jueves, 22 de enero de 2015

MARÍAMATILDE RODRÍGUEZ [14.563] Poeta de Colombia


Maríamatilde Rodríguez Jaime 

Nació en Barranquilla, Colombia y vive en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina desde hace ya 24 años, donde ha construido su vida. Desde este conjunto de islas ancladas en el Caribe colombiano  ha ejercido como escritora y defensora de los derechos humanos de los desaparecidos en alta mar, actividades que compartió con su ejercicio como  rectora del Instituto de Formación Técnica Profesional  -Infotep- de San Andrés y planificadora urbana de ciudades costeras.

Pese a negarse durante mucho tiempo a ser conocida más allá de un pequeño círculo de escritores colombianos, su actividad literaria salió a la luz pública cuando la reconocida editora universitaria Zoila Sotomayor y el poeta Juan Manuel Roca decidieron publicar  "Los hijos del paisaje".

Así se refiere Juan Manuel Roca a "Los hijos del paisaje": "no es un libro idílico, hecho de postales y de la belleza exterior de nuestras islas. Es el testimonio lírico, de honda belleza, de alguien que sabe que bajo el azul y los verdes de ese mar se nos oculta el drama de los que nunca regresaron". Añade: "Si no fuera un volumen de textos poéticos de tan alto rango estético, su lectura se haría irrespirable. No es posible salir de este libro sin los ojos heridos".

Otros títulos de la escritora: "La sonrisa del perro" (poesía) y "El acecho de Marquesa de Lucuoa", "La entrevista", "El canto de las tijeras", "El espíritu llega a la medianoche" y "Omalina la muda", todas colecciones de cuentos.




• A vuelo de pájaro •

De ser posible no crea en la geografía de este reino
aquí hasta los árboles se asustan
No crea nunca en los diarios
Ni en los libros
No revise su correo
No trate de agarrar las manos de esta tierra de nostalgias
No trate de enmendar el tiempo con cavilaciones matemáticas
No se esconda en esta forma de fe ni castañee los dientes cuando
el alba lo desnude con los huesos cuarteados por el llanto
Salga de noche mientras las iglesias duermen
Aguce el oído para sentir como baja el agua por la memoria de una niñez
bajo el trupillo
Escuche los silbidos del totumo
El movimiento del reptil sobre la hoja
El sigilo de la mantarraya cuando atraviesa el cielo salado de sus lágrimas
y sobre todo
sienta las miradas sobre su lomo de hombre
las que le dicen que tranquilo
que después será, que de pronto en algún lado
un país existe sin suspiros.



• Mandamientos para acabar 
con una cosecha de mandarinas •

Palpar es importante
Y acariciar la curva de la esfera
Y oler la tierra en el color
En los poros
y las nervaduras
que temblarán ante el filo de tus dientes
De ser posible envolverla toda con la mano
Y seguir acariciando como si pudiera volar
como si se quisiera ir
y la boca fuera el único refugio de sus alas
Luego hay que morder la fruta entera
hasta que la savia se confunda con la sangre
Y cerrar los ojos
Para verte mejor como en el cuento
Y sentirte mejor como en el cuento
Y bailar sobre la desnudez
Y quitar la piel de la piel
Hasta que no sepas qué hacer con las semillas.





• La memoria enferma •

Ahora el tronco de la Bestia
El recinto en penumbras
La invocación sin respuesta
La bujía ausente de la noche
Y el quejido
Y el quejido
de Patasola, de madremonte, 
de madremuerta enamorada del viajero que anida                                                                 en su pecho una factura gris
y un misterio
Dos abismos juntos
Diecisiete vacíos de lodo y espanto
El olor de las almas líquidas
La sequedad de las frutas en el verano
Las tiendas de campaña detenidas bajo la lluvia
El retrato partido
La carta que no llega
El recuerdo que aparece imprudente entre los labios
La mentira de siempre
La epopeya de los libros bajo el brazo
La miseria de las venas vacías de paraguas que se pierden
Las vacas de Atayanama
Los amigos que no están y mi espera
Y el quejido
Y el quejido
De Patasola, de madremonte, de madremuerta enamorada
del susurro de un viajero y un espanto
que guarda una factura gris en el bolsillo
Una luz felina entre los senos
El baile de la momia sobre el tiempo
Mi cara triste
El barullo silencioso en los dragones
Los momentos de celaje encima de las filas
Las estatuas partidas por la piedra angular de una caída
Tu dirección en la memoria
Y la memoria enferma
Los lirios en las manos de la novia
La carta sin destino
La defunción de las rosas en el agua
Los mapas cuarteando la geografía del paisaje
Los pasos y las huellas
Los días de fiesta donde falta la fiesta
El plato vacío de tu risa
Y el sol otra vez
Pronosticando la vida.





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