jueves, 26 de febrero de 2015

CARLOS F. GUTIÉRREZ [15.071] Poeta de Honduras


Carlos F. Gutiérrez

Nació en el año 1861 en Honduras y falleció en 1899.

Trayectoria

Nació en Tegucigalpa. Poeta y novelista, Angelina; fue escrita en 1884, bajo el seudónimo de Mariano Membreño (aunque publicada oficialmente en 1899) y es considerada la primera novela hondureña. esta obra "desde su inicio... paga tributo a la tipología romántica... Publicó también un poemario: Piedras falsas (1898). Carlos F. Gutiérrez se sirve del elemento "naturaleza" en su composición para constratar presente y pasado... forma violento contraste entre naturaleza propiamente dicha y la naturaleza humana...
Su novela “Angelina” fue motivo de una abierta y despiadada crítica al someterla el autor a la valoración literaria del poeta José Antonio Domínguez y del periodista Manuel S. López. Otra polémica alrededor de esta novela, escrita en 1884 bajo el seudónimo de Mariano Membreño, es que para algunos es la primera novela escrita en Honduras y no “Adriana y Margarita” de Lucila Gamero de Medina.

Muerte

Al morir, en 1899, a los 38 años de edad, tenía el grado de teniente coronel.

Publicaciones

Obras

Poesía

Piedras falsas (1899).

Novela

Angelina (1898).



A UN POETA

A J. J. Palma

Encuentro en tus versos suaves
tanta cadencia y dulzura,
como lánguida ternura
en el gorjear de las aves.
 Tus canciones
son gratas modulaciones
en que dice tu alma bella,
que sólo guardas en ella
afecto y sinceridad,
que no anida allí el rencor;
pero que sí hay amor
 y verdadera amistad.

Cuando tus rimas yo leo
se regenera mi alma;
y que hay algo, entonces, Palma
de lo que tú cantas creo
Tu poesía
mata la melancolía
y disipa tristeza;
se asemeja en su belleza
al primer rayo de luz
que viene a destruir las nieblas
rasgando de las tinieblas
el densísimo capuz .

Imitar, versando, sabes
con tu meliflua poesía,
 de las aves de alegría.
La tristeza de las aves
Tú no ignoras
lo que auras sollozadoras
dicen a tímidas flores;
tú comprendes los rumores
del arroyo bullidor;
tú haces aparecer
las sonrisas del placer,
las lágrimas del dolor.

Tienes, Palma, aún más ternura
 en tu alma de poeta,
que perfuma la violeta
y que la nieve blancura.
Inspirados
van tus versos impregnados
de un sentimiento tan tierno
bien así como en  invierno
la brisa rodando va.
Impregnada del aroma
que en toda corola toma,
que todo cáliz le da.

Si expresar fácil me fuera
todo lo que siente mi alma,
entonces oirías, Palma
¡cuántas cosas te dijera!
Tus canciones
despiertan en mí, emociones,
dulces a la vez que intensas;
de tus poesías a expensas
se nutre mi corazón,
porque si las veo siento
raudales de inspiración.





A  UN ÁRBOL

Árbol que sombra nos diste
con tu follaje esplendente,
rayo de sol que su frente
acariciaste ayer,
florecilla que entre la grama
doblegó su débil planta
decid, por Dios, ¿no os espanta
tan sólo volverme a ver?

Tú árbol, tienes tus nidos,
en tus nidos ruiseñores;
vosotras, tempranas flores,
dulce aroma que exhalar;
tú,  sol,  hirviente oleaje,
de esa veloz catarata,
 donde tu luz se retrata
como inmenso luminar,

Y yo que de amor un mundo
en el alma atesoraba,
que tan sólo respiraba
ventura, dicha y placer,
de nuevo a tu sombra vengo,
a contarte, árbol querido
la crueldad de una mujer,

¿Te acuerdas de aquellos  rizos
que perfumaron tu ambiente,
de aquella tranquila fuente
que se levantó hacia ti;
de aquellos ojos tan bellos,
de aquella boca tan pura,
de aquel ángel de ternura
que te trajo un día aquí?

Pues bien, ese ángel fue mío,
su felicidad mi anhelo;
fueron sus ojos el cielo
que alimentaron mi fe;
mas un día desgraciado,
origen de mi amargura,
 lo envolvió una noche oscura
y no sé donde se fue.

Y pues tú fuiste testigo
 de tu amor y mi  embeleso,
y tal vez hasta de  un beso
que le robara mi amor,
sé también testigo ahora
pues que descanso tu sombra,
sin aversión ni rencor.

Y te juro que si un día
en mi camino le hallara,
 y a las puertas se acercara,
de este triste corazón,
encontraría la ingrata,
para castigar su olvido,
entre mis brazos su nido
y en mis labios el perdón.





GLORIA

Sobre su lecho de arenas
un río corriendo leve,
llevando espumas de nieve,
y tronchadas azucenas;

un zorzal en la ribera
tiernas endechas cantando,
y sobre el tallo, temblando
las flores de la pradera;

a lo lejos verde loma,
do se anuden blandamente
el murmullo de la  fuente
y el canto de las palomas;

y unas linfas temblorosas,
frescas dormidas y suaves,
donde se bañen las aves
y jueguen las mariposas;

y allá una gruta lejana
a donde lleguen perdidos
lo acentos desprendidos
de la vecina campana;

de juncos, ramas y flores
una choza encantadora,
do penetren de  la aurora
los nacarados albores;

donde se escuche la extraña
pero sublime armonía
con que saluden al día
los genios de la montaña;

y tú allí con tu mirada,
con tu mirada de cielo,
vertiendo dulce consuelo
en el alma enamorada.

Vagar por el bosque umbrío
en las mañanas amenas ,
y escribir en las arenas
de las orillas del río;

y ver en la noche callada
cómo brillan las estrellas,
y a las luciérnagas bellas
relucir en la ramada;

y en lánguidos embelesos
y en amorosos delirios,
llenar tu frente de lirios
y tus mejillas de besos;

Perdidos en denso velo
 el porvenir de la memoria;
esta es, mi vida, la gloria;
esta es mi vida, el cielo.





RECUERDOS

¡Sueño parece!
mi gentil doncella,
envuelta en tenue y vaporoso velo,
salió a su reja temblorosa y bella,
como aparece diamantina estrella
en la azulada  inmensidad del cielo

Indecisa volaba por  oriente
con sus alas magnificas de aurora,
perfumaban las flores del ambiente,
y reflejos de nácar levemente
matizaban su frente soñadora.

En sueltos rizos, descuidada, airosa,
descendía su negra cabellera:
y de sus labios húmedos de roa,
se escapaba en corriente misteriosa
un perfume sutil de primavera.

Volaron los momentos, vino el día,
sentí gemir el corazón opreso,
me dio su mano temblorosa y fría,
y en el lazo dulcísimo de un beso,
 unióse su alma con la mía.




*Carlos  F. Gutiérrez (1861-1898), publicó el poemario “Piedras Falsas (1898) y 1899 se conocería Angelina (relato romántico-naturalista, su obra más reconocida).





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