.

My friends, sharpen your sabres.

For I do not recognise either death or life.

For to die is to be reborn in you. It is to be you.

And you are beautiful. You are the most beautiful.

And I am travelling beyond the bounds of time.

I am the lover of all your places. Where you have been and where you will be.

I am a father and I have conjured you in my imagination. I am a mother and I have fashioned you. I am your first smile and your first gulp of milk.

I am the tracts of land which you have trampled. And the skies you have deserted. I am your hands unfolded at the hour of prayer. And your hands knotted at the hour of pain.

I am the swelling seas you have caressed. And the raging tumults you have calmed.

I am the letters that chisel your first name. And the sacred book which holds the secret of our conjugations.

I am the hands that will rock your final breath. And the hands that will stroke you to sleep inside your tomb.

And I love you.

And a single atom of your love can satisfy my hunger. And makes me shine.

A single atom of your love amputates all my unsightliness. And purges me of my rottenness.

A single atom of your love and I forget myself.

And I think of you alone.

A single atom of your love and I am beatified. I am the chosen one.

And I love you.

And you are in all things.

You are the sun untying the restraints of dark. The sun that casts its scarlet glow across the oceans’ indolence.

You are the tears that burst across the seams of dawn.

The tears that celebrate secessions of the dusk. The tears that mow down cavalcades of moons.

And you are in all things.

You are the souls under assault. And the monsters that attack us.

And the axes that embalm our eyes.

You are love’s transients as we lay down our irreparable hates.

You are the last remaining snow and bursts of fire that sift the ashes of my nights.

And I love you.

And I am a man alone prostrated in the desert.

And I fast.

And I stone the spectres come from other places.

And I fast.

My encircled body is a wound, a crevasse.

An empty skin and dwelling-place for your amazements.

You.

And you are beautiful.

And I see hell and heaven intertwined in your amber eyes and in your filmy body.

And I desire neither mercy nor damnation but your love.

Your love alone.

And I love you.

I banish my own heart so I can be your heart.

I tear me from myself so I may live in you.

Grant me extinction.

Translated by Susan Wicks









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