viernes, 3 de abril de 2015

DAVID MARTÍNEZ GARRIDO [15.388]


DAVID MARTÍNEZ GARRIDO 

(Madrid, España, 1981). Licenciado en Farmacia, desde pequeño empezó a escribir algunos relatos y poemas inspirándose en el matadero, lugar donde trabajaba su padre. Ha publicado en las revistas Letralia y Entropía, y en 2009 ganó el primer concurso de relatos Stilnox con ‘Horizontalmente en vela’, formando su texto parte del libro Una noche de insomnio.



EL TEMPLO DE LAS DELICIAS

Retrepados en una sala neoclásica
Con un pianista estrambótico
Que interpreta a Satie y otros clásicos 
(En esto consiste la felicidad, poco más)
Mientras ella, blanquísima de malicia
Mueve su  manecita helada
Para jugar con mi oreja como escayola.
De repente, se levanta  y pregunta al oído del pianista 
Si puede tocar ‘My way’ de Frank Sinatra
Y él contesta: vamos a intentarlo.



DORMIDA

Mientras ella duerme
Pasan cosas. 
Paseo entre árboles retorcidos
Observo los pájaros del tendido eléctrico
Hablo de política con la vecina
Compro mangos en el supermercado
Pienso en mis cosas. 
Y cuando vuelvo
Entro en la casa, iluminada
Ella sigue durmiendo.





Cuanto te miro

Cuando te miro
asesinas cualquier razonamiento posible
y sólo percibo
que mientras taconeas por la acera,
se paran las manecillas de todos los relojes
y cortas el aire, que huye
temeroso
al contactar contigo
y no se atreve a lamerte



Tigres cansados

Quien busca en la oscuridad
no busca solo
Ni espera
como tigres cansados en ascensores de hospital.
Ni se pierde
como botones mal cosidos
en paisajes helados.
Quien pretende
ser
        algo
                distinto
desgasta muchos caminos
que no son distintos.
Quien conoce el color de sus manos
no es un artista
ni se odia a sí mismo.
Quien escapa de cartas marcadas
o de caballos cojos
tal vez
necesite algo de
a
i
r
e



En la cama

Observo cómo giras
Lentamente
Silenciosamente
encerrada en un cuerpo de muñeca
eres contorneo de movimientos eléctricos
Tu cuerpo de cera
se estira y se encoge
como una luz
y se va
Toco tu espalda
y suena como un arpa
moldeo tus cabellos de fuego
que se encrespan en contacto con la almohada
están vivos y salvajes
Te miro
y sólo veo amor
Espero
Y de repente, te tengo
Entre mis brazos de koala
Te mantengo
y no me lo creo
Estoy
a la distancia de una palabra
o un mordisco
(cont.)
Inspiro
Me encuentro a la altura de los sueños
en mi sueño
De nuevo, te alejas
y el deseo, se acerca
Tú te duermes
Yo apenas parpadeo



Ondina

No sé exactamente cómo ni por qué
terminé siendo buscador
no necesariamente de algo
y me perdí
y aparecí en el interior de un bosque
azulado, húmedo, distinto
y cuando me acercaba al desfallecimiento,
los sentidos me abandonaban
Y mientras el sol
caía a plomo sobre mis hombros
las aguas de un lago se abrieron ante mí
y se alzaron, verdosas
hirviendo salvajes
arremolinándose y rugiendo violentamente
y un ser mágico emergió entre la espuma
con forma de ondina
y ojos acuáticos
y sólo yo pude observar su perfil
su mandíbula y pómulo empíreos
líneas de pureza deliciosa
de origen abisal


De medianoche en adelante

llegas con media hora de retraso
y vienes con unos zapatos rojos
y un vestido negrísimo
de tejido fino y elástico
que deja asomar un escote generoso
salpicado por mechones de pelo
que parecen tener vida propia

Nada más
No pintura de labios
No maquillaje
No bolso
No medias

y sin embargo
moviéndote como un insecto
señoreas en la noche
y me ofreces tu mano
como si fuera un premio
para cabalgar juntos
hacia la risa perfecta



Magia

y ahora, ¿qué?
has desaparecido
tan de repente
que me he quedado
como este poema:

inacabado



El arte de la percepción

Observo mis manos
las he mirado tanto
que ya no parecen mías

Comienzan a irradiar energía
y su resplandor se vuelve irresistible
ahora son luminiscentes y prosperan
hasta formar un espejo
de plata líquida,
como el tiempo y tus ojos:
                                      líquidos

El brillo sigue creciendo
posee una extraña atracción
que no busco comprender
y me absorbe

Me traslada a través de
túneles hambrientos
Conductos vertiginosos
sin confines

En ellos no tengo control
y me dejo llevar
lentamente
y me dejo caer
sobre tu cuerpo
translúcido
con forma de esfinge

Viene y va
como un fantasma
regado de llamas
por tus ojos de nagual
Ventanas sibilinas
a otros mundos

Mi percepción no tiene medida
ni límites



Insomnio

son las cuatro de la mañana
(tal vez las cinco)
en alguna parte
oigo mi alma gotear
sobre el papel:

        gloc
        gloc
        gloc

y mientras la ciudad agoniza
los pájaros se encienden
y silban, agitados
su dócil sinfonía
que se cuela en mi cabeza
y entonces
                 dejo de pensar
y tengo
la extraña sensación
de que el mundo se ha parado
en un instante
de lucidez absoluta



Haikús dispersos

Lluvia asesina
En el techo solar
Besos violentos


*


Luna pinchada
En la pequeña antena
Mi piruleta


*


Cambia el papel
Ahora soy Pinocho
Antes fui Cyrano


*


Se oye una espera
Las musas no me besan
Cierran su boca


*


Ruidos en sueños
Pigmalión cincelando
Tus largas piernas


1 comentario:

  1. http://canal-literatura.com/blog/blog-literatura/dos-poemas-por-david-martinez-garrido/

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