martes, 9 de septiembre de 2014

ANTONIO FLORES SCHROEDER [13.244]


Antonio Flores Schroeder 

Chihuahua, México 
1975
Es periodista, escritor y promotor cultural. Autor de la novela "Oriana" (Conaculta, 2011) y del libro “Personajes de una ciudad sitiada”, prosa poética hiper breve (Universidad de Las Cruces, En Nuevo México, EU, 2014). Es fundador del movimiento internacional Escritores por Ciudad Juárez y director de la revista Ombligo.



Nuestros días 

Mataron a la mujer del trece Acecha al tiempo el silencio 
la última dealer de la vecindad 
fantasma de mil noches
flaca 
         porosa 
 y tan falta de Dios 
                 y sin buena mota que vender. 
Lo mismo le sucedió a doña María
que lloraba junto a Pancho
cuando los extorsionadores
iban a su farmacia cada viernes.
Martín, el policía con diez autos
y una mansión en la colonia Hidalgo,
se voló los sesos una noche
que encontró a su hijo sin cabeza.
Los sobrinos de mi vecina
no llegaron al cine:
un recuerdo de silencio
los alcanzó en un semáforo.
El niño de Martina no podrá caminar
una bala anónima entró en su espalda;
tampoco el de Mario, mi amigo, que aún corre
para huir de los disparos en el centro comercial.
Y yo con todas estas muertes y noticias
no podré ser el mismo de ayer,
ahora soy como siervo del tiempo:
sin sonrisas
horas de color
o repertorios de canciones norteñas
ni alabanzas a los santos impunes.




Del libro Personajes de una ciudad sitiada



 La noche

1

Es una lluvia pasajera
un relámpago que descubre
nuestro sexo (a discreción).



2

Es viento
fantasmas frente a la Catedral.



3

Horas en la cárcel
guitarra que flota en el río
es un lugar sin niños.



4

La noche:
prohibir a la virgen
desnuda
en el armario de la ciudad.




Entre el aire y el ruido de la noche

Flota la ceniza de un misil en llamas
mientras la luz florece
al filo de las sombras.

Cada atardecer es una brisa de niños
sonrisas que engañan al desierto
rugen   ensordecen
nostalgia que aflora
cuando se pierde la luz
en la secuencia de recuerdos.

Este amor delirante
convierte a la ciudad
en fotografías:
una luz   una oscuridad   una estrella
imágenes llegan, se quedan
(viento y arena)
desaparecen impulsadas por las bromas del destino.

Las nuestras, las valientes
impostergables mujeres
se van de la ciudad.





Encuentro

Incinero palabras
amanece la noche.

Va la serpiente bala desfigurando el cristal
último trago de invierno
ácido alfombra y tierra.

Humo luz   cuando escribo
versos que llevo en silencio
péndulos de piedra
renacen fuego
remolino de sábanas
paja.

Duermo     lobo bastardo
acurrucado a tu sombra.

Cuántas flores han muerto
en esta ciudad cubierta de heridas
que nadie vio.

Encarno la frontera:
maldice el brillo de la tinta
que gotea en esta hoja
(agua clara de recuerdos)




Explosión de ideas


1

Una palabra estalla y quedan sólo sílabas
no ideas
sílabas que recorren el frío de mis manos
para ausentarse de tus historias.



2

Soy el día que entra a través de las persianas
de un cuarto donde la vida gira y se detiene
se detiene no porque la palabra estalle
sino por el incendio de todas las ideas.



3

Una huella se construye y se forman los caminos
no las pisadas
porque detrás de mí queda el sentido de las cosas
el rumbo no elegido en la suerte de este mundo.



4

Soy la distancia de un país ajeno que está en guerra.



5

Aquí los bosques se incendian y los niños lloran
lloran el futuro y no el pasado
porque en este ahora
Dios no da paz.

Imágenes juarenses



1

Una bala tiene forma
de una orquídea tendida
sobre el casi cadáver de un hombre
           delirio de aposentos y cenizas
que enrojecen el parque
y entrelaza los silencios
el miedo.


2

Ese proyectil hijo de puta
es una mezcla de polvo y agua
y todas nuestras perversiones:
el martillo fetichista
el voyeurismo del tambor
y la pedofilia de su pólvora.



3

Subsónica con su piel de cobre
atraviesa la ciudad
me convierte primero en coleóptero
en un fuego de extravío
que congela en esta cama mi estupor.



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