lunes, 25 de mayo de 2015

CARMEN URÍA ARAUJO [16.095]


CARMEN URÍA ARAUJO

Poeta española nacida en Gijón, Asturias en 1968. Autodidacta de formación, también escribe en prosa. Escribe en castellano pero también en asturiano occidental. Desde el 2009 escribe casi a diario en su blog «Poesía más que nada» [http://poesamsquenada.blogspot.com.es/] Participa en varias webs y tiene algunos poemas publicados. 


Diez Lienzos


DESNUDEZ

La flor deshojada, sin sus pétalos,
la rama de la vid, sin sus uvas de ira,
el cerezo que no florece de frío,
el lienzo sin un trazo que hable de ti,
el libro abierto sin los versos
y olvidado de tus labios.

La copa llena que no has bebido,
la manzana roja de pecado que no mordiste,
el pan caliente que se enfrió esperándote,
el café que no tomamos nunca juntos.

Tu boca sellada porque ya no me ama,
el pelo enmarañado sin mi caricia,
tu piel blanca huérfana de sol cálido,
el cuerpo inerte sobre tu sillón favorito.

La desnudez que reflejo.
Desnudo soy, y me siento. 



AGORA (POEMA EN ASTURIANO OCCIDENTAL)

Agora
apágome
pierdu el color de las mías mejillas
vaise el bricho de los miéus güechos
la sonrisa qu ´amaste
el guiño cómpliz
el afalago buscao ya escundiu.
Encóxome
siento esti frío
esti desamparu
esta l.lerza, esti dolor
esti temblor nos l.labios.
Nun soi quien
a respirare nesti cuarto
recocher la tóu ropa
l.leer los tous l.libros
golerte a lo lejos,
agora que tanto prestaríame lu facer.
Recuerdu
los besos
las pal.labras
la mirada directa
que provoca un suspiro
ya l.luego apriétame
cono abrazo eterno
que son los tuos deus baxo el míu ombligu.
Quédome
aiquí sentada
clamando un minutu
nel que tou quizá
recuerdes el miéu nome
agora olvidao
agora dolio,
crucificao baxo esti teito
que de nada protéxeme.



AHORA (POEMA EN CASTELLANO)

Me apago
pierdo el color de las mejillas
se va el brillo de mis ojos
la sonrisa que amaste
el guiño cómplice
la caricia buscada y escondida.
Me encojo
siento este frío
este desamparo
este miedo, este dolor
este temblor en los labios.
No puedo
respirar en este cuarto
recoger tu ropa
leer tus libros
olerte a lo lejos,
ahora que tanto quisiera hacerlo.
Recuerdo
los besos
las palabras
la mirada directa
que provoca un suspiro
y luego me aprieta
con el abrazo eterno
que son tus dedos bajo mi ombligo.
Me quedo
aquí sentada
clamando un minuto
en el que tú quizá
recuerdes mi nombre
ahora olvidado
ahora dolido,
crucificado bajo este techo
que de nada me cubre.




ARS LONGA, VITA BREVIS

Lo quisimos todo de todo,
ahondamos bajo nuestras pieles
buscando efemérides que hablaran de quienes fuimos,
nos equivocamos cuando apuramos nuestros brebajes
hechos de miel y vinagre de manzana,
deberíamos haber comprendido
que todo tiene su tiempo incluso el tiempo.
Ya es tarde para nadar en esta balsa sucia
donde se fecundan y viven gloriosos los reproches.
Cerraré las puertas, tras ellas el silencio
que alienta las briznas de lumbre que aún quedan
impacientes por tallar la sentencia decisiva
sobre tu cuerpo de oscura madera.

Sí, aún me quemas, aún atruena en mi pecho
este músculo rojizo y antiguo como la vida, que fue tuyo.
Al verte presiento la lentitud de mis lacónicos pasos
regreso a la hendidura bajo la piel que se acartona,
un rastro malinterpretado de quienes fuimos encuentro,
comprendo rendido y mutilado que tuve mi tiempo.
Tú, sombra sorprendida, pálida, quieta,
te consumes. 



   
 LA MUJER MUERTA

«Y, mientras tanto, la verdad sepultada germina».
María Zambrano


Dejaste la imagen de tu rostro enamorado
clavada a la pared, fue como un aviso.
Nunca volviste a mirarla, quedó olvidado.
Mudaste tu piel encendida
por el vestido hecho de jirones de su odio
y te calzaste tus pies con la fría quietud
de aquel que se queda inmóvil esperando otro golpe.
...Y la montaña se fue erosionando con cada sacudida,
la roca empezó a resquebrajarse, a mostrar su hueso,
arrastrando los últimos poros en los que hubo amor...
Callaste, no dijiste nada,
te agarro el dolor, ese que se mueve bajo el silencio,
no intentaste levantar la mirada.
Hubo una noche de tormenta más,
sobrevolaron tu cima los truenos,
arañaron de ti todo lo que quisieron y te desnudaron,
tú oías lejanos tus propios gritos que parecían apagarse,
pensabas, no soy yo la que habla,
y algo se rompió dentro.
...La mujer muerta aún era bella,
tenía las manos tatuadas con las caricias que dio,
los ojos con los que dijo tanto, estaban abiertos...



DE REGRESO

«Creo que una brizna de hierba no es inferior a la jornada de los astros
y que la hormiga no es menos perfecta ni lo es un grano de arena...
y que el escuerzo es una obra de arte para los gustos más exigentes...
y que la articulación más pequeña de mi mano es un escarnio para todas las máquinas.
Quédate conmigo este día y esta noche y poseerás el origen de todos los poemas.
Creo en ti alma mía, el otro que soy no debe humillarse ante ti
ni tú debes humillarte ante el otro.
Retoza conmigo sobre la hierba, quita el freno de tu garganta».
Walt Whitman - Hojas de hierba 



Creeré que sólo me rozó tu olvido.
Pueden más las palabras bellas que nos dijimos entregados,
no buscaré caminos que sobre tu recuerdo quieran escribir,
hagan de ti un resentimiento,
una astilla clavada bajo la piel
que se endurezca.
Este cielo se merece la ilusión aunque sea dormida
y quizá, mejor que la brisa nos lleve,
no permita que nos quedemos atrapados en alguna escondida telaraña.

.....

Y así, erguida, desafiante, me dijeron
- pareces una torre que habrá que admirar toda una vida-,
las golondrinas que volvieron.
Y el crisol otoñal cubrirá los cuerpos del bosque,
dejará paso sólo al murmullo de las hojas acartonadas que pisaré.
Querrán gritarme tu nombre
pero yo desde mi cima de ensimismamiento
creeré que sólo me rozo tu olvido. 





«Para decir mentiras y comer pescado 
hay que tener mucho cuidado»
Refrán Popular.


Y fue una casualidad
que un día dijeras mi nombre
y al hacerlo quedásemos unidos
como el musgo al viejo árbol
como la hiedra de tu casa al muro.
Y crecimos siempre mirando hacia arriba
(cómo debe ser),
con ganas de ver el cielo
de ver quizá la línea de otro horizonte
sin torres que mantienen complejos equilibrios,
ni cristales sucios llenos de tiempo adherido.
Y fuimos entrelazándonos,
mi mano en tu brazo,
mi pie en tu muslo,
tu boca en mi espalda…
Y fue una casualidad
que yo pronunciara tu nombre
y que al hacerlo quedásemos dormidos
ambos soñando el mismo sueño perdido,
ambos hablándonos bajito
(cómo debe ser).
Cada palabra un silencio,
cada silencio una verdad,
descubrimos asustados
que así no se puede mentir. 



CAMINO

Qué delicia haberte besado,
haber caminado a tu lado,
haber reído contigo,
haberte mirado
-cuando tú no lo hacías-
y haber visto en tu rostro
el comienzo, el fin de la vida.
Hablamos de algún libro,
de nuestros padres,
del viaje a Marte como si fuéramos Verne,
de las guerras y los políticos,
de cuando éramos niños,
y no queríamos crecer.
Ahora en este camino
de piedras llenas de historia,
nuestros pasos escucho alejarse
con el eco
                        -de todos los recuerdos recordados-. 



PEQUEÑO Y PEREZOSO

Qué desgana,
levantarse hoy,
de la cama,
de la silla,
de tu cuerpo que descansa.
Qué pereza,
recoger la mesa, para que te vayas.

En la ventana abierta
unos gorriones nos espían
-quizá les haga gracia-,
estos seres que se miran
tantas veces y sin prisa
para no decirse nada.

No lo saben -ellos-
ni quieren saberlo,
que lo dicho ya está dicho,
que lo hecho ya está hecho,
que no hacen falta por hoy
                                            más palabras.



METÁFORA

La crisálida apenas un péndulo
oculto en el verdor,
hermoso colgante
al final de un fino hilo de seda.
Estás tú, libre, caminando
y girándote para verme seguirte,
yo imagino la inminente metamorfosis
-como un niño ilusionado-
y casi te olvido.
La crisálida es, el mismo tiempo,
aparentemente inmóvil
pero implacable, apurando la vida
para ofrecer la brevedad de la belleza.
Me llamas, oigo tus pasos acercarse
sobre la mar de hojas de un bosque
que nos oculta esperando,
tal vez, que eclosionemos
bajo el balanceo de este péndulo
- antiguo como el mundo-
del que colgamos ambos.
                                             


LUZ Y OSCURIDAD

Quisiera ser como eres tú
sencillo, vestido para cubrirte.
Ver pasar las horas
pensando en que mañana quizá
la lluvia riegue tu tierra 
y ese río aumente su caudal.

Quisiera ser esa alambrada que colocas
para saber donde comienza lo tuyo
donde acaba lo que no lo es.
Un árbol que te recuerde sus primeros frutos
la maceta de flores que adorna tu puerta.

Pero no lo soy,
sólo soy la duda, el deseo,
el maquillaje que oculta un dolor,
el sueño imperfecto
que se repite aún sabiendo que lo es.

Nada puede borrarme de ti
ni yo puedo negarlo
que no puedo decir más,
qué ya todo está dicho.

Luz quisiera darte
darte lo que tú esperas
sin embargo no puedo
atino en mi oscuridad
sólo a escribir este poema.

Analecta Literaria | Punto de Partida
http://puntodepartidaautoresnoveles.blogspot.com.es/




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