miércoles, 24 de septiembre de 2014

GUILLERMO DEGIOVANANGELO [13.435]


GUILLERMO DEGIOVANANGELO HACKENBRUCH 

Nació en la ciudad de Canelones (Uruguay) en 1956, donde ha residido siempre, exceptuando diversos períodos en el exterior: ciudad de México, Barcelona, La Habana, Nueva York.

Es autor de once libros:

1)  Poesía instrumental  (Poesía), Ediciones del Mirador, 1991
2) Poemas de amor contra Albertina y otras lluvias (Poesía), Edic. del Mirador, 1991
3) Descubrimiento de la Melancolía (Novela), Edic. de la Banda Oriental, 1991
4) Campo de Maíz con vuelo de tordos (Cuentos), Trilce, 1998
5) Al salir la luna (Cuentos), Ediciones del Pescador, 1999
6)  Poemas Sinfónicos (Poesía),Ediciones del Pescador, 2000
7)  Rapsodias (Poesía), Ediciones del Pescador, 2002
8)  Los Caminos (Cuentos), Ediciones del Pescador, 2003
9)  Trilogía (Poesía), Ediciones de La Plaza, 2007
10)  Años de peregrinaje (Novela), Ediciones del Pescador, 2010
11)  El afinador de pianos (Cuentos), Ediciones del Pescador, 2011

PREMIOS OBTENIDOS:

1990 Primer Premio Narrativa concurso uruguayo-brasileño “Moviarte ‘90”, dic. 1990.
1990 Primer Premio Poesía concurso uruguayo-brasileño “Moviarte ‘90”, dic. 1990.
1993 Primer Premio Narrativa concurso Diario La Mañana – Radio Carve, marzo 1993.
1993 Segundo Premio Canción Inédita a: “Tren de las 17:20” en el Tercer Festival de la Canción de Kiyú organizado por el sello Urusué y Casa Cultural Uruguay-Suecia. Esta canción también mereció: Primer Premio Voz Femenina y Segundo Premio Grupo Revelación ( Dúo Contraflecha: Alfredo Fernández y Patricia Ferrari).
1998 Premio Ministerio de Educación y Cultura, éditos, al libro “Campo de maíz con vuelo de Tordos”.
1998 Premio Ministerio de Educación y Cultura, inéditos, al libro: “Al salir la luna”.
2007 Premio Ministerio de Educación y Cultura (Fondos Concursables inéditos) al libro  “Trilogía”
2008 Premio Ministerio de Educación y Cultura, inéditos,  al libro de cuentos  
“El afinador de pianos”.     
2007 Reconocimiento “Canario Destacado” por la Junta Departamental de Canelones.
2007 Reconocimiento “Canario Destacado” por la Alcaldía de Canelones
2008 Reconocimiento “Canario Destacado” por la Alcaldía de Canelones

Aparte de los premios mencionados ha obtenido otros Premios a nivel nacional e internacional por sus cuentos, poesías y canciones.

Diversos intérpretes uruguayos han musicalizado sus textos y los han editado en CD.

Degiovanangelo es autor, además, de una obra de teatro: “SABAT”, estrenada en noviembre de 2007 en la Biblioteca Nacional de Montevideo, en los actos de homenaje al escritor uruguayo Carlos Sabat Ercasty, en los cuales participó también como Conferencista, Coordinador y Curador del acervo de Sabat Ercasty. “SABAT”, bajo la dirección de Leonel Dárdano, estuvo en escena durante dos temporadas en Canelones y se representó en varias ciudades del interior, culminando en el Teatro Circular de Montevideo (Desembarco, setiembre de 2008).

Integra varias antologías de escritores latinoamericanos. Ha sido traducido al portugués.

Textos suyos han sido llevados a escena por elencos de Uruguay, Argentina y Brasil.

Como docente coordina Talleres Literarios en los Centros Culturales de la Intendencia de Canelones en las ciudades de Pando y Los Cerrillos.



Elegía sinfónica para Eduardo Fabini


I

Ninguna isla.

Todo unido
por el arco del violín.

....................................

Cuando Eduardo Fabini nació
en un caserío sin nombre
las chircas ennegrecían
su encrespada cabellera
y la marcela aromaba las rocas,

los fresnos amarillos
lloraban eufóricos
el otoño,

los vientos en retorno
sacudían las crecientes humaredas,

y las colas de zorro
como plumas de la tierra
convergían en engañosos remolinos.

Fabini dio un grito,
un llanto sinfónico
anunciándose a la vida;

su grito
partido en dos
quedó rebotando
en la serranía
mientras la otra parte
se perdía en la llanura.

Sus infantiles dedos
que conocían la áspera piedra
encontraron un día
las teclas de un armonio
en una oscura iglesia;
teclas suaves y frescas
como la piel del seno materno
que hacía poco había dejado,
y eso bastó para que
ovulara el gran músico;
la naturaleza haría el resto.

La iglesia era
un rancho lluvioso
con una torre y sin palomas,
y él fue inventando
el loco vuelo
de las aves.

Su hermano Santiago le puso un violín
a la altura del corazón
y el confundió
sus cuerdas vocales
con el tenso cordaje:
todo lo que quería decir
lo expresaba frotando el arco
contra el instrumento.



II

El niño Fabini
sale al campo a jugar
pero no va en busca de amigos,
va en busca de la música
de cada día;

sus sentidos montan guardia
acechando la naturaleza;

escucha lo que le cuenta la cascada
con su tos acuífera;

el barranco está
repleto de chirridos:
las chicharras
lanzan su escándalo
rebotando contra las piedras

(a él le gustó ese juego
de ilusión acústica,
esas trampas
de vibrante armonía).



III

Fabini se va del pueblo
que ya tiene nombre:
Solís de Mataojo;

Montevideo y
Europa
esperan para consagrarlo
virtuoso del violín;

pero él se niega
a hacer giras
en busca de fama;

no quiere vivir
a contravuelo de la golondrina.

Regresó a la tierra
de su infancia,
entre sierras y llanura;
al Cerro del Puma se fue
con su hermano Enrique;
llevó un pequeño piano vertical,
un viejo armonio
y su gastado acordeón;

pero no sólo teclas:
también llevó árboles
y los plantó
en el árido cerro,
llevó pájaros
y los sembró en el aire
para que volaran
como violines vivientes,
de árbol en árbol,
trinando sus melodías.



IV

Hermano mío:
tu vida sencilla y sin
aparentes sobresaltos,
tu cara tranquila
y bondadosa,
esconden el vértigo
de abstracción
que imprimiste a tus
pequeñas sinfonías;

la rotura de la tierra
no es tan simple;
la agria sonoridad
de los violines
viene a herir el silencio
del campo;

esas arrugas de la roca
como los
rostros de los carreros
curtidos por el aire y el sol
no hablan de tranquilidad;

los apelmazamientos orquestales
germinan como
telarañas en la boca;
una pesadilla
al final del sueño;

esas ráfagas de viento
que mueven
el sangrado coágulo
de los ceibos
no son arpegios celestiales:

el candente sonido rojo
huele a infierno;

algo de Lautréamont
se agita en tu obra.

Algo busca sintonía.

FINAL
(Morendo)

A Fabini lo llevan
camino del
Cementerio Central;

el otoño montevideano
va enfriando el cemento
mientras
allá en la sierra
la marcela golpea la roca
aromándola.

...................................

Ninguna isla.

Todo unido
por el arco del violín.







No hay comentarios:

Publicar un comentario