viernes, 20 de febrero de 2015

PIETRO ARETINO [14.984] Poeta de Italia


Pietro Aretino

Pietro Aretino (Arezzo, Italia  20 de abril de 1492 - Venecia, 21 de octubre de 1556) fue un poeta, escritor y dramaturgo italiano.

Conocido principalmente por sus escritos licenciosos (sobre todo por sus Sonetos lujuriosos), también firmó obras moralizantes que le congraciaron con el ambiente cardenalicio que frecuentó. Es uno de los intelectuales más representativos del espíritu renacentista italiano y una de las figuras que mejor muestran la superación de la visión teológica y ética medievales. Sus escritos sobre arte y sobre Tiziano especialmente, propiciaron múltiples encargos e incidieron en el prestigio internacional de este pintor.

Infancia

Se desconoce cómo fue su infancia, salvo que nació la noche entre el 19 y el 20 de abril de 1492 y que era el hijo de un zapatero llamado Luca (su apellido quizá era Del Tura) y de una prostituta, Margherita dei Bonci, llamada Tita, que también servía de modelo para pintores y escultores. El apellido de Aretino con el que es conocido en realidad es el gentilicio de su ciudad natal, Arezzo. De hecho, a menudo se le nombra simplemente como El Aretino.

Hijo de cortesana, alma de rey

A Pietro Aretino le gustaba definirse así: Figlio di cortigiana, con anima di re («Hijo de cortesana con alma de rey»).

Escribió en su Correspondencia:

Me dicen que soy hijo de cortesana; esto no me vuelve malo; sin embargo tengo el espíritu de un rey. Vivo libre, me divierto y por tanto puedo llamarme feliz. Mis medallas están fundidas con todos los metales y todos los materiales. Mi efigie está expuesta frente a los palacios. Se esculpe mi cabeza en bustos, en medallones, sobre el marco de los espejos, como se hace con Alejandro, César, Escipión. Algunos vasos de cristal se llaman vasos aretinos. Una raza de caballos ha tomado mi nombre porque el papa Clemente me regaló uno de ellos. El arroyo que baña parte de mi casa se llama el Aretino. Mis mujeres quieren que las llamen Aretinas. Finalmente, se dice "estilo aretino". Los pedantes pueden morir de rabia antes de alcanzar tanto honor.

Juventud

A los catorce años aproximadamente se trasladó a Perugia, donde estudió pintura y después frecuentó la Universidad local.

Se instaló en Roma en 1517 gracias a la protección del banquero Agostino Chigi y se puso al servicio del cardenal Julio de Médicis y llegó a frecuentar también la corte del papa León X. Durante el cónclave de 1522 permanecía en Roma y fue entonces cuando probablemente escribió una de sus primeras obras: las Pasquinadas, en forma de sátiras anónimas contra la curia que pegó en la estatua de Il Pasquino (estatua romana donde tradicionalmente se colocan libelos).

El nuevo papa será Adriano VI, a quien Aretino motejará de «la tiña alemana» (por su origen extranjero, norteuropeo, aunque en realidad era holandés). Abandona Roma y viaja por Italia. En Mantua entra al servicio de Giovanni dalle Bande Nere.

Regresó a Roma en 1523, cuando fue elegido nuevo papa Clemente VII: pronto recuperará la notoriedad que había tenido en su anterior estancia. Su vida en este segundo periodo romano no será, ni mucho menos, tranquila.

Sonetos lujuriosos y La cortesana

Durante estos años romanos compuso los Sonetti lussuriosi (Sonetos lujuriosos), inspirados por los grabados erótico-pornográficos del pintor Marcantonio Raimondi sobre dibujos de Giulio Romano; en el mismo periodo escribió la obra teatral La cortigiana (La cortesana), comedia ambientada en las fechas anteriores al Saqueo de Roma (1527) y paródica de Il cortegiano (El cortesano) de Baldassarre Castiglione.

Venecia

Sus malas relaciones en el Vaticano le obligan a abandonar la capital en marzo de 1527 para instalarse en Venecia, ciudad con fama en su tiempo de ser muy disoluta. Allí transcurrirá el resto de su vida, escribiendo y publicando la mayor parte de sus obras.

Es célebre una descripción suya: un atardecer en Venecia, donde se describen los tonos cálidos de las últimas luces del sol y los perfiles brumosos. Termina el texto preguntándose: «Para pintar esto, ¿dónde estás, Tiziano?». Los elogios y referencias que Aretino emitió sobre este pintor contribuyeron a su notoriedad entre los reyes y nobles europeos, si bien queda por discernir cuánto hay de sincero y cuánto de codicia en tales palabras, pues Aretino (al igual que Tiziano) tenía fama de astuto y de avaro.

El Aretino muere el 21 de octubre de 1556, presumiblemente por apoplejía (según algún autor, a causa de un ataque de risa).

Epitafio

Algunos historiadores de la literatura aseguran que Pietro Aretino ordenó (sin que se le obedeciera) grabar sobre su tumba la siguiente inscripción:

Aquí yace Pietro Aretino, poeta toscano,
que de todos hablaba mal, salvo de Dios,
excusándose diciendo: «no lo conozco».

Sin embargo, Cino Traina en la introducción a I capricciosi raggionamenti (Editori Associati, 1961, Roma) atribuye el epigrama al poeta Francesco Berni, enemigo del Aretino. Lo cita así:

Qui giace l'Aretin, poeta tosco:
di tutti disse mal fuorchè di Cristo,
scusandosi col dir: 'non lo conosco'.

Obras principales

Sonetti lussuriosi («Sonetos lujuriosos»)
Dubbi amorosi («Dudas amorosas»)
Lettere
Ragionamenti
Orlandino

Comedias:

Fraza
La cortigiana
Il marescalco («El caballerizo»)
La talanta
Lo ipocrito
Il filosofo

Tragedias:

Orazia





IV

Pon esta pierna sobre la espalda,
y sácame del miembro ya la mano,
y si quieres que empuje fuerte o despacio,
despacio o fuerte, con el culo baila.

Y si del culo a la puerta el miembro mengua,
puedes decir que soy un necio y un villano,
porque conozco de la vulva al ano
cuanto un caballo sabe de una yegua.

-La mano del miembro no sacaré yo,
no yo, que no quisiera hacer esta demencia,
y si así no lo quieres, vete con Dios.

Que el placer por atrás sólo tú tendrías,
pero por delante el placer es tuyo y mío,
tal que, ponlo de buen modo o te retiras.

-Yo no dejaría,
querida señora, esta dulce charla
aunque creyese servir al Rey de Francia.

Sonetti lussuriosi (1526), Sonzogno, Milán, 1986
Versión J.Aulicino




IV

Posami questa gamba in su la spalla,
et levami dal cazzo anco la mano,
e quando vuoi ch'io spinga forte o piano,
piano o forte col cul sul letto balla.

E s'in cul dalla potta il cazzo falla,
dì ch'io sia un forfante e un villano,
perch'io conosco dalla vulva l'ano,
come un caval conosce una cavalla.

- La man dal cazzo no levarò io,
non io, che non vo' far questa pazzia,
e se non vuoi così, vatti con Dio.

Ch'el piacer dietro tutto tuo saria,
ma dinanzi il piacer è tuo e mio,
sicché, fotti a buon modo, o vanne via.

- Io non me n'anderia,
signora cara, da così dolce ciancia,
s'io ben credess campari il Re di Francia.






La poesía erótica de Pietro Aretino

(un aporte de Santiago Marín Arrieta, Historiador - Comunicador Audiovisual)

Venecia ha sido cuna y refugio de gran cantidad de artistas y hombres ilustres, de seres que han marcado, en forma profunda, su pensamiento en este mundo. Desde que en el siglo VI los vénetos, escapando de las hordas de Atila, se refugian en los islotes y fundan la magnífica ciudad, ha sido ésta refugio de diferentes hombres, especialmente artistas: Tiziano, Canaletto y Tintoretto, Vivaldi, Wagner, Liszt, Lord Byron, etc., figuran como nombres ilustres que hicieron de Venecia una segunda patria.

Pero entre todos hay uno que destaca en forma singular por su visión tan descarnada, tan especial de la vida, tan brutalmente natural. Ese hombre es Pietro Aretino (1492-1556), nacido en Arezzo, considerado el "padre del periodismo", aunque debería más bien nombrársele fundador del “panfletismo", arte y oficio que manejó con maestría inigualable. Pero, quizás en lo que más destaca o, por lo menos, su legado más profundo al arte, la literatura y la historia, está en sus comedias y poemas, todos ellos plenos de un erotismo a veces fino, a veces brutal, en momentos de una perfecta sutilidad sensual y, en otros, descarnadamente pornográficos.

Entre sus principales obras destacan, sin duda, los "Raggionamentti" o "Diálogos Amenos" que relata las aventuras de la Enana, una prostituta que se iniciara como tal en un convento, donde descubre la vida oculta de monjas y frailes, y presencia las más descabelladas y aberrantes escenas de sexo, en las que participan desde el obispo y la abadesa, hasta el último de los sirvientes, donde se practican toda clase de perversiones y se inventan algunas hasta entonces impensadas. En ese ambiente se desarrolla esta obra que diera a su autor una fama inmortal, no tanto por las descripciones explícitas, sino por el estilo y la filosofía que la ampara y que resulta, finalmente, bastante más moralista de lo que pudiera creerse. Y a pesar de haber sido el propio Aretino un hombre de poco respeto para con las normas de su tiempo, en especial en materia sexual, pues mantenía un harén de muchachitas que recogía de la calle, su actitud con éstas y con sus amigos en general siempre fue de gran corrección.

A ninguna de sus "mujeres" las abandonó y les dio, por lo general, una vida que jamás hubieran tenido de no haber sido recogidas por él. Fue también leal con sus amigos, a pesar de que muchos le abandonaron en los momentos difíciles y en especial, en aquellas épocas de escasez de moneda. En toda su obra y su vida, a pesar de ser un deslenguado, un descarado de franqueza brutal, estaba pleno de nobles sentimientos y de las más altas pasiones. Cuando obtuvo su prestigio, no olvidó sus padeceres iniciales y siempre tuvo una mano generosa para quienes le requerían.

Su obra poética fue, durante el siglo pasado y parte del actual, lectura exclusiva de algunos entendidos. Estaba vedada para el público lego, en consideración a las expresiones utilizadas y a las descripciones explícitas que allí se señalan. Sin embargo, vista con ojos actuales, no podemos negarle el valor intrínseco que posee como obra poética y, especialmente, por expresar emociones y sentimientos de la naturaleza sexual del ser humano que le es propia y natural.

Los "Sonetos Lujuriosos" fueron compuestos para interpretar los famosísimos grabados denominados "Posturas", del pintor Marco Antonio Raimondi, copiados de los célebres dibujos de Julio Romano.




SONETO I

(Un poeta recita a su amada bellos versos, hasta que ésta, furiosa, reclama menos palabras y más hechos)

-Amémonos sin tasa ni medida
puesto que para amar hemos nacido
adora mi gorrión cual yo tu nido
pues sin ellos ¿valdría algo la vida?

Y si aún luego de ésta extinguida
fuese posible amar, bien querido,
a gritos pediría el bien perdido
para seguir gozándote todavía.

Gocemos cual lo hizo regiamente
la primera pareja de mortales
bien aconsejados por la serpiente.

Que nos perdieron por amar, se dice
blasfemia son dichos tales
que sólo a quién no ama satisface.

-Pues calla y ama y también, ¡castigo!
Calla y méteme hasta los pendones
jueces de amor y del amor testigo.



SONETO III

-Déjame la acaricie… ¡Oh qué tesoro!
¡Cómo sin esta joya ser feliz!
Cuando me llena soy… ¡emperatriz!
¡Verga divina más que el oro!

Húndete en mí sin miedo, te lo imploro;
llégame de un envite a la matriz,
que no hay pieza que valga una lombriz,
si en la ocasión observa ruin decoro.

-Libro abierto en tu boca, amada mía.
Negarle a buena almena buen envite
es negarle a un enfermo una sangría.

Culos cate quien tenga leve falo
más quien goce, cual yo, de un buen retoño
busque siempre en las rajas su regalo

-Dices verdad, que la ilusión del coño
son las piezas cual ésta que me llena
el conducto que va del papo al moño.



SONETO  V

-¿Por dónde os la vais a meter?, responded,
¿por delante o por detrás? Quiero saberlo.
-¿Por qué? ¿es que os molestaría
si en el culo me la clavo, por desgracia?

-No, señora. Es porque la concha sacia
tanto a la pija que da poco placer.
Mas así lo hago yo por no parecer
un fraile Mariano, verbi gratia.

-Pues si la pija entera en el culo deseáis,
como anhelan los grandes, estoy contenta
de que con el mío hagáis lo que queráis.

-Agarradla con la mano y metedla dentro,
que tanta utilidad para el cuerpo encontraréis
como la asistencia a los enfermos.

Y yo tal gozo siento
al sentir mi verga en la mano vuestra,
que pronto moriré si ahora cogemos.



SONETO  X

-¡Yo lo quiero en el culo, no te niegues!
-¡Oh, mujer, me parece un gran pecado!
Por ser un alimento de prelados
que han perdido el gusto para siempre.

-¡Mételo aquí! –No. –Sí, no te avergüences.
¡Por qué? ¿Ya no se usa el otro lado,
Id est el coño? –Sí pero es más grato
carajo por trasero que de firme.

-De ti dejarme quiero aconsejar:
Tuyo es mi rabo y, si te gusta tanto,
a tus órdenes se someterá

-De acuerdo, mi bien: ¡empuja de canto
suso, ayuso, aguarda, eso es, ya está!
¡Oh rabo compañero, oh rabo santo!

¡Mételo sin quebranto!
-Lo he metido con placer tan señero
que así me quedaría un año entero.




SONETO XI

(Una pareja dialoga sobre sus deseos)

-Separa bien los muslos, alma mía
que quiero bien de cerca ver tu rosa
¡Oh, suavísimo vello! ¡Oh, rica cosa!
¡puerta de mi ilusión! ¡Miel! ¡Ambrosía!

Un capricho me llena de alegría;
voy a comerme fruta tan golosa;
me volveré y seré treta graciosa
pues a tu boca irá mi mercancía.

-¡Que me aplasta! ¡Aguarda! ¡Ay, mi pecho!
Jamás tan cerca vi verga tan tiesa
Mas juro que he de dejarte satisfecho.

-¡Hola al cabrón! ¡Miren la permuta!
El lame en el panal como en barbecho
y ella cree que la verga es una fruta

-¿Vieja, quieres aquí poner tu morro?
-Hijo no me pongáis los dientes largos
que tan sólo de veros ya me corro.



SONETO XVI

-Tú, con mis piernas al cuello, en mi culo
La picha me has metido: ¡rompe, rasga!
estoy en el suelo, fuera de la cama.
¡Oh, que amargo placer, placer rotundo!

Devuélveme al lecho, porque así me hundo
y moriré con la cabeza gacha.
El dolor de parir, pena que pasa.
¡A qué extremo me lleva amor tan crudo!

¿Qué piensas hacer? –Lo que tú quieras.
-Dame tu lengua entonces, alma mía
-Asaz pide quien sirve bien y espera

-La crica un poco de placer ansía,
Porque entre el culo y ella la paz sea.
¡Entra, amigo, que no escape la picha!

Muerta por cierto estaría,
si tardabas en darme alivio abondo,
mi bien, mi corazón y mi tesoro.




SONETO XVII

(Una pareja, ardiendo de deseo, rodeada de hijos; el marido medita sobre la posibilidad de embarazar a su mujer)

-No llores, nene mío, tenla quieta,
tu métemela toda sin cuidado,
dame también la lengua, bien amado,
y avívame el hornillo con tu teta.

-Puesto que así lo quieres loca, sea,
anda, vuélvete del otro lado.
-Cuando me digas qué hacer de grado
pero, duérmete niño. Que más sea.

Mecer, cantar, coger, que maravilla
son tres cosas que a un tiempo ejecuto
cual si fuese la cosa más sencilla.

Esto es aprovechar las ocasiones
una mano en mi pipa, el pie en la cuna,
la otra acariciando los cojones.

¡Pero no te retires que me viene!
-Es que te haré otra tripa de seguro.
-Aunque me hagas cuarenta, ¡reviene!




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