sábado, 30 de agosto de 2014

ROSINA LOZECO [13.092]


Rosina Lozeco 

Nació en 1989 en Santa Fe, donde estudia Abogacía y sube poemas de Arthur Rimbaud en sus ratos libres. En 2010 y 2012 ganó en la disciplina Letras de la Bienal de Arte Joven de la Universidad Nacional del Litoral. Poemas suyos fueron antologados en 30:30. Poesía argentina del siglo XXI (Editorial Municipal de Rosario, 2013). Presentado en Rosario a fines de mayo en el marco de un recital colectivo de poesía organizado por sus editores, Moluscos es el octavo título que integra la Colección Brillo de Poesía Joven de Iván Rosado.

Moluscos, 2014,  primer libro de Rosina Lozeco, se inscribe de lleno en la tendencia antilírica y narrativa de la poesía de las últimas tres décadas que los críticos dan en llamar "nueva poesía argentina", ya que ha envejecido veinte años el rótulo de "poesía de los noventa" y decirle "poesía contemporánea" sería una pura obviedad. Imágenes que cobran valor por sí solas sin casi ningún ornamento del lenguaje más que una voz constantemente malhumorada, irritante y monótona; pasajes autobiográficos que con modales desmañados y humorismo reo dan cuenta de formas de ser mujer y joven bien propias de la época (es decir, una chica que fuma, bebe, anda sola y es dueña de su vida); una narración minimalista en verso que enhebra en un preciso montaje novelesco el campo y la ciudad, el trabajo y el ocio, el amor y la separación; poco más hace falta para escribir un primer libro cohesivo y sólido pero sin sorpresas, sin picos ni valles de emoción: una poesía de llanura.



La bacha

En la parada
digo tu nombre en voz alta,
se lo digo a los ruidos de la calle,
a los autos,
al semáforo. 
Cuando llego a casa
voy al baño,
abro la canilla,
pongo mis manos juntas
haciendo una pequeña cueva,
me mojo toda la cara
y te vas con el agua. 






Héroe

Sos la máscara de la muerte en mis bombachas
por una noche buena, tres malas
me acostumbro.

Haber sido la que fui,
los planes del destino.
Sigo creyendo en el amor
pero no en el tuyo.
Cada mañana
con tu cara en primer plano
el día empieza por declinarse.
Cada beso que le doy a otro
es uno que te mereciste
en algún momento.
El laberinto termina siempre en otros pibes,
mis amigas dicen
que esto no es recomendable
les respondo siempre
que así es la vida del héroe.






El pibe

Se hace de noche
otra vez voy a volver
tardísimo del trabajo,
no le aviso a nadie.
Me tomo el colectivo
me siento al lado de un pibe
pienso en vos
y en el pibe,
en que vos sos este pibe
y que cogemos acá mismo.
Después me doy cuenta
de que me pasé tres cuadras
me doy cuenta también
de que el pibe tal vez me miraba.
Me bajo
prendo un cigarrillo
y lo apago antes de entrar,
había llegado al filtro
mi cálculo fue perfecto
Cierro
me saco la bombacha del culo
-un alivio-
y silbo mientras destapo una cerveza
y otra vez me pregunto
qué pasa si te llamo
y me respondo que
es probable que no me atiendas
como siempre.
Me siento
en una de esas banquetas
tan modernas y cancheras
que me regalaron mis amigas
cuando me mudé
y siento una amargura tan intensa
que la cerveza se hace dulce.
Me asomo por el balcón
y te veo llegar en la bici.
Me agacho rápido
para que no me veas
y enseguida pienso que en realidad
no te persigo
es una cuestión de purísima casualidad
que vivas enfrente de mi casa
y que además me gustes tanto.



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