jueves, 15 de enero de 2015

CARMEN AMARALIS VEGA OLIVENCIA [14.483] Poeta de Puerto Rico


CARMEN AMARALIS VEGA OLIVENCIA

Carmen Amaralis Vega Olivencia es puertorriqueña. Nació y vive en Mayagüez, Puerto Rico, BSc (1970) , MSc (1972) en Química de La Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez, Magna Cum Laude, y es Ph.D. en Química Física y Analítica de La Universidad de Florida (UF) en Gainesville, USA, en 1975. Por los últimos 39 años ejerce como Catedrática de Química en el Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico (RUM), en la que desarrolla su labor docente e investigadora, donde ha dirigido exitosamente 53 tesis de maestría y una tesis doctoral en el área de Electroquímica. Tiene ocho libros de literatura publicados con la Editorial Venezolana Escarcha Azul de Mérida, Venezuela, en poesías, relatos, Crónicas de sus viajes, cuentos infantiles y Prosas Líricas. Incansable viajera alrededor del mundo, su lema es: La amistad es mi religión. Está antologada en España, México, Venezuela, Argentina, Chile, Republica Dominicana, Puerto Rico y Perú. 



Acurrucada en el vientre de Dios

Hace tiempo abandoné aquel deseo,
de esos deseos que carcomen la vida,
hacen hueco en las venas
y supuran carencias escondidas.
Y no debo culparme por haberlo sentido,
si hay pasiones honestas
cuando se nos hiere el alma tierna.
Hace tiempo entendí que la vida
rueda en busca de lo que carecemos.
Y los laudos tienen el brillo para dorar al ébano,
ébano negro como los deseos.
Soy la diosa de mis propios desvelos,
Y los grillos me cantan enardecidos
en las noches en que no concilio el sueño.
Y es que siento pena por las almas
que se pierden en las rutas de las glorias
invocando la santidad que ofrecen los muertos,
coronando de oropeles sus cabezas
porque el alma va cargada
de la triste sabiduría de los necios.
Hace tiempo decidí ser pobre,
y volar libre con mis alas grises,
pero volar, y eso me basta
para ser feliz en mis silencios.
Soy gaviota acurrucada en el vientre de Dios.




AGONÍA

Hoy la niebla la resguarda,
Le canta a la vida convertida en luz.
Y en todos sus palacios se siente el deseo enarbolado.
Canta la mañana a los dedos que le tocan suaves,
tierno tacto que perciben sus labios sellados.
No llega la palabra correcta,
la esperada para el amor,
la que no debe requerirse,
ni dejarla perder en la mirada ausente.
Unos brazos la doblegan,
Y no hay dolor que le venza
ni espera tornarse violeta en la faena.
Se dobla entre el pasto verde y las cenizas.
Y sus gritos se hacen remolinos en el aire.
Para el amor hasta la vida es poco.



AL INIFINITO SOLO HAY UN PASO

De aquí al infinito hay un paso.
Lo sé.

Basta escudriñar tu alma y encontrar la ruta.

Basta mirar ese abismo y esquivarlo.
Esquivar el lugar donde habita la melancolía,
Y seguir de frente.

Allí donde es fuerte la esperanza,
Y se hace leve este maldito dolor que me agobia.

Porque de aquí a tus brazos solo hay un paso,
Lo sé.

Paro la furia del viento me lo impide,
Impide que sea yo la que te escale
ciega y loca de amor.

Un torbellino fatal me guía,
Y vuelvo a errar.

Dejo pasar la ruta diamantina
Que se burla de mi pobre osadía.





Alfombra Tibia
(A los niños del Medio Oriente)


Deja que me ponga horizontal
y te sirva de alfombra,
A ti que te ha faltado todo,
todo menos arenas sueltas,
de esas que se meten por la boca,
por los ojos,
por la pena.

Deseo ser tu alfombra,
ya no tendrás que tejerla,
con tu cuerpo pequeño,
con tus dedos pequeños,
dedos finos y cansados.
Tristes dedos de manos tristes,
de carita de ojos negros,
muy negros.

Negros como la muerte joven.
Muerte de hambre y frio de afectos.
Deseo ser tu alfombra
para que pises firme y fuerte
y puedas por un día
sacarle una carcajada a tu suerte.
Quizás un día eches alas
y aprendas a volar,
pero por ahora
acepta la alfombra tibia que te ofrezco.





Amante en Halloween

No sé decir nada espantoso
que asuste a las brujas y los duendes.
Están bailando en el bosque los nogmos y las hadas.
No se me ocurre nada que pueda causar terror,
y mucho menos vaciar las copas de sangre
del muerto de la esquina.
Aquel que degollaron los fantasmas
ebrios y salvajes,
con las llamas y navajas afiladas.
No puedo mirarte a los ojos,
ahora que aúllas rígido en luna nueva,
después de ver a los duendes
besar los labios de las brujas
en la esquina de la oscura pasión.
Es la noche de Halloween
y no puedo decir nada,
aterrorizada y suplicante
con estos deseos de amar.





ANTE TU TUMBA

(Homenaje a Don Ismael Vega Martell, mi padre)

Hoy estuve ante tu tumba
Y fluyó suave y en silencio
el rio de nuestras vidas.
Me vi niña de tu mano,
mano fuerte y grande,
mano siempre generosa.
Tu llegada al hogar,
después de un día de pesca
era siempre una fiesta:
Camarones , langostas y ostiones.
La felicidad reinaba,
como reina una cazuela de mariscos frescos,
si la madre es eficiente y ligera.
Hoy miré con calma tu tumba,
Coloqué flores y te pensé,
como se piensa el amor
después de un día de lluvia,
como se aceptan caricias tiernas.
Y vi las veces que tomados de las manos
me llevaste al colegio.
Cargabas mis libros con amor sincero:
- A estudiar mi niña, que es lo único que te dejo.
Pero dejaste mucho más,
mucho más que esos momentos.
Nos dejaste esta vida que tenemos,
Y la fe del amor
floreciendo en mis recuerdos.





Autista

Mi mente no está en mí,
vaga lejos donde se forman los fractales,
donde se mezclan los colores para crear vida,
donde se agrupan las fuerzas de la belleza,
tu belleza.
Mi mente no está en este entorno,
Cabila en las profundidades del dolor
buscando la esencia del suspiro.
Se escapan los delirios de tu rostro,
no te reconozco,
sé que esperas te mire y te vea,
que sienta sus caricias,
pero siempre con esta sonrisa ausente,
Muy ausente.
Te hiero sin quererlo,
Sin saberte amando
este cuerpo ausente,
esta mirada ausente.
Aunque quisiera no puedo.
Soy autista,
Desdichada de mí
Algo falla,
Algo me falta.
No escucho tus gemidos,
Se diluyen en mis manos
los cristales de tus lágrimas.
Pobre fantasma en vida.
No puedo reconocer los signos del amor.




Cansancio del alma

El cuerpo se cansa,
las pasiones mueren
con el frío de las lunas nuevas.
La noche vuelve a sus silencios,
Las tinieblas del dolor arrancan la piel,
dejando un deseo de paz
subir por las piernas lentas.
Con los brazos extendidos hacia el cielo
ya no espera más quimeras,
satisfecha construye ahora sus propios templos,
teje un bordado de paz sin esperanzas
en la rutina de cada día nuevo.
En las tardes largas sube las colinas,
a lo lejos una extraña luz la llama.
Es entonces cuando escribe sobre su piel los recuerdos,
y coloca sus versos 
en su cajita de bronce,
donde agrupa sus silencio
El cuerpo se cansa.




CAVERNAS DE MÁRMOL Y AMOR

Manos divinas confabulan. 
No hay marcha atrás,
No valen arrepentimientos.

Cómo arrepentirnos del placer en la piel,
del brillo en los ojos pidiendo un poco más
del sagrado elixir de las bocas 
girando en cavernas de delicias.

Cómo arrepentirnos de todas las locuras.
De esas locuras que nos cubren el centro,
en prístino cántico celestial
delirando en el milagro del gemido,
arrebatados en este templo de mármol vivo.

Cómo arrepentirnos, reprocharnos,
si en medio del placer escuchamos
las campanas repicando en nuestros cuerpos.

Cómo arrepentirnos si sentimos
los fulgores interiores del alma
con el sagrado ritmo de la vida,
en el místico refugio del amor,
como el núcleo ardiente
del centro de los sueños,
porque para amarnos nacimos.




CICATRIZADA

Aquí estoy
con la piel sedienta,
con los labios secos.

Camino herrando las rutas de la vida,
esquivando heridas,
escribiendo versos,
lamiendo suturas viejas.

Buscando efluvios nuevos para reverdecer.
Suplico ayuda
a mis musas,
a mis elfos.

Ellos conocen de mi ardiente sed,
de mis vórtices heridos,
de este vientre vacío de esperanzas,
mustio, estéril.

Y me acerco a tu sombra,
logro la frescura de tus besos.

El temblor de tu mirada
trae de repente un halito de vida
que se posa en mi rostro,
cicatrizando lacras
y dolores de ausencias
en los universos vertiginosos
de mi existencia.

¡Agradecerte es poco!



CONFABULA LA MÚSICA

Me pinté de rojo el cuerpo
para que tú me encontraras.
Nacieron violetas deseosas,
Y un calor mentolado invadió mis surcos.

Todo en mí confabulaba.
Crecí cadejos de oro sobre el rostro,
diamantes en la punta de los dedos,
rubíes fluorescentes en el pecho.
Bauticé de alelíes mis adentros.

Y hubo risas y llantos florecidos
en el jardín interno de mi vientre.
Acomodo los espacios bendecidos,
se enloquece la mirada,
Flotan ganas de ti en ese instante,
Y suplico ser estatua salobre
en las cascadas ardientes de tu espalda.
Me hago huésped de honor entre tus manos,
Sacudo el polvo del ayer dormido,
para quedar despierta entre tus brazos,
con la mirada olorosa a primavera.

Todo en mí confabula,
Saltan mis notas de amor enloquecidas,
entre tu RE y mi SOL crece la lira,
en crecendo se agudizan las delicias,
y en un rojo pentagrama
nuestros cuerpos hacen música en mi huerto.





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