martes, 19 de mayo de 2015

MÖEZ MAJED [16.031] Poeta de Túnez


Möez Majed 

Nació en Túnez el 16 de junio de 1973. Poeta de expresión francesa, editor, biólogo y empresario. En sus primeros poemas se percibe un aliento místico, proveniente de la tierra de Kairouan, en su invocación y misticismo. Fue laureado con el Premio Paul Verlaine en 2011.

Ha publicado los libros de poemas: La Sombra... La luz, 1997; Ensueños de un cerezo en flor, 2008; La ambición de un huerto, 2010;  Reclinado, 2012; Canciones de la otra orilla, 2014. Este último libro es una suerte de historia de Túnez. Las palabras del poeta evocan el tiempo de sufrimiento, y la sed de libertad en espera de la resurrección.

En sus palabras “Poesía y biología son la vida misma y constituyen un cuestionamiento fundamental. Ciencia y poesía dan dos respuestas diferentes a una pregunta común: la búsqueda de la verdad de la vida. La primera se provee de metodologías claras y bien definidas para el logro de la verdad científica. La segunda se provee de instinto para llegar a la verdad…En su discurso, el Premio Nobel d e Literatura en 1960, Saint-John Perse, declaró que "el científico y el poeta ambos nacen ciegos, en busca de la verdad. Por tanto, ser biólogo y poeta son dos caras de la misma moneda…”




Caminos

Al atardecer, arrodillarse y guardar silencio.
Perseguir, una por una, las luciérnagas en las fronteras del tiempo de los primeros cantos del Mundo.
Cerrar en un sueño tantas angustias abiertas, expirar largamente como se vacía un árbol de su sustancia silenciosa.
¡Qué difícil encontrarse al alcance de una sentencia tan humilde! Que cada cosa recobre su sitio, que la luz abrace sin pena la curvatura del tiempo, que la materia fluya, ligera, como un arroyo al destino tan apacible.
¡Cómo es de dulce ver lo que no puede ser visto!




Trayectoria

Tú, cuyo soplo se extravía
En estas palabras imposibles,
Palabras indecibles…,
Un suspiro abisal tienes por lenguaje.
¿Qué decir?
¿Qué callar?
¿Dónde poner al abrigo de la realidad,
El más precioso de tus sueños?
Vine a las puertas de tu reino
Para escuchar el timbre de tu corazón palpitante
Detrás de tus labios cerrados.
Mendigar el aliento claro
Del soplo del exilio,
Violento y mortal,
Pero de apariencia tranquila.
La luna adivina apenas
La impaciencia de las piedras
Que las mueve bajo la higuera incrédula
Como deseos insólitos y sospechosos.
¡Sacudidas breves humilladas en el dolor!
Nadie más que yo conoce tu violencia,
Ni la gran paciencia
De ser la quemadura anónima
De cada mañana espoliada,
Derramada en el escurrimiento indecente
De una memoria olvidada.
A las puertas del reino,
Las caravanas pasan
Cargadas de la flor de sal.
Y se vuelcan las sombras delirantes
Como una agudeza
Aliviando al sabio del peso de su infamia.
Un bello viejo vino esta mañana
A instalar su puesto a la entrada del mercado.
Vendía allí, en el joyero de su mirada plácida,
El silencio de su matorral
Y el perfume noble de su soledad.
¡Oh tú, cuyo camino es sembrado de gérmenes de tu locura!
Tomé los caminos escarpados que llevan a tu guarida,
Me aventuré hasta la edad avanzada de la noche
Y bebí la esencia exquisita de tu ausencia amarga.





Soplo

Por los momentos de quietud
Que mecen la embriaguez de los cuerpos
Y las cúpulas y los cirios y el incienso
Que paralizan las almas y el tiempo;

Oh mi memoria… Oh mi tierra,
Tanta arcilla,
tantas cenizas y piedras.
tantos soplos agrios y rotos
¡tantas sales y tibias luces!

Puertas guardan, límpidas,
La dulzura humilde de los versículos y de las arrugas.

Hay silencios,
Pasos y cantos
Que aspiran las edades,
Las grietas del tiempo.

Hay mujeres
Que obsesionan nuestros sueños.
Y noches de verano y sueños extraños.

Hay agua que fluye
Y muecines.

Mañanas de oración
A las primeras luces…

Oh mi memoria… Oh mi tierra,
¿Dónde podría dejar
Mi torpor y mi corazón?

¿Dónde podría abandonar
Todos mis trofeos de guerra?





Raoued

En Raoued, en octubre,
cuando se levanta el viento,
viene la melancolía.

¿Cuántas veces todavía
nadaré
en Raoued?

¿Cuántas veces todavía
el primer aguacero de otoño?

Traducción de Stéphane Chaumet
XXV Festival de Poesía de Medellín
http://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/




Moëz Majed

TUNISIE

Né à Tunis en 1973. Il est le fils du poète et intellectuel Jaafar Majed. Francophone, son écriture se veut universelle, sans pour autant occulter la part du déterminisme culturel arabo-musulman. Lauréat du concours de poésie Paul Verlaine 2011. Fondateur et directeur du mensuel Opinions, magazine de langue française qui paraît depuis octobre 2011, considéré comme l’une des plus remarquables expériences journalistiques d’après la révolution tunisienne. Dernières publications : Gisants, Fata Morgana, 2012 ; L’Ambition d’un verger, L’Harmattan, 2010.



Gisants

C’est une flamme de camphre pur de Barus. 
Saveur d’empires engloutis dans de grandes délivrances, 
Saveur d’Orient languissant, 
Saveur d’ambre et de luxure, 
Saveur exquise de paresse se tordant comme un amour adolescent 
empêtré dans les affres de l’exil.

C’est une mer pourpre comme un rayon de lune brune, 
Rendant grâce à la gloire du corsaire triomphant à la tribune. 

Ô toi corsaire triomphant des grandes rages du gisant ! 
Dans quel présage as-tu vu le visage de l’Orient ?

Ah ! Que de douleurs insoupçonnables ! 
Que de silences impénétrables ! 
Que de grandes patiences imperméables à l’oubli !

Ah ! Qu’as-tu saisi des flots superbes de tes âges ?



Et quand là-bas au loin,
Très loin de là où règne la parole,
Sur la crête même du silence,
La brume tissera lentement son langage,
Alors, seulement, cessera ta souffrance.





Café du soir

Ici, au pied du puissant ficus,
Respire une ombre éternelle
Et le vent… 
Le plus farouche de ses amants. 

Et dix mille moineaux
Dressent sur l’avenue
Les étoffes du soir.






Trouble

Elle passe altière
A travers le désir…
Et l’envie.

Est-ce la vanité 
Qui la rend si belle ?

Anonyme,
Disparais dans les nœuds obscurs 
Des ruelles antiques.

Je lâcherai sur ta trace
La meute chasseresse de mon désir immobile.



1

C’est une flamme de camphre pur de Barus. 
Saveur d’empires engloutis dans de grandes délivrances, 
Saveur d’Orient languissant, 
Saveur d’ambre et de luxure, 
Saveur exquise de paresse se tordant comme un amour adolescent empêtré dans les affres de l’exil.

C’est une mer pourpre comme un rayon de lune brune, 
Rendant grâce à la gloire du corsaire triomphant à la tribune. 

Ô toi corsaire triomphant des grandes rages du gisant ! 
Dans quel présage as-tu vu le visage de l’Orient ?

Ah ! Que de douleurs insoupçonnables ! 
Que de silences impénétrables ! 
Que de grandes patiences imperméables à l’oubli !

Ah ! Qu’as-tu saisi des flots superbes de tes âges ?

Et quand là-bas au loin,
Très loin de là où règne la parole,
Sur la crête même du silence,
La brume tissera lentement son langage,
Alors, seulement, cessera ta souffrance.




2

Là-bas, sur une terre d’argile tiède, vit un peuple de rois. 
Gare à sa colère…

Sans doute faudra-t-il, pour convier l’orage, 
De grands rituels et d’obscurs arcanes…
Cultiver patiemment la colère des dieux… 
Rompre la retenue des ombres.

Sans doute faudra-t-il quelque trahison.

Ô toi corsaire triomphant des grandes rages du gisant,
Laisse donc courir l’ombre fraîche de l’orgueil 
Sur nos steppes desséchées.

Ô premières pluies après l’été ! 
N’était-ce donc que de l’argile, cette peau que je croyais mienne ? 

Ô pluies de poivre et d’oracles dans la gésine d’un peuple né,
Colère et outrance…
                          Et l’effroyable panique.
Jadis la peur… demain l’enfance.

La houle, en haute mer, se charge de colère. 
Elle brisera dans une heure l’orgueil du rocher.

Et ici-bas, sur cette terre d’argile tiède, 
Misérable…
Impassible mais fier, vit un peuple de rois. 

Forgerons des orages.










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