miércoles, 27 de abril de 2016

DANIELA JAIMES-BORGES [18.538]


Daniela Jaimes-Borges

Nació en Caracas (Venezuela en 1981.
Poeta, dramaturga, profesora de Artes Escénicas y actriz de teatro venezolana.
Es profesora en Artes Escénicas por la UPEL-IPC (2005). Magister Scientarium en Estudios Literarios UCV (2009). Actriz y directora teatral con más de 15 años de experiencia. Ha sido merecedora del Premio de Autores Inéditos de Monte Ávila Editores en la mención Dramaturgia (2009) por su libro Breves. En el 2011 fue ganadora del Premio Municipal de Literatura, mención Dramaturgia por el mismo libro. Este libro fue traducido al inglés. Participó en el Coloquio Internacional Virgilio Piñera Tal Cual en La Habana como ponente (2012). Ha sido merecedora de la beca auspiciada por el Goethe Institut para la tercera edición de Panorama Sur para dramaturgos (2012). Algunos de sus cuentos breves han sido publicados en la Revista Asfáltica de la UNAM; ha sido colaboradora de la Revista El Salmón, Revista Babel y Revista Teatralidad: crítica y verdad. Otros de sus trabajos se encuentran en los portales literarios: ReLectura, Ficción Mínima, País Portátil, Dramateatro, entre otros. Ha participado en distintos recitales de poesía. Desde el 2008 se desempeña como Profesora de Lengua Española y Literatura y Literaturas del Caribe en la Escuela de Idiomas Modernos de UCV.


I

He visto hombres marchar sin rumbo.
He visto hombres renunciar pronto, volver al punto de origen.
He visto hombres seguir, golpearse, para llegar más lejos.
He visto hombres ir con más calma. Cayendo.
He visto hombres ensuciándose con la tierra que seduce el aire.
He visto hombres incompletos siguiendo un espejo para descubrir el mundo.
He visto hombres sentimentales sin pensar en las consecuencias.
He visto hombres despedirse sin reconocer su voz.
He visto hombres volver sin su regreso.




II

He visto hombres esperando otra alma que se despida, oscureciendo su vejez.
He visto hombres renacer cuando su mujer enferma.
He visto hombres sembrando árboles porque no tuvieron hijos.
He visto hombres alucinados, inventando imposibles de sí.
He visto hombres que deciden morir mil veces, antes de ser marionetas, antes de su final, después de sus familias.




III

He visto hombres que pasan de un carrusel a unas piernas.
He visto hombres romperse frente a la virtud reciente.
He visto hombres-paisajes,  escapar atados a su cobardía, haciendo dibujitos en el aire. He visto hombres que intentan adivinar nuestros nombres y apenas los susurran muy de lejos.
He visto hombres, muchos hombres, cuando en realidad son uno.





*

Desconozco la brevedad.
He sido fuerte arrastrando el pasado,
tanta longitud.
He alcanzado mi cuerpo para regresarlo a su sombra.
Y ya nada lo persigue.
Me sigo esperando en la continuidad del aire
junto a recuerdos felices imaginados
para no confundir la vida con la realidad.
He llegado.
Todas las maneras de volver o irse están ahí, pero
inmóvil, reconozco el fracaso.
Me arrodillo
y en ausencia de Dios, me pido perdón.



*


Me trazas el alma
con un libro
las manos perduran desde la página tres
ese hecho de no haber nacido juntos
el trance
y no soy Nijinsky,
pero lo repito y digo:
“soy aquel que muere
cuando es amado”



*


No puedo seguir anunciando
futuros
tengo las manos heladas
convulsión advertida
desde otras noches
que no saben que no se alzan
en el norte agujero
en el que amanecemos
y no soñamos.



*


A la sombra de la fiesta
alzaste el brazo
para abrirle el mundo
a los que nunca fueron



*


Hay que ser un gato
nunca se pone de rodillas
esquiva todo lo que rompe
ante el agua helada se cuida con más remedio que tú
si se siente rabioso, camina con parsimonia
alguna mosca pagará por éso
Y si mi vida se viene como la arena
antes de cerrar a los muertos
él la ha llevado ya a su casa.



*


Desde ahora dormiré detrás de un residuo de comas, tendré más cuidado en usarlas, las vaciaré si me llega un último momento sobre los cobardes, para que sientan en segmentos, la fiel orquesta de las pausas y le den nombre a todas las esperas que les guardamos.



*


Hay un lugar que no encuentro
la soledad  no es mía
es la lengua de tu dolor
y te aguanto hijo
dándole al máximo
un grito azorado
que pasé por encima de todos
evaporando también
todos tus miedos
pero vencida
vuelvo
a llenarte de alguna injusticia
que te desvele y te desvele
para mantenerte conmigo.



*


Inerte el cuerpo
las manos cerradas
como la primera vez que nací
salivando  todo
para darme cuenta
de que el dolor
es algo
que ya no deliro.



*


Una mujer se calla cuando salen sus pezones
Una mujer se calla cuando un aprendiz aprende con ella
Una mujer se calla         cuando               el amor es un ruido
Una mujer se  calla cuando el lobo no es el de los cuentos
Una mujer se calla cuando ve pasar a los huérfanos debajo de una gallina
Una mujer se calla cuando doblegarse es protestar
Una mujer se calla cuando los celos no la muerden
Una mujer se calla cuando el vacío tiene forma de voluntad
Una mujer se calla cuando se calla un hijo
Una mujer se calla cuando golpea la puerta
un disparo preciso          seco
en la frente.



*


No sé amar y por eso me tambalean los poros, la humedad desfallece  y las Margaritas dobles, no  superan la  calle, el laberinto,  el punto de fuga en la boca y no soy buena en geometría.
No sé amar, en este destino que une y desune, que no da tiempo para escampar en la esquina de una mirada ceñida al más impropio de los deseos.
No, no sé de amar, porque no puedo partirme entre todo lo que quisiera descubrir en alguien, sin sentirme culpable por haberme perdido otra vez de mí.
No puedo amar, porque la caricia cesa, porque la paciencia no sé dosificarla, porque me abruman los abrazos, porque no sé salir de ellos y los platos, querido, los platos de la cena, deben estar en su lugar, limpios, secos, por orden de tamaños
No sé si pueda amar, porque ya no quiero mascotas que me distraigan mientras espero, porque no sé qué hice con el silencio para fundar el desamor.
No quiero amar porque los tangos son la tristeza y a mi madre la vi llorar con un disco de esos sobre su fracaso, mientras le daba hueca voz a todas las soledades posibles que cantaba ese señor que también murió enamorado.
No, no necesito estar cerca de un amante, porque altera el centro:  ese largo alambre del que no me sale un corazón.
No me permito amar, porque hoy secas mis lágrimas y yo me ilusiono antes de que digas: te irá mejor sin mí.
y decididamente, aunque las venas duelan, yo, amor, prefiero abandonarte antes.



*


He vivido siempre
con la pistola
en la boca
mientras mi otra mano
sólo me hace gritar.







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