jueves, 4 de septiembre de 2014

DIMITRIS LYACOS [13.165]


Dimitris Lyacos

Dimitris Lyacos (griego: Δημήτρης Λυάκος; nacido 19 de octubre 1966) es un contemporáneo griego poeta y dramaturgo. Nació y se crió en Atenas, donde estudió Derecho. De 1988-1991 vivió en Venecia, luego se trasladó a Londres, estudió filosofía en la Universidad College de Londres, donde permaneció durante trece años. Reside actualmente en Berlín.

BIBLIOGRAFÍA:

Poena Damni O Protos Thanatos. Odos Panos. Athens. 1996. ISBN 960-7165-98-5
Poena Damni The First Death . English edition. Translated by Shorsha Sullivan. Shoestring Press. 2000. ISBN 1-899549-42-0
Poena Damni Nyctivoe. Greek - German edition. Translated by Nina-Maria Jaklitsch. CTL Presse. Hamburg. 2001. [ 12 ]
Poena Damni Nyctivoe. English edition. Translated by Shorsha Sullivan. Shoestring Press. 2005. ISBN 1-904886-11-6
Poena Damni Z213: ΕΞΟΔΟΣ. Greek Edition. Dardanos Publishers, Athens 2009. ISBN 960-402-356-X
Poena Damni Z213: Exit . English edition. Translated by Shorsha Sullivan. Shoestring Press 2010. ISBN 978-1-907356-05-6
Poena Damni Der erste Tod. German edition. Translated by Nina-Maria Wanek. Verlagshaus J. Frank. First edition 2008. Second edition 2014. ISBN 978-3-940249-85-2




Z213: SALIDA


Comienzo

Estos los nombres y así me encontraron.
Y en cuanto me llevaron me quedé un poco de tiempo y luego me
acompañaron había un edificio con cuatro apartamentos
grandes patios y habitaciones los demás estaban allí
cuatro apartamentos separados no muy cerca de la playa.
Y de vez en cuando comíamos juntos y en el centro
un leño con ramos cortados arriba una abertura para
el humo, y ceniza en el suelo negras manchas
y ceniza. Y desde los huecos en las paredes
brotaba un poco de agua y algunas veces podías pedir
que fueras arriba a ver a otro y cuando
algunas veces por la noche había un corte de luz y
permanecíamos callados en la oscuridad otros apartamentos que
no comunicaban tres cuatro cinco entre
nosotros nos amábamos el uno al otro sin embargo la mayoría
de los que estábamos allí moriría alguna vez
todos y yo también y entonces gritaron los que creían
otros no teníamos este derecho y estábamos en
todos estos apartamentos más o menos un millar y
cada día llegaba uno del personal con un
catálogo y se quedaron de pie en la puerta cuando entrabas
en la puerta de afuera para entrar se quedaron de pie y
gritaba para que salieran afuera y los llamaban entonces los
pillaron de allí y quedaban diez en otro sitio quince
según el departamento y los llevaban a un sitio particular
desde la noche hasta el día siguiente y
el día siguiente por la mañana venían y los recogían
de allí y escucha el momento en el que entraban
adentro y gritaban los nombres escucha ahora que
nos dan la despedida éramos dos mil más o menos.




Fragmento Pág. 19

Unas pocas horas todavía, estación, vacía, calle de polvo
hacia el centro de la ciudad, fango, fango, afuera mantas,
ruinosas casas de chapa, un poco más atrás el pilar torcido,
ningún coche, basura, dos chicos que incendian un montón,
otras dos tres luces al horizonte, casas, más agrio el olor,
el asfalto a pedazos, casas a bloques de cemento, poca gente,
puertas entreabiertas, penumbra, el colchón como si fuera mojado,
aquella leche, el vuelco en el estómago y mareo, cuando me desperté,
me levanté para conseguir antes que anocheciera, un poco al azar y
de lo que me acordaba, pregunté, desde el otro lado, detrás del puente,
el fragor del agua, los árboles que ennegrecían pero aún veía,
estaba en frente de mí casi en cuanto entré.
Qué haces por aquí, me siento a tu lado un poco,
si también entonces hubieras podido, si alguien se hubiera acurrucado,
si te hubiera escuchado como aún eras escuchado, tus ojos que brillaban
los ojos que se ofuscaban, el dolor que obcecaba,
con quién más te llevaron aquí, la campana,
silencio mientras te llevaban abajo, canción ahogada y pausa, el fragor del agua.
Tengo frio, me voy entre los otros nombres, fotografías que te miran sin poder,
el sol que ahora se desvanece otra vez. En la calle hacia atrás, en la llanura
un débil, como último suspiro, y un brillo, el río que se aleja,
la ciudad muda como antes, con un poco de vino en una mesa en el rincón,
la biblia que se apaga, en ella las palabras de un extranjero,
en todo esto escribo donde encuentro una zona muerta.





Fragmento Pág. 69

Al principio no ves solo imaginas, luego
piensas ver, despliegas con tu mente un
territorio en el que no se ve nada. A medida que
el paisaje se va aclarando en el campo visual,
los límites van hacia atrás. Luego miras algunos metros
delante, ves que viajan, no tú, sino los objetos,
si puedes llamarlos objetos. Si no veías, viajarían
dentro de lo que tocas, contactos en sucesión
uno tras otros, en una serie. Tú así la llamarías,
serie, y si hicieras el mismo movimiento
al revés, podrías prever la misma serie
desde el final hasta el comienzo. La mano desde
los pantalones, en el asiento, y en su brazo,
en el cristal de la ventana, y otra vez atrás, la misma serie,
con las distancias que habías observado en el lugar. No
como cuando miras, durante una hora, y cambia su color
porque cambia la luz, se hacen grandes cuando los
acercas a ti, desaparecen, entran y salen
de la luz en la oscuridad. Depende de la luz.
Y cualquier otra cosa podría salir de la oscuridad,
delante, mientras caminamos. Porque también sabes
que el cielo está allí, aunque haya oscuridad,
aunque esté vacío. Como sabes la tierra desde abajo
te empuja hacia adelante. El engranaje la empuja y ella
lo empuja adelante. Si se ablandara un poco
nos hundiríamos en ella. A lo mejor vamos a hundirnos en algún lugar.
Tal vez allí en el horizonte el movimiento no sea tan
fuerte. De ciertas alteraciones entiendes como
la luz juega con la inestabilidad.




Con los hombres desde el puente

(Comienzo)

Ya había oscurecido cuando crucé el otro lado de la estación y salí
a la calle. Aún llovía, un poco. Los encontraría debajo de uno de los arcos
del puente, como me dijo. Vería una luz. Llegué justo afuera, esperé.
Esperamos. Abrieron la puerta, entramos. Nos dieron una hoja de papel.
En el interior veías hacia un punto, luego oscuridad. Me senté entre los demás,
en el suelo de tierra. Diez más o menos, algunos de ellos con perros. A la izquierda
la pared colgando. Otros dos por allí. Tres. Arriba en frente azul oscuro, a la derecha
una luz verde y lámparas blancas colgando cinco o seis del techo
justo encima de nosotros encendidas excepto una. En un rincón las mujeres.
Tres alrededor de un barril roto, otra traía periódicos. Partieron
algunos y los echaron adentro. Fuego. Se ha apagado. Otra vez. Cuando iban
un poco más cerca de la pared detrás de ellas, casi no las veías, era la ropa o la luz
que así lo hacía parecer. Y continuamente abrían y cerraban los ojos, como
espasmos que bajaban hacia la boca – excepto la a la derecha que era,
quizás, más joven. Ahora, ¿este que pasa frente a ellos desnudo desde la mitad
con un ladrillo roto o una piedra? en la mano, y viene hacia aquí. Un
signo como una palabra en su pecho desde el cuello bajando. Se sienta en el suelo,
coge dos barras de madera, clava, hizo una cruz. La ahoga en un charco.
Al lado una botella y un vaso. Más atrás una carrocería de un coche
medio enterrado, sin la puerta delantera. Encima del capó un radiocasete y una
televisión, el parabrisas cubierto por una chapa de hierro. Una mujer sale
del coche. Antes no se veía nada, como si fuera vacío. Como una máscara
de polvo desde la naríz hacia abajo, la boca apenas aparece. Entra dentro
otra vez, arrastrando delante una cubierta de madera. Tira para cerrar pero
no puede. Chatarras alrededor. Piezas de recambio. Y uno más que
camina por ahí, también él viene hacia aquí. Envejecido, el jersey
destrozado, un libro en la mano y dentro algunos papeles. En la hoja de papel que
me dieron cuatro nombres: Narrador – el que tiene el libro. Como
Biblia. Abre y cierra el radiocasete. Zumbido. Va y ayuda a las mujeres.
Y otros periódicos, Baile – las mujeres. LG – poco más atrás, algo ha clavado
otra vez. NCTV – la que está en el coche. LG, NCTV. Estos eran los nombres. Título.
NCTV. Algo parecido, me acuerdo, el nombre de la estación. Niktovo. No. Niktivo.
Nichtovo. No. Otro zumbido, más fuerte, constante desde el momento
que entré. Radiocasete. Narrador. Abre y cierra, se va, viene otra vez abre
la Biblia, arranca desde dentro y pega las páginas en la pared
a la derecha, una al lado de la otra. Luego espera. Espera. Casi nos da
las espaldas. Por un lado y por el otro cruces pintadas
en el cemento. Viene aquí para leer. Narrador. Se apagan las luces arriba.

Andaba de noche
y de día por los cerros y
las tumbas, gritando,
y golpeándose con piedras.
Viendo a Jesús desde
lejos, echó a correr,
y poniéndose de rodillas delante de él,
le dijo a gritos
¡No te metas conmigo, Jesús,
Hijo del Dios altísimo!
Te ruego por Dios
que no me atormentes.
Hablaba así porque Jesús le había dicho
¡Espíritu impuro, deja
a ese hombre! Jesús le preguntó
¿Cómo te llamas? Él contestó
Me llamo Legión
porque somos muchos.

Se vuelve y hace una señal a las mujeres para que empiecen. Empiezan todas juntas.

Hace mucho que no sales de aquí. Te sientas adentro
y esperas. Algunas veces como si se oyera
o así te parece. Te pareció,
cuando saliste afuera y fuiste a la puerta.
Nada. Pero vives de esto. Cada día lo mismo

Se paran. Se miran entre ellas y alrededor

a veces mucho más.
Casi como voces, más o menos. Están dentro de tí.

Esto. Pero luego llega el día en el que salen
y los esperas en casa. El mismo día cada vez.
A veces cuando por la mañana te despiertas es como si te hubieras pegado
y te despegas de encima de ellos. Quieres quedarte un poco más
no quieres levantarte. Te vuelves miras a la derecha y a la izquierda
acaso llegaron. No.
No han llegado. Pero levántate
es hoy.
Hoy. Levántate.
Un año más ha pasado y

Se paran bruscamente, algunos segundos, otra vez, ¿quién es este?

estaremos otra vez juntos.
Unas pocas horas todavía. Luego nos acostaremos. Nos despertaremos
Esperaremos. Nos acostaremos.
Nos despertaremos. Esperaremos.

Με τους ανθρώπους από τη γέφυρα

Ειχε ηδη νυχτωσει οταν περασα στην αλλη μερια του σταθμου και βγηκα στο δρομο. Εβρεχε ακομη, λιγο. Θα τους εβρισκα σε μια απ’ τις αψιδες κατω απ’ τη γεφυρα, οπως μου ειπε. Θα εβλεπα φως. Εφτασα απ’ εξω, περιμενα. Περιμεναμε. Μας ανοιξαν, μπηκαμε. Μας εδωσαν απο ενα χαρτι. Μεσα εβλεπες μεχρι ενα σημειο, σκοταδι μετα. Καθησα στους αλλους αναμεσα, κατω στο χωμα. Δεκα περιπου, καποιοι απ’ αυτους με σκυλια. Αριστερα γκρεμισμενος ο τοιχος. Αλλοι δυο απο εκει. Τρεις. Ψηλα απεναντι μπλε, δεξια πρασινο φως κι ασπρες λαμπες που κρεμονταν πεντε η εξι απ’ το ταβανι ακριβως απο πανω μας αναμμενες εκτος απο μια. Στη μια ακρη οι γυναικες. Τρεις γυρω από ενα κομμενο βαρελι, αλλη μια εφερνε εφημεριδες. Εσκισαν μερικες και τις εριξαν μεσα. Φωτια. Εσβησε. Παλι. Οταν πηγαν για λιγο κοντα στον τοιχο απο πισω τους, σχεδον δεν τις εβλεπες, ηταν τα ρουχα η το φως που το εκανε να φαινεται ετσι. Κι ανοιγοκλειναν συνεχεια τα ματια, σα σπασμοι που κατεβαιναν μεχρι το στομα – εκτος απο αυτη αριστερα που ηταν μαλλον νεοτερη. Τωρα αυτος που περναει μπροστα τους γυμνος απ’ τη μεση με ενα σπασμενο τουβλο η πετρα; στο χερι, κι ερχεται προς τα εδω. Ενα σημαδι σα λεξη στο στηθος του απ’ το λαιμο κατεβαινοντας. Καθεται κατω, παιρνει δυο ξυλα, καρφωνει, εφτιαξε ενα σταυρο. Τον μπηγει στη λασπη. Διπλα ενα μπουκαλι κι ενα ποτηρι. Πιο πισω ενα αμαξωμα αυτοκινητου μισοθαμμενο, χωρις πορτα μπροστα. Στο καπο ενα κασετοφωνο και μια τηλεοραση, το παρμπριζ σκεπασμενο με μια λαμαρινα. Μια γυναικα βγαινει απ’ το αυτοκινητο. Πριν δε φαινοταν καθολου, σα να ηταν αδειο. Σα μασκα απο χωμα απ’ τη μυτη και κατω, το στομα μολις που φαινεται. Μπαινει μεσα ξανα, σερνει μπροστα ενα ξυλινο σκεπασμα. Τραβαει να κλεισει αλλα δε μπορει εντελως. Παλιοσιδερα γυρω. Εξαρτηματα. Κι ενας ακομα που περπαταει εκει αναμεσα, ερχεται κι αυτος προς τα εδω. Γερασμενος, σκισμενο πουλοβερ, ενα βιβλιο στο χερι και μεσα κατι χαρτια. Στο χαρτι που μου εδωσαν τεσσερα ονοματα: Αφηγητης – αυτος που κραταει το βιβλιο. Σα Βιβλος. Ανοιγοκλεινει το κασετοφωνο. Βομβος. Παει και βοηθαει τις γυναικες. Κι αλλες εφημεριδες, Χορος – οι γυναικες. ΛΓ – λιγο πιο πισω, κατι καρφωνε παλι. ΝCTV – αυτη στο αυτοκινητο. ΛΓ, ΝCTV. Αυτα ηταν τα ονοματα. Τιτλος: NCTV. Καπως ετσι θυμαμαι το ονομα του σταθμου. Νυκτοβο. Οχι. Νυκτιβο. Νιχτοβο. Οχι. Ενας αλλος βομβος, πιο δυνατος, συνεχομενος απ’ την ωρα που μπηκα. Κασετοφωνο. Αφηγητης. Ανοιγοκλεινει, φευγει, ερχεται παλι ανοιγει τη Βιβλο, σκιζει απο μεσα και παει και κολλαει τις σελιδες στον τοιχο δεξια, τη μια διπλα στην αλλη. Μετα περιμενει. Περιμενει. Με την πλατη γυρισμενη σχεδον. Απ’ τη μια κι απ’ την αλλη μερια σταυροι με σπρευ στο τσιμεντo. Ερχεται εδω να διαβασει. Αφηγητης. Σβηνουν επανω τα φωτα.

και δια παντος νυκτος
και ημερας εν τοις μνημασι
και εν τοις ορεσιν ην κραζων
και κατακοπτων εαυτον λιθοις.
ιδων δε τον Ιησουν απο
μακροθεν εδραμε
και προσεκυνησεν αυτον,
και κραξας φωνη μεγαλη
λεγει΄ τι εμοι και σοι, Ιησου
υιε του Θεου του υψιστου;
ορκιζω σε τον Θεον,
μη με βασανισεις.
ελεγε γαρ αυτω΄ εξελθε το
πνευμα το ακαθαρτον εκ του
ανθρωπου. και επηρωτα αυτον’
τι ονομα σοι; και απεκριθη
λεγων΄ λεγεων ονομα μοι,
οτι πολλοι εσμεν.

Γυριζει και κανει νοημα στις γυναικες να αρχισουν. Αρχιζουν ολες μαζι.

Εχεις καιρο να βγεις απο δω. Καθεσαι μεσα και
περιμενεις. Μερικες φορες σα να ακουγεται
η ετσι νομιζεις. Σου φανηκε,
οπως βγηκες εξω και πηγες στην πορτα.
Τιποτα. Ζεις ομως με αυτο. Καθε μερα το ιδιο

Σταματουν, κοιταζονται μεταξυ τους και γυρω

μερικες φορες περισσοτερο.
σα φωνες καπως, περιπου. Ειναι μεσα σου.

Αυτο. Μετα ομως ερχεται η μερα που βγαινουν
τους περιμενεις στο σπιτι. Την ιδια μερα καθε φορα.
Καμια φορα το πρωι οταν ξυπνας ειναι σα να εχεις κολλησει
και να ξεκολλας απο πανω τους. Θελεις να μεινεις λιγο ακομα
δε θελεις να σηκωθεις. Γυριζεις κοιταζεις δεξια αριστερα
μηπως ηρθαν. Οχι.
Δεν εχουν ερθει. Σηκω ομως
σημερα ειναι.
Σημερα. Σηκω.
Αλλος ενας χρονος που περασε και θα

Σταματουν αποτομα, μερικα δευτερολεπτα, ξανα, ποιος ειναι αυτος;

ειμαστε παλι μαζι.
Λιγες ωρες ακομη. Μετα θα κοιμηθουμε, θα ξυπνησουμε
θα περιμενουμε. Θα κοιμηθουμε.
Θα ξυπνησουμε. Θα περιμενουμε.





(Otro fragmento)

Luego oía pasos otra vez y
también como si alguien masticara. Cada día
lo mismo. Este dolor es como el reloj que se oye
cada vez que lo miras. Rómpelo y tíralo.
El sol opaco. Más cerca de un ojo que del otro.
Los oyes desde arriba. Se fueron otra vez. Silencio.
Luego otra vez lluvia, no consigue secarse
la manta. Luego salí porque tenía hambre y fui a buscar algo que comer.
Cuando volví habían vuelto a poner los ladrillos y habían cerrado otra vez.

Se para, continúa

golpea más fuerte y quita los ladrillos. Cuando entres
ponlos otra vez en su lugar. Pon también
la manta encima. Deja un agujero
para que entre un poco de sol.
Me senté a tu lado
sabía que estabas allí. Pasó una hora.
Como si te viera. La boca entreabierta
los ojos como entonces, al final

Pasó una hora.

Salí otra vez y llevé un poco de agua. Un trago. Me hace bien
al estómago, me conforta
y puedo acostarme un poco.
En el sueño otra vez, tu voz muy fuerte. No podía. Me levanté
y golpeaba desde arriba la cobertura hasta que se rompiera.
La quité. La arrastré y la puse en posición supina.
La levanté. Cayó de nuevo. Otra vez. Pasó una hora.
Al final la llevé afuera. La dejé en el suelo
y fui a buscar la manta por si acaso la había arrastrada
el viento. Volví y me acosté a su lado. Estaba cansado.
Bastante luz. Un largo gusano blanco. Un dedo
que cavaba solo.
Deja algo para mi. Al final algo quedará.
Un diente de su boca,
algo para mi
un diente

roto.

μετα ακουγα βηματα παλι και
σαν καποιος που μασαγε. Καθε μερα
το ιδιο. Αυτος ο πονος ειναι σαν το ρολοι που ακουγεται
καθε φορα που προσεχεις. Σπαστο και πετα το.
Ο ηλιος θαμπα. Πιο κοντα στο ενα ματι απ’ οτι στο αλλο.
Τους ακους απο πανω. Εφυγαν παλι. Ησυχια.
Μετα παλι βροχη, δεν προλαβαινει να στεγνωσει
η κουβερτα. Μετα βγηκα γιατι πεινουσα και πηγα να βρω κατι να φαω.
Οταν γυρισα ειχαν βαλει πισω τα τουβλα κι ειχαν κλεισει ξανα.Σταματαει, συνεχιζει
χτυπα πιο δυνατα και ξεκολλα τα τουβλα. Οταν μπεις
βαλτα παλι στη θεση τους. Βαλε και
την κουβερτα απο πανω. Σκιστη και λιγο
να μπαινει το φως.
Καθησα διπλα σου
ηξερα πως ησουν εκει. Περασε ωρα.
Σα να σε εβλεπα. Μισανοιχτο στομα
τα ματια οπως τοτε, στο τελος

Περασε ωρα.

Βγηκα παλι κι εφερα λιγο νερο. Μια γουλια. Μου κανει καλο
στο στομαχι, με ανακουφιζει
και μπορω και ξαπλωνω για λιγο.
Στον υπνο παλι, η φωνη σου πολυ δυνατα. Δε μπορουσα. Σηκωθηκα
και χτυπουσα απο πανω το σκεπασμα μεχρι να σπασει.
Το εβγαλα. Την τραβηξα και τη γυρισα ανασκελα.
Τη σηκωσα. Επεσε παλι. Ξανα. Περασε ωρα.
Στο τελος την εβγαλα εξω. Την αφησα κατω
και πηγα να δω την κουβερτα μηπως την ειχε ριξει
ο αερας. Πηγα παλι και ξαπλωσα διπλα της. Ειχα κουραστει.
Φως αρκετο. Ενα ασπρο σκουληκι μακρυ. Ενα δαχτυλο
που εσκαβε μονο του.
Ασε κατι για μενα. Στο τελος κατι θα μεινει.
Ενα δοντι απ’ το στομα της,
κατι για μενα
ενα δοντι

σπασμενο
                                  





LA PRIMERA MUERTE

III

Muertas mandíbulas que apretan torrentes
dientes quebrados donde desenterró sus raíces
el frémito de la víctima antes de someterse al gancho,
alrededor las impresiones del frenesí y la desolación
en el medio de los viejos ramos del hecatombe
se abren como red hacia un anémico cielo
que como un temblante beso pende de tus labios;
armadas de muertos que susurran incesantemente
en un infinito cementerio, dentro de ti
y tú más no puedes hablar, ahogas
y el dolor a ti habitual va a tientas
buscando salidas en el cuerpo impenetrable
ahora más no puedes andar –
te arrastras allí donde la tiniebla está más
tupida más tierna, osamenta
de un animal destripado
un pequeño montón de huesos que saben de guarida tú abrazas
y te duermes.


V

Noche serena. Desesperación
Los demonios se han apaciguado. Aulla la luna. Los senderos memoriales de la flagelación. Perros degollados nadan en zanjas marchitas. Congelan huesos y escamas voluptuosas. Secuencia de una cara sin boca. Sed de resurrección. Me bautizo en las hoyas del luto; besos negros y lenguas heladas sobre mi cuerpo infecto. Impenitente me pongo cachondo sacrílego agonizo, en lo más íntimo de tu cuerpo echo sangre. Inmaculado rebosa rocío en la madrugada de tu abrazo.
Alba serena. Desesperación.


XI

Velo de la tarde, despojo de una ciudad expugnada. Habitaciones obscuras de linfáticos albergues, residuos dejados a la merced del sueño. En la incesante hemorragia de las cosas lucha todavía con la muerte el último relámpago de la mirada. Escarpadas arterias silenciosas, besos enfangados – recuerdos de cráneos volcados a las orillas de las avenidas. Triste la salmodia de los ratones en las iglesias. La agonía contagiosa de máquinas destrozadas. Alas devueltas harapos, indómitas; trampas infalibles. La inmutable bóveda del cielo leproso hasta los extremos confines.


(Traducción, Alessandro Lo Coco)  







DIMITRIS LYACOS

Selección de POENA DAMNI 

Ζ213: EXIT 

Traducción de pasajes selectos
por Javier Aldabalde y Marcelo de Maio



I

El sol deja la estación te persigue, sube, se mueve frente a ti, encuentra dónde habías estado, busca, allí o en otro lugar, en las fachadas grises que no te reconocen, qué recuerdas del camino que se perdió, vuelve a una esquina siéntate un rato, y una vez más, los caminos que estás cambiando, horas que vagaste, ancianas que te miran a través de la ventana se agrandan achican caminas sin salir a ningún lado, los caminos se ensanchan estrechan tuercen bajo tus pies se elevan suben otra vez, te levantas sientas avanzas un poco más, preguntas a alguien, entras, iglesia llena, habrá muerto alguien, descansas un poco, rodillas cerradas, ojos cerrados, recuerdas algo sales otra vez, otros contigo, la campana, el botones que abre la puerta, entras detrás de ellos hasta el final del corredor, luego en la derecha y subiendo las escaleras, lentes gruesos, y una mancha roja bajo su nariz, él no te prestó atención ni te tomó por otra persona, cómo haría para reconocerte mirando desde la luz a la oscuridad, o no ve bien, sube las escaleras, hasta arriba, acuéstate, cúbrete, es demasiado temprano para dormir. Tienes frío, cúbrete, te acurrucas, tiemblas, te tiras, de pies a cuerpo a manos un líquido pegajoso te cubre, te tomó por alguien más y te dejó entrar, quién más vive aquí, te cubre, te despiertas en un sueño, vacío, ojos que se abren y nos separan otra vez, no puedes tirarla hacia ti, te levantas, te caes, tienes sed, te despiertas por agua, siempre la misma historia, qué hora es, las luces afuera, cuenta cuántas encendidas cuántas apagadas, el yeso cansado arriba esperando, como una cucaracha, solo y quieto como una cucaracha, buscando aquí y allá un lugar tibio para esconderse, sudas, del calor, el techo baja hasta tus pies la ventana baja hasta tus pies, desde allí qué puedes ver, solo cielo, cielo sin nada, nada sobre los techos, de tus pies hasta tus rodillas, te levantas sales al corredor, las otras habitaciones vacías también, salvo donde se escucha el dormir, vuelves a tu cama ojos abiertos hacia la oscuridad esperas en la oscuridad para dormir.

(…)




II 

Subimos. Una escalera detrás de los baños, verticales casi, apenas si podía ver algo más, seguía casi a ciegas. Como una ola alzándose, un suspiro. Como si no hubiera sido real hasta que entramos y ella cerró la puerta. Silla, cama, no veía nada más, se apiñaron alrededor mío. Ella corrió la cortina, la cama cedió, la silla para sostener mis pantalones por un momento. Boca entreabierta. Boca entreabierta sobre mí. Ella me tomó me senté a su lado me recliné ella se subió arriba abrió tomó mi mano y la metió para tocarse entre sus pechos. Su mano en el medio separando los pelos. Me levanté un poco para tocarla, caí de nuevo, su boca en mí. Ella chupaba demasiado fuerte, la silla, dondequiera que podía, cerraba los ojos, todo se nublaba y disolvía, no podía aguantar, yo cerraba los ojos para calmarme por dentro, ni siquiera ahí dentro, ella chupaba demasiado fuerte, demasiado rápido, nada, yo no podía, nada salía. Ella jadeaba, su aliento entre mis piernas. No podía ver para afuera. La cortina que había tapado la luz del cielo. Ola parada. Ella se sentó, me tocó hacia arriba y abajo. Pensé que había visto un dedo de más en la palma de su mano. Fuerte, demasiado fuerte. Me lastimaba. Intenté fijar mis ojos en su boca. No pude más, me paré. Su mano sobre mí, me senté de nuevo a su lado, ella empezó otra vez, con su mano batiendo y apretando, mi mano tendida sobre sus pechos pesados sin pezones estómago sin ombligo. Labios en los que fijaba mi mirada, me recliné nuestras lenguas se tocaron. Algo estaba punto de salir, después nada. Ola parada. Una sombra detrás, la sombra de él, el terror de que me hubiera seguido hasta aquí. Golpeará la puerta, la abrirá, me encontrará semi-desnudo, erguido en frente de la cama. Ella seguía tocándome de arriba a abajo. La campana que se escuchaba afuera, que repicaba por nosotros. Vacío entre sus caricias, nada salía de adentro. Sin que ella pudiera sacar nada de adentro mío. Se levantó, corrió la cortina. Nadie. Bajé de nuevo hacia la calle. Después de eso ya no recuerdo.

(…)

¿De dónde vine? ¿Mi nombre? ¿Hacia dónde me dirigía? Siéntate, si quisiera sentarme por un momento. Relájate, había estado caminando largo tiempo sin sentido antes de entrar, me asustaba volver a intentar. ¿Debería ella atenuar la luz o mejor así? No quitarle la ropa. Yo acostarme y ella sentarse en mi falda para que pueda mirarla. Como yo la había imaginado la noche anterior cuando se había acercado a la ventana. La quise entonces. Voces de la calle o los otros cuartos, risas. Pantalones cuidadosamente en la silla. ¿Por qué habría de necesitarlo, el pañuelo? Me recosté con mis piernas estiradas juntas, brazos pegados a mi cuerpo. Como en un ataúd. Y dejé de respirar por un momento. Pero mejor si seguía respirando, con calma y un poco más despacio. Ella comenzó, levanté mis ojos al techo. Blanco, una sábana blanca dos metros arriba nuestro. Me preguntó si quería lento o más rápido, yo no podía sentir, dije un poco más lento. Se sentía como si un miembro ajeno estuviera atascado a mi cuerpo. Un miembro ajeno saliendo de mi cuerpo. De atrás a adelante, como limpiando el cañón de un arma. De adelante a atrás, ahora más lento apenas. Sus pechos continuaban avanzando. Enderecé mi espalda y me recliné de nuevo, así mejor, lento, luego un poco más rápido. Ella bajó su mirada a su mano, esperando atenta. Podía sentir que me apretaba y luego soltaba y relajaba. Sentía cómo me exprimía la sangre en las venas, más y más fuerte, no entendía cómo. Yo solo quería verla moverse arriba mío. No, todavía no, por un momento, solo el espejo, la pared blanca de nuevo, el duro cuerpo sobre mí. Por un momento no miras a ninguna parte, solo sientes, el cuerpo se desborda, saliva en la boca, el animal razguña dentro y quiere salir, tú quieres salir, el sediento animal empuja dentro para salir de tu mente desbordada. Desbordándose entre sus dedos y creciendo y te mueves hacia sus pechos. Y luego, luego como si no existieras, como si el animal muriera y yo que acabé entero dentro de ella. Si pudiera permanecer así, vacío, vacío y limpio. Luego el mundo aparece calmo, en paz, simple, limpio bajo tus ojos. Luego no importaría qué tan solo pueda estar. Sonrió como si supiera, me iría, volvería, la querría de nuevo, ahora estoy pensando en ella, si tan solo de nuevo. Tomó el pañuelo me limpió. Y lo apretó por encima por un momento, como sobre un grano que reventó.

(…)

                           

III


Él habló                                  Te perseguiré te superaré
Saciaré mi alma       de la carne       derritieron a todos.
Montado en olas sangrientas
las cubrió

suspiro.

Antes de          que se haga la noche        cantemos a
en la entrega

dan frutos            como escarcha en el suelo
ladridos de sabuesos al acecho

Madera, y la habían arrojado al agua
y fue dulcificada
pero la dejaron hasta la mañana. Y
engendró gusanos y apestó               en el fondo

vasijas llenas y ellos no podían beber

y se disolvieron todas salvo una. Y los huesos bajo el sol
como yeso

y él partió del desierto

pasajes                        y acamparon ahí.
Danos                          brazos extendidos hacia el agua

danos dioses que vayan delante de nosotros

naufragio                      bajo el monte.

(…)                                                                                 



IV

Duermes de noche. De noche te despiertas. Ni siquiera la sombra de un árbol, una señal, algo erguido. Desierto. Arena. Como tú ellos están durmiendo. Noche. Cada vez que te levantas esperas el alba, es de noche, duermes te despiertas es de noche. Eso continúa muchos días mientras que estás viajando. Como si estuvieras persiguiendo una luz que retrocede con la velocidad que tú avanzas. Durante días es así. Luego amanece un poco, un poco. Una línea en el horizonte, luz, cielo o arena o cenizas, más luz, no sabes de dónde, sigue por un par de horas, luego noche otra vez. Y luego todo otra vez, ya no puedes llevar la cuenta cuánto dura el día o la noche o la luz. Al principio, cada día casi igual luego más y más cortos, al final te parece que el sol sale y se pone en cuestión de minutos. Como si el tiempo esfumándose como si nada pereciendo aquí. Día como un tren moviéndose frente al tuyo, espera un poco, luego se escapa hacia adelante. Apenas escuchas el silbido delante como viento que viaja a través del tubo. Y mientras duermes tampoco sabes lo que pasa, lo que podría haberse cambiado mientras dormías. Si las cosas son diferentes cuando acabas de despertar, antes podría haber sido diferente y tú no haberlo recordado. O si es lo mismo, el paisaje, de cualquier manera apenas lo ves. O, podría ser que no recuerdas esto, otra cosa que recuerdas, duermes, despiertas tantas veces, tan seguido, no sabes cuándo estás dormido y cuándo estás despierto, por qué estar despierto, ahora podrías estar dormido, lo que recuerdas lo puedes recordar en el sueño, despertar en un sueño, recordar dentro de un sueño, memoria distinta otras cosas que recuerdas cuando estás en un sueño, y puedes tener una vida propia en el sueño, recuerdas quién eres qué hiciste, y aunque puedas no ser la persona que fuiste cuando volviste a despertar no dudas quién eres en el sueño, incluso cuando estás cambiando y cambiando continuamente, no te cuestionas, las cosas son así por naturaleza, no es extraño, estás cambiando continuamente, tu cuerpo, a tu alrededor, todo en todas partes, eres otra persona, pero eres el mismo, eres él. Esto es continuidad, viajas, quizás en tu mente, un verdadero mundo de papel, Dios se precipita por paisajes y edificios, derriba, abre nuevos caminos, no le gusta, cambia otra vez, pero no hay división, Su mundo es uno, y no percibes ni división ni contradicción, solo continuidad. Una inyección que olvidaste enseguida, una piel cubriendo lentamente lo que recordabas, cambian, todas las cosas, la memoria cambia, tú mismo cambias, alguna mujer que buscas, no sabes si estabas buscando otra, si tenías alguna otra esperanza, alguna otra meta. Quizás mañana algo más pueda borrar esas cosas también,  el nuevo velo del mundo, pero jamás lo sabrás, no serás capaz de saberlo. Qué has hecho, si en verdad es lo que recuerdas. Quién habrá de decírtelo. O siquiera saber tu historia. O si el nombre, el que escondes, si es un nombre al final de una serie de nombres.

De todos modos, si puedo pensarme a mí mismo aquí, debe haber algo más afuera, un lugar distinto. Ahora bien, si este afuera es parte de mi mente, entonces mi mente no está hecha de una sola pieza, no es una, está el aquí y el allá, fuera y dentro, es decir, de cierta manera, hay algo en ella que está por fuera de mí. Algo por fuera de mí. En otra parte. Aunque no sepa dónde resulte ser esto, dónde estoy yo, dónde resulto estar en el mapa, qué lugar es aquí, qué lugar es otro. El pensamiento por sí mismo te lo dice. Incluso si todo es de otra manera y no recuerdo correctamente, incluso si todo lo que me rodea es falso. Estoy aquí, no estoy aquí: dos mundos ajenos entre sí. Y luego, el espacio, la distancia, el camino, aunque no sea yo quien viaje. El camino existe.

(…)



V

No escribe correctamente, casi agotado.
Línea que comienza y se esfuma.
Un color, ni tierra, ni horizonte, ni cielo.
Mirando adentro de una botella vacía.
Una línea recta, sin giro alguno, constante.
Quieta en los círculos de las ruedas en las que vas tú.
La noche llegará.
Arbustos, muy esparcidos.
Como nieve o sal, no tan blancos, más como arena.
Detente, huye.
Nadie más ni delante ni detrás.
Tren detenido en un agujero en el mapa.
Lo que recuerdas ya no es, ahora olvídalo. Lo que escribiste.
U otras marcas, o sus propias partes que has estado leyendo.
Ni las Escrituras se destacan, muy dispersas, como los arbustos.
Llama, para ver si alguien te escucha.
Y si me encontraran qué harían de mí.
No me importará, no tengo miedo como antes.
El motor apagado también, nada se escucha.
Tengo hambre y el frío me está afectando.
Periódico adentro por todo calor que pueda mantener.
Presiono y juego con mi dedo en mi estómago y cruje.
Estaba escribiendo cuándo duermo y cuándo me despierto para ayudarme a distinguir los días.
Aquí nadie duerme ni despierta, ni la luz entra por ningún lado.
No puedes saber cúanto dura todo eso.
Sigues escribiendo porque aún tienes esperanzas,
casi.
Algo que siga viviendo.
Aparte de ti.
Lugar.
Lugar donde se vacía el mundo.
Una apertura o lugar o casa de Dios en la tierra,
una apertura o Portal sin lado interior
sin entrada.
Mientras siga estando delante de ti no hables y
no pienses.
Es el fin de la línea pero no estás listo, te
irás y volverás otra vez.
Da la vuelta y toma el tren.
Y calla y escribe solo lo que veas y lo que oigas.
De aquí en más solo lo que veas y lo que oigas.
Sobre ti nada más, haz silencio sobre ti.
El dolor se irá por fin, lograrás salir.
Cáete y alaba pero no pienses nada.
Cae de rodillas y vacíate.
Y espera solo a oír.
Empezó, el motor otra vez.

(…)





'Z213: Exit' is the first book of the 'Poena Damni' trilogy by Dimitris Lyacos followed by 'Nyct v 'and 'The First Death'.

5

A few hours more, station, deserted, a dirt road for inside the town, mud, mud, blankets outside, mouldering houses of tin, the shattered pylon further behind, not even a car, rubbish, two children setting fire to a heap, two or three other fires on the horizon, houses, the acid smell stronger, pieces and pieces of asphalt, houses of cement blocks, few people, half-open doors, half-light, the mattress as if it were soaked, that milk, the cramp in the stomach and dizziness, when I awoke, I hurried to make it before it got dark, a bit by chance and from what I remembered, asked questions, the other side back to the bridge, the murmur of water, the trees blackening but I could still see, it was in front of me almost as soon as I entered. What are you doing here, sit for a while beside you, if you could also back then, if someone bent down, heard you while still you could be heard, your eyes that were gleaming the eyes growing dim, the pain growing dim, with how many more did they bring you, the bell, silence as they lowered you down, stifled song and a pause, the murmur of water. I am cold, I leave among other names, photos that look at you yet do not see, the sun now again at its end. On the road back, on the plain, a breath, tepid, as a last breath, and a gleam, the river falling behind, the town mute as before, with some wine on the end of a table, the Bible being erased, between its pages the words of a stranger, between him I write wherever I find a no-man’s land.



POENA DAMNI
Z213: EXIT
(Excerpt IX)

   
IX

The slow bells from the church which must be near me I stopped for a while and waited and now they were chiming again. And here where I sat, like stains below the slabs as if blooded. Who was there ringing, guesses confused not made clear, who was there ringing the bell waves going down the dome, the echo of an ocean that licks on it and drips here. And the flashes through the window from the one to the other like a searchlight turning around seeking me out. Here, in a flooded pit full of bodies, branches that cover and float leaves that float on faces unknown funerary gifts on the side, phrases by him and the Writ mixed on this page, and further down sea tombs and then something between the frozen palms. Gestures of the walls that invite you. A hole high up opposite, you can hold on to the shoots of the ivy to climb up and see where exactly you are. You don’t care, the tracks hold you the people they brought here, something of what they lived, and the pain they felt like you and they came and sat here together like the leaves that came in where from you don’t know a pile that gathers in front of the saints, and them all together, one by the other, side by side, opposite all together to look at them kneel, a circle, that will hold them a while. But, release, and what’s left, yellow mouths leaving again from those arches which covered them and they dream still for a while of courtyards where the souls find rest, a flower sequence of angels awaiting them there. And then the illusion dries up and it is an empty uninhabited house. The icons below the colour that changes the same shape the same face painted again on all the walls. And there in the corner the body demolished, like metal plates sunken within it, until dark falls completely leaning out from the last fading saint his face pressing lips tight.



POENA DAMNI
THE FIRST DEATH
(excerpts II, IX)



  II

Judgment of the sea,
shackles from broken sobs
beneath the dry bowl’s split eyelids
an unseen prey –
plunder from passions’ tombs, litanies to the senses
on the point of crumbling, inarticulate melodies, lava
from beheaded rivers
blades of the waves cut deeply into the screen;
development of an hour-glass, epidemic
unmixed visions of heroes leaning
into the drunken veins of the light
the tempest that winters on the marshes -
shedding its leaves the return
of a dismembered body in the spring.


   
IX

Seaside altar stooped begging avenging waves and torn ship’s gear instead of vine leaves. The lament of the water absorbed within the serpents’ nests, howling of the side-slipping gull – sacrificial cry, enshrouded fish, absolute darkness of a throat blocked with sediment and mucous. The utterly bare island, restless nightly couch, unmade hospital bed and its dry aged skin, the ash which encrusts the burning eye-sockets and the remains of the sacrifice. The nights fishing in the shivering torrents of disease for damp clothing, wandering nightmares and far-off memories of shipwrecks sparked anew, the dark sea’s apparitions, corpses of bosom friends, the cracked picture of the beloved, her sea-whelmed breast – before returning to the bitter meadows of the abyss. Feast of all fruits.

Translated from Greek by Shorsha Sullivan



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