jueves, 31 de enero de 2013

DIEGO LEBEDINSKY [9123]



Diego Lebedinsky
Nacido en Buenos Aires, Argentina, en Agosto de 1973. Entre sus publicaciones se encuentran: El jardín de la impaciencia (Aurelia Rivera, 2003); Verdes Chinos (Zorra poesía, 2005); Antología casi literaria, Lxs célebres desconocidos (Nunca tengo razón, Rafaela, Santa Fe, 2008); Dos mil doce (Editorial cartonera Pancho Bailes, México, 2011). Con El Freak del Amor, su alter ego, publicó Amor normal (Color Pastel, 2011). Lideró la banda poético-musical "Freak del amor & las bellas vinagres" y colaboró poniendo su voz y textos de su autoría en las producciones discográficas de grupos musicales tales como: Convido (Creer o Reventar, 2009), Miss Bolivia (Alhaja, 2010), La Cosa Mostra (Grandes éxitos, 2011)






Voy buscando
en el calor del cuerpo
una palabra
que se quiera pronunciar
a favor o en contra del silencio.





Ahora mismo
soy dos cuerpos
uno que quiere decir
y otro que quiere callar.






Los músculos se estiran
para unir en una fuerza
la idea y el cuerpo

son silenciosos
como la saliva

lentos
pero eficaces
para su desgracia.








Desde acá
mis ojos rudimentarios
enmarcan la vida 

disfrutan
de un desfile a contraluz
extraordinario

donde cada uno
va a buscar la muerte 
en su destino.






La soledad 
es muy parecida a esta hora.

La misma hora todo el tiempo.

Con la noche reducida 
a luces de coches 
que se deforman 
al pasar veloces

chorrean curvas de calor
giran
se detienen

escupen humos tormentosos
como diablos brillantes
dentro de la oscuridad.






Venenosa costumbre
de hablar con las sombras 
callejeras
inoportunas
justicieras.

La noche y yo
y la velocidad de la noche.

A pesar del miedo
y las sensaciones extrañas
que se desparraman
manchan a su antojo
mi cuerpo mortal
sigo acá
observando 
el acontecer del mundo.

Nadie va a sonreír hoy
no encontraría motivos.







Voy a deambular sobre la noche
con mis manos.

Voy a recordar 
mi propia oscuridad.

Voy a ser y estar.







Las personas
se olvidan 
mientras hablan

desangran 
ocultan.

¿Quién sabe?

No voy a dar tregua.







He visto cuerpos
caer por amor
intoxicación
olvido.

Los he visto saltar
desde lo alto de un edificio
y vi la sangre de aquellos muertos
estampada en el asfalto.

He visto sonrisas
volverse monstruos
y monstruos 
comiéndose a sí mismos

y muchas vidas vi
convertirse en pesadillas.









Aleteo



Y amanece al fin
secan sus lágrimas
las hojas abandonadas
detrás de las puertas
colores de cielo
lejos de tus manos
de tus dobles filos
malignos
cortan a la mitad
la presencia y la ausencia
se hacen tronos inviolables
los cajones te ocultan
no me atrevo a ver dentro
de esa especie de muerte
que el tiempo
engulle
y disipa tu orilla
de arena revuelta
movediza.








Se mueve loca
el agua
la sal
por mi espalda
por los poros rebalsados
de tu piel
cielo redondo
en los ojos
trampolines en la boca
cobardes tal vez

la niña fascina
en su música
en sus palabras
se mueve loca
la flor soñada.







se caen estrellas
dentro de tus ojos
resplandores
que hacen de día
a la noche
          primavera que se enreda en mis brazos
dejaré que te duermas
en los jardines
de mi hombro
enloquecido

en el suave murmullo
de San Telmo
antiguo
           tibio
con sus bolas amarillas
iluminando las plazas.







La voz se hace dilema
y el canto del humo
coloreando los ojos
brilla
desde la punta de los labios

cuerpito que el viento
acerca a mis brazos

me gusta el invierno
porque junta a las personas: calor humano.







Se abre la herida
se seca

en esta boca sin nombre
en este podio pulverizado
donde tu piel hizo estragos
en mi piel

donde el juego
nos abrió la espalda
y nos tapo los ojos
con estrellas negras
de musgo.







La mañana
puede descansar
a los pies de tus ojos

hijos derretidos de la noche

esperan la luz
su calor amarillo
sus recuerdos
en los contornos
sus manchas
en las paredes.







Rasgado
el espejo a los pies de la cama
la sutura
desmayó los lazos
 y nada queda
nada entero

se corren las palabras
se escapan
desde tu boca
hacia el vacío

solo el polvo
masticándose los codos

solo el silencio.







Caigo en tus ojos
en el poema
que volvió
desde tus sombras

las manos
perdidas
irremediables
te nombran
te buscan
te estrangulan

el vacío
en la playa
la alegría de verte
tumbada en la arena
desnuda
esperando el mundo
de mis labios

esperando...







Desde aquí
desde este silencio en los hombros
desde las ampollas en las manos
desde estos versos sin sueño
desde el dolor de la víctima
desde la primavera desdentada
desde el recuerdo que se acerca
desde voz que te vas
o que te fuiste
arrancando las puertas
bajando las escaleras de dos en dos

desde este sismo cortado con tijeras
desde la muerte de las flores
desde el sonido de tu voz ennegrecida
desde el eco de la piel jugando
desde las tardes amarillas en tu vestido verde
desde los besos extinguidos
desde la luz tibia del domingo
desde este hueco en la pared
desde el ojo de carne
desde la vida en mi poesía
desde este poema
que podría no acabar nunca
desde que ya no te extraño
pero te recuerdo...







No escucha
se duerme
el lomo de la serenidad
haciendo ecos silenciosos
con la luz

falso guiño
falsa escuadra
mi mano se perdió
en el espejismo

acomodó su huella
en el polvo
que opaca a las cosas olvidadas

se fue
                                          lejos

apenas perceptible la lengua de estrellas
persigue fantasmas
                                       conejo de Alicia




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