lunes, 17 de noviembre de 2014

MARTÍN CÁLIX [14.034]


Martín Cálix

(Honduras, 1984)
Soy parte del sello editorial independiente, subVersiva.
Ha sido publicado en la revista Tercer mundo (1ra. Edición, 2011), en la revista Mera V (3ra. Edición Febrero, 2012), en la 1ra Antología de cuento y poesía de La fonola cartonera, Chile (2013), en el Dossier de poesía centroamericana comprometida de la Revista hispanoamericana de cultura OtroLunes, España (2013) y en la Revista Umbigo, México (2014).

Obra publicada:

Partiendo a la locura (Ñ Editores|2011) (segunda edición para Casasola Editores |2012)
45° (Ñ Editores|2013)




Eleanor Rigby

Siempre Eleanor, siempre tus discos, siempre los perdidos y enfadados misterios de tu piel. Siempre Eleanor, nunca otra, vos nada más. La vida no es larga, sólo dura lo que dura el brillo de tus ojos en el termómetro de la distancia.

Eleanor, pequeña, cansada y descalza.
Eleanor, tus manos inquietas y tu tambor de hojalata
habitas en una casa vacía encima de la lluvia
donde las ventanas están rotas por la esquina que conectan al sur de tus labios.

«Señorita Rigby,
¿quiere té para aliviar su corazón?»

Encendes un cigarro con la misma ternura con la que escapas del sueño. Eleanor, nunca viste la guerra, nunca soñaste la oscuridad, siempre vos Eleanor. La llave que abría el mar era tus dientes.

Ahora toda la gente está sola, Eleanor, como a vos te gusta.
Como a vos te gusta
como a vos te gusta
como a vos te gusta

[…]

all the lonely people
where do they all come from?

Vienen del terror de la oscuridad que la guerra nos heredó.


Hay instrucciones
puestas en la lista para ir al mercado
letreros que hablan
de cómo llegar a vos
de cómo encontrarte
convertida en árbol
en sed de los transeúntes
convertida
en otra vida
que se encuentra lejana
de todos los tiempos
lejana como el mar
y su furia de dios
lejana como la inquieta luz que no guía a nadie
que no tiene futuro
porque no le interesa verse fotocopiada
archivada
doblada en mil cuerpos inertes.





Toma 7

Los trapecistas se quitan la piel y la ponen al revés
doblada sobre la cama
porque amaneció triste la ciudad.
Los trapecistas
son almas con cierto nivel de sarcasmo
los viernes por la noche
después de las 10.

Beben cerveza y les encanta llorar una vez al día.

Los trapecistas alguna vez tuvieron alas
y es por eso que bailan en la cuerda del tendedero de ropa.
En la terraza de mi habitación
vienen a celebrar sus cumpleaños
y se enamoran para toda la vida una vez al mes.

Ayer por la tarde mandaron un satélite al espacio
creen que dios les contestará
creen que cuando no está en el cielo
dios habita en el techo de casa
escondido
porque le tiene miedo al gato.

Una voz les contestó:

…atrévete a acompañarme, vamos a andar por los cables.

Desde entonces no se les puede borrar la sonrisa del rostro.






|17|

Lenín Bladimir Dubón Monje, de 19 años, fue asesinado ayer en horas de la tarde cuando estaba en la parada de un bus del barrio Cabañas y delincuentes le robaron un maletín en el que creyeron que andaba alguna computadora.

El hecho se produjo en la 13 avenida y 15 calle del barrio Cabañas a eso de las 2:10 de la tarde.
Los delincuentes lo sorprendieron en una parada de la ruta 7 y tras robarle el maletín
que portaba le infirieron un balazo.

Tiempo.hn – agosto 6 de 2013

Decirte que no hay imágenes posibles para esta noche. Que hoy decido no escribir poesía, que siempre me sale mal y que eso no le gusta a dios. Decirte que ya no leerás, que en los vagos recuerdos estás ahí esperando a que yo deje de hablar con ella, que ella ya no me habla y que yo no puedo culparla. Decirte que te pondrán en una camiseta, que has sido elevado a categoría de súper héroe rockstar, con capa y antifaz, dulce porno para el comic revolucionario, los restos que dejaste son sólo tuyos, nadie puede comprender sus signos.

Decirte que la gente seguirá angustiada por salvar la vida de los gatos y los perros, que alguna tortuga hoy se salvó de ser la cena de una familia pobre en la Mosquitia porque unos investigadores militares gringos la salvaron, decirte que las calles seguirán llenándose de copias tuyas, más livianas, menos dolorosas.

Decirte que no hay mayor silencio que el epitafio de tu risa, que tus camaradas hoy habrán llorado no por tu partida sino porque se les olvidó decirte que te querían. Decirte que los cables del tendedero de mi casa son anónimos como los ojos de tu amor.

Decirte que no te escuché nunca la voz, que los ásperos acordes de la lluvia son sólo una idea, que los libros envejecieron de pronto esta tarde cuando escucharon caer tu sueño de astronauta. Decirte que todas están cansadas de ir a enterrarte cada mañana y prepararte el desayuno todas las noches. Decirte que si de mí dependiera las hormigas de mi cocina fueran declaradas embajadoras de la buena voluntad en Brasil para el 2014.

Decirte cualquier otra cosa como lo que ya dije y lo que callé, siempre estará de más.







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