martes, 26 de mayo de 2015

GABRIEL JAIME ALZATE OCHOA [16.118]


Gabriel Jaime Alzate Ochoa 

Nació en Medellín, Colombia en 1951. Estudió Sociología en la Universidad de Antioquia y Literatura en la Universidad del Valle. Actualmente se desempeña como director de la Biblioteca de la Universidad de San Buenaventura de Cali y es profesor de La Escuela de Estudios Literarios de la Universidad del Valle.

Galardonado por sus cuentos y novelas, con premios literarios como: Premio Nacional de novela Ciudad de Pereira, 1985, con la obra Baile de Máscaras; Segundo Premio Casa de la cultura de San Andrés, 1987, con el cuento No más piano; Premio Jorge Isaacs de cuento, 1996, con la obra La hora del lobo; Premio Jorge Isaacs de novela 2002, con la obra Los viejos tienen que morirse.

Es autor de la biografía Francisco de Quevedo, entre la mordaza y la pluma de la colección 100 Personajes 100 Autores de Panamericana Editorial.



Jardín

Un pubis arrimado a las mejillas
carne que se abre
como una flor herida.



No

Un gesto son todas las máscaras
una sola palabra
dice
lo que volúmenes enteros
no se atreven a contar.



Emisarios

Cuerpos sin voz
sin freno
los recuerdos
no son más que pájaros de presa.




Nostalgia

Confundida con la lluvia
tu risa
enjambre de dagas
que rasga el aire.




Eternidad 1

El hombre es la voz
que aguarda en la penumbra,
un criminal
un gato en una zanja.
Si estuviera hecho de amor
y de esas cosas de miseria
que se inventa entre sueños
su voz sería un bramido contra el hielo
de los que le respiran en la cara.
Sólo la esperanza, esa urraca
que urde las desgracias,
y la posible urgencia de nombrarse
lo desvelan.




Eternidad 2

¿Qué alienta
más fuerte
que todos nuestros sueños
dilata la muerte
y vuelve piedra de soledad los ojos?





Los viajes de Ulises
Gabriel Jaime Alzate



I

Cuando emprende el viaje
Ulises se entrena en el olvido
y cada mañana lanza una saeta
que va directa a sus mejores recuerdos.
Lo que no sabe es que la saeta regresa a él
en forma de nostalgia.



II

Y mientras dura el viaje,
evita mirarse en los espejos
inventa historias
miente a todos
cambia de nombre.
Hay noches en las que el rostro de una mujer
Suele ser el comienzo del desvarío
el hartazgo del amor
y una reiteración de sus pasos cansados.




III

En las noches de insomnio
el viajero entiende
que no es más que la silueta de un hombre
la sombra
que alguien dejó al cruzar un umbral de
miedo antes de hundirse en el sueño.




IV

Alguna vez conoció a un hombre que cargaba
en el hombro un camaleón.
Se dijo: nada mejor que esto
para representar lo que somos.
Si no hay cómo dar la cara a la propia
vergüenza
mejor que el animal hable por nosotros
hasta que un día
sea él nuestro rostro y nosotros su cuerpo.




V

Nada tan transparente
como el agua en alta mar
salvo quizá un corazón
sumido en la incertidumbre.




VI

Alguna tarde
descubrió el encanto de las frutas ácidas
que marinan en sus labios
las mujeres jóvenes.
Supo que el hechizo provenía
de la edad de los besos:
y que ellas, tan pronto abren la boca
quieren devorar al universo.
Aunque a veces hacen pausas y respetan el
tiempo:
algo les dice que es mejor amar a un
hombre que a un cadáver.




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