martes, 21 de abril de 2015

TEODOSIO GARCÍA RUÍZ [15.701] Poeta de México


Teodosio García Ruíz 

Nació en Cunduacán, Tabasco, el 5 de mayo de 1964 y falleció en 2012. 

El escritor tabasqueño Teodosio García Ruíz murió a los 48 años de edad, víctima de las neuropatías que sufría por diabetes que, además desde hace más de cinco años lo había dejado invidente.

Teodosio García Ruíz, nació en Cunduacán, Tabasco, el 5 de mayo de 1964 y su formación profesional fue como maestro, a partir de la carrera de Ciencias de la Educación, de la cual egresó en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.

Fue editor de las colecciones Ensayo y Literatura editadas por la UJAT y el Instituto de Cultura.

Además, becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes en poesía, 1993. Premio Estatal de la Juventud de poesía 1985. Premio en los Juegos Florales Batalla de Jahuactal 1986 y premio Fundación Cultural Meidet 1990 por Leonardo Favio canta una canción.

Es autor de los poemarios: Sin lugar a dudas (1985); Textos de un falso curandero (1985); Yo soy el cantante (1990); Furias nuevas (1993); Leonardo Favio canta una canción (1992); Bananos (1997); Sueños de la estirpe (2001); Canciones para la infanta (2001) y Nostalgia de Sotavento (2003).

Su trabajo narrativo como cronista lo dio a conocer en el 2000 con el título Villahermosa, peligro para caminantes, sutil homenaje a Rafael Alberti, poeta español de la generación del 27, quien escribió un poemario titulado Roma, peligro para caminantes, en 1968. Su trabajo narrativo más ambicioso es la novela Ecos de lluvia, publicada en 2001.

Fue miembro fundador de la Sociedad de Escritores "Letras y Voces de Tabasco", agrupación que por su amplia trayectoria literaria, le dedicó en mayo de 2010, su encuentro anual, para celebrar 25 años la aparición de su primer libro "Sin lugar a dudas", título considerado un parteaguas de la poesía contemporánea en Tabasco.

El pasado 30 de marzo, en el marco del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, fue presentado en la Casa Mora del Escritor el último de los libros que llegó a ver editado "Berrido" publicado por el Instituto Estatal de Cultura (IEC). Su delicado estado de salud impidió que pudiera ver la última de sus publicaciones, el poemario El sentido ausente, editado también por el IEC que será presentado en forma póstuma.

Recientemente, editó el libro Ojo con él, una compilación de artículos y ensayos sobre Fernando Nieto Cadena. Tiene varios libros de poesía inéditos: Caminantes del oráculo, Son Maracaibo, Barruntos de Horario Quiroga para Inés Barrientos, Hasta aquí el otoño, Cuando la marea baje y Porque han de saber que soy poeta, y dejo inconcluso: Bocetos del norte.

Todavía, hace un año, difundió una carta para solicitar una audiencia con el Procurador Gregorio Tequextle, debido a que una demanda penal que le interpuso su hermano, Marco Antonio, por diferencias que tenían, como socios en de una cooperativa de transporte.

"Como estoy ciego y no tengo carácter para lidiar con choferes y talleres, él se haría cargo de la operación de la unidad y me rendiría cuentas. Todos los documentos originales están en su poder, a excepción de la factura de la unidad. Incluso le firmé una carta poder para hacer trámites en mi nombre.

"En agosto de 2010 estuve muy enfermo y llegó a mi casa para que antes de morir me llevara a un notario público y firmara yo unos documentos donde con mis bienes garantizara yo la deuda con él; me molesté y me insultó; dejó de pagar las dos últimas letras y la Nissan me acosó hasta que las pagué con multas y recargos", refirió en su texto.

De ese sufrimiento por ser invidente, todavía el pasado 28 de octubre, en el marco del Festival Ceiba, Alejandro Breck presentó el documental "Teo, el grande", donde el mismo poeta confiesa su deseo por morir, pero al mismo tiempo demuestra su sentido de humor.




EL RITO DE LA MUERTE
(FRAGMENTOS)

1.

Otro día y abro la ventana
Pasan aquellas sombras recobradas y polvosas
de un recuerdo insÌpido y blanco
No quiero ver laderas ni colinas,
hondonadas donde el corazón está:
ni buscar entre los papeles viejos
la carta desesperada de los hombres que se niegan
a morir en los atardeceres del caserío
Desde el interior de un cuadro vemos hacia afuera
y pasan las sombras de ancianos, mujeres, niñas
de ojos vivarachos y tristes. Es decir
pasa el hambre y la gula, la avaricia y la envidia,
todos asoman sus ojos hasta la ventana que
mantengo abierta, verde, olorosa a marismas resecas
y señalan y gritan
que desde donde yo estoy,
así era el mundo antes



3.

Alguien tuvo la suerte del grito,
llevarse las manos a la cara y correr hasta el puente
De inmediato imitaron este gesto
y la población corrió hasta el despeñadero
Dicen que abandonaron las huertas,
las caballerizas y las cocinetas
con los cabritos y los peces
asándose al descubierto,
que las aguas frescas durmieron sus placeres
de frutos tropicales
entre las moscas y las abejas africanas,
en la iglesia la nostalgia de una campana
adormece la brisa
y en las bancas donde los niños pegaban sus mocos
y sus gomas de mascar,
deambulan los cerdos y los gallinazos
El primero que pegó el grito
es el único sobreviviente
Nótese la angustia de sus labios,
la felicidad en sus ojos
cuando vieron por primera vez al salvador



5.

Corto una hoja de árbol triste
y la muerte se acerca
Ah, debe ser así la felicidad, fresca,
airosa, tímida,
como la mano que se alarga sola y no titubea
cuando corto esa hoja triste de un árbol solo
Se acerca la muerte y ya no titubeo
Estoy atrás de la casa
cerca de los estercoleros y la brisa no es fina
Es la hoja delgada quien suspira y está triste
Como un poseso alargo la mano hasta las ramas
de un árbol deslucido y corto
Se acerca la muerte entre los picos de las gallinas
y se estremece el mundo
Yo no



6.

Hablamos de ir a las colinas y descender al río
bailar a medianoche con las muchachas beber vino espumoso
después de la luna entre las nubes y del bosque moviéndose
hasta la orilla del lago
Fueron sueños interrumpidos por el encanto de una calavera
por sombras que acechaban detrás de los muros encalados
en las orillas del baño
cerca de la cocina,
entre la bulla de las gallinas y otros animales
de pluma,
porque decidimos ir hasta los bosques de altos árboles
donde se pierden el alma y los pájaros hambrientos
para iniciar el rito de los sabios
Nosotros y las muchachas ya soñábamos con fuertes dioses y
ninfas de piel fina
Ya soñábamos con ellas en nuestros fuertes brazos
con sus cabelleras y sus entrepiernas de salsas picantes
y no miramos jamás el ojo de la luz
la boca abierta que mencionaba a la historia
como la repetición atroz del pecado milenario



7.

De una mierda de perro se alimentan los dioses
y los hombres abandonados por la sombra
devoran racimos de luz en los espejos
Nada está de más en el nuevo orden:
se revelan las hordas y perecen: ganan
batallas pírricas y se embriagan entre pétalos
de tulipanes negros,
carnes fétidas asadas al carbón
Cuando abandonan el amanecer
sobre el polvo han quedado ya los despojos del mundo:
un espíritu cansado que se alimenta de recuerdos
que vuelve sobre sus pasos y se enrosca
alrededor de los dioses
convertidos ya en vulgares hombres
Cuando abren los ojos están ahí
los perros y los hombres
Hombres y dioses que ya se miran iguales en la ebriedad
y reinician de nuevo el ciclo:
rebelarse contra los dioses
que ya se reflejan poco en los espejos



9

La perfección del mundo está en las sombras
en el miedo a la muerte y al polvo
Porque el fuego que no lo purifica todo
apenas lo pervierte
Nada dicen del porvenir las palabras y el fango
A los hombres de antes le decían las estrellas
cuál era la ruta de las embarcaciones
Ahora las estrellas se esconden de las embarcaciones
y sólo un palabrerío obsceno es el destino de los sueños
y la fantasía
Si el mundo es perfecto porque es de los hombres
-dijo el último hombre de este lado del mundo




Teodosio García Ruiz
Canciones para la infanta


HABRÁ QUE NACER DE NUEVO

Habrá que nacer de nuevo y hacia el sur
hacia los páramos de maderos nuevos
donde la soledad y las muchachas
codiciadas
no sean más sombra
que esta sombra
más delirio de canción
que esta juventud renuente
que esta llamarada donde ardo.

Habrá que nacer de nuevo y hacia el sur
para que así no sea yo la sombra de mi sombra
ni esta brasa que alumbra si es que alumbra.





MI TRISTEZA ESTÁ SOBRE LOS PUENTES

Mi tristeza está sobre los puentes de una ciudad
 [lejana
ah mi tristeza y los puentes de esa ciudad lejana
sus locas cicatrices de amaneceres ebrios
sobre una mancha que se marca en los muelles y
 [los acantilados

La infeliz pobre de mi tristeza tiene ropas
 [desgajadas
algunos kilos de más y el aliento a estiércol
un par de agujeros en los zapatos lisos
y la consigna de siempre de estar siempre alerta
por las tardes

Estar como por ahí por donde se camina en la
 [hojarasca
y andarse solamente entre el gentío
cráneos nada más de la opulencia
de tener una mujer entre la cama
para gastar los sudores del invierno y el aroma
 [de los cigarrillos
baratos

Ah qué delirio este de estar por las tardes
cerca de un café de tarot y cartas españolas
porque ahí se concentra la tristeza
se almuerzan los cimientos de la tarde
se cae uno como de repente en la familia

Así quiero hablar yo de la sombra
de su tristeza apenas compungida
de un globo que no es un globo si no tiene la
 [sombra en su
destino
y de un hombre que no es destino sino sombra.







EL DÍA TIENE UNA HERMANA

El día tiene una hermana y la noche tiene otra.
Apenas comienza a despertar una la otra inicia el
 [sueño.

Los hombres están absortos de tan raro
 fenómeno.

No se explican cómo siguen la vida sin cansarse.

Por qué no abandonan los caminos
que el destino tiene que trazar a los humanos
en el mismo camino.

De un lado se amanece y del otro se anochece
(recuerda la sombra de Roberto Juarroz
que mira como al descuido la de Francisco
 [Hernández).

Pero recuerda también y sin paréntesis
que hay que cerrar a los paréntesis.

No se explica uno esta complicación
ni las hermanas del día y de la noche.

En el día tomo un vaso de agua y en la noche
 [también.

Por qué tendré que hablar yo de la sombra
si ésta no es un grillo que brilla por la noche.






DESPUÉS DE TODO SOY UN HOMBRE FELIZ

Después de todo soy un hombre feliz:
tengo mi comida,
tengo mi bebida,
tengo mi cogida.

En la noche sin sol soy un hombre feliz,
cuento los árboles de enfrente,
las niñas que crecen en los cuentos,
sus extrañas pieles infinitas,
sus voces raras.

Pero ahora soy un hombre feliz que come y bebe
y sólo reniego de mi sombra que no es mi sombra
(cómo chingo, ¿verdad?)
sino dios que me sigue hasta el retrete.






LA PIEDRA TAMBIÉN TIENE SU ESENCIA

La piedra también tiene su esencia,
su espuma fría y dulce,
su esqueleto de historias,
su impaciente quietud.

Tiene resolanadas de sol y tiene sombras,
el alma de las aguas y cristales,
la transparencia de polvos oprobiosos.

Y es que la piedra no está quieta:
sus labios fríos deambulan por los aires,
se meten en los arroyos buscando lo perdido,
y después nada
solamente la sombra de la piedra...







ANTES DE LOS HOMBRES

Antes de los hombres
la única memoria es de la sombra.

Su imagen de peregrina en celo
la ha hecho sumergirse en los recovecos de la
 [duda.

Y por eso ahora siente,
tiene un corazón metálico
que la redime.

Pobre,
su mal ha sido bueno.
Atada para siempre a esta pena
ya no tiene pensamientos para ella.

Obsérvala ahí cómo me observa,
con ojitos de perra agradecida.






SOLAMENTE LA SOMBRA

Solamente la sombra hiere el resplandor de la luz,
es dentadura sutil que fiera muerde en las
 [cordilleras,
es mi sangre cuajada que se duerme,
y es fiera mi sangre, fiera, fiera.





EL ÚNICO DIOS

El único dios que aquí se observa es el sol,
detrás de los fríos campanarios,
más allá de ociosas rocas,
en los olores de las panaderías,
entre los senos de muchachas puras,
bajo el semblante de todas las ancianas,
está la sombra.

Pero este dios es otra sombra
la hermana consentida del festejo,
la cara al viento y la risa larga.

Tiene sus propiedades sin embargo,
el bruñido espléndido de los metales,
un océano que abate embarcaciones y entristece
 [marinos
iletrados,
una piedra de sol para marcar el paso de los
 [hombres
hacia los caminos socorridos del insomnio.

Nada se pierde sin embargo y nada se gana
sol y sombra y hombres pudorosos
se unen en cada sueño de la infancia.

Así es la vida, dicen.



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