domingo, 1 de noviembre de 2015

YASUSHI INOUÉ [17.324] Poeta de Japón


Yasushi Inoué

Yasushi Inoué (井上 靖 6 de mayo de 1907 - 29 de enero de 1991), escritor católico japonés, nació en Asahikawa, en la isla de Hokkaidō. Murió en Tokio de neumonía.

Estudió en la Universidad Imperial de Kioto, cursando la carrera de Estética y Filosofía, recibiéndose en 1936. Su tesis trató la obra poética de Paul Valéry.

Su padre, Hayao, fue médico del ejército y, por tanto, cambió de residencia en varias ocasiones. Su madre, Yae Inoue, provenía de una familia con tradición de médicos. A la edad de seis años, Inoue fue enviado casa de su abuela, una antigua geisha. Se crio en el pueblo natal de la familia en la prefectura de Shizuoka. El joven Inoué comenzó a leer poesía en su etapa en la Escuela de Numazu. En 1926 se trasladó a Kanazawa, donde vivían sus padres, para comenzar la Escuela Superior. Durante este período de su formación, dedicó su tiempo de forma obsesiva al judo y la poesía. Más tarde, para decepción de su familia, suspendería el examen de ingreso en la escuela de medicina de la Universidad Imperial de Kyushu. Su padre, ya retirado, pasó sus últimos años aislado dedicando su tiempo a la cría de pollos. Inoue fue entonces aceptado en el departamento de inglés de la universidad, pero no prestó mucha atención a sus estudios.

En 1935 se casó con Adachi Fumi, cuyo padre era profesor de antropología. Inoue publicó algunos poemas y cuentos en revistas, pero abandonó su carrera literaria y se convirtió en reportero de la revista semanal Sande Mainichi en Osaka. Tras servir como soldado de infantería en el norte de China en 1937 y 1938, se reincorporó al departamento de cultura de los periódicos del grupo Mainichi.

Tras obtener el Premio Akutagawa en 1949 por La escopeta de caza (猟銃), se trasladó a Tokio en 1951, retomando la escritura a tiempo completo. Visitó China a finales de los años 1950, país al que volvería varias veces, y en 1964 fue elegido miembro de la Academia de las Artes de Japón. De 1969 a 1972 desempeñó el cargo de presidente de la junta directiva de la Asociación Literaria de Japón. En 1976 recibió la Orden al Mérito Cultural, el más alto honor otorgado por el gobierno japonés. Fue además elegido vicepresidente internacional del PEN Club, en 1984, sustituyendo a Yasunari Kawabata.

Autor versátil, cultivó los géneros de poesía, ensayo, cuento y novela. Aunque a menudo es recordado por sus relatos históricos situados en el antiguo Japón, la obra de Inoue también incluye novelas de corte autobiográfico y cuentos llenos de humor, tensión y sabiduría.

Premios

1949 Premio Akutagawa.
1957 Premio Literario del Ministerio de Educación.
1959 Premio de Prensa Mainichi.





“La escopeta de caza” – Yasushi Inoué

POR CONSTANZA IGLESIAS

Es difícil advertir lo que un ser humano representa para otro ser humano, aún teniéndolo cerca. Podría ser una “gran locura en un hombre el querer que otro le comprenda”. Pero, el escritor Yasushi Inoué hace el intento a través de un escueto relato –calificado como obra maestra de la literatura japonesa – en el que desmenuza con sutileza los aspectos de una tragedia.

“La escopeta de caza” es el título de un poema inspirado en la soledad del ser humano. En sus versos, el poeta recurre a la imagen de un cazador que carga una escopeta en el Monte Amagi. Tras su publicación, el poeta recibirá una carta de un tal Josuke, quien asegura ser el hombre inspirador de sus versos. En gratitud, Josuke le enviará al poeta tres cartas personales, cada una de ellas escrita por una mujer distinta. El poeta transcribirá íntegramente las cartas al lector, revelando la tragedia del cazador: Josuke, esposo de Midori, mantiene un romance con una mujer divorciada llamada Saiko, quien luego de trece años como amante, decide suicidarse.

La primera carta la escribe Shoko, hija de Saiko, para informarle a Josuke que ha encontrado el diario de vida de su madre, en el que relata los pormenores de los amantes y su intención de suicidarse. La segunda carta es la de Midori, prima de Saiko y esposa de Josuke, quien le explica sus razones para abandonarlo. Mientras la tercera misiva es la escrita por Saiko antes de su suicidio.

Sería un despropósito contar más detalles porque, precisamente, lo que hace que “La escopeta de caza” sea un libro imposible de abandonar hasta su última página es la forma en que entrega información que nos envuelve lentamente en el mundo de estos personajes. Si en la carta “uno” pensamos que sus protagonistas son de una forma, en la epístola “dos” dudamos de lo ya leído (y así sucesivamente), hasta darle la oportunidad al lector de sacar sus propias conclusiones sobre el actuar de los protagonistas. Este no es un thriller o un libro de suspenso, ni tampoco ese clásico culebrón oriental, pero, por alguna razón, el lector se sentirá en el epicentro de los secretos.

Y este es el gran mérito de Yasushi Inoué, quien en vez de utilizar esa técnica que tanto gusta en el cine –esa de mostrar la misma situación desde la mirada de distintos personajes– el escritor japonés prefiere contar qué es lo que hicieron sus personajes para llegar a este hecho y cómo lo afrontan emocionalmente. Podrán recordar hasta los mismos objetos, como ese haori (chaqueta) gris con grandes cardos bordados, pero como lector comprendemos que ese haori tiene un significado distinto para Shoko, Midori, Saiko y el omnipresente Josuke. Este libro tiene solo cien páginas, pero se convierte en una gran tarea cuando pensamos que está escrito a base de gestos e impresiones. No por nada, Inoué fue un eterno mencionado para ganar el Nobel de Literatura.

“La escopeta de caza” no es una historia de amor o desamor, sino un encuentro con la soledad, revelada como un espacio dulce -o aterrador- que irremediablemente habitamos y en el que ninguno de nosotros puede escaparse de sí mismo y sus insospechadas intenciones. Es lo que Saiko denomina llevar una serpiente en el cuerpo: “¿Qué es esa serpiente que, según dicen, mora en cada uno de nosotros? ¿Egoísmo, Envidia, Destino?”.

Así, Midori hablará de la “ciudadela” para referirse a su familia. Shoko se compadecerá por la falta de pudor de su madre (quien en su diario se autodefine como “pecadora”), mientras un recuerdo de infancia llegará a la memoria de Saiko al despedirse del amante (“¿Deseas amar? ¿Deseas ser amada?”, dice la encuesta que circula por la sala de clases). El misterioso Josuke vagará por las páginas de estas cartas, como lo hará sobre en Monte Amagi; en un “seco lecho de pálido torrente”.

Tal vez el mayor secreto que esconde “La escopeta de caza” sea este: ¿Qué es lo que realmente se ama del otro?, ¿qué es lo que finalmente perdonamos?




LA ESCOPETA DE CAZA DE YASUSHI INOUÉ

Todo empieza con este poema que el narrador escribe para la revista de la Sociedad de Cazadores de Japón:



Con su gruesa pipa de marino en la boca,
Un setter corriendo ante él en la hierba,
El hombre subía a grandes zancadas, a comienzos de aquel invierno,
Por el sendero del monte Amagi,
Y crujía la escarcha bajo sus suelas.
Llevaba en el cinto veinticinco cartuchos,
Un abrigo de cuero, marrón oscuro,
Una escopeta de Churchill de doble cañón…
Pero ¿de dónde le venía esa indiferencia, 
pese a su arma de blanco y brillante metal,
Ante el hecho de arrebatar la vida a las criaturas?
Fascinado por las anchas espaldas del cazador,
Yo miraba, miraba.

Desde aquel entonces,
En las estaciones de las grandes ciudades,
O de noche en los barrios alegres,
A veces sueño,
Me gustaría vivir su vida…
Apacible, serena, indiferente.

A ratos cambia la escena de caza.
No es ya el frío inicio del invierno en el monte Amagi,
Sino un seco lecho de torrente, pálido y desvaído.
Y la refulgente escopeta de caza,
Descansando grávida sobre el cuerpo solitario,
Sobre el alma solitaria de un hombre de mediana edad,
Irradia una extraña y adusta belleza,
Que jamás mostró,
Cuando apuntaba a una criatura.*







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