viernes, 24 de abril de 2015

DINAH OROZCO HERRERA [15.754]


Dinah Orozco Herrera 

(Barranquilla, Colombia 1980) Vive en Bogotá. Invitada de honor como poeta afrocolombiana a la lectura de poesía afrocolombiana en el marco de la Jornada de Socialización del Plan Distrital de Desarrollo “Bogotá Humana” 2012-2016 y la inclusión de la población negra afrocolombiana, raizal y palenquera residente y reasentada en Bogotá. Primer lugar En la Sesión de “Lectura Libre de Poesía”, en el Marco de la  IV Jornada de Lengua, Literatura, Filosofía. Universidad del  Atlántico. Invitada de honor como poeta la 6TA bienal de escritores noveles costeños, Universidad Metropolitana. Barranquilla, 2000. Primera mención En el 1er Concurso Intercolegial “Else Lasker Schüler”  Barranquilla, 1997.  Segundo Lugar en el Concurso Regional estudiantil Cuento y Poesía “El Caribe Cuenta”, organizado por el Instituto Distrital de Cultura, la Secretaría de Educación  y el Colectivo Artístico y Cultural Luna Y Sol. Barranquilla, 1996.
Poemario ¿Dónde están mis ancestros? En: Revista Kumba, Universidad Nacional de Colombia, Volumen1, Número 3 del 2013. Poemario “Los Amantes”.   Revista Casa de Asterión. Revista trimestral de Estudios Literarios, volumen III, Número 10,  Julio, Agosto, Septiembre de 2002. Suplemento Literario Caribanía.  Universidad de Atlántico.



INVOCACIÓN

Resonancias me convocan esta noche.
Van latiendo de golpes sonoros
Y crecen como frutos en mi garganta.
Van esparcidas por el camino de las sombras,
y desde allí van cartografiando una geometría de nostalgias.
Son las lenguas de mis ancestros
Y hoy les pido que hablen por mí.
En ustedes confío
 En su sabiduría pulida por el tiempo
como la semilla que va creciendo
bajo el agua paciente de los ríos.

Permítanme dudar para creer:
 permítanme encender las voces de la memoria  recóndita
con su imperecedera fuente torrencial
para amanecer el pensamiento de noche
y deslizar mis sueños de día.

No me dejen hablar
de lo que no he palpado con los ojos del alma
No permitan que salga de mi boca una música falsa,
una música que antes no haya tañido
en la kora ciega de mi corazón.

Resonancias, lengua de mis ancestros,
hoy hablen por mí; las invoco.
Ustedes que van hilando en sus manos
ciclos interminables de la palabra cantada,
por donde circula el movimiento fluctuante de la vida,
Resurjan desde el fondo de la savia para desentrañarlas,
Convulsionen el polen de mi existencia.



                                                  
¿DÓNDE ESTÁN MIS ANCESTROS?

Hoy una oración secreta ocupa mi pensamiento.
No obstante, la angustia sacude mis entrañas
y traza en el sueño un presagio de los dioses:
¿Dónde están mis ancestros?
La pregunta se hace tan inmensa como la memoria de las palabras
cuando recobran el cuerpo de los mitos.
Entonces busco respuestas en las arena del pasado
que han borrado nuestros pasos, nuestra historia.
Busco respuestas en el viento que resuena poderosamente en nuestras conciencias.
Busco a los ancestros-maestros de lo oculto en las pirámides del silencio,
en el soplo de los ecos escondidos entre los desiertos de la existencia.
Busco en las edades de las civilizaciones,
en las ruinas,
en las voces de nuestros vientres,
en los gritos desarraigados de la carimba,
bajo las tempestades de sangre que derramaron nuestros muertos,
que tiemblan como volcanes allá en lo profundo... Atávico…
en las entrañas de los huesos de mis antepasados.




A LA NACIÓN DE LA MUJER NEGRA

Te voy a hacer un poema donde tú seas el Sol de Uganda
 uno que suene como un Merecumbé Burundí,
 una rapsodia lingala que descifre la redención en tu piel,
en el que se mezcle el café con las lunas de Tanzania.
Un poema Malawi con versos como espigas de mijo,
uno donde se arrodille Don Quijote de La Mancha
(con su armadura desnuda de otras ambiciones)
a suplicar tu mirada Al Magrebí...
Un poema que se estremezca de latidos bambara
del más especial melao candomblero
donde tu sonrisa de azúcar erupcione como volcán
 y un león wolof se derrita de deleite en tu paladar.

 Un poema yoruba invisible para la muerte
 lúcido para la vida,
orgulloso como Kunta Kinte
Certero como Shaka Zulu
pretencioso como el templo de Nefertiti
 Profundo como una guerrera Ashanti
que se reencuentra con su propio ser.

 Un poema del Alto Congo
que se vista con las trenzas de Bob Marley,
 un poema envuelto en una rueda de turbantes Tuaregs
 sediento como mis manos
 abisinio como mis ojos.
 Un poema-uterino como tu vientre de noche ewé,
una obra de ingeniería que admiren los orfebres dinkas
 Ligero como una mariposa haussa
 majestuoso como un pavo real que camina por el viento
 con sus plumas de Zambeze carmesí.

 Te voy a hacer un poema sin más sudor de incertidumbre
neófito....recién parido de la raíces del Baobab.
 Lo forraré con tu piel de bálsamo negro azande,
 se asemejará a tu mirada Malinké,
reproducirá la cadencia de tus círculos de conga,
 respirará el mismo aliento de tu alud de emociones
 para que pueda, este poema, tu poema
parecerse a la Nación de la Mujer Negra.




A DIZZY GILLESPIE

El pentagrama musical de Dizzy Gillespie es una puerta,
un zoom sin tiempo, para descansar la mente,
para reposar la libertad del éxtasis,
donde el mosaico de los colores inhala de vida cada respiración
en trazos simples, en conversaciones rítmicas
y en colores cromáticos de una gris melodía de saxofón,
que grita con alabanza su propio dolor existencial
a través de una nube de humo en matices de soul voice.





LOS ANCESTROS SON…

una orquesta de gaviotas
que resuena desde adentro
entre la sinfonía de los atardeceres del alma para humedecer con un beso los barcos de la memoria mítica.
Los ancestros son:
Las voces,
Los suspiros,
Las huellas,
Los gritos,
Los gestos,
Las canciones,
Los poemas,
que bogan entre las orillas de la conciencia como un eterno-retorno
con sus remos de arena fecunda.
Los ancestros van vestidos de ébano y marfil,
Y con sus sonrisas de agua,
Y con sus pasos de Serpiente Cósmica,
van transitando entre la comarca fluida de los sueños:
En la picto-grafía de nuestros cuerpos
los ancestros con sus tintas de calamar,
nos dibujan árboles de sombra en las pupilas;
manglares esculpidos de nostalgias
tatuajes de atlas y fragmentos de cartografías antiguas.
Impacientes, los Ancestros
se asoman con el ojo de sus lenguas
en las ventanas de la mirada,
para trenzar las pieles del tiempo,
para murmurar en los cuadernos de la existencia,
y respirar todos los olores del bosque de nuestras infancias.
Los ancestros lamen el ardor de nuestros oleajes de sangre,
huelen el verdor de nuestras carnes de dolores rememoran nuestras heridas mojadas,
esas que se ocultan en las rendijas de las hojas secas
entre los intersticios de la historia.





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