lunes, 24 de agosto de 2015

JESÚS GÁZQUEZ [16.873]


Jesús Gázquez

Jesús Gázquez (Montilla, Córdoba 1965) estudió lenguas clásicas y música. Librepensador apasionado, abandonó pronto culto y cuna, y más tarde hipoteca y servidumbre, para dedicarse en cuerpo y alma a la vida poética. Es autor de los poemarios El norte del desasosiego (Ópera Prima, Madrid, 1997); El asombro (premio de la Fundación María del Villar, Tafalla 1999); Escombro (premio Ciudad de San Fernando, Huerga & Fierro, Madrid 2009), y Ríos (ediciones Baile del Sol, Tenerife 2011), con el que obtuvo diez galardones. Corpus dei es su primera novela.




Mi padre metía la mano en la olla
Hirviendo para comerse una col de mierda                                     
No tiene lista de espera la felicidad
la vida es un chiquillo aprendiendo a morir

Soy un hijo de piedra
Llevo nubes en la sangre
Y de un niño sin padres
Por una guerra que no iba con él
Yo no empecé todo esto
Sino por todos los hombres.




*



Dejé pasar el tiempo y perdió fuerza
Hasta que se detuvo en los poemas

Los poemas son animales salvajes
No sirven para nada
Gente que parece no dormir nunca
La belleza es un tigre que te encuentra primero.




(Del poemario Ríos)


Está a su lado pero lo ve en otro sitio
La soledad y el tiempo se han acabado liando
El mar estos años estaba en las cortinas de las pensiones
Él ha esperado un beso pero ella sólo apagó la luz
Ahora le da las cosas sin mirarlo
Prefiere no ver otras islas en sus ojos
También ella es un lugar extraño

Recuerda qué era yo antes de que me conocieras

El amor cambia de tamaño con la distancia
En el regreso nadie es el mismo
Cada uno piensa en el que nunca volvió
El tiempo es un maremoto

Ya no hay más tristeza que valga, mintió como Penélope.

Nuestro amor es un refugio
Una cabaña en medio de la lluvia
Donde está sólo el recuerdo del otro
Cuando uno acude allí a resguardarse del frío.



*



Estuve con una mujer que no hablaba
Podía soñarlo todo con ella
El silencio trae extrañas ideas
A veces cerraba los ojos para creer que se había ido
Entonces la echaba de menos
La recuerdo haciendo las maletas
Cada uno miraba a un sitio
¿Es el amor un lugar común?
Maletas, tal vez el amor sea eso
Algo que sólo va con uno

Ahora vive donde no se olvida a nadie.





*



El poeta es un cazador fabuloso
oye respirar a los peces cuando se acercan
como las ideas
su alma está hecha para esperar

Que los poemas sean días que vengan para quedarse.



(Del poemario Escombro)




Tirada en el suelo la luz
Amarilla de una farola fiel
Un perro asustado hace del mundo una lata vacía
El silencio del que calla no tiene fondo
Hasta aquí se arrastran los mudos sin cura
Es otoño en el corazón de los árboles
Pasando la noche en el parque
Se oye la ciudad crujir

Los vagabundos parecen árboles secos
Como si la vida no fuese con ellos
El poeta es anónimo
Por qué lo buscáis entre los vivos
De los árboles caen los árboles.



*



El hambre hace que uno mismo se muerda
El amor es dar calor sintiendo frío
Sólo las cicatrices no se pueden compartir.



*



Dejé pasar el tiempo y perdió fuerza
Hasta que se detuvo en los poemas
Los poemas son animales salvajes
No sirven para nada
Gente que parece no dormir nunca
La belleza es un tigre que te encuentra primero.



*



La mentira es hacer por un poema
Más de lo que yo haría por mí
Mi mayor ilusión es que me entiendas
Dice el hombre a la verdad.



*



Me exigen lo que no me dieron
Como si naciéramos para ser juzgados

Somos culpables antes de hablar
Hay un cazador detrás de cada idea
El miedo a la libertad del otro
Dispara a todo lo que vuela.



*



El vagabundo mea en la calle
La venganza es una necesidad fisiológica

En pleno centro del bienestar
Saboreo mis últimos días como un hombre bomba
No hay riqueza como la satisfacción.



*




Lo más digno es darse la vuelta
Dejar sin nombre a los días de la semana
No darle oportunidad al futuro
Es un perro suelto
Lo cambio por la vida
No voy a sembrar lo que recojo.



*



Los hombres no somos iguales
El hambre nos distingue

El mundo huele a perro mojado
Un cubo de basura es mi boca
El orín es un perfume
La mirada un vaso
El vino muerde
El corazón un borracho.



*



El amor a la vida no es más que un absurdo
Miedo a la muerte

Me importa cada día menos lo que tengo
Más lo que abandono



Discurso de presentación del libro Escombro, de Jesús Gázquez, pronunciado por el autor en el Museo Histórico de San Fernando, Cádiz, el 27 de febrero de 2009.


Creo que el lenguaje poético es el lenguaje más real. Nadie piensa normalmente a la manera de una obra filosófica, con todo su orden en la argumentación, eso requeriría de un ejercicio de concentración, de una disciplina, un trabajo y un esfuerzo impensables, también de una intención, poner en marcha toda la capacidad de elaboración, como cuando se inventa una mentira, o como cuando se da un discurso. 
Creo que la poesía carece de intenciones; y digo que es el lenguaje más real porque trata más de lo que se piensa (o se siente) y que no se dice. Puesto que el poeta no está obligado a decir nada puede permitirse un discurso fragmentario, incluso incoherente. Estamos en el terreno libre del arte y realmente el poeta es alguien que no tiene nada que decir sino que sencillamente lo dice. El lenguaje entonces, este lenguaje real, tiene todos nuestros defectos y nuestras obsesiones, es más cercano. Como en la conversación, donde lo que decimos son versos. Y la poesía, en realidad, no es más que la conversación con uno mismo. 
Lo que cuesta mucho, la elaboración, el trabajo, todo eso no es arte, es sólo oficio. Trabajar cansa, decía Pavese. Escribir no. Si no es una necesidad fisiológica, escribir poesía es una tontería solemne. 
Qué más. Para qué sirve la poesía. Por ejemplo, estoy de acuerdo en que la ciencia necesita de la poesía. Para definir las cosas con belleza, o sea, de una manera primitiva, sencilla y contundente. Igual que la idea es la medida de la ciencia la economía del verso es científica. El verso, esa especie de unidad de gracia y pensamiento, como el razonamiento científico, ha de ser riguroso y aspira a ser incontestable, sólo que el verso nace irrefutable y el razonamiento termina con el tiempo siendo cuestionado, sustituido. Pero la poesía no, por ella no pasa el tiempo. 
Pero pobres poetas, no los escucha nadie, nadie los lee. Sin embargo la poesía nos rodea a diario, qué es la publicidad sino versos. Y el lenguaje publicitario ha encontrado un nuevo filón en el lenguaje poético. No paran de quejarse los poetas. Pero, a ver, a nadie le interesan los sueños ajenos. El poeta se ve obligado entonces a vivir la vida por todos nosotros. Tiene que estrellarse contra el mundo a menudo. Por eso necesita más cariño que los demás. Se está sacrificando por todos para hablarnos de nosotros mismos. O al menos eso piensa él.
Por eso nunca un dinero público estuvo mejor gastado que el de los premios de poesía, mientras no estén amañados, claro. Por cierto, ¿no sería eso prevaricación? (Yo les puedo asegurar que éste no lo está.) Pero no nos equivoquemos, la sociedad ha de mantener pobres a los poetas. De otra manera dejarán de sernos útiles y pasarán a ser complacientes con nuestros pecados y olvidos.
No hay peor amenaza que la obsesión por el éxito. La prisa por llegar al reconocimiento. El éxito es como una autovía, que puede convertir al poeta en un turista del mundo. Y la velocidad, hoy en día, es una epidemia. 
Los versos que llegan al corazón cogen caminos. Se salen de la ruta y van despacio. Hablan con la gente. No tienen miedo de la lluvia, de la nieve. ¡Ah!, poesía de invernadero, que no se moja. Que busca temas que nadie haya pisado, lugares originales. Especie de ingeniería artificial. Escuché en una ocasión a un poeta asegurar que los temas en poesía están agotados. Sería como haber desautorizado a Velázquez en su momento por seguir pintando retratos. Lo único que necesita el arte son otras visiones. Nada más. Si estos están cansados, que los poetas sean otros. Por ejemplo los sordos, ellos tienen una ventaja sobre todos nosotros: ven el telediario sin voz

http://nosololibros2.blogspot.com.es/2009/03/jesus-gazquez-la-verdad-que-nos-lleva.html










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