jueves, 19 de febrero de 2015

ANSELMO SEQUEIRA CALDERA [14.959] Poeta de Nicaragüa


Anselmo Sequeira Caldera

Más conocido por el seudónimo de Naukk Nu, nació en Masaya (Nicaragua) en 1891. Fue hijo del doctor Anselmo Sequeira, de profesión médico, y de Luz Caldera, quienes procedían de Boaco. En Masaya murió a la edad de setenta y cuatro años en 1965, sin haber salido de su ciudad más que en dos ocasiones: una para ir a estudiar a León y otra para hablar con el dueño de una imprenta en Granada. A su entierro asistieron once personas tras una vida de exilio interior dedicada por entero al estudio. Aquel sabio de pelo largo y barba blanca que se anticipó a su época escribió una poesía fuera de su tiempo y al margen de las estéticas marcadas por la moda. La suya fue satírica y licenciosa, sin precedente en la literatura nicaragüense.

La infancia y adolescencia de Anselmo Sequeira transcurrieron en el seno familiar de Masaya, entre sus hermanos Solón, Natán y Efraín, y sus dos hermanas Judit y Sara. En el Instituto Nacional de Masaya obtuvo, en 1908, el grado de Bachiller en Ciencias, Letras y Filosofía. Fue cuando su padre tomó la decisión de mandarlo a estudiar Medicina a la Universidad de León, la única del país.

Un acontecimiento en la Universidad marcó su vida. Su amigo de Masaya, Filadelfo Núñez, se había marchado a estudiar Medicina a la Sorbona de París, desde donde le enviaba libros. En el examen final del tercer curso de Anatomía respondió a la pregunta de cómo curar una ruptura de clavícula siguiendo el método francés, por lo que fue suspendido. Tras escuchar el veredicto del jurado el joven estudiante se puso de pie y por tres veces llamó al tribunal: “¡Nulidad!”

Regresó a Masaya derrotado y durante un tiempo trabajó como profesor de inglés, francés y matemáticas. Anselmo Sequeira había destacado por su afición al estudio y su admiración por las letras. Era una época en que el Ateneo de Masaya reunía personas relevantes como el poeta Alberto Ortiz, autor del Parnaso nicaragüense (Barcelona, Maucci, 1912), donde figuran poemas de Anselmo Sequeira, quien a su vez dirigió la revista Castalia (1916-18).

A la muerte de su padre renunció a la herencia y sólo aceptó un pedazo de casa que despojó de todo lujo y comodidad. Donde habían paredes colocó piedras dando a la vivienda el aspecto de cueva. Desde aquel momento renunció a los bienes terrales y a una sociedad marcada por la hipocresía, la apariencia y el egoísmo, a la que él pertenecía.

Su caso es único. Fue apedreado, vituperado y marginado por una sociedad profundamente cristiana. Su obra es la de un genio desconocido e ignorado porque su obra completa se convirtió en ceniza a los pocos días de su muerte. Su hermana Sara, obedeciendo el dictamen espiritual de la ciudad —aquello que entonces giraba en torno de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y el qué dirán las beatas—, se sintió presionada moralmente y quemó todos los papeles del poeta en el patio de su propia casa.

Lo poco que queda de su obra permanece dispersa e inédita en manos de antiguos clientes o amigos que conservan aquellos poemas obscenos que tanto escándalo provocaron en una sociedad dominada por la moral. En el aspecto físico fue precursor de aquellos jóvenes desaliñados a los que luego llamarían hippis. En el campo de las ideas se adelantó a romper esquemas fijos sobre la temática del poema, introduciendo la lexicología de todo lo referente al sexo y la novedad que suponía el tema. Nuestra literatura castellana, desgraciadamente, ha visto lo erótico con ojos de escándalo. Él fue precursor de la poesía que hoy abandera con honor Gioconda Belli. Fue tachado de "viejo loco", “viejo chancho”, “viejo cochino”, “viejo verde” por quienes vivían dentro de la castidad y la santidad, en uno de los peores momentos para la ciudad, marcada por la expansión de los centros religiosos.

Es el único poeta nicaragüense y centroamericano que ha dejado un rico legado licencioso que se une a la vieja tradición oriental y europea. Hijo de Quevedo, lo igualó en portento y valentía. No se enfrentó a ninguna Inquisición, pero fue negado y rechazado por su propia sociedad. Padeció el odio incisivo y cruel de vecinos y ajenos, así como la admiración de amigos y librepensadores que empezaban a surgir en medio de la miseria de las ideas que padeció la primera mitad del siglo XX.




SÁTIRAS ERÓTICAS
NO FALLA EL APETITO DE PISAR


1

ENORME PANZA

 Sin engorros, noche y día,
Félix pisaba a Petrona,
y al punto se la embutía
porque la pobre tenía
la cachimba bien pelona.

 Y es claro, transcurrida
del tiempo la acción de hielo,
resultó la rejodida
con una panza bandida
que le llegaba hasta el cielo.



2

100.000 POLVOS

 En cueros él y ella. Ocasión grata.
Cincuenteños los dos, pero no menos.
Y él: "Con esa anona y esta reata,
¿quieres que ante el deseo que mata
a nuestros viejos tiempos regresemos?"

 Y así chucharon dos desconocidos
dejándose de escrúpulo y vergüenza,
y echaron cien mil polvos muy sentidos
y fueron muy cordiales conocidos
que con frecuencia hacíanse una trenza





3

COLA DE CARTA

 Y mientras llega el gran día
de rempujarte de nuevo
manteniéndote hasta el huevo
en la noche y en el día
con una inmensa alegría,
que te lleva alegre al viento
el olor de este instrumento
que siempre has idolatrado
y que siempre te he zampado
como pistón de jumento.





4

PAIPUDA

 Eugenia, una paipuda muy deseada,
dice que ella se siente enamorada,
y asegura vales con voz de azar
y derramando activa carcajada:
—¡Enamorada! Vaya una pavada,,
Lo que esa tiene es gana de culear.





MUJER, VERGA Y CACHIMBA

5

 Mujer de hermoso conjunto
que en el punto anda su aroma
tiene que aflojar tal punto
para que del punto coma.




6

 Mujer que a dos les da gozo
y con su marido a tres
le dice al que es más baboso:
—Ahora estoy con el mes.




7

 Me voy por verga a la calle,
respondió Mireya a Rosa,
y ésta, arrecha, lujuriosa:
—Pero, hermana, vé el detalle:
por verga, el primo de Valle,
ya tú crees otra cosa.



8

 Qué gusto un loro refleja
cuando come papaturro,
ni más ni menos que vieja
rempujada por un burro.



9

 Viendo los pelos negros de la axila
fornicar al instante el tronco acuerda,
y toda mi ansiedad se recopila
de zamparte la verga hasta la mierda.




10

EL TORSO FORNICADO
QUE SÓLO ABRIRSE AGUARDA

 Ese torso apetitosos
que aquí por detrás está,
tiene un cachimbón peloso
que con su bulto sabroso
sólo abrirse aguarda ya.

 ¿Es de alguna hermosa suegra
cuyo rijo asustará?
¿De caucásica? ¿De negra?
Sea. Es la guaba que alegra
al que la rempujará.

 Recuerda a Friné desnuda
que así absuelta quedará,
y, sin discusión ni duda,
su raja grande y carnuda
las garras aumentará.

 Esos senos y ese ombligo
y esas nalgotas, ah!,
con gusto y encanto digo
que en el centro está el gran higo
cuya miel me alegrará;
miel de torso que fornica,
que se abre,
que se abrirá;
así, pues, no despotrica
quien diga: "Su raja rica
alegrarse ayudará."





ALGUNAS MUESTRAS

11

 Dijo Luz con disimulo
a Lucila, en secreta plática:
"Me gusta a mí el hombre mulo
cuando me empalaga el culo
con empapación huevática."




12

 Dijo Procopio el reatudo
a Maritza la sopona:
"Préstame ese tu mechudo
que el talete se ne entona."




13

 Era abombado, peludo,
de carne mi precioso acopio,
rincón de eunico propio
para un termo gargantudo
medalla de oro buen pudo
ganar en alto certamen,
puesto que, sin mucho examen,
nació carente de peros,
para que los mameyeros
hasta la muerte lo mamen.





14

 Dijo la Charramanduca,
dijo la chancha pelona,
que la chancha más chiquita
tiene más grande la anona.




15

DOS INTIMAS RECIÉN CASADAS CHARLAN
SOBRE SUS CORRESPONDIENTES MARIDOS

 Y yo —dijo la hermosa Cleopatra Armonía—,
estoy satisfecha de su postería,
que es precisamente como la quería:
grande, fuerte, recia, las tres condiciones
con que yo soñaba, con sus rempujones
me sacó los pedos y los cagajones.

 Y a mí —dijo Abeja de la Crisopella—,
en quien los garrotes de raza buscan muelle,
me tocó en desgracia, sola que no es bella,
puyón pequeñito, mínimo carrito;
sólo hace cosquillas, fue mi error muy bruto,
estoy muy de duelo, estoy muy de luto.

 Este palabreo de coño y culeo
y de zarandeo con tigüiloteo
oyóle muy presto un tal don Tadeo,
anciano maciso,
dueño de un gran chunche que es gran carrizo,
etc., etc., etc. 






SONETOS

16

MODERNA

 Venga la alegre copa del arrogante vino
y póngase la musa como una dama alcohólica;
¡como locos bohemios hablemos del divino
arte. Fluyan estrofas por su lumbre simbólica!

 Charlemos de adorables bellas, de las de fino
mirar, de las de rostro de monja melancólica,
que mienten en sus labios en su hablar peregrino,
o ya una sonrisita dulcemente bucólica.

 Bendigamos los pájaros, las tardes y las rosas,
bendigamos el fuerte gravitar de las cosas
y el sol que amanera sus tintas de pintor.

 Mientras de nuestras bocas se desgajan sonrisas,
y gritamos: que viva la pauta de las brisas
y que vivan los versos y que viva el Amor.




17

PARA LA LUNA

 ¿Versos para la novia de los poetas? ¿Versos
para la que nos dice sus leyendas de amor?
Han de ser parecidos, por líricos y tersos,
a las curvas de agua que arroja el surtidor.

 O ya por su fragancia milagrosa y divina
a los claros de plata que nos dan los luceros;
a una rosa hecha de porcelana fina
o a la mansedumbre de un grupo de corderos.

 Va su lánguida rueda deshilando sus tules
en mis melancolías y en las copas azules
de árboles que se agrupan como graves hermanos.

 Muchos versos para ella que comprende las penas,
para ella que nos manda sus blancas azucenas
vaporosas, quién sabe como qué dulces manos…





18

MOMENTO LÍRICO

Para Francisco Villaespesa.

 Pan —el bicorne alegre— desperdicia canciones
metido en el gran vientre de la selva estirada;
ríe la aurora sobre los lentos callejones
y ríen los pastores arreando la vacada.

 La fuente va tejiendo breves modulaciones
ante el aburrimiento de una senda ahumada;
cruzan alegremente los vientos retozones
bajo la mañanita radiante y perfumada.

 El Oriente se arregla de visiones preciosas.
La mañana es como una zagala zalamera
despilfarrando encanto sobre todas las cosas.

 Y finge aparecerse con la cara rosada,
con dos grandes ojeras, como si tuviera
la actitud adorable de una recién casada.




19

SPES

Para Alberto Ortiz.

 Novia, doliente hermana de los lirios, hermana
de los mansos corderos, por donde le perdiste
cuando sonó su verso la sonora campana
de aquella tarde enferma en que se fugó tan triste…?

 Yo me quedé mirando tras mi vieja ventana
la delicada estela que en la senda pusiste,
me dio sus melodías el crepúsculo grana,
pero todo era vano porque tú no volviste.

 Y te alejaste enferma como la tarde aquella,
con la carita pálida y en el alma la huella
de una lenta cadena de dolores ya viejos.

 Cuando volvió la noche, me arrebujé en mi estancia,
y una brisa amiga que traía fragancia
me contó que te había visto, pero muy lejos.




20

A RUBÉN DARÍO

 Señor, hacia el silencio de tu serena testa
llego a darte mi lírico manojo de laurel;
a ti que eres el pájaro de ignorada floresta
y derramas tu verso como un vaso de miel.

 A ti que como una magnífica protesta
elevaste las alas al eterno vergel
y sentiste allá arriba la fantástica fiesta
del arte y te pusiste retozando con él.

 ¡Oh! ¡Maestro! ¡Oh!, Sagrado Maestro. Tu albo vaso
de miel —tu regio verso— como el azul pegaso
prosiga recorriendo los éteres sin fin.

 Mientras las juventudes que piensan y que sueñan,
allá por tus palacios, se acercan y te enseñan
la fresca epifanía que cante su clarín.





21

FIGULINA

 Su breve andar acompasa
claros ritmos de princesa
cuando la senda atraviesa
toda vestida de gasa.

 Pasa como un verso. Pasa
con sus ojos de turquesa
y sus manos de marquesa
y su boquita de brasa.

 Es un marfil su sonrisa.
Brilla —frágil y garbosa—
su blancura de cerusa.

 De tal manera sumisa
y de tal modo vidriosa
como un ensueño de musa.






22

DE UNA QUE YO ME SÉ…

Conozco su figura maravillosa. ¿En cuáles
cronos a media tinta orlineada la vi…?
¿Fue cuando estaba viendo detrás de sus cristales
algún claro crepúsculo de color de rubí…?

 ¿O fue en la primavera de unas sentimentales
visiones que en un sueño peregrino sentí…?
¿Acaso en algún álbum de apacibles postales
adiviné sus formas de sorprendente hurí…?

 Hoy que aparece -plena de encanto y de poesíacomo
el egregio mármol de una mitología
en las fragilidades de mi imaginación;

 ahora que presiento su fina aristocracia
recogeré perfumes para adular tu gracia
y diré que es la única aquí en mi corazón.







OTROS POEMAS

23

DESDE MI REJA

 Todos los días me pongo
cerquilla de mi ventana,
a mirar cómo se fuga
la tarde amarilla y mansa.

 Bajo del cielo profundo
se queda viendo mi alma
—con el ojo pensativo—
Todas las cosas que pasan.

 Gloria de luz en las dulces
lejanía. En la calle
alegres chicos retozan
echando al viento su alarde.

 Allá por algún sendero
pasan rumiando unas vacas
su frágil pereza, mientras
bulle una fiesta de pájaros.

 Conversan sobre las hojas
entre los árboles vagos.
Suben los hilos de humo
de chimenea, lejana.

 Silban brisas, tiemblan trinos.
En el hilo de la tarde
se van engarzando lentos
los peplos de los celajes.

 Desparramando dulzuras
camina alguna muchacha
que lleva los ojos verdes
y lleva el rostro de raso.

 Los perfumes que me vienen
me dicen la linda fábula:
no hay mujercitas más buenas
que las rosas y las tardes.

 Me vienen de la pradera
ecos enfermos, lejanos:
un can que ladra de angustia
o el violín de la cigarra.

 Una visión de palomas
se tiende de vez en cuando
trazando sus líneas curvas
sobre las gasas del aire.

 Y por la senda más triste
—echando hacia atrás las manos—
melenudo y taciturno
se aleja algún poeta pálido.

 ¿En qué pensará el poeta…?
(¿Será en Psiquis o en la Carne?)
Es de seguro que piensa
en el alcázar del Alma.

 Añorando el terciopelo
de algunas ojeras lánguidas,
alguna boca de seda
algunos grandes ojazos;

 la silueta vaporosa
de novia sutil y trágica
va con el lírico espectro
de su pena y de su paso.

 Huyen lirismos de ensueño.
Algún escuálido sauce
enfilado en la arboleda
mueve despacio sus ramas.

 Y en tanto que hacen su solfa
las metálicas campanas
preludiando los repiques
melancólicos del Ángelus.

 Y allá en las lejanías
los arreboles se alargan
y se evaporan los ritmos
de melódicas fragancias.

 Ya va de viaje el crepúsculo
y en los tules de sus trajes
va deshojándose el verso
de una lánguida nostalgia.

 Entre mis manos se cierra
y la gavilla de chicos
un libro de tristes páginas
interrumpe la algazara.

 Y mi alma siente que vibra
la tristeza de los prados
y la seriedad escueta
que ponen las viejas calles.

 Y vi la honda harmonía
de los jardines hastiados
y vi el silencio, el ensueño
como una fija mirada.

 Los ponientes se marchitan.
Del cielo en la larga lámina
se recorta la penumbra
como un telón de basalto.

 Y el azul se emborrona
como un antiguo retrato
cuando los bronces repican
la muerte de los paisajes.

 Me aburro, pienso y escribo
una rima desolada
mientras se vuelve ceniza
el papel de mi cigarro.

 Se amorfinan mis pupilas,
pasa el rumor de una ráfaga
como diciendo que ha muerto
la tarde amarilla y mansa.

 Mi canto se desvanece,
entrecierro mi ventana
y allá en la selva dormida
muere la fiesta de pájaros.




24

PUESTA DE SOL

 Triste como un quien sabe se desgarra
la tarde gris. Menesterosamente
se oye gemir una espectral guitarra
de una extranjera enfermedad silente.

 Y mientras en un iluminar pictórico,
el imperial crepúsculo cereza,
un amarilla pálido fosfórico
destacaba, flamante de belleza;

 lejos, más lejos, por donde una granja
era un fantasma, monotonía,
un solar de zapote y de naranja
a todo el occidente enloquecía.

 Intrigadotes pájaros floridos
desgarraban su plata milagrera
y un toro descargaba sus mugidos
en la gran S de la carretera.

 Encantadoramente proseguía
en un haz de insistencias armoniosas,
el corazón de la pajarería
despilfarrando sus piedras preciosas.

 Y Apolo, en sus últimas diabluras,
encendió por cabañas y montañas,
con su gran potería de pinturas,
largos escándalos de telarañas.





A MAYRA LÓPEZ
EN SUS QUINCE AÑOS

25

 Mayra López: no he de ir
a tu linda reunión,
pues tengo que hacer: dormir.

 Mañana iré a tu mansión.
¿Quedé mal? ¿Qué habré de hacer?
¿Quedé bien? Vaya, es mejor.
Que huya de ti el padecer.
Que te bendiga el Señor.




26

 ¿Te has fijado en Europa?
Tanta nieve
matando gente.
¿No te conmueve?





27

 Hay que trabajar
y resolver lo del amor.
La cosa está en no llorar
al burlar
al dolor.




28

 En esa barca nos iremos lejos
bogando en un dulce río
en persiga de reflejos
que nos rellenen todo vacío.

 ¿Me quedaré preso
de tu recuerdo en la intimidad?
¡Caracoles! Cómo es eso
de pescar felicidad.





29

EL CONTENTO DE LA BARCA

 Un teddy de fantasía
por tu invitar atender
en tu cumpleañero día
que te soñó enternecer.

 No lo ajes, jamás lo rompas.
Tiene luz, quizá, y no pompas.

(Enero, 1963)





30

VERSOS DE SORTILEGIO,
ABECEDARIO DE AMOR
Y UNA DEPRECACIÓN

A sensación Solares.
En el mundo.

 El verso A se abrió en explosión rosa
y zarpó rumbo hacia tu cabellera,
semejante a una barca deliciosa
que te trae una carga perfumera.

 El verso B es bombón entre bombones,
dulzor standard que realmente encanta,
y que por endulzar tus gustaciones
se está cruzando ya por tu garganta.

 El verso C florece igual que un loto,
un loto grande, azul, de gracia pura,
loto a quien nadie excusaría el voto
para que sea eterna tu ventura.

 El verso CH despliega su ala fina
y hacia tu primor al vuelo enfoca,
por trinar una dulce cavatina
de cristal a la orilla de tu boca.

 El verso D tremola sus banderas,
sus banderas de sol y de alegría
para hacer el pregón de tus maneras,
de reina que hace que se encienda el día.

 El verso E encabrítase encantado
como un feliz corcel que suspirara
por ir cargando, desequilibrado,
en sus lomos tu ideal, belleza rara.

 El verso F es frasco de frescores,
un ramaje que tiembla estremecido
de abanicar y que derrama flores
en tu pecho elegante y repulido

 El verso G es de gemas un escriño
cristalizando, al parecer, de estrellas,
que se te prenden con lilial cariño
cual un racimo de mentiras bellas.

 El verso H como harmonio suena
de nítidas cadencias musicales,
que elogia la dulzura de azucena
de tus frágiles formas imperiales.

 El verso I tal un imán atrae
hacia sí todo prodigiosamente,
pero a ti, rendido, se retrae
y besa los rosales de tu frente.

 El verso J era un jarrón florido
que por las artes mágicas de embrujo
se trocó en un violín cuyo sonido
dice muy quedo que es de amor tu influjo.

 El verso K no es kiosco pintoresco
de un parque de ilusión selecto ornato,
sino un sueño mil y una nochesco
que preconiza tu gentil recato.

 El verso L no es de luna un lampo
que intercambia palabras con la fronda,
pero es lirio que embriaga todo el campo
y cuyo aroma sin cesar te ronda.

 El verso LL se hizo lluvia de oro
que nació de un crepúsculo inefable
que derramó a los pies de tu tesoro
su canción de un color inencontrable.

 El verso M es tierna mañanita
ebria de pájaros y de fragancias,
y en que un áureo liróforo recita
para ti sus recónditas estancias.

 Nenúfar claro que se balancea
en un estanque de aguas asedadas,
el verso N, oh, palpitante Dea,
te enamora con frases increadas.

 Ñambar feral de corazón de acero
que del tiempo los látigos resiste,
el verso Ñ es fuerte caballero
que en ofrecerte pleitesía insiste.

 Oh, verso O, la ola alegre y loca
que los inmensos litorales baña,
y que lame con manso afán la roca
de tus frialdades de beldad extraña.

 Prodigando fanfarrias, orgullo y mando,
y entre ritmos y entre emociones,
yérguese el verso P, preconizando
tus percusiones y repercusiones.

 Q de querer, Q de inquirir, el verso
Q es un reto de sangre a los abismos,
mudo de asombro ante el abismo terso
de tus maravillosos espejismos.

 R en Rusia, R en rezo, R en la renga
reina, en reír, en razonar, en risa,
y es red el verso R que sostenga
por siempre tu claror de pitonisa.

 Sobre el sendero de su loco foco
de extravagancias en que amor se pesaca,
verso R doble es el terror de un loco,
loco por tu sonrisa gitanesca.

 S de sierpe, de sabiduría,
el verso S desarrolla su alma
tal una serpentina de alegría
que en rodear tu primor halla su palma.

 Y de taquigrafía que se mueve
captando ideas enderezadoras,
el verso T se inflama y se conmueve
frente a tus manos maravilladotas.

 Usina de productos delicados,
álzase el verso U, loco de pitos,
para dar sus encantos ponderados
a tus tremendas portes exquisitos.

 Varita de virtud que echa luceros,
el verso V te arroja resplandores
porque eres la fantástica, sin peros,
luz de las luces y flor de las flores.

 Lánguida, desmayada porcelana,
walkiria que se inclina hasta la muerte,
el verso W es la wertheriana
pistola en la tragedia de quererte.

 Desesperadamente, en infinita
ansia de trastornados y opresos,
el verso Y es el que ya te grita,
dama, ya los ofires de tus besos.

 En romance que sangra y veja y mustia
historias de aflicción reconstruyéndote,
el verso X es la larga angustia
de un xilófono o llanto conmoviéndote.

 Y toda palidez y faz enjuta,
oye que pasa el más potente encanto,
el verso Z es la zozobra bruta
en que me creo, de adorarte tanto.







DEPRECACIÓN

 Cuando de las entrañas de la noche,
haciendo de dolor lento derroche
fluya algo que indagar siempre escatimas,
piensa que se arrodilla, silenciario
y temblón, ante ti, este Abecedario
de Amor, y te encarece: Ah, no me oprimas.






31

EL VOLCÁN SANTIAGO

 Saludo al intransigente fumador,
al ínclito y perínclito traidor,
al malhechor
dilecto y predilecto
que en un más hondo alarma de vándalo sumergirnos podrá
quizá,
con todo y que da
manotazos de humo sin jamás concluir.
Tiene el tono impertérrito, a trechos, de un burgrave,
de un laudgrave,
de un margrave,
que aplicaran horca y cuchillo, deseando destruir.
En destrozar se presenta entrenado:
arena ha descargado
en lluvieta emporcante de malcriado,
cuyo asfíctico riego
amenaza al ganado dejar ciego;
se doctoró en arruinar azahares
y frutas a mares,
y sus mefíticos gases
en multícromos desplaces
han irrogado males
en los arrozales,
en los cafetales,
de cercas en metales,
y en los trigales
y en los capitales,
inmisericorde tendiendo el terror.
(Y no pareciera que es tan mal señor).
Por inculturado,
por inmensurado,
por hosco,
por tosco,
merece
protesta nervuda que crece
en imprecaciones,
quienquier que superviva se sentirá encantado;
ya no aspecto arisco
del sol en el disco.
Está parado el huevo,
ya todo será nuevo:
nuevas conexiones,
nuevos corazones,
la Gran Nueva Veta,
la Mina Secreta,
el Sin Comparación
único Filón;
nuevos catequismos,
nuevos dinamismos
y fósforo nuevo
y nuevo renuevo,
y nueva la casa
la casa nueva
y nueva raza
que alma nueva lleva
de cultura -grandeza longeva
y
colcha renueva
como en desafío
para que se atreva
Mister Frío
y no ser el dueño
de quietud y sueño.
Nueva la Vida
ya renacida,
nuevo el amor,
nuevo el dolor,
nuevo lo extra-nuevo:
el Atómico Evo,
nuevo el modo,
nuevo el vivir,
nuevo todo,
nuevo el mirar,
hasta sonreír
de anhídrido en donde sin qué discutir,
lo que no se eleva
tiene que morir.
El Santiago diríase un junior del Masaya
(dentro del cráter de éste hay fronda y pajaradas garruleras).
Una gehena en el Santiago hoy se halla
(¿conflagración de luciféricas panteras?)
¿No será el Santiago algún enviado loco del Destino
que está esperando un día hacer
que el mundo desempeore su camino,
la empresa que no tiene comprender?
 Como a 500 metros está El Comalito,
otro tumor, otro precito,
otro que dice no ser chirle, sino a lo menos calentito.
Perfílase incipiente,
mas diz que treme cual contrito,
infundiendo pavor por lo caliente.
Floreció sismo y sismo
por el vulcanismo
santiagal; de san Fernando sacó a los moradores,
ya que al fuego central del plutonismo
le urge darnos espinas, mas no flores.
 Como el Apóstol y Patrón de España
y como el primo hermano de Jesús
y como aquella Orden religiosa
militar
del musline contraluz
es llamado. (Ninguno hay que le llame
El Volcán
Malandrín,
Sultán
de flamante, opulenta, oriental, peregrina pipaza sin fin





32

LA LAGUNA DE APOYO

 Trozo de cielo que impera,
lapislázuli azulado
cual regia joya engarzado
en la blusa montañera.
Turquesa impar, milagrera,
Ni a fuerza de oro estelario
de un sueño archimillonario
pagar se conseguiría,
el gran precio de osadía
de su esplendor lapidario.
 ¿Bulle en su oquedad la gloria
de alguna áurea brujería?,
¿la magia y la hechicería
de hadas de que no hay memoria?
¿De quizá es la historia
de una princesa de encanto
que libraba del espanto
y habitó en su azul fondo
y con su ideal pelo blondo
trocó en gozo todo llanto?
 Existe acaso conseja
de que de sus claras linfas
brotaron mágicas ninfas
cuya hermosura compleja
amuleto astral semeja.
Tal que el paisaje encantado
frente a su cuerpo intocado
más en éxtasis se queda
y les da este hablar de seda:
—Me habéis puesto enojado.
 Fatamorgana no fue eso.
Tembló el paisaje aquel día
de la emoción que sentía
en redes de amores preso.
Perdió la calma y el seso
y con tonos destemplados
ante seres tan preciados
y de inquietud con acopio
para internarse está propio
en Asilo de Alienados.
 ¿Qué palidez marfileña
de camelia y de poesía
de esas pulcras ninfas fluía,
embrujadora y matrera,
que el paisaje en flor, cual cera
se fue de pronto poniendo?
Ya no quiso estar sonriendo,
sintió recóndita crisis
y la tremebunda tisis
de un sufrimiento estupendo.
 Pero las ninfas preciosas
poseen fuerza magnética
y al paisaje su estética
le dan, con gracias unciosas:
Ante tan potentes cosas
el doliente gusto alcanza,
fluye en su adentro bonanza
pues las pasmosas criaturas
le arrancan las amarguras
y le infiltran la esperanza.
 Qué alegra ha tornado el gozo
paisajil; con más reflejo,
que casi con el pellejo
pagó su deliquio soso;
mas dice hoy: ¡Cuán deleitoso!
Las ninfas, bordando excesos,
me dan besos, tiernos besos,
y son sus boquitas lirios
con que siento hondos delirios
aunque me quede en los huesos.
 Esa es la luz legendaria
de un paisaje y unas ninfas
repercutiendo en las linfas
de una laguna suntuaria
que es de entonces más plenaria
en su ilusión fabulosa,
y al caer la tarde rosa
riega y riega más leyenda
sobre la expresión tremenda
de su elegancia azulosa.
 En ella un gran panorama
por ferrocarril circuido
que a un pasajero aburrido
pareciera que lo llama
y le dice: Soy la dama
que delicias exagera,
zanja de índigo es mi oreja,
y el sol se duerme en mi boca
y a madrigales me aloca
al besarme la cadera.
 Huelo a floridos caminos
y a sangre enamorada;
huelo a india recién bañada
y a ensueños ultramarinos;
huelo a trinos peregrinos
de pajarillos gandules
o de exóticos bulbules;
huelo a extrañas sinfonetas
extraídas por poetas
de mis entrañas azules.
 Entretanto el tren se aleja,
sueña la linda laguna
y en la noche la luna
le suelta mieles de abeja
para edulcorar la queja
que hace en su oleaje sangría,
ya en su azulidad que hastía
flota una fábrica mustia
de mansos moarés de angustia
que enjoyan su hidrografía.
 ¿Ella es Lago de Lucerna
de que Helvecia fantasea?
Mi Psiquis enajenada
a su imperio se prosterna
y le grita: Brilla eterna
en tu quietismo azulino,
más de momento imagino
que ¡zas!, por loco derecho
al bolsillo me la echo,
gema que hallé en mi camino.
 Y presiento que con ella,
sin perder jamás la calma
obtengo la sin par palma
de un palacio en una estrella
que no existiera más bella
y fuera zumos encumbrado
de lo hasta entonces increado,
pero si es que todo es humo
quedó de pronto aquel zumo
en humo estéril cambiado.
 Con todo, mil sugestiones
ella en infundar se emplea
en la intrépida tarea
de machihembrear corazones,
con las finas emociones,
con la insólita poesía
de ir a su costa algún día
a canturriar, cual rapsodas,
desligues tristes o bodas,
tribulación o alegría.
 Bajo de fresca enramada
la guitarra se enternece;
crece el sentimiento, crece
el dulzor de la tonada
que salta empingorotada
como loco pajarillo
que alea en triscar sencillo,
o como ímpetu que arrolla
y al corazón de una polla
golpea como martillo.
 Luego el baile de boleros
de sonoras chapandongas,
de saracuacos, de congas,
y de ritmos chinamperos.
Damitas y caballeros
departen, y por la noche
de cultura hay tal derroche
que la animada laguna
decir parece: A ninguna
ni a ninguno doy reproche.
 Selene riela inquietante
cual prodigando consuelo;
asemeja desde el cielo
suspendido un gran diamante.
Hay optimismo enguizgante,
hay blandor contra lo duro;
hay sentir contra lo impuro;
hay contra lo brusco, tente;
hay contra lo inmente, mente;
hay claros contra lo oscuro.
 Nunca se yerga el escollo
tartufesco, tenebrero,
en el balneario festero
de la enamorante Apoyo.
Luzcan en ella humor, meollo,
que hacen placer inefable;
que se sienta allí anhelante
el feliz yantar campestre
y siempre en sus aguas muestre
un zafiro incontrastable.


No hay comentarios:

Publicar un comentario