miércoles, 8 de octubre de 2014

MARÍA DE LOS ÁNGELES CAMACHO [13.583]



María de los Ángeles Camacho 

Puerto Rico, 1969.
Posee una maestría en currículo y enseñanza del idioma español. Se ha desempeñado como maestra, poeta, cuentista, animadora radial y coordinadora del Proyecto Karina, dirigido a realizar labor comunitaria para niños diagnosticados con cáncer. Ha sido premiada en diversos y prestigiosos certámenes literarios de su país. Parte de su obra ha sido publicada en revistas, periódicos y antologías de Nicaragua, Guatemala, Méjico, El Salvador y Puerto Rico. Publicó el poemario Días de bromelias (2011).

Participó en el VII Festival internacional de Poesía de Nicaragua y en el XXI Festival Internacional de Poesía de Medellín, ambos en el 2011; en el Turno del Ofendido (El Salvador, 2012). En la actualidad forma parte de la junta del Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico e intenta reescribir su poemario Con mi jirafa azul.





En la burda marcha de las hojas secas

En la burda marcha de las hojas secas
respiran mis senos.
Es un día triste
no por la lluvia
no por el cesar de las ideas para cambiar mundos…
Es un día triste porque
la tristeza hizo de Juan
y ha entrado por mis ventanas cerradas.
Es un día triste
porque la tristeza me ha visto llorar
mi intima vida despeinada
ese secreto de mis varices
secreto de fotos bajo la almohada
secreto de amores epistolares
secreto de mujer desnuda
sin maquillaje, sin tacones
secreto hecho poema
en unísono llanto con la tristeza.




Amantes

No  peca de descuido
la camisa en el piso
dulce caos
de ruedos rodando
fibras de arcoíris
ojales deshabitados
botones bocabajo
negro vapor de bragas
en sombrilla sobre sandalias.

El amor es un húmedo principio
un teléfono apagado
entrecerrada línea en las pestañas
domingo sin cláxones
pizca de dinamitada musaraña.

Resumen:
piso, pantalón, arrugas,
avecilla hebilla
flácidos calcetines
como orlas en la lámpara
en la desnudez que los abrasa.





La partícula de Dios

Cuentan que al despertar
se desenrolló las piernas.

Dicen que traía el corazón en la mano
aprovechó para observarlo
le acarició esos tristes latidos
que secuestran la sonrisa.

Dicen que las partículas de la ciencia noble
sobrepoblaron su alma.

Dicen que se rencontró con su sonrisa.

Dicen que eran suspirantes ráfagas
como aquellas de las luciérnagas de sus quince.

Dicen que ella dormía
 y al restregarse los ojos
se deshicieron las amarras.

Cuenta que al abrir su corazón le nació un Universo
con ese nombre de hombre
que desde ese momento repetiría para siempre.





Nuevo testamento

Ahora que me he puesto a pensar
pienso.

Se trata de tu trato
y sobre esas calles
de sencillos frutos
que me diste a probar.

Soplaste.
Era el génesis creciente
que me comprometía
de forma natural
así de la nada
como cuando de  momento
tiembla la tierra y se abre
y uno mira y hay un cielo
y hay una luna
una mitad de luna frente al sol.

Pensar que te quería
con la inverosimilitud
de las telenovelas.
Cómo no hacerlo
si estaba tan desamparada
en tu mundo de todo, de nadas
donde solo éramos.

Ahora que me he puesto a pensar
me ha dado con llorarte.

Cómo no hacerlo
si metiste en mi cama
a ese amante
con turnos de ofendido
para las metáforas.

Ahora que me he puesto a llorar
me ha dado con amarte.






Erizada

Yo que deseo tanto estar vacía
con mis cristales rotos
con  mis alas tiradas
con mi mar en su puerto
explosionando caricias
en el eco fatigado de la noche
hinchada
intoxicada
de besos
ahogados
sonreídos
en la tibia arena

mas estoy llena
soy una furia de sangre en la cabeza
(no diré de mi corazón vencido
sin la fe  de un rayo tendido
en mi reposo desnudo)

odio estos días de noche sin noche
odio estos días en que soy mujer
y me golpea el deseo de serlo
de ser timbre sin descanso
ser mujer soldada de erizos
con agujas de papel y tinta

odio esta noche sin oscilaciones
sin tempestad
sin el ojo de la tormenta
sin el después…



Aprenda e imite

Porque escribo
me nace una liebre
en el nosotros
y no sé cuándo soy más libre
si en el amor de las paredes
en lo posible de mis hojas.

Son estos de repentes
traviesos captores.
Subo con ellos al lunar carruaje
desnuda de cómos
ebria, laxo acordeón.

Escribo.
Hago la ternura.
Escribo
desarropada de pavores.
Le escribo a usted
con cada rayo del día
desde un reloj sin flechas.

A usted:
quién lo entiende
adora los versos
no remite
menos su gotear comprende.

Aprenda e imite:
Para la valentía solo basta la tinta.




Talón de Aquiles

Hoy se cumple un año
de la primera mentira del amor.

He llorado toda la mañana
pues desaproveché aprender a regalar
la apariencia de un mundo ideal...

Las mentiras nacen con majestuosos colores
para teñir luciérnagas magistrales.

Aprender a mentir vendría como anillo al dedo
para momentos en que la zozobra
en el sofá sus piernas socorre.

No hay algo mejor que una mentira
para hurtarle al Maligno sus trofeos.

¡Avanza colorido ánimo de mentira
con el rezo dulcísimo de tu retahíla!
de tu repertorio escoge cualquiera
(entendí tu poema,
estás más delgada,
ese tono de cabello te  luce de maravilla,
eres lo mejor de mis días,
mi amor es para toda la vida).

Las mentiras bien construidas
te hacen, te salvan la vida.

Las mentiras seductoramente recitadas
te enamoran como una tarde frente al mar de Patillas

Las mentiras que hacen bien no son pecado.
Te hacen creer en camellos frente a tu casa
en ratones que te dejan dinero
en jirafas azules
en flores y mariachis que te regalan el cielo.

El talón de Aquiles de la mentira
es que tiene contados sus días.




Santurce blues

Para: Rafael Vargas

Hay lecciones tan honestas como las cuatro estaciones
las haces tú amor;  agua de flores, 
lluvia de flores acuarelando el horizonte santurcino.

Cuando dormimos y amaneces con el sol en los ojos
a pesar de tus manos aquietadas
ganas mi alma con ese gesto de dorado centinela.

El heroísmo de tu estancia en mi estancia
data desde que el palacio con que caminas
lanzó sus puentes para mi entrada
en donde estabas y en donde estás
donde eras y sigues
tan hábil como un paciente matemático
con un insospechado pero perfecto resultado.

Te mantuve lejos de donde debí
empecinada en casinos de palabras necias
ganando la farsa de un amor
encajado en cajas vacías con aterciopelados lazos.

Me mantuve sin tu arena en mis huellas
desnutrida de risa,
momificada en cascabeles de hierro
disecada en vociferados mandatos.

Me hacías tanta falta en esos siglos
en que dejé de pensarte.
En esos más de un día en que aparición fuiste
cuando  el olor a lluvia se esparcía
-aun en los más relucientes días-
cuando los aguacates de la placita
cuando mi perra muerta ladraba tus constelaciones
y el latin jazz sonaba a  blues de fétidos callejones.

Tu lección me enseñó que no sabía nada
sobre agua, lluvia, flores, aguacates, acuarelas, horizontes
-y mucho menos-:
 sobre el amor.



Con ánimo de desilusionar

Me dicen que los poemas
que abren la dentadura se olvidan…

Pero hoy no tengo qué decir
para volver semilla la tristeza.
Hoy, ni siquiera ha llovido;
las zanjadas metáforas
hacen cola detrás de los camellos
hacia la aguja y su parpadeo.

Además, 
no sé qué almorzaron los dominicales boleros
pues las verdes líneas de mis brazos
no drenan muerte; vida cosquillean.

Los recuerdos que una vez
a punta de gotas vivas
me encarcelaban en blancas celdas
acaso sirven para alguna absurda telenovela.

Aquello que se vistió como diluvio de gemido 
lo embarcó sin regreso el ocaso veraniego.
No queda una sola esperanza para un adolorido verso
entrampándome 
para el tropiezo con un mal ubicado obsequio
que en menos de un parpadeo 
el aseo dispuso de sus huesos.

¿Por qué se espera que la poesía
sucumba al ser hasta derretir sus ojos?

Pero hoy el mundo de un poema triste 
equivocó la fecha.
Cual afroantillanas estrofas
cadenciosas pasean por la armonía de las cosas.
Los versos que aguardan caer de las ramas del otoño
están enraizados, descansados, saneados  esperanzados:
como debe ser el amor.




Breve historia de un poema perdido


Este pudiera ser el poema
que siempre quise escribir,
sin asomos de cólera…

Andrés Castro Ríos

Amado,
existe un poema oculto
en tu pecho esperanza
oprimido silbido
de mi pecho corazonada.

Hojarasca
-tal vez-
el sentarme a la espera
del portentoso día.
Llegará;
aun sin vaticinios
y me sorprenderá
cuando no quede al sol
ni un trapito tendido.

Ese día
habrá un melodioso estruendo
sacudiendo las autopistas
aterrizará
en lo yermo y estéril de aquel final
que dejó suspendidos
los labios a medio cubrir mi estancia
los dedos a medio centímetro de mi poema
el bosque lluvioso regando cosquillas
en el sinfin de bromelias no nacidas.

Este día en que las orquídeas que debieron
se desamparan en un jardín moribundo
debió nacer el poema
que el corazón no para de recitar
pero en la ruta hacia las manos
lo cautiva un silencio de pájaros alelados.




Mujer isla

… en realidad falta nada
frente a mi mar
la astucia del por ahí
de las gaviotas
te crea isla mujer
guayabal cargado de pigmentos.

…en realidad las palabras se acolmenan
rastrean el oleaje de sus deseos
quieren escribirse en un poema de espumas.

… en realidad falta nada
frente al mar poseedor de mi lecho
me entrona su isla en donde soy
más que una masa tropical de senos y caderas
soy una isla inmensa
sin el perfume colonial de la clausura.

…en realidad soy una fusión quimérica
llevada por siglos de heroínas
burlando el cabotaje
bordando la bandera
cortándome las trenzas
eternizando un río
marchando entre consignas.

…en realidad falta nada
cuando la isla se hace mujer.




Poema para entender

Combatir al escribir
aun con moscas esgrimiendo
en la piel que leña hicieron
-hicieron…-
dermis magullada
palangana de cenizas verdosas;
un verde no verde
no perteneciente a ninguna rama
ni a ciprés, ni a retórica de montañas
era verde grisáceo, verde de hongos
verde de limo en el estanque
verde sobre el verde impenetrable…

Pero como siempre anocheció
escapó el día con la soñada lluvia
-guardadora-
es por eso que hoy no es cualquier anochecer
es anochecer igual a los diferentes
noche de amanecer con sol y estrellas
de teclado insomne
anochecer de decir lo que sea
hasta la milésima en la que escribir
sobre las propias heridas que otros no sienten
sobre la alegría que otros no ríen
o sobre la inexplicable cosa esa que la poesía causa  
hasta alcanzar que mi jirafa y todos entiendan.


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