jueves, 30 de octubre de 2014

MILA OYARZÚN [13.896] Poeta de Chile


Mila Oyarzún

Emilia Pincheira Oyarzún (más conocida como Mila Oyarzún, Concepción, CHILE 1912 - Santiago, 9 de octubre de 1982) fue una escritora, poeta y activista de los derechos humanos chilena que cultivó los géneros literarios de la poesía y novela. Fue integrante y ocupó un cargo directivo en el Grupo Fuego de Poesía (fundado en 1955) junto a varios escritores como José Miguel Vicuña, María Silva Ossa, Carlos René Correa, Eliana Navarro, Francisca Ossandón y Chela Reyes, entre otros.

Carrera

Uno de sus primeros trabajos literarios publicados fue el poemario Esquinas del viento a través de la editorial Nascimento (1941) que recibió el Premio Municipal de Poesía de Santiago. Su labor literaria es incluida junto a los de María Monvel, Chela Reyes, Sylvia Moore, Gladys Thein, María E. Piwonka e Irma Astorga dentro de la denominada «nueva poesía» chilena de fines de la década de 1950.

En el ámbito de la defensa de los derechos humanos en Chile, fue una de las fundadoras de la Comisión Chilena de Derechos Humanos en el año 1978, junto al sindicalista Clotario Blest y los abogados Máximo Pacheco y Jaime Castillo Velasco.

Obras

Esquinas del viento (Santiago: Nascimento, 1941).
Estancias de soledad (Santiago: Ed. Tegualda, 1946).
Cartas a una sombra (novela, Santiago: 1944).
Pausado cielo (Santiago: Acanto, 1954).
Mediodía (Santiago: Ed. Universitaria, 1958).




DEMASIADO TARDE

Trizan mi soledad ciegas estatuas
y es mi cuerpo ceniza dibujada.
Es mi sangre una fuga de campanas.

Y en el ojo sin ojo yo me sueño,
en el labio sin labio está mi beso.
en la mano sin mano yo me encuentro.

Y abrazando las plazas ylas calles
de esta muerte sin muerte que me invade,
llegan tus pasos demasiado tarde.



SUEÑO

"En la porcelana
de cada mañana
se quiebra mi risa:
cristales de brisa.
Y una pena blanca
-cautiva azucena-
se pren:de al obscuro
silencio maduro.
Risa de mi niño
reflejos de armiño,
dalia de cobalto
que llega a lo alto
para que a su huella
descienda una estrella
y en lino celeste
mi niño se acueste..."
Otra vez la angustia
su perfil diseña;
he tenido el sueño
de un sueño que sueña.
"En la porcelana
de cada mañana..."



PALABRAS AL HIJO DISTANTE

Niño-espuma, te has ido más allá de la rosa
en su música tímida de pétalos caídos;
¡O dime: ¿en qué mareas de la noche sin muerte
viajarás por mi sangre buscando tus racimos?

Divago en una rueda con aspas de misterio,
y me sueño bordando tus ajuares de nubes,
para cruzar tu cuerpo y aflora a la vida
de nuevo en sortilegio de palomas azules.

Sola vivo el romance de la piedra y del viento,
-Hélices de vilanos no pueden alcanzarte-
Nueve aristas de iridio bosquejaron mi duelo
y soy como una mancha de obscurecidas sales.

Niño-espuma, te has ido más allá de la rosa,
has dejado en mis cales la subtancia de un beso
en mis brazos el gesto de las ramas vencidas
y un murmullo de savias recostado en mi seno.




Esquinas del viento
Autor: Mila Oyarzún
Santiago de Chile: Nascimento, 1941


CRÍTICA APARECIDA EN EL MERCURIO EL DÍA 28-12-1941
AUTOR: DAVID PERRY

Una de las características de los tiempos que corren es la invasión de la mujer en todos los campos de la actividad. La creencia, muy generalizada, de que la mujer principia y termina su misión dentro del hogar, criando y educando a sus hijos, se ve refutada por los hechos, argumento contra el cual no caben razones. Un político chileno de gran corazón y gran cerebro, Pedro León Ugalde, nos decía una vez que la crisis de la varonía provocaba este incremento de la femineidad: el hombre, en decadencia en muchos países, resulta insuficiente para satisfacer las necesidades y aspiraciones comunes, entonces la mujer se ve precisada a salir a la calle y se hace obrera, profesional, empresaria, soldado, escritor, etc. Más que una crisis de la varonía, nosotros vemos en este fenómeno una manifestación del derecho indiscutible de todos los seres a conocer y ejercitar todas las actividades de la cultura. Es absurdo pensar, con muchos criterios anacrónicos, que el cultivo de la inteligencia de la mujer, de sus aptitudes, su vida en las actividades productoras o en la burocracia administrativa menoscaban su virtud o sus capacidades maternales. Al fin los periodos de embarazo y lactancia son más o menos breves. Bastará con dar elasticidad a nuestras instituciones y permitir que la mujer atienda siempre de preferencia al hijo, siendo remplazada por años y meses en sus funciones por otras mujeres, mientras atiende al niño, pudiendo después reasumir sus funciones. Hay muchas mujeres que nunca tienen hijos, otras que los tuvieron y formaron, y siguen viviendo, lustros y décadas llenos de frivolidad. La reclusión de la mujer a tareas hogareñas la mantendría a un nivel de inferioridad de cultura y de experiencia de la vida con relación al hombre, lo cual es a favor de éste un privilegio injusto. Creen que la ciencia, el arte y el trabajo social van a corromper a la mujer, es volver a la paradoja de Rousseau, que hizo extensiva esta afirmación a todo el género humano. ¿Que el trabajo y la cultura de la mujer han aumentado los divorcios y la natalidad ilegítima? Fenómeno transitorio, noviciado, que paga la mujer por su incorporación a una vida más amplia. Todos los comienzos son difíciles. Cuando adquiera verdadera cultura, intelectual y moral, no será presa fácil de tentaciones y veleidades.

Mila Oyarzún, brillante poetisa que se estrena con su hermoso volumen de versos, “Es quinas del viento”, viene a incorporarse a la brillante pléyade de las poetisas nuestras. El libro queda situado bajo el signo de Eros. El amor, en sus diversos aspectos de pasión, sensualidad, nostalgia, melancolía, desborda de las páginas como los finos y fragantes licores de las copas de un festín. El hombre es la preocupación principal de Mila Oyarzún. Casi toda la poesía femenina ha resultado un homenaje unánime al varón. Oigámosla en su tema:


Hombre

Hombre de ojos oscuros y la sonrisa clara
tu presencia ha encendido mil soles en mi cuerpo,
y por eso es que quiero anudarme a tu vida
como se anuda al mundo la corbata del tiempo.
Amante de la luna, tienes gestos lejanos
para este fuego mío que se agita, rebelde
tu corazón prendido al vuelo de los pájaros
y el deseo trizado en la espera de siempre.
Hombre de ojos oscuros y sonrisa clara
son tuyas las estrellas que cogieron mis manos,
para que tú las siembres en tus noches opacas
y naufrague tu ausencia amarrada a mis brazos.



Como se ve, a nuestra poetisa no le falta espontaneidad y gracia en sus imágenes. La pasión es siempre la hélice que impulsa su nave, como el instinto da alas al germen para volar en el viento. ¿Podría un psicólogo deducir que este predominio del amor, y del amor de Eros y no de Psiquis en la literatura femenina, es un signo de que la mujer vive en la actualidad bajo un régimen de opresión sexual? ¿No se manifiestan en el arte, como en los sueños los anhelos oprimidos? Tal vez cuando la mujer obtenga una vida más ordenada y normal de acuerdo con su naturaleza, la literatura femenina se ampliará rompiendo el cerco de la pasión y pasando a temas más espirituales. Pero estas son generalidades que no calzan con el caso presente. Nuestra poetisa es de variados recursos y su lira tiene siete cuerdas. En “Bodas Cordilleranas”, por ejemplo, la vemos jugar con los matices y los aspectos del paisaje, en verso fluido, musical y enjoyado de reflejos, como el agua que se rompe en los riscos y se despeña irisada en la cascada. En la poesía “Duelo” la oímos gemir por el hijo que no vino, y buscarlo en los horizontes, los trinos y los perfumes…



“Ya mi carne está triste y mi boca está amarga,
de mis palabras brota un perfume de lirio,
y se van apagando las fraguas de mi alma
cuando me muerde el llanto del hijo que no vino.
Tejido en los momentos en que se abre el ensueño
como en una rosa roja, en la entraña dormida,
recogiendo puñados de estrellas y de cielos
para materializarse en poema de vida…
¿En dónde vaga ahora tu palabra sin voz?
¿En qué astro se rompen tus ojos de silencio?
¿Por qué van tus huellas deshojadas por Dios
para que no las cojas lo pétalos del viento?
Por eso mis canciones despedazan espacios
y mis manos te buscan en nardos y azucenas,
mis pupilas resbalan junto a la vía láctea
y en las gotas de lluvia mi corazón te espera…”



Hay una infinita belleza en este panteísmo, en este amor diluido en la naturaleza, en esta sublimación de la nostalgia maternal. Aquí la poetisa halló un tema grande y remontó el vuelo. En resumen, Mila Oyarzún, tiene nobles cualidades. Solo le falta una mayor contracción a la poesía, pulir mejor sus estrofas, algunas veces precipitadas, y tratar de mantenerse en las zonas que alcanza en sus momentos de mayor intensidad. Ya dijo Buffon, el genio es la paciencia: Es decir, la actividad y el pensamiento sostenidos.



Estancias de soledad
Autor: Mila Oyarzún
Santiago de Chile: Tegualda, 1946



CRÍTICA APARECIDA EN EL DIARIO ILUSTRADO EL DÍA 14-07-1946. 
AUTOR: MISAEL CORREA PASTENE

Estancias de soledad, de Mila Oyarzún, proceden de la Editorial Tegualda y están contenidas en unas 80 páginas.

Mila Oyarzún tiene merecida fama de poetisa, sobre todo en el grupo de cultores del modo modernista. Para los viejos, que deseamos ver claro y sin esfuerzo, la poesía de Mila Oyarzún es un laberinto.



“Un siglo de pétalos se ha escudado en tu frente
y un sollozo de sangre nos trizó el corazón;
nuestra memoria hallaron espantados corceles
y anudaron las aguas que marchitan la voz”.



Lo único que creo entender es que “esas aguas anudadas que marchitan la voz” deben ser las lágrimas.

Pero yo no atisbo lo que quieren decir estos versos de “La mano desnuda”:


“¿Qué podría yo darte sin la sal de mi canto?
Ni la medalla triste de mi luna de espera,
ni los espejos grises del ensueño trizado
ni aquel diamante inmóvil que agoniza en mi greda.

Ni la frase en que brilla un olor a naranjas
ni este silencio cóncavo que estruja mis raíces
ni los anillos dulces que dibujan mis aguas.
¡Oh! La estrella ignorada que mis noches redime!”



En “Desesperanza” principia:



“Los pájaros sombríos que anidan en mi pecho
recobran mi presencia disuelta en el espacio
desde el columpio de humo de los caminos yermos
hasta el grácil capullo que soñaron mis manos”.



No entiendo. A veces pienso que los modernistas quieren volver a esa poesía infantil que es pura cadencia sin sentido, cuyo sonsonete acompaña los juegos de niños. “Ene, tene, tu – cape, nane, nú – etc.”

Es indudable, sin embargo, que hay en aquella poesía algo más que el ritmo y la rima; hay un lenguaje esotérico en que las palabras tienen un sentido oculto que entienden los iniciados.

Las manos, las aguas, la sal, los corceles, la luna, los bronces, los azufres, la estrella, la rosa, la copa, y cien otros vocablos que de continuo suenan en los versos no significan lo mismo que para los lectores vulgares.



“Mi órbita de ansiedad y de tristeza
se volcará por las zonas del Azufre.
Ruedan entre las tinieblas
cuatro monedas salobres…
madeja de llanto vivo
como pañuelo de azogue”.



Cuando el amor se sobrepone al artificio, Mila Oyarzín es poetisa de veras: se le comprende y se le siente.



“En la porcelana
de cada mañana
se quiebra su risa;
cristales de brisa.

Y una blanca pena
cautiva azucena
se prende al oscuro
silencio maduro.

Rosa de mi niño
reflejos de armiño
dalia de cobalto
que llega a lo alto
para que a su huella
descienda una estrella
y en lino celeste
mi niño se acueste”.



El sentimiento trasciende de los conceptos; algo se pesca.

Es este un modo de poetizar; acaso más exacto sería llamarlo moda; y toda moda o modo es artificio pasajero.




Pausado cielo
Autor: Mila Oyarzún
Santiago de Chile: Eds. Acanto, 1954


CRÍTICA APARECIDA EN EL DIARIO ILUSTRADO EL DÍA 28-11-1954. AUTOR: CARLOS RENÉ CORREA

Qué difícil concretar tanta belleza en un libro de versos. Mila Oyarzún, autora de “Esquinas del Viento” y “Estampas de Soledad” nos da en su último libro este milagro de poesía auténtica, vivida, estremecidamente humana. Han nacido estos poemas de la vida misma de la autora, vapuleada sordamente por la enfermedad; ella experimentó muy de cerca el dolor, la soledad, la vida trunca. Así nacieron y crecieron los poemas que hoy ampara este simbólico “Pausado Cielo”.

Hay en este libro una honda desolación interior, angustia que limita con la desesperación y la materia. Pero renace el espíritu y el amor a pesar de todo. Triunfa el canto de la mujer que se debate en angustiosa desolación.

Mila Oyarzún domina con maestría el verso y sin mayores esfuerzos se sitúa en la verdad del poeta. Como una muestra de la belleza de este libro, citamos su poema “Demasiado tarde”, que dice:


“Trizan mi soledad ciegas estatuas
y es mi cuerpo ceniza dibujada.
Es mi sangre una fuga de campanas.

Y en el ojo sin ojo yo me sueño,
en el labio sin labio está mi beso,
en la mano sin mano yo me encuentro.

Y abrasando las plazas y las calles
de esta muerte sin muerte que me invade,
llegan tus pasos demasiado tarde”.



El olvido, la muerte, el destino vegetal, la canción que se trunca como una flor sin riego, son mensajes que afloran en este “Pausado Cielo”. Una honda raíz humana, el deseo de un testimonio perfecto de la vida del poeta están presentes en este libro. No hay en estos versos resquicios de posiciones intrascendentes, todo es vital, el canto y la forma caminan hacia la perfección, mientras la poetisa se debate con brío frente a los dolores y angustias que no la vencieron y, en cambio, le han dado la gracia de este “Pausado Cielo”.




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