lunes, 27 de octubre de 2014

SAMUEL H. LEVINGER [13.857]


SAMUEL H. LEVINGER

(Columbus, Ohio, USA, 1917 - Zaragoza, 1937)
Samuel H. Levinger participó en la guerra civil como soldado ametrallador en el Batallón Tom Mooney de la Brigada Lincoln, tras haber abandonado la universidad, sin llegar a graduarse, para alistarse en Enero de 1937. Más que por su poesía, que al parecer no ha llegado a editarse, es conocido por una especie de diario que llevó durante la guerra, "The Spanish Civil War Journal". Murió en la Batalla de Belchite, a finales de agosto de 1937, herido en la pierna, probablemente por la falta de una adecuada atención médica. Tenía 20 años.



Las frases de amor cambian según la latitud…

(Poema de Sam Levinger escrito en Ohio, tras su graduación en el Instituto)

En el Madrid de las especias,
ella habría dejado caer una rosa ardiente, de un rojo flamígero
y susurrado con suavidad desde un balcón

Pero en Nueva York (barrio del este),
ella se reía desde una salida de incendios, y dejó caer
la hoja tiesa de una alcachofa sobre mí.


En casa

Texto extraído de la novela escrita por Elma, madre de Sam Levinger, en el que narra hechos acaecidos en Columbus (Ohio), en noviembre de 1936.

            
Golpeé su puerta y, como no respondía, entré. Sabía que no podía controlarlo tanto, a un joven de 19 años, pero no podía evitarlo. Se suponía que aquel otoño estaba estudiando para sus exámenes finales… Tenía el libro de Sociología abierto sobre su estómago, pero al inclinarme para apartarle el pelo de los ojos me di cuenta de que la tira cómica del periódico matutino estaba metida bajo la almohada.

Saqué la hoja arrugada. “No me engañes, Samuel, solo te engañas a ti mismo”… Samuel se levantó, sonriéndome. “No entiendo por qué te sigues preocupando por esos exámenes. A mí no me preocupan”…

Fui a ordenar la ropa metida en su armario. De repente mis manos, ocupadas con los calcetines y la ropa interior y las corbatas, temblaron. Porque, al levantar la vista, vi la foto que Samuel había arrancado del New York Times del último domingo y había pegado en su espejo. Mostraba dos fotografías de la España en guerra… De repente, si estudiaba o no era la menor de mis preocupaciones.

…Sam había cerrado su libro y me estaba observando. “Podría estar bien ir a España”, dijo con toda tranquilidad.

Intenté disimular el pánico de mi voz. “No te necesitan. Tienen soldados de sobra”.

“Sabes que no es así. Has leído en la prensa lo mismo que yo, que hay lugares donde las mujeres cogen un palo o una horca y salen a encontrarse con Franco y los moros”.
“Está bien, quizá tengas razón, pero hay muchos voluntarios sin ti”.
“Suponte que todos los demás dijeran lo mismo… Después de lo que he visto, las huelgas, la gente en la calle desesperada, pobre, sin un sitio donde vivir, incluso sin lo suficiente para comer, y todo lo demás, me considero un revolucionario. Y hoy en día el lugar para un revolucionario de verdad está en España”.



Llegada a Madrid 
de las Brigadas Internacionales

(Del poema de Pablo Neruda, de su libro “Tercera residencia”)

Una mañana de un mes frío, de un mes agonizante
manchado por el lodo y por el humo,
un mes sin rodillas, un triste mes de sitio y desventura,
cuando a través de los cristales mojados de mi casa se oían los chacales africanos
aullar con los rifles y los dientes llenos de sangre, entonces,
cuando no teníamos más esperanza que un sueño de pólvora,
cuando ya creíamos que el mundo estaba lleno solo de monstruos devoradores y de furias,
entonces, quebrando la escarcha del mes frío de Madrid, en la niebla del alba,
he visto con estos ojos que tengo, con este corazón que mira,
he visto llegar a los claros, a los dominadores combatientes
de la delgada y dura y madura y ardiente brigada de piedra.
Entonces os he visto,
y mis ojos están ahora llenos de orgullo
porque os vi a través de la mañana de niebla llegar a la frente pura de Castilla,
silenciosos y firmes
como campanas antes del alba,
llenos de solemnidad y de ojos azules venir de lejos y lejos,
venir de vuestros rincones, de vuestras patrias perdidas, de vuestros sueños
llenos de dulzura quemada y de fusiles
a defender la ciudad española en que la libertad acorralada
pudo caer y morir mordida por las bestias.



La guerra es larga

(Poema de Sam Levinger, escrito en un hospital de Madrid, tras ser herido en la batalla de Brunete)

Camaradas, la batalla es cruenta, la guerra es larga,
grises colinas adelante se escucha el grito de las armas;
sobre nosotros planean aviones blancos preñados de dolor,
mirad los tanques sombríos y salvajes, odian la carne;
y escuchad: los fusiles muestran a los hombres el camino del olvido.

Las ametralladoras retumbantes proclaman la muerte.
Camaradas, la batalla es cruenta, la guerra es larga,
Aquí yace un camarada, con la cabeza envuelta en sangre y vendajes,
aquí hay un camarada destrozado con la cara blanca y crispada,
aquí yacen nuestros muertos, aguardan un poco de tierra.
Estamos cansados de la guerra y hartos del peligro.
Soñamos con muchachas que nos esperan muy lejos.

En nuestras manos hay sangre que no podemos limpiar.
En nuestras almas sangre que no se quitará en largo tiempo.
Camaradas, la batalla es cruenta, la guerra es larga,
Dejadnos subir a las colinas grises y recargar las armas,
embistiendo con las delgadas bayonetas hacia la siguiente ladera.
Aquellos que aún están vivos pronto verán los verdes campos,
un país libre y refulgente como una estrella;
y aquellos que recargaron las armas serán recordados,
y de la roja sangre descollarán blancas nubes.



Sin título

(Escrito tras regresar por su cuenta del hospital a su batallón, en un viaje de cuatro días en el que solo comía pan y la fruta que encontraba)

No temo al vacío que los hombres llaman muerte,
no recurro a rezos para conjurar un destino apenas adivinado,
no contemplo con malsana desesperación el envoltorio
de las negras tripas de la tumba.

Mi vida goza con la poesía púrpura y con las nubes,
con los barcos en que navegué, con la cerveza que derramé;
me esperan la lucha y la esperanza, un mundo que derribar,
un nuevo mundo que construir.

Y cuando mis ojos comiencen a temblar y cerrarse
llegará la tristeza, ¿pero acaso se debilitará mi coraje?
Si lo que aguarda es oscuridad, entonces dormiré,
si es luz despertaré.



La última carta

(Escrita cuando Sam luchaba en el frente del Jarama, entre febrero y abril de 1937)

Solo en caso de muerte, por favor,
Envía la presente a Mrs. Lee J. Levinger
2257 Indianola Ave. Columbus, Ohio, USA
No enviar en caso de resultar herido.
Gracias, camarada.
Samuel Levinger

Queridos Padre y Madre:

Supongo que cuando os llegue esta carta llevaré varias semanas muerto. La guerra es muy confusa, desde luego, he visto bastantes cadáveres certificados dando vueltas por aquí como para sentirme un poco escéptico. Pero si recibís esto y también un anuncio oficial, consideradlo definitivo.

Este es el último día de descanso. Mañana vamos hacia el frente a echar a los fascistas. No tengo dudas de que conseguiremos que se larguen de aquí, aunque será a un precio considerable; y dado lo bueno que es el Batallón Lincoln, estaremos en mitad de todo ello.

Me aferro todavía a mi convicción original, según la cual seguiré con vida mucho después de que un montón de dictadores hayan muerto intoxicados por el plomo o con las arterias colapsadas; aunque me he equivocado antes en otras materias. Así que decidí escribir esta carta.

Ciertamente, no me entusiasma la idea de morir. Me lo he pasado muy bien en mis primeros veinte años a pesar de que, salvo los seis últimos meses, han sido bastante inútiles. Supongo que habría disfrutado igual de los veinte siguientes. De todas formas, quería escribir esta carta para dejar claro que no hay absolutamente nada de lo que arrepentirme.

Si volviera a vivir creo que me uniría de nuevo a esta lucha, en este lugar crucial. Había una tarea extremadamente importante que hacer aquí y fui uno de los hombres que decidieron llevarla a cabo. Es una lástima que al hacerlo una buena cantidad de nosotros resultáramos muertos, y el hecho de que yo muriese es todavía más lamentable desde nuestra perspectiva. Sin embargo, eso carece de relevancia respecto a la necesidad de emprender esta tarea. La diferencia entre el fascismo internacional y el socialismo internacional es demasiado grande para permitir que nuestra seguridad sea un factor a considerar.

Lo siguiente que quiero pediros es que no veáis esto fuera de contexto. Cambiar el mundo es un asunto muy serio. Ha matado y seguirá matando a miles de muchachos tan queridos para alguien como yo para vosotros. Los fascistas quieren guerra, y les daremos guerra a muerte.

Sois más afortunados que la mayoría de los padres, porque todavía tenéis dos niños con futuros muy brillantes. Tenéis oficios realmente valiosos. No estoy tan capacitado como para valorar el trabajo de Padre, aunque soy consciente de que es de gran valía, pero en mi terreno, el de un autor, puedo decir que Madre se convertirá en una de las mejores escritoras de su generación. Y todavía tenéis que lograr la emancipación de América.

Creo que mis ideas sobre la inmortalidad coinciden ampliamente con las vuestras. Escribí una vez un pésimo poema: “Si lo que aguarda es oscuridad dormiré, si es luz despertaré”. Así que, si volvemos a encontrarnos será genial; si no, hemos disfrutado de muchas alegrías juntos mientras duraron.

En cuanto a mis amigos, hacedles llegar mi cariño si os encontráis con ellos. Contadles que os dije que sólo hay una cosa que merezca recordarse: que hay un camarada menos para hacer el trabajo del soldado insatisfecho. Algo tendrán que hacer todos ellos para compensar mi baja. A ver si eso hace que algunos de ellos dejen de ser tan independientes y pasen a la acción.

Ha sido una carta torpe. Solo quería decir que os quiero muchísimo a los dos, y todo eso. Y también que esto no es tan grave.

Amor y saludos revolucionarios.
Alegría para el mundo.
Samuel Levinger







SAM LEVINGER EN ARAGÓN

[Hoy miércoles, a las 20 horas, en la Biblioteca de Aragón se rendirá homenaje a San Levinger, un brigadista norteamericano que combatió con la II República y que pereció en La Puebla de Híjar. Viaja a Zaragoza su hermana Laurie. Aquí se cuenta su historia: este texto apareció en las páginas centrales de 'Artes & Letras' hace algunos meses.] 

Un idealista poeta de Ohio


SAM LEVINGER

Por Antón Castro

El idealismo es uno de los instrumentos más revolucionarios: puede ser la llama, el camino, la tentativa o la espiral inicial para transformar el mundo. Algo así le ocurrió a Sam Levinger , un joven de Ohio, hijo de un rabino y de una escritora. La historia de su breve vida tiene mucho que ver con el arranque de la historia de 'Tierra y libertad' (1995), la película que Ken Loach rodó en las tierras del Maestrazgo, entre Mirambel y Morella. Un día, el padre de la escritora Laurie E. Levinger, hermano de Sam (1917-1937), le habló de una caja que yacía en el sótano y que contenía «cartas de mi hermano, Sam, cuando estaba en España, me parece. No les he prestado mucha atención. Creo que hay una novela, o puede que dos, que mi madre escribió sobre la vida de Sam».

Esas novelas, por razones políticas tal vez, no se publicaron. La anécdota ocurría en la primavera de 2001. Pasaron muchas cosas en la vida de Laurie, se jubiló, publicó su primer libro, y de repente descubrió que «me encontraba a la deriva», sin inspiración. Y se acordó del cajón. «Leyendo su contenido descubrí la historia (muchas historias, en realidad) de un joven lleno de fervor idealista que abandonó su hogar para unirse a un ejército voluntario y luchar contra el fascismo en un país extranjero». En esa narración será determinante Elma, la madre de Sam , que se lamentaba de que abandonase sus estudios universitarios y que interrumpiese una prometedora carrera como periodista y poeta, que abandonase a la familia y a su novia Clara. Elma será su interlocutora desde la distancia.

Además, Elma le dedicó dos libros a su hijo, que se encontraban con las cartas, los poemas y las crónicas de Sam en el interior de la caja. Laurie E. Levinger publicaría algunos años más tarde la historia de una obsesión, de una pesquisa, de una sombra: 'Amor y saludos revolucionarios. Un chico de Ohio en la guerra civil española' (Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales, AABI, 2013. Traducción de Agustín Lozano de la Cruz).

Sam, se dice, «era un observador cuidadoso y astuto, también era un poco manipulador, cambiaba su relato en función de su la audiencia que tenía en su hogar». En los primeros capítulos, se narra cómo era Sam antes de volverse un «revolucionario». Hiperactivo, podía irse detrás de un organillero ambulante, se interesó mucho por la I Guerra Mundial, luego por el paficismo, le encantaba desviarse por el camino más largo del bosque y oír historias. Un médico reveló a sus padres: «El chico necesita aventura, en cantidad». Y no tardaría en tenerla. Por ejemplo, en 1931, su madre ganó un premio de mil dólares con su libro 'Grapes of Canaam' y la familia decidió hacer un viaje por Egipto, Siria, Palestina y varios países de Europa.

Recuerda su madre que «en Múnich, Samuel se puso un uniforme de 'boy scout' y fue a la Brown House, donde pidió ver a Hitler, pero no se lo permitieron». Con 17 años sería arrestado y casi a la vez le confesaría a su madre que deseaba ser escritor. No tardaría en colaborar en 'The Columbus Citizen' con una crónica, incorporada al libro.

«A finales de diciembre de 1936, un pequeño grupo de voluntarios norteamericanos partieron hacia Francia, planeaban infiltrarse en España para unirse a las Brigadas Internacionales. Muchos de los voluntarios eran miembros del Partido Comunista americano. Sam no lo era, pertenecía a la Liga Socialista Juvenil y tenía su carnet de miembro, aunque estaba en minoría. Otros se unirían pronto a estos voluntarios. Más adelante llegarían a ser dos mil ochocientos. Se autodenominaron la Brigada Abraham Lincoln», cuenta Laurie. Se explica cómo Sam se trasladó a Francia -se embarcó el 16 de enero de 1937 en el 'SS Paris'- y finalmente llegó a España.

No tardaría en mandar cartas a casa, especialmente a su madre, con la firma de R.P., para despistar. Cuenta cómo era el saludo del Frente Popular, cruza los Pirineos en ferrocarril y luego en autobús. Más adelante anota diversas anécdotas, recuerda la muerte de Durruti y finalmente recorre Valencia, el frente de Albacete, más tarde pasará a El Jarama. Con el paso de los días, tras recibir sus primeras heridas, llegará a una batalla crucial: la de Belchite. Eso sí, antes de esa empresa terrible, en todos los sentidos, escribirá a su familia, a su amada Clara, firmará crónicas en 'The Nation' y hablará de sus compañeros, del miedo, de la desesperación y de un fusil llamado Mary que llevaba su camarada Jim. En uno de sus conmovedores relatos desde la trinchera, confiesa: «No había luna, solo un atisbo de la luz de las estrellas. Busqué entre las viñas, no encontré nada. Jim solía decir que yo era el mejor guardián del frente, porque siempre estaba muerto de miedo». De vez en cuenta miente: «Querido padre: todo va bien, de maravilla».

Lírica de la contienda, cartas

Tras ser herido en la batalla de Brunete escribió el poema 'La guerra es larga.




«Camaradas, la batalla es cruenta, la guerra es larga, 
Grises columnas adelante se escucha el grito de las armas; 
Sobre nosotros planean aviones blancos preñados de dolor, 
Mirad los tanques sombríos y salvajes, odian la carne; 
Y escuchad: los fusiles muestran a los hombres el camino del olvido».


«Compañeros 
larga es la guerra, sangrante la batalla. 
Pero carguemos de nuevo nuestras armas  
y ascendamos por la pendiente  
empujando con fuerza 
bayoneta calada 
hacia la lejana colina.  
Los que nos sobrevivan  
verán la yerba verde 
un país reluciente 
un resplandor de estrellas 
y aquellos 
que cargaban firmemente sus armas  
serán para siempre recordados 
y de la roja sangre 
emergerán pináculos blancos.»



Entre el 24 de agosto y el 5 de septiembre participó en la batalla de Belchite. Un compañero brigadista describió así sus últimos instantes: «Rodeando la catedral por todos lados, los americanos, apoyados por batallón español, intentaron cruzar la plaza hacia el edificio, pero fueron rechazados por un fuego enemigo fulminante. Se reagruparon en edificios cercanos y entonces intentaron un segundo asalto que también fracasó. Eran maniobras gravosas, entre los hombres que cayeron muertos estaban Henry Eaton y Samuel Levinger ».

Sam fue alcanzado, pero no murió en Belchite: falleció el 5 de septiembre de 1937 en el hospital de campaña de La Puebla de Híjar (Zaragoza). Redactó una carta para sus padres que solo se les debía entregar si fallecía. Les decía: «Ciertamente, no me entusiasma la idea de morir (…) Si volviera a vivir creo que me uniría de nuevo a esta lucha (…) Escribí una vez un pésimo poema: 'Si lo que aguarda es oscuridad dormiré, si es luz despertaré'. Así que, si volvemos a encontrarnos, será genial; si no, hemos disfrutado de muchas alegrías juntos mientras duraron». A su novia le dijo: «Habría sido genial estar a tu lado. (…) Amor, salud, alegría».

Laurie E. Levinger llegó en 2010 a La Puebla de Híjar siguiendo el rastro de su tío, que fue objeto de transfusión de sangre y que oyó la melodiosa voz de Miss Silverstine antes del fin. Laurie recompuso la historia, visitó la fosa común del cementerio donde reposan sus restos y compuso este libro conmovedor.

Gracias a la iniciativa del escritor y periodista Luis Granell, de Susanna Anglés y Javier Díaz, activos y concienciados libreros en Mas de las Matas, más de una treintena de personas rindieron homenaje a Sam Levinger: leyeron sus poemas y sus cartas. El periodista y escritor Luis Granell describe así el acto para HERALDO: «El clima del acto fue íntimo; yo diría que íntimo, romántico y emocionante; así lo queríamos los amigos que lo pensamos. Asistieron algunos vecinos del pueblo, miembros de la Asamblea local de IU, que lo respetaron. Volví a conmoverme escuchando al fotógrafo Pedro Avellaned leer la carta que Sam había preparado para que la enviasen a su familia si moría. Cuando la leí en el libro lloré».

Hay una página web: www.levinger.net






Amor y saludos revolucionarios: Un chico de Ohio en la guerra civil española. 

Por Laurie E. Levinger

176 páginas      
Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales


Amor y saludos revolucionarios: un chico de Ohio en la guerra civil española es la historia de Sam Levinger, un joven que fue a España en 1937 para unirse a las Brigadas Internacionales. Es la historia de un idealista que se comprometió a viajar a un país extranjero para luchar contra el fascismo. El libro se fundamenta en las cartas, poemas y crónicas que Sam Levinger enviaba a casa desde España, junto con las cartas y reflexiones de su madre, la escritora Elma Levinger. Narrado a partir de las palabras de un joven soldado y de su madre, así como de otros miembros del Batallón Abraham Lincoln, el libro ofrece un testimonio de primera mano sobre los conflictos y la política de la época. Hombres y mujeres de todo el mundo fueron a España a combatir en defensa de la democracia española. Dos mil ochocientos estadounidenses se unieron a las Brigadas Internacionales. Sam Levinger fue uno de ellos. Sam murió tras resultar herido en la batalla de Belchite, a la edad de veinte años. La autora de este libro, sobrina de Sam Levinger, viajó a España en busca de su tumba sin nombre. Amor y saludos revolucionarios narra la crónica emocional y política de la participación de los norteamericanos en la guerra civil española, en el lenguaje de quienes la vivieron. “La historia de los dos mil ochocientos americanos que defendieron la República Española contra el fascismo en los años treinta ha provocado numerosas y convincentes crónicas, pero pocas tan conmovedoras como esta. Laurie Levinger ha sacado a la luz un tesoro de testimonios poderosos y sensacionales, la mayor parte de los cuales nunca se habían publicado. Ha elaborado con esmero un tapiz a varias voces que nos lleva desde los años de la Gran Depresión en Columbus, Ohio, hasta las trincheras de España”. Sebastiaan Faber, director de los Archivos de la Brigada Abraham Lincoln. “Esta es la historia de un héroe americano en el mejor sentido, de un chico que dio su vida para la que libertad resistiera en un momento en el cual oportunistas, políticos, empresarios avariciosos y hasta mandatarios de la Iglesia en Europa y América se esforzaban por acallarla y destruirla. Contra este telón de fondo, la figura de un muchacho refulge brillante y heroica, como un americano de americanos, en la mejor y más pura tradición de un país que ha escrito en su Constitución que cree en la libertad, la decencia y la dignidad del hombre. Él fue uno de los muchos jóvenes americanos que marcharon a España en la creencia de que la libertad del hombre es lo más valioso en el mundo por lo que merece la pena luchar”. 

Louis Bromfield, escritor americano, ganador del premio Pulitzer. LAURIE E. LEVINGER es también autora de otros dos libros: What War? Testimonies of Maya Survivors, y Just a Dropped Stitch.




1 comentario:

  1. Fallecio y esta enterrado en La Puebla de Hijar, Teruel.
    ¡¡¡ Teruel existe !!! Salud y República

    ResponderEliminar