jueves, 2 de octubre de 2014

ENRIQUE MUJICA [13.529]

                                               Poeta Enrique Mujica. Foto de Rafael Simón Hurtado.


Enrique Mujica 

Nació en San Juan de los Morros, estado Guárico, Venezuela en 1945. Egresó de la Universidad Central de Venezuela como ingeniero civil, en la Universidad de Carabobo fue profesor titular,  y fue nombrado vicerrector académico de la Universidad “Rómulo Gallegos”. 

Ha publicado los libros: Ejercicios para el olvido, Tintas quemadas, Hojas de cuarzo, Cada vez más ausente, En un simple movimiento de lo infinito, Vaquería, Las formas del verano, Intentos, Direcciones de vuelo, Por palabra o Sol, Fondo y espuma, La montaña de la ciruela blanca, Obra poética 1970 – 2000, Vigilia de los metales, Acento de cabalgadura y Poemas del decir.

En los años 1978, 1997 y 2003, obtuvo los premios de las bienales de literatura “José Rafael Pocaterra”; “Mariano Picón Salas” y “Orlando Araujo”, respectivamente.

Hoy afirma que el momento actual exige una poesía comprometida, pero con el ser del hombre, que no apele a los artificios, que se revele en la cotidianidad del diálogo, que reivindique la lengua y el habla de los hombres y mujeres, sin dejar de apuntar a la profunda humanidad que une la voz poética con el imaginario universal.

La selección de textos poéticos de Enrique Mujica publicada en estas Muestras sin retoques, podrían sugerir también las respuestas para una entrevista. Con una “poesía del decir”, como él la califica, el poeta pone sus acentos en las inquietudes temporales y eternas de la época y la comunidad a la que pertenece,penetrando temas diversos como el hacinamiento global, la caída de las ideologías, la volubilidad de la política, el envoltorio de la industria del entretenimiento y la omnipotencia ciega del lenguaje, en un intento por visibilizar los espectros que nos frecuentan como habitantes del planeta. 




Quinta noticia

Hace 250 años Condorcet ya hablaba del hacinamiento de gentes en el mundo. Ya lo preocupaba el problema de los recursos para el sustento de esa proliferación. Eran tiempos pasados donde las derechas y las izquierdas, o como se llamen, peleaban holgadamente y a sus anchas. Había todavía espacio suficiente, tiempo y monte para desbaratarse a palo. Hoy ni que se unan los peleadores harán nada contra el Infierno de los tres infiernos. El empeño de los bandos causa risa. El planeta remolinea como un papagayo roto. Los que contienden pierden pie y se zarandean como borrachos. El fin de la ideología mundial ya está aquí, diezmada por la impotencia. Una nueva política se vislumbra en el Decir los orígenes de la Trampa universal del Engaño, una lucecita apenas, en el océano de la Ignorancia humana, una ínfima sospecha contra la omnipotencia ciega del lenguaje.



Siempre hubo el mismo siempre

El tiempo de escribir lo que se debía escribir, el tiempo de aquella vieja escritura de siempre, de aquella vieja escritura de hoy, se despegó del tiempo de hoy, de Hoy. El tiempo de Hoy muda su piel, es otro tiempo. La antigua escritura de hoy esta despegada. La nueva escritura de Hoy habla de la nueva escritura de Hoy. La nueva escritura de Hoy no deja piedra sobre piedra, poder sobre poder, literatura sobre literatura, poesía sobre poesía. La nueva escritura de hoy, de Hoy, balbucea el Asunto.



Con un nudo en la garganta (versión literatura)

Con un nudo en la garganta, con una ansiedad capaz de hacerme flotar en el espacio incandescente, yo he oído a los hombres de estado, a los estadistas presuntuosos y a muchos otros opinadores del humano no saber, hablar sobre la cuestión del desastre mundial. Es sobrecogedor oírles hablar, por ejemplo, de cómo apagar el incendio universal con totumitas de agua, mientras los siete mil millones de habitantes de este planeta viven ardiendo literalmente sobre los mapas. Tres chorros de gasolina de alto octanaje sostienen el incendio. Describamos aquí chorro por chorro. El primero, el crecimiento poblacional que se desborda a razón de trescientas mil personas por día. El segundo, el engaño criminal del lenguaje que produce símbolos y euforia. Y el tercero, la guerra atizadora de guerra de la relación hombre-mujer. Se habla de lo que no se debe hablar y no se habla de lo que se debe hablar. ¿Para qué será eso de hablar de lo que no se debe hablar?




Matemática pura

Mientras el buen gobernante ayuda a unos mil o dos mil “menos favorecidos”, el mundo le zumba dos o tres millones más de “menos favorecidos” al mundo, como si le zumbara piedras o palas de arena. Es como una burla contra la pequeña buena intención. Y todo porque el aplastante crecimiento de la incontrolada población mundial es un tsunami arrasando la playa de los castillitos de ayuda.





HASTA AHORA los hombres solamente movemos las cosas del mundo, empujamos las cosas del mundo, estemos donde estemos, y eso es para que la nada y el vacío no reaparezcan. Bueno, no hay más, empuja tu mundo sin matarte mucho, que es manera sabia de seguir no sabiendo.




La industria del entretenimiento

Del no saber crecen los grandes basureros, las grandes bibliotecas. Del no saber vienen los literatos estupendos, los famosos, los que entretienen y emboban a las multitudes ávidas, a los engañados de la civilización del símbolo. Para qué tanto desperdicio, tanto humor, tanto humo. Para qué tanta fábula. Para qué tanta ficción, tanto envoltorio, tanta literatura, tanto tanteo. Para qué tanta imaginación, para qué tanto y tanto. Para qué tanto muñeco, tanta poesía bobabella. Por la tiniebla de la ficción el hombre no ve la trampa. Por culpa de la ficción el hombre ya no conoce el mundo.




Toda cosa nueva hecha hoy como ayer es vieja

Y tú, poeta, qué vas a hacer con tus grandes poemas, con tus troncos de poemas. Adónde vas a ir a darte pelota con tus poemas, adónde si ya todo el mundo dejó de leer poemas, si ya todo el mundo está en la tribulación de la necesidad, en el aturdimiento del espectáculo mundial. Quién puede leer tus endulzamientos y tus rarezas, si todos los hombres están temblando ante los hombres, si los gobernantes, los eclesiásticos y los comerciantes imploran por más millones de desvalidos, por más guerra para anteponer guerra. En verdad, a qué reservación protegida por acero y uranio vas a ir a ofrecer tus ambigüedades, tus cantos inocuos y viejos.




Descalabremos entonces aquella ceremonia inocua

Porque la poesía no puede seguir siendo eso hasta ahí, hasta aquí; esa imaginería vaga, tonta, etérea, anecdótica, humosa, menesterosa, lujosa, sosa; eso en el remolino de nubes y mareos; eso en el tal y cual por qué de estos misterios; ni tampoco puede ser un mantel florido de la vida como un pavorreal; no puede ser nada de lo que se expende aquí en el botiquín fastidioso. No puede ser borrachera ni seriedad de flux o de bandera. La poesía debe burlarse de todo eso, pero eso sí, burlándose primero de esto que nos tragamos todos los días como orgullosos estúpidos.





Y NO ME VENGAN a sacar como grandes cosas las maravillas del desconocimiento, porque de todo puede haber en el triste tanteo. Demonios, quimeras, dioses, historias de santos, ilíadas, odiseas, juanas de arco, alquimias, momias de oro, muertos dando gritos, poemas de Nerval, de Rimbaud, de Blake, poemitas de gente imitadora, veleidades raras y ambiguas, pantomimas, gargantúas y maldorores, esa utilería de invento que se marchita, porque de todo puede haber y más en el depósito de la ignorancia, en el archivo muerto de la industria humana, de todo puede haber, pero ese “de todo” no es sino la basura pintada, encharolada, camuflada, del engaño.





USTED ESTÁ ADENTRO, rompiéndose el cerebro, empujado por los grandes tanques de guerra de su bondad, peleando a sangre y fuego contra otras bondades.




LO QUE ANTES ESCRIBÍ lo escribí con tan sólo una sospecha. Borracho entre las botellas y las palabras me creí un sabio. Hoy apenas escribo y me repugna la letra. El gran descubrimiento se yergue como un coloso y me grita: ¡idiota! Yo asiento y entiendo mi idiotez. Para qué entonces escrituras en un lugar del vasto silencio  del cosmos, donde un desconocido tiene licencia para atender un barcito de mala muerte, “el mundo”, y donde el poeta, el mayor de los entrampados,  aún bebe el mísero aguardiente.




QUÉ PERDURA EN TANTA ETERNIDAD

Qué seremos al fin de tanta negación, 
de tanto no poder, de tanto decir no.
Qué es esto que solo dice "qué es esto"
en las ansias del llanto, en las ardientes
ruinas del deseo. Qué fantasma aparecerá
pegado a nuestro cuerpo como una
silueta de papel, como una fumarola
de luz negra. Que terminará siendo
la mente deslumbrante, anclada en la
desolación de un corazón muerto,
de un vacilante esqueleto, como si el
solo ingenio de los hilos pudiera
devolver la triste elegancia a las
marionetas desvencijadas, quebradas,
rotas. Qué seremos algún día, de tanto
no vivir, de tanto no sentir, de tanto no
intentar ni siquiera dar un paso más allá
de nuestra irremediable ausencia.









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