domingo, 12 de julio de 2015

BELÉN BENITO [16.545]


Belén Benito Moreno

Toledo, 1994. Nací de mi madre. He crecido en un lugar donde todos me odian. El año que viene voy a la Universidad. No sé qué voy a estudiar. Actualmente estudia Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid. Sus poemas han aparecido en diversas publicaciones digitales. Tiene un blog, ahora convertido en diario: http://elinterruptorestabrillando.blogspot.com.es/




Escribo sin rabia
¿acaso no te sorprende?

No puedo comprometerme
con lo intangible.





Encuentro en el bosque que me rodea
el asedio perfecto para guardar mi alma.
Exprimirla y dejarla reposar allí.
En aquella quietud, sin que nada la altere.
Al volver, años después, a buscarla,
me la encuentro inmensa, ya sin caber en mí.
La pregunta que aquel desconocido me hizo fue:
¿Quién abandonó a quién?






Al mes,
mi órgano derecho menstrua.
El vientre duele, se me retuerce.
Me sangra el interior
y ellos ya saben
que es  mi víscera, la de ese lado.
Criar un cigoto imposible,
amamantar placenta inexistente.
Sangre y dolor.
¿Y cuando menstrua el órgano izquierdo?
Debajo del esternón,
aprieta el bazo,
empuja la no funcionalidad de este.
Entonces no siento nada.
El vientre no duele, no se me retuerce.
Me sangra el interior, les repito
y ellos ya saben.
Sangre, pero no dolor.
¿Cómo antojan la distinción de posiciones?
¿El órgano que es elegido por la naturaleza,
cada mes?
Podrán ellos  ver el color del líquido rojo
entre los muslos y  notar diferencias.
Variaciones en el plasma:
Mayor cantidad de piel o de vello del
no-nacido doloroso del órgano derecho.
En cambio, cuando no escupo el corion previo,
me desangro, nada más.
Tengo, por tanto,
dos órganos distintos
para la misma función
nunca completada:
parir desgracia.
Este mes, vivirá el derecho.







No entiendo la naturaleza sin desnudez
no entiendo la limpieza del alma sin desnudez
no entiendo la luz blanca de las mañanas
la frialdad de las sábanas
el frescor de este césped
la rugosidad de la madera
la opacidad del cuerpo
sin desnudez.






Si ellos* quisieran amarnos
como amamos nosotros

si pudiéramos
entender
el camino que hacen estos pájaros
cuando emprenden el vuelo.

¿por qué
hay tanta,
tanta,
oscuridad
donde cobijamos
nuestro alma?


/cualquiera
/omítase el plural. hablo de mí.





escuché que llamaron a la puerta
dijiste
pero yo no te prestaba atención a ti
tampoco a aquel hombre
no recuerdo cómo se llamaba exactamente

...

afuera se extendían terrenos hartos de vegetación
solo pisábamos hierba

nos escondíamos entre arbustos

¿recuerdas cuando nos hundíamos en el desierto?

...

creo que han llamado
repetiste
pero mi cabeza seguía sin ti.







¿puedes verlo?

estoy intentando trazar un puente con mis brazos
para llegar hasta ti

tú te vas con el frío
yo me quedaré con la lluvia

¿cuánto aguantarán
mis pasos
sin resbalarse?

quisiera dejar todas las luces encendidas
para orientarte.






He visto nacer el sol donde mis manos trazaban olas.
 He visto morir el sol  donde mis párpados apuntaban el oeste.
En un mismo día me vi crecer en dos lugares distintos:
¿Dónde se enterrarán mis piernas?
¿En el verde de aquella Tierra 
o en la arena de aquel Paraíso?






¿Cuál es el sesgo de nuestra conciencia? 
¿Que está ahí, tan palpable para otros y que a nosotros ni nos inmuta? 

Podría decir la desgracia. 
Pienso en la desgracia,
 pero no, somos permeables.

Podría decir el amor.
Pienso en el amor, 
pero no, somos permeables. 

Podría decir el dolor.
Pienso en el dolor, 
pero no, somos permeables. 

¿Qué es entonces lo que me callo?

Este miedo.


No quiero pensar en el miedo, no quiero susurrar el miedo.

Lo mantendré lejos, 
cubierto por la sábana blanca.
Por mi límite insensible. 






A veces pienso lo que encontraría alguien que empezase a rascarme la piel, con ímpetu, arrancándome poco a poco la cáscara que me recubre.
En primer lugar, privándome de la envoltura pálida; 
después, la segunda capa que solo se daña con la violencia.
 Entonces, no sin horas de trabajo, llegaría a cierto punto en el cual me mostrase yo, siendo ya solo el núcleo, únicamente la matriz que ha estado recubierta durante años por la apariencia.
 Allí yacería toda la espuma del océano. Agua. El color azul del cielo, el fondo oscuro. 
Vida marina habitando en un hogar calmado, tranquilo. Yo misma. 






"I swear we´ll come out of this"


Y yo pienso que no hace falta que me lo jures. 
Dijimos que haríamos tantas cosas. Quisimos hacer todas ellas tan rápido, sin darnos cuenta. Fotografiar, escribir, volar, viajar... 
Casi sin pensar en que ya no somos jóvenes, no seremos así, como ahora, nunca más. La piel de hoy no será mañana la nuestra, nos estamos llenando de arrugas, mi cerebro se adormece. 
Me hablas de plasticidad cerebral y juramos a Ortega, somos lo que hacemos.
¿Qué ocurre cuando no hacemos nada? Pensamos demasiado. 
Vivimos por inercia, nos come el aburrimiento. 
Pero ya te digo, amigo, hay esperanza. Llámalo como quieras, pero ten fe. 
Esta noche he vuelto, de nuevo, a aquella playa y me he visto caer al agua. No sé nadar, ya sabes. Me hundía en aquella oscuridad helada que ni tan siquiera llegué a palpar entonces y todo se volvía negro. Después, no sé cómo, estaba fuera de nuevo.
 Así es la vida, como nos sentimos ahora... Solo tenemos que aprender a flotar.





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